Especial: Día de la Mutación
Primero que nada, buenos días, tardes o noches. Este capítulo se tenía planeado subir el 28-29 de septiembre, pero hubo algunas dificultades técnicas y no nos fue posible.
Este "Especial" no sigue el orden cronológico de la historia, esto ocurre muchísimo después de lo que llevamos hasta hoy. De todas maneras, los estaremos acomodando. La idea en un principio era que no siguiera el canon, pero mientras escribíamos ocurrieron cosas que no teníamos planeadas, y pues al final sí va a tener relación con el canon y la cronología de este fanfiction.
Habrá un especial de halloween, el cual no tendrá nada que ver con el canon de la historia y probablemente un especial de navidad, pero eso está aún bajo discusión.
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Leo, Rapha, Mikey y Donnie se encontraban en el dojo entrenando, mientras que las tres chicas habían ido al laboratorio del último con la excusa de ayudar a Abril con un proyecto, pero la realidad era que estaban planeando algo importante.
—¿Hoy? ¿¡Por qué no nos dijiste antes!? —se quejó Aria molesta cruzándose de brazos.
—¡No creí que se quedarían tanto aquí! —se defendió la otra pelirroja.
—¿Y qué haremos? No podemos organizar una fiesta con ellos aquí, se darán cuenta de inmediato —Abril se quedó pensando un segundo lo que Lexi había dicho, llevando una mano a su barbilla y levantando una ceja. Luego sonrió.
—Podemos hacerlo cuando ellos salgan de patrullaje. Mientras, podemos ir a comprar sus regalos y lo demás que necesitemos —ambas mexicanas se miraron y sonrieron.
—¡Alcohol! —gritaron ambas al unísono brincando con emoción.
—Oh, no, nada de alcohol —regañó la chica de ojos azules, negando con la cabeza y cruzándose de brazos—. Ni siquiera tenemos la edad suficiente para comprarlo.
—Qué aburrida eres —dijo la latina de hebras rizadas y rojizas.
—Por favor, haremos una fiesta al estilo México. Se lo merecen, y nosotras nos lo merecemos también —Abril se lo pensó por un largo rato, pero después suspiró rendida y asintió con la cabeza.
—Bien, pero que no se salga de control.
—¿Qué están haciendo? —se escuchó en la entrada del laboratorio. Las tres chicas voltearon en esa dirección encontrándose con los hermanos, quienes las miraban con interés.
—¡Nada! —dijeron el trío de mujeres negando con la cabeza y con las manos, sonriendo nerviosamente.
—Ustedes tres nunca están juntas —dijo Raphael mirándolas de una manera acusatoria—. ¿Qué están planeando?
—¿Qué tiene de malo que intentemos ayudar a April con su proyecto? —cuestionó Aria.
—Técnicamente no hay nada de malo, pero Abril estudia periodismo, y ustedes medicina veterinaria. No entiendo cuál es la relación en ambas áreas como para que le puedan ayudar —indagó Donatello para tratar de averiguar las verdaderas intenciones de las chicas.
—No lo sé, ¿quizá porque su proyecto trata de animales? —replicó Alex con obviedad comenzando a caminar hacia la salida del laboratorio por la puerta de la cochera, siendo seguida por las otras dos féminas para evitar sospechas— Relájense, pasaremos un rato de chicas en la superficie. No tardamos.
—No me extrañes, Raph~ —se burló la chica de ojos chocolate dedicándole un guiño mientras acomodaba sus anteojos.
—Ni que tuvieras tanta suerte —respondió el de orbes jade con los brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa socarrona en su rostro.
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El trío de mujeres llegó a una plaza enorme, donde se pararon cerca de una fuente justo en el medio del centro comercial para repartir las tareas y agilizar el proceso.
—Nos separaremos para comprar el regalo y luego nos reunimos de nuevo para ver lo demás, ¿ok?
—¡Simón! —respondieron las mexicanas con seguridad corriendo a lugares opuestos.
Aria fue primero a una tienda de videojuegos, donde vendían también playeras caracterizadas, sudaderas, tazas, peluches, muñecos, entre muchos otros productos. Era el lugar perfecto para encontrar el regalo de Leo y Mikey.
