Perdón

El señor Miyuki miraba las locuras de su hijo con desaprobación, incluso notaba un poco de tristeza en los ojos de Kuramochi, porque entre ellos no había amor, sólo había deseo, pasión, estaba más que claro que el de cabello olivo si había llegado a amarlo, pero su hijo... estaba adolorido, sólo estuvo tratando de ocultar el dolor, no lo sanó, mucho menos se preocupó por aprender a amar una vez más.

Esa semana tuvo que salir de viajes y habló con Kuramochi para que este entendiera lo que estaba pasando y que no debían seguir así, pues probablemente podría terminar con el corazón roto, cosa que no le gustaría pues lo juzgaba una buena persona, así que no deseaba que se separara de su hijo por esa razón.

Al finalizar la semana, Miyuki se libró de todo el trabajo acumulado que tenía y se encontró libre y a solas con su nueva pareja, trató de acercarse para nuevamente terminar en la cama como solían hacer desde aquel día, pero esta vez... obtuvo una negativa muy tajante.

-No Miyuki, no quiero

-Pero... ¿Por qué?

-No soy el reemplazo de tu difunto esposo en la cama, dime... ¿me amas?

-¿Qué? Pero yo... nadie ha dicho que eres un reemplazo

-Significa que no me amas, entonces... no podemos seguir haciéndolo

-No entiendo tu actitud

Kuramochi tomó sus cosas y salió de la casa agachando la mirada frente a ese lugar donde solía estar el retrato del difunto Sawamura, esperaba que lo perdonara por lo que había hecho en todo este tiempo, sobre todo, que disculpara haber sido tan sínico en la que era su habitación.

-Lo siento Sawamura-san... si alguien hiciera lo mismo en la habitación de Kominato... yo me volvería loco

Salió y dejó a Miyuki hundido en su soledad y tristeza, notó de pronto que su casa... estaba hecha un desastre, que no había orden, que las toallas están sucias en el piso, que había polvo en las paredes, si... en ese momento se dio cuenta de que no lo había olvidado, sólo estuvo huyendo otra vez de su recuerdo, pensó en superarlo, pero únicamente ocultó su dolor y puso su mejor cara, aquella que le mostró a Eijun cuando lo conoció aun cuando escondía tristes cosas de su pasado.

Al ver su casa, le dio asco y empezó a recoger el tiradero, por horas se la pasó acomodando sus cosas hasta llegar a la sala, su padre había dejado ese retrato en un sobre de papel, para que no lo viera de nuevo, y entonces al abrirlo lo encontró un poco maltratado de las orillas, lleno de polvo por el lugar tan escondido donde se encontraba, en el retrato admiró su sonrisa, de lado a lado, mostrando sus perfectos dientes, a su mente llegó el sonido de su voz

-Kazuya... por favor, no estés triste, no sufras más

-¿Cómo logro eso si ya no estás?

-No seas tonto, yo estoy contigo siempre, en todas partes, a donde quiera que vayas, allí estaré

-Pero no puedo sentirte

-Se feliz por favor, sonríe sinceramente

-Eijun... te extraño mi amor

-Yo estoy en tu corazón "Siempre estarás en mi corazón como el ángel guardián de dicha que fuiste y la luz que serás por toda la eternidad"

-"Recuerdo... de tu esposo... y familia que te amará..."

-"En todo momento, aun en la misma inmortalidad"

Otras lágrimas cayeron en su rostro, llevaba años sin hacerlo, pero allí estaban, recordándole la frase que colocó en la tumba de quien tanto amó.

-Eijun... ¿puedes perdonarme?

-Si puedes amar de nuevo y ser feliz, lo haré...

Otra sonrisa brillante se mostró antes de verlo desaparecer de nuevo, se hincó y colocó sus manos en una plegaria para su recuerdo, disculpándose por todo lo que hizo inconscientemente, se levantó para salir de casa, corrió a toda prisa, para llegar a ese lugar al que nunca había visitado a pesar de saber la dirección, tocó la puerta y al abrirla, Kuramochi se sorprendió, iba a cerrarla pero...

-¡Te amo!

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