Enfrentando al sol

Después de algunas horas durmiendo, me desperté cuando escuché un ruido en la sala y me salí de la habitación esperando encontrarme con mi padre o con algún conocido, pero no, era ese tipo que me había golpeado quien estaba buscando algo en el refrigerador.

-Hola, mi nombre es Miyuki Hashimoto, vengo a poner en venta mi casa

-Para ese asunto le recomiendo a Kuramochi Youichi, es un experto en ventas

-Muchas gracias

El hombre caminó determinado a vender su casa, pues pensaba que era la única forma de sacar a su hijo de esa depresión constante que crecía mientras dormía, comía, respiraba y se bañaba en donde aquel pequeño sol de sus vidas murió.

-¿Ya le atienden?

-No, estoy esperando para hablar con el Sr. Kuramochi Youichi para vender mi casa

-Deje lo anuncio, ahora mismo está desocupado

La secretaria entró a ver a su jefe y lo anunció, pocos segundos después salió para dejarlo entrar y guiarlo con el vendedor.

-Ya puede retirarse, señorita

-Sí señor, con permiso

La mujer cerró la puerta dejándolo solo con el joven vendedor.

-Dígame, ¿en qué puedo servirle?

-Quiero vender mi casa

-Causa de la venta

-Es lo mejor

Volteando la silla para verlo y dirigiendo su mirada por primera vez para mirar al señor Miyuki, el hombre le preguntó

-¿Por qué es lo mejor?

Sin quererlo, se vio obligado a contarle la historia de su hijo y su difunto esposo, a quien tanto amaba, entonces el hombre se sintió interesado en la historia de esa casa y dijo que iría a verla para establecer el precio de la venta de acuerdo a las características de la misma.

Tardó algunos días en desocuparse para tomarse su tiempo en evaluarla, y realmente quería venderla a un buen precio por las fotografías que había visto en la solicitud del señor Miyuki.

Cuando tocó la puerta esperó ver a cualquier joven, a uno que estuviera hecho un desastre, pero no esperó encontrarse con unos hermosos ojos castaños, aunque estaban cubiertos por la nostalgia, llenos de tristeza en cada musculo de su cuerpo y viniéndose abajo.

-Ya despertaste... ¿quieres tomar algo?

-No... quiero que se vaya de nuestra casa, no está en venta

-¿Nuestra?... ah... claro, de su padre y de usted

-Déjese de bromas y lárguese, a mi esposo no le gustaría ver a un extraño

-Su esposo está muerto, dejé de depender de él

Caminando a prisa alcanzó a Miyuki y lo jaló de la playera para olfatearlo

-Te hace falta un baño

-Eso no es algo que te importe

-Me importa, no pienso hablar ni obedecer a un mugroso

Lo jaló nuevamente de la ropa para llevarlo al baño, había inspeccionado la casa con detalle, el cómo estaba limpia era un milagro considerando que el dueño estaba hecho un desastre.

-A bañar

Lo arrojó a la tina con todo y ropa y le dejó caer el agua fría en la cara

-¡Está fría!

-Ahorita pongo la caliente, mientras vete quitando la ropa

-¡No pienso quitármela frente a otro!

-¡Tendrás que hacerlo! ¡No pienso salir de aquí hasta que empieces a bañarte!

"No puedo traicionarte" –Lo haré, prometo bañarme como es debido, pero... por favor, sal de aquí

Al ver en su cara esa expresión triste y sería, Kuramochi no tuvo más opción que asentir y salir del baño, dejándolo en la bañera hecho un desastre.

Apenas se quitó la ropa, recordó el dulce aroma de su piel, la que siempre se impregnaba en su cuerpo cuando hacían el amor, sus dulces caricias, sus besos en los labios, las miles de veces en las que los dos estaban abrazados y sintiendo el calor del contrario, cosa que más apareció cuando sintió el agua caliente en su piel desnuda.

El vapor comenzó a empañar los vidrios, Kuramochi logró verlo salir por debajo de la puerta y se calmó mientras estaba retrancado en la pared, no pensó que lo siguiente se escucharía hasta donde él estaba.

Las lágrimas de alguien, los sollozos de alguien llenaron sus oídos y abrió la boca sorprendido, ese joven con fachada sucia y seria, podía llorar, era humano, sentía y estaba destrozado por lo que había pasado.