Estaba indecisa con el regalo del mayor. No sabía si era mejor darle una playera o una sudadera con el logo de "Héroes Espaciales", aunque no estaba muy segura de si realmente las usaría. Al final optó por tomar un muñeco cabezón del Capitán Ryan que venía dentro de una cajita de cartón, pero justo cuando fue a pagar, le dijeron que habían sacado unas cuantas sudaderas autografiadas por el creador de la caricatura.
Abrió sus ojos con sorpresa y emoción, y sin pensarlo, le pidió a gritos al de la caja que se la diera en lugar del muñeco, y que si podía hacerle el favor de envolverla. Decidió comprarla en talla XXL para que no tuviera problemas con su caparazón. También pidió un muñeco de colección de la "Fuerza Súper Robo Mecha" para dárselo al menor. Con él no tuvo mayor problema, ya sabía bien lo que él quería.
Ahora se encaminó a una tienda donde vendían cosas para estudiantes de medicina. Pensaba comprar un estetoscopio decente para que Donatello dejara de usar el teléfono con vasos de plástico y la punta de un destapacaños que la tortuga de antifaz morado hizo improvisadamente; se apresuró a pagarlo e igual lo pidió para regalo.
Ahora, el verdadero problema era Raphael. De sólo pensar en él, su corazón se aceleraba y se ponía muy muy roja. Intentaba disimularlo cuando estaban cerca, pero con cada día que transcurría se hacía más difícil. Él era un caso imposible. No sabía que le gustaba, no era muy abierto con ella, pero al menos ya toleraban más su presencia y se podían reír los dos a gusto.
¿Qué podía regalarle? ¿Un collar? No, no lo usaría y era contraproducente en combate. ¿Un cómic de superhéroes? No, ni siquiera sabía cuál era su héroe favorito. ¿Un peluche? ¡Por dios, Aria! No lo aceptaría. Se restregó la cara con su diestra y soltó un suspiro.
—Esto es muy difícil —susurró mientras volteaba a ver a todos lados intentando encontrar algo que regalarle.
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Por su parte, Alex compró un paquete de figuras coleccionables de "Crognard el Bárbaro" para Miguel Ángel en una juguetería, que sabía le iban a encantar. Después, corrió a una papelería muy grande para comprar un set de caligrafía japonesa para Leonardo, ya que lo había escuchado decir que le encantaría practicar aquello como un nuevo pasatiempo para liberar su ansiedad.
Para el regalo de Rafael, fue a una tienda deportiva especializada en artes marciales, y compró un objetivo de entrenamiento electrónico para que pudiera mejorar la velocidad y precisión de sus golpes. Ahora faltaba escoger el último regalo; los tres anteriores habían sido fáciles de elegir, y este último podría serlo también, pero quería que fuera algo especial y no algo genérico y muy obvio de acuerdo a los gustos y preferencias de Donatello.
Recorrió todo el centro comercial en busca de algo que darle, pero sin éxito alguno. Estaba a punto de darse por vencida, hasta que por el rabillo del ojo logró ver un local que hacía llaveros personalizados con fotos que los clientes les enviaran. Corrió hasta el mostrador donde el dueño de la tienda le dió la bienvenida, ella agradeció y comenzó a ver los diferentes diseños a elegir.
Buscó por unos minutos hasta que encontró uno de un corazón humano anatómicamente correcto que se abría por la mitad, y en el interior iría la foto que eligiera. Se lo entregó al empleado, y cuando le pidió la foto, recordó que era una pésima idea ya que nadie podía saber de su existencia, pero al final optó por enviarla e inventar que la tortuga mutante era en realidad un disfraz que se encontró en alguna convención de cómics.
El dueño simplemente felicitó la excelente calidad del "disfraz" y se dispuso a hacer su trabajo sin más preguntas. Tardó más Alex en pensar en una excusa para darle la fotografía con su enamorado mutante al encargado de la tienda, de lo que él en terminar el llavero. Se lo entregó para que lo inspeccionara y viera si le gustaba, sus ojos brillaron con entusiasmo: era hermoso, justo como lo había imaginado. La fotografía de ella abrazándolo por los hombros mientras hacían muecas graciosas, uno de los momentos más especiales que ella atesoraba en su mente, lo hacía aún más especial.
Satisfecha con el resultado, pidió que lo pusieran dentro de una pequeña bolsa morada de tela, además de solicitar una tarjeta blanca a la cual le escribió algunas lindas palabras con su puño y letra, junto a su nombre y un corazoncito. Una vez listo, pagó y salió de la tienda reuniéndose con sus amigas, quienes también tenían sus regalos listos.
