D O S
Los brujos se dividían según su magia y sus dones adquiridos a partir de que la empezaban a practicar. Espacial, Roja, Verde, Blanca, Negra, Morada, Rosa, Druida y Draconica. Cada brujo tenía un don oscuro especial.
En el caso de Auritz el era magia druida y eso era visible en sus ojos, ya que su tipo de magia era visible en sus ojos. Distintos a todos los demás, las pupilas de los ojos de Auritz tenían en forma de cruz y eran de color violeta. Su magia era la tercera mas poderosa y la segunda con más misterios.
El más grande misterio eran sus ojos y la capacidad de ver más allá. Todos podían ver los planetas, sus colores, formas y las estrellas, todos captaban las predicciones del futuro dibujandolas y uniendo cada punto hasta obtener forma y leyendolas de manera adecuada. Auritz no. Sus ojos le permitian saber lo que decían sin necesidad de dibujarlas. He ahí las razones de porque sus manos temblaban. Auritz miraba al techo mientras la palabra «caos» no salía de su mente.
—Sherine —susurró mientras una sonrisa empezaba a adornarse en sus labios.
Escuchó a su espalda como Sherine daba saltos en forma de protesta. Una vez que Auritz vio a través de Sherine y aprendió a confiar en ella no ocultaba que él sentía su presencia cuando se acercaba y las intenciones con que lo hacía.
Auritz se giró y la miro. Tan hermosa como siempre, en esa ocasión llevaba un vestido blanco que dejaba a la vista sus hombros. Bajo la mirada hasta el suelo, el vestido tapando sus pies mientras Sherine lo miraba con el rencor reflejado en sus ojos.
Auritz se acercó a ella, se deslizó en el suelo hasta quedar de rodillas. La escucho tragar saliva, la tensión subiendo, pero él pareció no notarlo. Alzó el vestido unos centímetros y lo vió. Había ido a verla, descalza. Se puso de pie y la miro con seriedad.
—No me mires así —refunfuño —Si hubiera traído zapatos el antes agradable y ahora amargado Armand me hubiera notado. El tipo parece brujo.
Auritz alzó una ceja.
—Es lo que es, es lo que los tres somos.
—¡Bueno! Pero él lo parece a un nivel avanzado. Brujo nivel prodigio experimento —expreso mientras movía sus brazos. Eso hizo reir al peliblanco y Sherine rio con él.
Auritz tomó el papel que tenía Sherine en sus manos.
—No quiero que vuelvas a venir así, puede ser peligroso.
—El señor Auritz y sus dramas —dijo, tirándose en el piso.
—¿Qué es esto? —cuestionó Auritz mientras leía el papel que tenía en sus manos.
—Un papel, ¿no ves?
—Es un hechizo, ¿Pero que tipo? —Auritz volvió a mirar el cielo, como si esperara una señal.
—Lo encontré en la biblioteca, en el área que habla sobre la magia druida. Pensé que podríamos averiguarlo juntos —confesó con nerviosismo en su voz —Ya sabes, pronto me casare.
Auritz puso una mano en su mejilla y la miró.
—Bonita, si hubiera una manera de que no te casarás sin que termines muerta intervendría —prometió con un beso en la frente y Sherine supo que le decía la verdad. Confiaba en Auritz, más que en ella misma.
Los padres de Sherine les habían comunicado que la boda sería en dos semanas. A Auritz le quedaban trece días siendo el mejor amigo de Sherine, la persona que la protegía y luego él saldría definitivamente de su vida, del castillo D. Bosnia y todos sus años al lado de Sherine pasarían a ser recuerdos dolorosos.
—Bien. Trabajemos en esto.
Auritz se sentó en el techo de su hogar con Armand y atrajo a Sherine hacia su regazo. La joven quedó sentada sintiendo la polla de Sherine y la emoción recorrió todo su cuerpo. Se movió sin querer perder la oportunidad.
Auritz gimió.
—¡Oye!
