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El sol del mediodía empezaba a hacerse presente, Raya colocaba sus manos detrás de ella mientras jugaba con sus dedos para tratar de calmar sus nervios, mientras su padre se mantenía calmado e impasible como siempre, el color cyan de los atuendos formales de Corazón contrastaba con el de las demás tribus, Cola, Columna, Garra, y Colmillo, ella podía calcular que habían al menos 50 personas por cada tribu, todos con miradas impasibles, lanzando cuchillas directo hacia ellos, Raya salió de sus pensamientos sobre que las catapultas llameantes pudieron haber sido una buena idea cuando la voz de su padre la regresó a la realidad.

El jefe de la tribu de Corazón les agradeció a los demás el haber aceptado venir ahí, prometiendoles hospitalidad a cada uno de ellos en su estadía, el propósito de que todos estuvieran ahí, el poder formar una sola nación de nuevo, sin fronteras, estigmas, un solo reino, unidos como Kumandra una vez más, pero como si fuese algo de protocolo, los demás simplemente ignoraron todo eso.

Gran discurso jefe Benja, que conmovedor, porque simplemente no nos deja pasar a su tan próspero reino para que podamos ver lo que nosotros nunca tendremos– habló la jefa de cola, con un tono ácido y sarcástico, mostrando el resentimiento que cargaba junto al resto de su gente por ser de la tribu más marginada de todas, siendo relegada a un caluroso y árido desierto desde hace más de quinientos años.

A pesar de no ser la tribu más querida, o ser la líder más inteligente porque varios de sus soldados y gente pensaban que ella debió de haberse retirado del poder desde hace años, muchos compartieron el punto de vista de la líder de Cola, así como muchas personas compartían estigmas o mitos sobre las demás tribus, éstas mismas compartían uno mismo hacia Corazón, estos solo pudieron lograr ser prósperos gracias a la gema del dragón, aquel tesoro que guardaban con tanto recelo de los demás era lo que les daba sus riquezas, su paz, su prosperidad. A pesar de los muchos esfuerzos que realizaba Benja para cambiar ese punto de vista desde su juventud, nada parecía cambiar.

Raya podía ver la leve frustración en su padre, el cómo se notaba que mordía la parte interior de su mejilla en forma de un tic nervioso, a pesar de sus honestos pero fútiles intentos de amenizar a las personas, estos solo seguían discutiendo y lanzando acusaciones, ya sea para él, o incluso para el resto de tribus; algunos de unían a la acalorada discusión y otros volteaban la mirada incómodos.

“¡Nunca se logra nada! ¿Por qué estamos aquí en primer lugar?”

“Si tan solo la gente de corazón no hubiese sido tan egoísta esto nunca habría pasado!”

“Fueron todos contra todos! ¡Para qué señalar a una sola tribu!”

Esos eran los comentarios más comunes, si bien había una minoría que trataba de hacer que los demás entraran en razón, eran simplemente callados e ignorados por los demás, culpaban a los demás por acciones que gente del pasado había cometido, no de una sola tribu, realmente todos habían sido los culpables de que se hubieran separado como una sola nación, pero todos solo parecían ignorar eso a conveniencia para seguir culpando a los demás o directamente a corazón, algunos por auténtica ignorancia, otros por conveniencia.

“Alguien tiene que dar el primer paso o nadie podrá hacerlo”

Las palabras de su padre resonaron en su cabeza como una campana, su padre era simplemente ignorado por los demás y estos no hacían más que discutir, poco a poco fue bajando los escalones hasta llegar al nivel en el que estaban todos los demás, las voces poco a poco fueron bajando su volumen al ver que la hija del jefe estaba prácticamente frente a ellos. Teniendo las miradas de todas las tribus sobre ella, Raya inhaló algo de aire, y solo soltó un par de palabras…

Bueno, ¿quién tiene hambre? —dijo tratando de animar a los demás a pasar—

Que claramente vendrían de una chica de 15 años… y que irónicamente funcionaron parcialmente, varias personas que se habían mantenido calladas durante la acalorada discusión de hace apenas unos minutos atrás levantaron sus manos, recibiendo algunas miradas juzgadoras de los demás, hasta que se escuchó una risilla que venía de al frente de la tribu de Colmillo, venía de la hija de la Jefa Virana, Namari. Raya la miró con curiosidad, mientras que la princesa de Colmillo se arrepentía un poco de haberse dado a notar, ya que su madre la instó a dar un paso adelante, la chica dió unos pasos al frente mientras sentía la mirada cómplice de su madre detrás de ella, desgraciadamente, era hora de poner en marcha el plan, su madre y sus más allegados contaban conque ella tuviera éxito, solo esperaba que sucediera algo extraordinariamente grande como para impedirle llevar a cabo ese plan.