Ahora debían comprar las decoraciones, la comida y las bebidas. Dejaron los regalos en la paquetería del supermercado, siendo Alex la encargada de guardar todos los recibos de pago en su cangurera negra. Tomaron un carrito de compras y recorrieron juntas los pasillos eligiendo variedad de frituras, refrescos, dulces, una bolsa de globos de colores, serpentinas y una cartulina grande para hacer un cartel.
Fueron al módulo de auto cobro y escanearon los objetos entre las tres para agilizar el proceso, y tras quejarse las latinoamericanas por los impuestos, se dividieron el total entre las tres. Tuvieron que llamar a Casey para que las recogiera en su camioneta, ya que traían muchas cosas pesadas que no podrían cargar solas hasta la alcantarilla.
Después, pasaron al apartamento de Abril, donde su padre los esperaba con todo el alcohol y demás aditamentos para preparar bebidas que las chicas le habían encargado antes de salir a comprar los regalos, y tras darle las gracias y pagarle, regresaron a la alcantarilla, no sin antes llamar a Splinter y asegurarse de que las cuatro tortugas hubieran salido ya a patrullar.
Mientras ambas mexicanas se encargaban de hacer el cartel, Abril y Casey estaban inflando globos junto con Splinter, quien también pendía serpentina por el techo. Una vez el cartel estuvo listo, lo colgaron justo a mitad de la sala de tal forma que se viera desde los torniquetes. Dieron los últimos detalles con globos, algo de diamantina y le tomaron foto a la decoración para tenerla como recuerdo.
Al poco rato llegó Karai, la hija de Splinter, quien ya conocía a las mexicanas desde hace unos meses y, para sorpresa de todos, se llevaron bastante bien. Dejaron sus respectivos regalos en las habitaciones de los reptiles y finalmente apagaron las luces, escondiéndose delante del sofá de cemento para que no les vieran.
—¿Van a tardar mucho? —se quejó Casey, quien parecía realmente ansioso.
—Normalmente se tardan tres o cuatro horas, ya han de venir en camino —respondió su amiga de camisa amarilla.
—¡Shhh! —les calló la de cabello corto— Creo que ahí vienen.
Y en efecto, se empezaron a escuchar murmullos que se volvieron más fuertes conforme los hermanos se acercaban. Su charla sobre la pelea que tuvieron con algunos robopies fue interrumpida por Rafael, quien frunció el ceño confundido, señalando la entrada de su hogar.
—Oigan, ¿por qué está oscuro?
El trío de hermanos compartieron una mirada rápida y se pusieron en guardia, siendo el líder quien les indicó que guardaran silencio poniendo su dedo sobre sus labios y llevando su mano contraria al mango de su espada detrás de él.
Mikey, Rapha y Donnie asintieron, desenvainando sus armas a la par de Leo, comenzando a caminar con cautela. Cuando estaban a unos pasos del sofá, Splinter encendió las luces.
—¡SORPRESA!
Gritaron quienes estaban escondidos, saliendo del lugar con los brazos hacia arriba y saltando un poco. Aria y Alex tenían un gorrito de fiesta y otros más en sus manos. Abril sopló un silbato; Casey tronó un party popper, cayéndoles el confeti encima a las tortugas; y Karai les aventaba espuma de un frasco de spray.
La menor de los humanos le puso play a su teléfono, reproduciendo la canción de las mañanitas tocada por mariachis en la bocina. Splinter sólo sonreía, sintiendo un nudo en la garganta al ver a todos reunidos. A Mikey le brillaron los ojos y fue el primero en salir de su trance.
—¡Sí se acordaron! —guardó sus nunchakus y se acercó primero a la de cabello morado.
—¡Pero claro que nos acordamos! —respondió ella abrazándolo fuerte y poniéndole un gorrito de colores, el cual el menor amó.
—¿En serio creyeron que se nos había olvidado? —Ari se acercó a la tortuga de mal temperamento y le puso uno de los gorritos que tenía entre sus manos.
—¿Pero qué-?
—Cállate y abrázame —le interrumpió ella, abrazándolo por el cuello. El mutante se quedó pensando un momento, aún procesando lo que estaba pasando. Eventualmente, guardó sus sais y sonrió relajando sus facciones y su cuerpo, atrayendo más a la pelirroja, posando las manos sobre su cintura.