-Eijun... ¿Por qué te fuiste?... ¿Por qué... me dejaste?

Se cubrió la boca mientras sentía como el jabón se llevaba las penas de su cuerpo y salió completamente limpio de la tina, con la mirada baja, para posteriormente ir y tomar una bata de donde sabía que siempre había.

No es que quisiera limpiar por gusto, es que había optado por tener la casa como Eijun siempre la tenía, arreglada, limpia, en perfecto estado, lo notó mientras daba pasos lentos para salir del baño.

-Ya terminé, ahora puede irse

Estirando su mano para tocar su cabellera, notó que tenía el cabello demasiado crecido y descuidado, necesitaba un corte y que le quitaran la barba que le comenzaba a salir.

-Habrá que cortarte el cabello, no puedes andar así por la calle

Miyuki ni siquiera pudo contradecirlo, no tenía la fuerza y el otro parecía bastante fuerte, lo suficiente como para no dejarse vencer por alguien que no podía levantar la cara.

Jalándolo como un muñeco lo llevó al cuarto y pidió permiso antes de entrar

-Miyuki-san, voy a entrar, disculpe las molestias, pero estoy seguro que no le gustaría ver esto de aquí así

Señaló a Miyuki y entró con respeto a la habitación, al menos ese gesto hizo sentir mejor al castaño.

-Buscaré un traje, toma asiento

Abrió el armario y buscó respetuosamente ropa para el de lentes, que no reprochó ante su intromisión, porque había brindado un gesto al espíritu de su difunto amado.

-Este se verá bien

Lo puso en la cama y le dijo antes de cerrar la puerta

-Ponte eso o no podrás salir como se debe

No entendía porque obedecía, pero lo hizo, en esos momentos recordó algo que le estremeció, su corazón estaba roto, y más cuando recordaba que Eijun acomodaba el traje en la cama con cuidado y lo dejaba listo para que se lo pusiera.

-¿Ya te habías cansado de planchar mi ropa?

Sus ojos brillaron por las lágrimas que estaba tratando de contener con todas sus fuerzas, y poniéndose cada prenda, sintió como el peso de su cuerpo se hacía menor

-¿Te cansaste de mí? ¿Ya no querías estar conmigo?

Por fuera, esas preguntas se escuchaban, el de cabello olivo se tapó la boca para no contestar nada, ahora entendía, el castaño le amaba tanto que no sabía cómo vivir sin su pequeño, aquel a quien tanto amaba.

-Ya estoy listo

Pronunció mientras abría la puerta de su habitación

-Ven conmigo

Estaba dispuesto a seguirlo, pero se detuvo cuando vio la puerta de salida de la casa

-¿Ya es de noche afuera?

-No, aún hay sol

-No saldré hasta que la luna salga

-A esas horas no habrá nadie capaz de cortarte el cabello y arreglarte esa barba

-No me importa...- sus ojos solitarios bajaron y temblaron –yo... no puedo ver el sol

-¿Cómo era su esposo?

-Eijun era hermoso en todos los aspectos, de figura delicada, dulce aroma, piel ligeramente morena, con unos dientes blancos y enormes, hermoso rostro, pero lo más importante, es que cualquiera que lo mirase, diría que era el sol

-¿el sol?

-Sus bellos ojos grandes y dorados, eran como el mismo sol, incluso más brillantes

-Escucha Miyuki... tu sol, querría volver a verte, si pudiese, desearía verte, ¿tú no quieres cumplir ese deseo? ¿Le negaras verte para siempre?

En realidad era cierto, hasta ahora, le había negado verme, entonces... quizá él me estuviese buscando, quizá... él me estaba esperando para verme. Mi valor, la última vez que tuve valor fue cuando Eijun me dijo que me amaba, entonces reuní todas mis fuerzas para amarlo.

Me atreví a abrir la puerta y salí a la calle, los rayos del sol tocaron mi piel, noté las partículas del viento fresco que me rodeaba, diferente, menos pesado, abrumador en el buen sentido, completamente hermoso, el atardecer, desde mis ojos, era lo más hermoso que había, pude ver el sol y por fin, reuní las fuerzas para llorar frente a alguien más, porque fue entonces que por fin... lo vi, una sonrisa hermosa, él me estaba mirando, siempre estuvo allí, fuera de mi casa, esperándome, como hacía cuando iba a buscarme a casa para ir a la escuela.

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