Auritz quiso agarrarla de la cintura para detenerla, pero Sherine fue más rápida. Agarro la mano libre de Auritz y la otra y la sostuvo firme en el suelo. Sus manos eran unas cadenas y Auritz poco a poco perdió su fuerza de voluntad hasta perderse en los movimientos que hacía Sherine sobre su polla, por encima de la ropa.
Sherine supo el momento exacto donde hizo llegar a Auritz por el gruñido que pegó su chico y porque empezó a sentir su trasero mojado.
Sherine se giró en su posición y miro a Auritz, tenía una mirada tan perdida. Perdida por el placer que ella le había provocado, algo totalmente nuevo en él.
—Tú... —Auritz empezó a salir de la neblina del placer —Eres un problema.
Sherine sonrió.
—Y tú eres mío —el peliblanco no lo negó. Él era suyo, esa era su verdad.
Auritz miro al cielo oscuro una vez más. Sin embargo, está vez su vista se vio interrumpida por un brillo dorado. Al bajar la mirada se dió cuenta que era el papel que había traído Sherine, brillaba de manera deslumbrante y abrumadora.
Auritz frunció el ceño. Bajo el papel y las letras -que eran lo que brillaba en dorado- volvieron a la normalidad, lo alzó al cielo y de nuevo en dorado. Miro a Sherine, no era extraño que su pelo brillará de vez en cuando, pero esa vez no pudo evitar pensar que todo estuviera vinculado.
Suspiro antes de agarrar la mano de Sherine. La miro a ella fijamente y luego al papel.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto?
Sherine asintió.
—De acuerdo —se puso de pie y arrastró a Sherine adentro de su hogar.
Auritz soltó a Sherine y está se quedó viendo como él se hacía con una bandeja en la que colocó dos navajas, dos vasos de vidrio llenos con agua y dos cintas de distinto color, una azul y otra amarilla. Le hizo señas a Sherine para que caminara y lo siguió nuevamente hacia el techo.
Sherine no entendía nada, pero Auritz tenía la cara más seria que le había visto en los veinticinco años que tenía de conocerlo. Lo vió poner la bandeja en el suelo, sentarse de un lado, quitarse los zapatos. Las palmas de los pies de Auritz chocaban entre sí y le señaló a Sherine que se sentará de igual manera.
Auritz extendió su mano izquierda y le pidió a Sherine que le entregará la suya, ella lo hizo y entrelazaron sus dedos.
—Sherine Sallow, ¿Estás completamente segura de lo que sientes por mí?
—Sí —respondió con la voz ronca.
—Nunca dudes de lo que siento por ti, Sherine. Eres la mujer de mi vida, estoy seguro de que si vivimos en un mundo alterno nunca estaré tan completo como si tú también estuvieras en ese mundo alterno.
»Está noche tú y yo seremos seremos los primeros en crear nuestro propio hechizo, un hechizo que nos condena para siempre formando un lazo que nadie más podrá romper. Te amo y prometo cuidarte siempre las espaldas, ser lo que tú quieras para ti sin importar cuan menos me haga ese papel y complacerte en cualquier capricho que me pidas.
—Te amo, Auritz. Prometo que aunque me tenga que casar, no me voy a embarazar y si lo hago ese bebé llevará tu sangre. Nunca dejaré que te hagan menos y siempre te llevaré de mi mano, a mi lado.
Auritz asintió y cerro los ojos. Sherine sintió como si una energía los encerrará en una cúpula, el brazo que sostenía la mano de Auritz por encima de la bandeja le tembló, sintiendo como si la hubieran electrocutado y no se retiró. Se aferró a él hasta que vio que una luz blanca se deslizaba desde los ojos de Auritz, recorrió su cuello y se perdió en la camisa hasta verla salir por su muñeca y extenderse en su mano formando líneas como si fueran ramas de un árbol. Las líneas avanzaron desde su dedo corazón hasta el de Sherine y esas mismas líneas crecieron en la mano de Sherine hasta conectarse en su antebrazo.
Auritz abrió los ojos y esa fue la primera vez que Sherine vio sus pupilas como las de otro brujo.
—¿Auritz?