Hola… Soy Namari, de Colmillo—avanzó tratando de mantenerse calmada.
Hola Namari, yo soy Raya—respondió dándole una mirada amistosa, hasta que se sorprendió al ver el collar que tenía Namari— Esa es Sisu?.

La princesa de Colmillo asintió contenta, finalmente alguien que no fuera su madre reconocía la figura de su collar como Sisu y no con un dragón como las múltiples figuras que adornaban los bordados o dibujos de los libros.

Bueno, no voy a mentirte pero soy una emm, como decirlo, una super mega fan de los dragones—dijo inclinando su cabeza y con un tono ligeramente avergonzado en su voz—
Oye, yo soy la que trae un collar con la figura de Sisu—dijo riendo ante las expresiones de Raya.
Sígueme—señala el camino hacia Corazón con su cabeza, a lo que Namari la siguió— ¿ya comiste? Han preparado un banquete delicioso.

Ambas adolescentes subieron las escaleras para dirigirse hacia corazón, el jefe Benja veía esto sonriendo para dirigir su mirada hacia las demás tribus, quienes poco a poco fueron aceptando la invitación para pasar, era algo irónico, fueron dos adolescentes quienes lograron dar el primer paso para confiar en los demás.

El tiempo pasaría, ya entrada la tarde ya habían algunos grupitos conformados por distintos miembros de cada tribu cada uno, mientras ambas princesas hablaban animadamente en el suelo.

Sigo sin creer que jamás hayas probado el arroz—dijo viéndola comer bocado a bocado un cuenco lleno de arroz blanco.
En colmillo no tenemos nada de esto, como somos una isla separada no tenemos los recursos para poder plantarlo junto con muchas otras cosas—dice después de tragar— mucho menos todas estas cosas—señala distintos alimentos que venían de cada tribu, como camarones de agua dulce que venían de las orillas de los ríos de Cola, rodajas tiernas de bambú de Columna, y fruta rebanada en pedazos de Garra y espolvoreada con azúcar de caña de Corazón—.
Imagínate si esto se hiciera más seguido, que todos colaboraramos con todos, no solo tendríamos toda esta comida si no que podríamos compartir muchas cosas entre todos nosotros— dijo acariciando el caparazón de Tuk Tuk, su pequeño armoso que seguía siendo del tamaño de una pequeña bola de arcilla.
Y si, pero en su lugar prefieren seguir en una pelea en la que ni siquiera pelearon— dijo como si estuviera diciendo lo más obvio del mundo.

Ambas jóvenes siguieron riendo y burlándose de los adultos, para sus jóvenes mentes en realidad no había ninguna clase de sentido el que siguieran en un conflicto entre todos que sucedió hace más de 500 años, cuando en realidad era un tema mucho más complejo del que ellas y probablemente otros chicos de sus edades pensaban, pero la realidad iba más allá. Ninguna de ellas conocía el verdadero poder de la codicia y lo que podía generar en las personas, era uno de los principales factores que provocaron la separación de Kumandra hace tanto tiempo, el creer que la gema les daría poder y prosperidad infinita fue lo que provocó la disolución de su nación hacia cinco tribus en constante conflicto.

Poco a poco, el Sol se fue poniendo, mientras a lo lejos, unas inesperadas nubes de tormenta empezaban a formarse.

Creo que es cuestión de tiempo para que me vaya—dijo Namari al ver estos dos factores, con un tono de voz desanimado—.
Lo sé… pero me divertí mucho contigo hoy, si todo sale bien al final del día puede que nos podamos ver muy pronto de nuevo— respondió Raya en un intento de subirle el ánimo, viendo como Namari aceptada ese apoyo con una sonrisa, mientras dirigía sus manos a la parte trasera de su cabeza, empezando a jalar el hilo de su collar—.
Ten, es para que me recuerdes—le entrega el collar de Sisu—.
Pero… es tuyo—dijo con el collar en sus manos, todavía extendidas hacia Namari, la cual cerró las manos de Raya para que no rechazara el collar—.
De una fanática de dragones, a otra, un nuevo signo de nuestra amistad—dijo empujando suavemente las manos de Raya hacia ella, como un gesto para insistir en que el collar ahora era suyo.

