Encuentrame

Yoongi

No puedo creerlo, él está aquí. Estoy seguro. Aunque los años hayan pasado, sus dulces facciones siguen intactas.

Lo veo

Esos ojos que brillan más que el sol y sus labios llenos de vida. Está a punto de llorar por el miedo o la sorpresa de verme aquí arriba, seguro piensa que voy a comérmelo. Porque es obvio que no me ha reconocido.

¡Y cuanto quisiera transformarme y mostrarle mi apariencia humana y tirarme a sus pies y besarlo entero! Es todo un hombre ahora y es bellísimo, su cuerpo maduró y su rostro perdió la infantil niñez propia en él, pero no del todo. No puedo hacer eso, no aun. No sé lo que le han hecho o dicho y no quiero causarle un impacto que lo obligue a correr y, con eso, perderlo de nuevo. Primero debo sacarlo de esta trampa en la que cayó, así que, desde aquí arriba desde donde lo estoy mirando con ojos de depredador (pero no del modo que él cree, porque quiero comerlo pero no así) me alejo en busca de algo lo suficientemente largo como para que pueda sujetarse.

No hay mucho en la oscuridad del bosque, pero después de un rato encuentro una liana lo suficientemente larga y resistente para ayudarlo, no quiero que pase la noche allí, en el frio y lejos de mi cuerpo. ¡Lo he encontrado! Esta noche le rendiré culto a la diosa mientras lo aferro a mí ser para no dejarlo ir jamás. No volveré a despegar mis ojos de él y nadie volverá a arrebatarlo de mis brazos.

Nunca más, Jimin.

Me mira atentamente cuando ve la tira caer hasta él y a mí sosteniendo el otro extremo con la boca. No se mueve por un momento, está contemplando el escenario pero no tienen demasiadas opciones, mi bello chico, tiene que confiar en mí.

En un lobo.

Y así de loco como suena él no tiene idea de que este lobo daría su vida por él. Por su Jimin. Aprieto mi mandíbula cuando lo veo sujetarse firmemente y empieza a escalar, uso toda la fuerza de mis patas para sostenerme y tirar para ayudarlo. Falta poco, sigo tirando y suplico para que la liana no se corte hasta verlo completamente a salvo.

Está herido.

Lo sé porque lo escucho quejarse en cada pisada y por eso tiro más de la cuerda para ayudarlo, no sé de donde está saliendo toda esta fuerza. O más bien, lo sé. Es mi amor por él el que está tirando y agradezco que mi mandíbula no se descoloque por lo que le estoy haciendo.

Por fin está afuera y jadeo de alivio, quiero aullar de felicidad pero me contengo porque su mirada de terror me advierte que le dará un paro cardiaco en cualquier momento.

Lo miro, sentado, sucio y jadeante. Está asustado y no lo culpo, porque me quede quieto y quizás está confundiendo mi postura con la de un animal que va a atacar. El viento helado de la noche corre entre nosotros llevando algunas hojas secas en él y tiembla. De miedo, de frio, de desesperación. Puedo olerlo y entre el perfume a eucalipto que siempre lo caracterizó puedo percibir aquel aroma picante y agrio de la desconfianza.

Lindo lobito Inclino mi cabeza cuando no entiendo lo que pretende No vas a comerme ¿O sí? –

Intenta ponerse de pie pero está claro que tiene una herida allí y no podrá moverse mucho más. Así que bajo mis orejas y oculto la cola para mostrarle que no está en peligro y camino lento y sigiloso hacia él, la mirada baja. Me detengo cuando retrocede. No quiero que me tema, no quiero que sea presa del miedo por alguien que lo único que sabe hacer en la vida es amarlo y respirar. Entonces de mi garganta expelo un pequeño quejido, uno lastimero para que sepa que él no está a mi merced, sino todo lo contrario.

Veo la sorpresa cuando me escucha lloriquear, mando a la mierda mi posición de lobo alfa y me tiro al suelo, entre la tierra, el pasto seco y la nieve y avanzó con el cuerpo a tierra hasta que llego. Me observa sorprendido por el despliegue de sumisión que estoy demostrando, me acerco lento solo un poco más y coloco mi cabeza en su pierna.