Poco a poco el peliblanco soltó su mano y las líneas desaparecieron de los brazos de ambos. Dos lágrimas se deslizaron por el rostro de Auritz, cada una de un ojo correspondiente. Auritz no se las limpio e impidió que Sherine lo hiciera cuando hizo ademán de estirar sus brazos hacia él.
—Pon tus manos en el vaso, concéntrate para que tu energía pase de tus palmas al agua —explico mientras él hacia lo mismo y volvía a cerrar los ojos.
Sherine asintió y copio los movimientos de Auritz sin preguntar.
Los rostros de ambos empezaron a botar gotas de sudor, como si estuvieran cansados. El agua de Sherine poco a poco adquirió un color dorado brillante y el de Auritz un color azul oscuro que parecía brillar. Ambos abrieron sus ojos al mismo tiempo.
—Ahora agarras el lazo y colócalo encima del vaso —ese paso fue fácil, pero fue hasta ese momento que Sherine se dió cuenta que todo estaba representado del color con el que todos identificaban a sus magias.
Auritz agarró la navaja que estaba de su lado y ante la expectativa de Sherine la paso por la muñeca de su mano izquierda.
—¡Auritz!
—No te muevas —ordeno —Haz lo mismo y no te preocupes, por favor.
Sherine miro la herida en la muñeca de Auritz con preocupación antes de mover sus manos para hacer lo pedido. Sabía que una herida así no mataría a Auritz, pero no podía evitarlo. Si un día él le faltará... Sería como dejar de respirar.
—Deja que unas gotas de sangre caigan en el vaso y mezcla con ayuda de la navaja —pidió mientras él hacia lo mismo.
Lo siguiente que hizo Auritz fue agarrar con ambas manos el vaso de Sherine y le indico a ella que hiciera lo mismo.
— נִצחִי—hablo Auritz en un idioma que solo habia escuchado en sus sueños
—זו האנרגיה והדם של אהובתי, אז עכשיו היא ואני אחד בנשמה, אותם אלה שנחפש בכל פעם שאנו חיים באותו מישור. הקשר הזה שנוצר תחת הכוכבים לא יכול להישבר בשום קסם. עכשיו שרין סלאו היא הכוונה שלי. קסם, ברך את איחוד הנשמות הזה ולעולם אל תיתן להן להיפרד.
Sherine miro a Auritz sin entender una palabra, no conocía el idioma que estaba hablando en ese momento y tampoco lo había visto en ninguno de los libros que había leído. Y no podía ser que eso fuera posible, ella incluso había estudiado los idiomas prohibidos —a escondidas—.
—Salud —Auritz chocó el vaso que tenía en sus manos con la de Sherine y bebió. Esa vez Sherine no espero que él dijera que lo hiciera y lo hizo.
Ambos pusieron los vasos en la bandeja al momento que el suelo bajo sus pies tembló. Auritz fue rápido al momento de agarrar la bandeja, cargar la bandeja y abrir un portal que los sacaría de ahí.
Aparecieron en los bosques, Auritz dejo caer la bandeja y todo lo que tenía encima y se aferró a Sherine.
—Mi dorita hermosa —susurró mientras pasaba su mano por el pelo de Sherine.
Mi dorita hermosa era una de las maneras que Auritz tenía para referirse a Sherine porque en su opinión el pelo de Sherine más que rubio era dorado. Eso pensaban todos, pero solo él se lo expresaba en modo cariñoso y no de respecto.
Auritz puso a Sherine en el piso cuando esté dejo de temblar. Estaba seguro de que su hermano lo estaría buscando y que Emmet había corrido a la habitación de Sherine. No tardarían mucho en unir los cabos y saber que estarían juntos.
—Empezó un año antes de conocerte —hablo mientras entrelazaba sus manos con las de ella —En mis sueños me veía a mí, como un inconsciente dormido. Es complicado, pero estaba yo que sabía que era yo y mi doble. Él me enseñó el idioma del papel, el mismo que me escuchaste hablar antes de que nuestro mundo temblará.
Sherine frunció su ceño. Los engranajes en su cerebro llegaron a la conclusión rápida de que era por su magia, tenía lógica si encontró el papel en el área de la magia druida de la biblioteca.