Raya veía con atención su nuevo regalo, cada detalle, el precioso brillo que emanaba y la gema azul en el centro eran casi hipnóticos, para ella, era un gran gesto de su nueva amistad, para Naari era una muestra de confianza para su nueva amiga, pero para la Jefa Virana, la cual veía todo desde una distancia prudente era el inicio de su plan, sólo era cuestión de que la hija de Benja le mostrara el camino a la gema y podrían ir por ella sin problemas, además de que era mejor que fuese algo rápido pues la tormenta poco a poco daba indicios de querer empezar.

Si bien ella aceptaba el regalo, sentía que debía darle algo a cambio a su nueva amiga, pero ella no podía enseñarle algo tan genial como la gema del dragón, ya que no solo habían demasiados guardias y no las dejarían pasar, si no que también le había hecho una promesa a su padre de que no iría allá, pero rápidamente pensó en una solución.

Sígueme, hay algo que quiero mostrarte— se levanta y hace señas con su mano para que la siga.
Oh..okey—dijo temiendo lo peor, si tan solo la llevara a donde tenían la gema del dragón tendría que hacer algo que ella no quería hacer ni en otros quinientos años, pero para su alivio, vió que en realidad estaban yendo en dirección opuesta de ese lugar.

Raya guió a Namari a través de uno de los muchos pasillos del palacio donde vivía junto a su Ba, las paredes eran adornadas con suaves curvas azules encima de un fondo blanco, y las incontables representaciones de dragones que adornaban cerámica, textiles, etc., finalmente llegaron a su destino cuando Raya abrió una puerta de color marrón oscuro, al interior había una sala redonda de al menos 12 metros de diametro, en las paredes yacían libreros enormes con cientos, o incluso miles de libros y mascritos, dejando a Namari boquiabierta.

Sip, aquí es donde normalmente educan a los más pequeños cuando están en sus clases, a mi no me gusta mucho estar aquí para las clases pero me encanta leer—dijo al lado de Namari— ¿quieres ver? A ver si encontramos alguno que te interese.
Claro! Dijo, claro jeje—dijo en estado de furor, no solo estaba frente a enormes fuentes de información sobre los dragones, sino que también podría retrasar incluso más su misión gracias a esto y la tormenta, y su madre no sabría dónde está.

Tras varios minutos, ambas chicas estaban prácticamente devorando los libros con la mirada mientras una suave llovizna empezaba a caer por afuera, a los pocos minutos lo que era una suave llovizna se convirtió en una potente tormenta, ambas bromeaban que tal vez eso provocaría que Namari se quedara allí esa noche, como una especie de pijamada, o al menos hasta que pasara la tormenta, ambas adolescentes estaban cómodas leyendo dentro de la biblioteca del palacio, hasta que poco a poco… algo se fue haciendo más y más claro…

un alarido? un chillido? Sea lo que fuese no era algo humano, y se estaba haciendo cada vez más y más claro hasta que culminó en un estridente sonido, similar al que hace algo de gran tamaño al caer contra el suelo, y desgraciadamente cayó muy cerca de donde estaban ellas.

Ambas se vieron a los ojos, no tenían idea de lo que pudo haber sido eso, pero también sabían que podría ser algo potencialmente peligroso, probablemente ellas no fueron las únicas que lo escucharon pero eran las únicas que estaban lo suficientemente cerca para investigar, se armaron con lo que pudieron, cuando escucharon pasos rápidos que iban en dirección hacia ellas, ahí vieron que eran su padre y madre, ambos se sintieron aliviados de que ambas estuvieran bien, fueron acompañados tanto de guardias como de los líderes de las otras tribus, si algo comprometía la seguridad de sus gentes, intervendrán de inmediato. Poco a poco salieron del palacio hasta el destino final de aquel extraño sonido, el cual era nada más y nada menos que el cementerio, donde estaban tanto los cuerpos enterrados de los habitantes de Corazón que fallecieron con el tiempo, como las estatuas de piedra que eran las personas que perdieron sus vidas cuando surgieron los druun hace quinientos años, los relámpagos les daban la iluminación suficiente para avanzar, cada líder portaba un arma por si acaso, una hoz, dagas, un hacha, una lanza y una espada kriss.

¿Relámpagos y muerte presentes? Era una combinación que le pondría la piel de gallina a cualquiera, y como si fuera una broma del destino, de entre la oscuridad… surgieron dos ojos verdes amenazantes.

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