Sonríe.

Gracias a los dioses sonríe para mí y puedo sentir a mi corazón correr una carrera alrededor del bosque de la felicidad que me provoca ese sencillo gesto.

– ¡Oye, yo te conozco! Eres el lobo moribundo del otro día. No me harás daño ¿Verdad, amigo? – Me arruncho más cerca de su calor y sé que está entendiendo mi mensaje, después de todo él es mi compañero, mi lobo, mi mate.

Levanta una mano y me acaricia el pelaje justo detrás de las orejas y eso provoca que cierre los ojos. He soñado con este contacto durante años desde que se fue.

–Fuiste muy valiente hoy, me salvaste dos veces ¿Cómo puedo agradecerte? – Sigue con las caricias hasta que lo siento temblar.

Vuelvo en mí. Tengo que conseguirle un lugar tibio para pasar la noche, los búhos ya empezaron a ulular para alejar a otras aves y sé que mucho tiempo más aquí afuera no es seguro para él. Me deslizo hasta sus pies y con mi nariz remuevo la tela allí solo para lamer la hinchazón que empieza a tornarse violácea en el tobillo.

–Ouch – Se queja y lo miro con los ojos llenos de disculpas – Creo que no podré ir muy lejos esta noche ¿No? – Rie y me desarmo. Es cierto, eso no se ve bien y no creo que pueda ir muy lejos. Y tampoco lo dejaré hacerlo.

Me levanto y le doy la espalda, sentándome sobre mis patas traseras es una clara invitación a que se suba a mi lomo y espero que la acepte como tal.

– ¿Quieres que me suba en ti, lobito? – Lo miro dándole a entender que está en lo correcto – Eres muy inteligente, estoy muy sorprendido. Pero soy algo pesado –

Me muevo un poco hacia atrás y repito el movimiento de ofrecerle mi lomo. Lo está pensando y finalmente lo oigo suspirar y entre quejidos se pone de pie sujetándose de mí y me monta. Le cuesta un poco pero lo logra y mientras sigo el rastro en el camino empiezo a avanzar.

Está en mi espalda, como cuando era un pequeño cachorro y se quedaba dormido luego de una larga caminata, siento sus manos prenderse de mi pellejo con fuerzas, pero no la suficiente como para lastimarme, su respiración calienta mi nuca y sentir todo su peso en mi me resulta reconfortante.

Cuanto extrañe esto, mi niño.

Mis patas se entierran en la nieve cuando un camino de piedras aparece frente a mí. Estamos en casa y a pesar del tiempo que pasamos caminando, estoy más activo que nunca y podría correr por todo el pueblo varias veces y seguir lleno de adrenalina.

– ¿Este es tu hogar? – Me pregunta mientras intenta establecerse de pie a mi lado – Es muy... humano, para ser de un lobo. Dime, ¿Dónde están los dueños? –Su mirada viaja por todo el lugar, absorbe cada detalle y yo espero que recuerde algo pero al parecer no hay nada en su mente.

¿Qué demonios le hicieron?

Pero no perderé la paciencia, dejaré que su memoria vuelva sola, aunque estoy desesperado porque me recuerde y también recuerde la vida que tenía a mi lado.

Le señalo con mi hocico una mecedora y el asiente caminando hasta ella, pone su pie en alto y descubro la herida ayudándome con mi nariz. Está hinchado aún, a pesar del frio su piel permanece afiebrada.

Lamo, no me gusta verlo así, debería haberlo cuidado mejor, me reprocho como cada día que pasé sin él y aun cuando lo tengo no me puedo fiar de mí mismo. Esto es mi culpa.

Sé que somos lobos, pero la mayor parte del tiempo lo pasamos como humanos, es lógico tener una casa adaptada para nuestra condición. Y aunque yo no haya venido aquí desde que él se fue, aún conserva la calidez de hogar. Nuestro hogar. Camino hasta la cocina y busco con mi olfato algún remedio casero de los que usábamos por seguridad. Lo encuentro, esa vieja preparación de tomillo y aceites que tanto odiaba usar cuando estaba lastimado, lo levanto con mi boca y la llevo hasta él.