—¿Es un idioma de los druidas?
—No lo sé, nunca pregunté, siempre sentí que era un secreto que debía guardar. Lo importante es que según ese papel es un hechizo que abre un portal a otro mundo.
—¿Otro mundo?
Auritz abrió la boca para afirmar cuando ambos sintieron la energía de un portal cerca. Auritz volvió a cargar a Sherine y desapareció y apareció en una posición distinta. Emmet y Armand aparecieron en la posición donde estaban sus hermanos pequeños anteriormente.
—Sherine —en la voz de Emmet hubo alivió, avanzo hacia su hermana hasta que Auritz la puso en el piso y se puso en el medio como escudo humano. Emmet frunció el ceño.
—Auritz —advirtió Armand.
Auritz miro a su hermano mayor y luego a Emmet.
—Lo lamento —fueron las únicas palabras de Auritz antes de volver a cargar a Sherine y correr.
Sherine miro a su hermano sin oponerse. Armand quiso correr, se detuvo al ver la mano de su mejor amigo arriba como señal.
Sherine nunca le había hablado a Emmet de sus sentimientos, podía jurar que por su manera de comportarse nada le importaba. Pero Emmet conocía a su hermana, se había dedicado toda su vida a ella y Sherine no era alguien que se dejará cargar por cualquiera sin consecuencias. Esa misma Sherine se dejó cargar y le dió a Emmet una mirada que nunca antes le había dirigido. Una sentimental, llena de dolor y amor.
Emmet lo supo. Se giró y le dió la cara a su mejor amigo. Ambos escucharon en la lejanía unas palabras de la boca de Auritz, en un idioma que ninguno de los dos conocian. Observo a su mejor amigo querer ir otra vez por ello y el dolor lo atravesó, como un puñal en el pecho.
Armand siguió viendo en la dirección donde iban su hermana y Auritz cuando Emmet río. Armand lo miró, Emmet nunca reía. No de la manera que lo estaba haciendo en ese momento, como si lo hubieran roto.
—¿Emmet?
Emmet lo miró. La irá estaba reflejada en sus ojos.
—¿Desde cuándo?
Armand no supo que responder. No supo ni siquiera a qué se refería.
—Nuestros hermanos se enamoraron y tú no me informaste —acusó y Armand no lo negó.
—Se trata de mi hermano, Emmet. Te adoro, pero sé lo que le va a pasar. Su amor no está permitido.
—Me vale madres —maldijo —Si mi hermana ama tu hermano debiste decírmelo, si él le corresponde lucharé hasta la muerte para que se dé y si no se puede sabré que luche dando mi vida porque la persona más importante en mi vida fuera feliz. Y tú deberías hacer lo mismo por la tuya.
Armand volvió a mirar al frente.
—El hechizo que lanzo los envio a un lugar que no está en este plano.
—Confirmo, no los siento por ningún lado, pero estarán bien —dijo Emmet como si no fuera nada.
El lado oscuro. Área de los Syfines.
Los Syfines eran la criatura más extraña de ese mundo. Su piel era verde, sus venas azules, sus ojos blancos en su totalidad y no tenían pelo. Las mujeres siempre vestían vestidos largos negros que las tapaban en su totalidad y gorros puntiagudos. Los hombres llevaban trajes grises.
En una mesa en especial en un bosque lleno de árboles negros que no contenían hojas estaban tres mujeres.
—¿Sintieron eso? —hablo la líder —La magia sacudió el mundo, alguien ha cambiado las cosas.
—Sí, ¿Y significa? —dijo otra de ellas con aburrimiento.
La líder le gruñó.
—¡Tonta! —la golpeó —Significa que tenemos una oportunidad de llegar a la cima. Hay que saber mover nuestras cartas, averiguar lo que ha pasado y usarlo a nuestro favor. Aaliyah.
La última de ellas asintió y se puso de pie. Camino entre los árboles hasta perderse.
El mundo debió de temblar una segunda vez como aviso de lo que venía, pero no lo hizo. La historia cambiaría un poco de rumbo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top