Ser alguien callado tiene sus ventajas algunas veces, pero para Aeron, rara vez lo es. Está noche no sería la excepción.

El delicioso aroma de la cocina llegó al pequeño niño castaño que juega en un rincón de la sala. Normalmente está solo, incluso en Navidad, después de todo ¿Porqué incluirías al niño mudo en una conversación? Probablemente el único con quién pasaba la mayor parte del tiempo es Squee, su oso de peluche.

Escuchando el rugir de su estómago, se dirige a la habitación contigua, donde las mujeres de la familia hornean unas galletas.

"Ningún hombre tiene permitido entrar", esa es la sagrada regla de la abuela Mati. La razón, ella afirma que los hombres son más chismosos que las mujeres y seguro revelarán el ingrediente secreto de las galletas de chocolate y jengibre. Aeron se ríe en silencio pensando en lo absurda que resulta la idea, aunque jamás contradeciría a su abuela. La ama más que a nadie, es la única que no lo abandona.

Al asomarse a la cocina, coloca un dedo sobre sus labios indicándole a Squee que sea silencioso, antes de ingresar despacio y dando pasos largos hacia el interior de la abarrotada cocina.

Esa noche sería la última vez que comería las deliciosas galletas de la abuela, al fin supo cuál es su ingrediente secreto.

Relatos para el concurso Two-shot Navideño de la EditorialHistorias

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