– ¿Qué traes ahí? – Dejo el pequeño recipiente en su regazo y hago un solo movimiento con mi cabeza señalando su tobillo magullado – ¿Debo ponérmelo? – Lo miro en silencio – Me da un poco de miedo estar entendiéndome contigo, tu deberías estar comiéndome y saboreando mis tripas, no curándome –

Sigue siendo un pequeño idiota, quiero reír pero me limito a retroceder y sentarme atento a su accionar. Veo que abre la tapa y su mueca de asco me dice que aún lo odia.

–Esto apesta, creo que pasaré esta vez – Hace el intento de volver a taparlo pero un pequeño gruñido sale de mi garganta en advertencia – Oh oh, creo que es mejor no desobedecerte ¿No? Eres más lindo cuando estas quieto y en silencio –

Toma una pequeña porción entre arcadas y la unta en el lugar, hace pequeños y suaves masajes y quiero reprenderlo porque así no logrará que el aceite penetre su piel. Pero lo dejaré esta vez. Mis ojos se detienen en su ropa mojada y sucia y veo que necesita un cambio si no quiere enfermar, así que cruzo hasta la única habitación del lugar y le llevo algunas prendas que podría usar y una manta.

–Vaya, al final si vive un humano contigo. ¿Estas robando sus pertenencias? No quiero que algún loco vuelva aquí y quiera matarme por ladrón – Creo que se acostumbró a no recibir respuesta así que empieza a quitarse la ropa húmeda y la lanza hacia el piso.

Estoy mirándolo, quiero apreciar cuanto ha cambiado su cuerpo, recorrer con mis ojos todo el paisaje sublime de su piel y perderme en aquellos recovecos que aún no conozco. Quiero contar sus lunares y asegurarme de que todos están ahí, tal como lo recuerdo y probar con mi lengua si su sabor natural no se ha alterado con el paso del tiempo. Detiene sus movimientos y me mira cubriéndose con la manta.

–Sé que eres un animal pero... ¿Podrías girarte? –Pregunta y yo inclino mi cabeza porque no entiendo lo que me pide, si ya lo conozco –Oh, demonios, estoy hablando con este lobo como si me entendiera... bien hecho JiHoon –

¿JiHoon?

No, eres Jimin. ¿Qué carajo está sucediendo? Porque está hablando con él mismo y se llama como a otra persona.

No puedo con mi instinto, necesito comprobar que es Jimin, mi Jimin. Aunque lo haya olido, aunque haya sentido su piel, necesito hacerlo una vez más. Así que me acerco sin importarme que esté semi desnudo y lo olfateo, pego mi nariz en su estómago y aspiro en profundidad.

–Hey– Se queja cuando trazo un camino alrededor de su ombligo con mi húmeda nariz, pero lo ignoro

Sí, es él. Huelo su fertilidad, percibo la belleza de nuestro hogar futuro en su piel perlada. La esencia fresca y viva del eucalipto sigue allí, el maná de los dioses hecho para mí. Entonces caigo en cuenta de que está confundido.

Termina de colocarse la ropa y le queda enorme en algunos lugares, pero claro, si las prendas que está usando son mías. Me encanta como las luce, quedo embelesado por su figura envuelta en mi sudadera.

Bosteza. Está cansado y lo entiendo. Lo dejaré dormir esta noche antes de que hablemos. Antes de presentarme como Yoongi, el hombre. Su hombre. Quiero llevarlo a la cama tirando de las botas de su pantalón con mis dientes pero lo veo acomodándose en la silla y cubriéndose con la manta y no puedo hacer nada más que acurrucarme a sus pies hasta que el sol salga y un nuevo día se haga presente. Por lo menos está en nuestro hogar, del que nunca debió ser apartado.

Descansa Jimin, mañana habrá cosas que te necesitan lo suficientemente lucido para que las comprendas.

•••

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top