—Estás aquí... —susurró Leo, guardando su katana y mirando atentamente a su media hermana, quien le sonreía un poco avergonzada.
—Sí... ellas me obligaron —señaló a las latinas con gracia. El azulado sólo sonrió y la abrazó. Donatello estaba un poco molesto cuando Mikey se acercó a abrazar a Lexi, pero esa molestia duró poco cuando notó el llamativo cartel.
—¿Ustedes lo hicieron? —preguntó.
—Alex y Aria fueron —respondió Abril, acercándose a él—. Feliz día de la Mutación, Donnie —sonrió ampliamente y lo abrazó, acción que llamó la atención de Alex, quien hizo una mueca y rodó los ojos discretamente.
—Sí, bueno... ¿y quién me abraza a mí? —interrumpió Casey cruzándose de brazos. Los adolescentes corrieron a hacer un abrazo grupal alrededor de Casey, y tras separarse, Aria exclamó.
—¡Que comience la fiesta!
Alex puso otra canción un poco más movida en su teléfono, causando que los presentes comenzaran a bailar mientras ella y su amiga preparaban tragos a una velocidad impresionante, mezclando ingredientes a diestra y siniestra. Agregar tantas cosas a una sola bebida podía parecer asqueroso, pero en realidad sabía muy bien.
Comenzaron a repartir bebidas, las cuales al principio les supieron mal a los estadounidenses ya que nunca habían bebido alcohol antes, pero eventualmente se acostumbraron e incluso pedían más.
—Nada de desconectes, ¿eh? —pidió Lexi mientras le ofrecía un vaso al sensei, quien al olerlo hizo una leve mueca, pero lo bebió de todos modos ya que él sí sabía beber.
—¿Desconectes? —preguntó Miguel Ángel, haciendo una cara de asco y sacando la lengua cuando le dió un sorbo a su vaso.
—¿Qué es eso? —secundó Karai.
—O sea, nada de peleas mientras estén ebrios —respondió Aria, terminando su vaso de un solo trago.
—¿Cómo soportan este sabor? —se quejó Donnie, quien estaba sentado al lado de Abril.
—Uy, hermoso, y eso que no has probado el mezcal, esa madre sí te destruye el esófago —contestó la de ojos café.
—Una vez que estás borracho, se pasa como agua —concluyó la otra latina.
Un par de tragos más tarde, las mexicanas le hicieron una seña a Splinter para que trajera el pastel: uno cuadrado de chocolate, el cual tenía encima una linda vela en forma de tortuga. Lo colocó sobre unas cajas volteadas boca abajo que fungían como mesa.
—Feliz cumpleaños, hijos míos.
Felicitó con una gran sonrisa. Los ojos del banda naranja brillaron, y una lágrima brotó de sus orbes celestes. Se abalanzó sobre el roedor y lo abrazó, con una enorme sonrisa en el rostro. Sus hermanos imitaron su acción.
—Gracias, papá~
Expresó su gratitud el más pequeño. Los humanos inmortalizaron el momento tan conmovedor y emotivo tomándoles una fotografía con una cámara que sacaba las imágenes al instante.
—Bueno, bueno, ya soplen la vela o comeremos pastel con cera —interrumpió el pelinegro, ganándose un codazo por parte de Abril— ¡Oye! —se quejó, sobando la zona donde le habían golpeado.
Las tortugas se separaron de su padre y se acercaron al pastel. El resto contó hasta tres, con sus teléfonos grabando la escena. Los cuatro soplaron y la vela se apagó. Leonardo fue el encargado de cortar el pan y los otros se encargaron de repartirlo. Entre pláticas y risas, llegó un momento donde el sensei se levantó del sofá, recogiendo su plato y el vaso.
—Bueno, yo los dejo, no hagan mucho desastre.
—¿Ya se va tan pronto? —preguntó Alex.
—¿Por qué? Apenas estamos empezando —apoyó Aria.
—Ya estoy viejo para estas cosas —contestó rascando su nuca y sonriendo con algo de vergüenza—. No quiero que destruyan nada —amenazó antes de ir al dojo y encerrarse en su habitación. Ambas mexicanas se miraron y tomaron, cada una, una botella de tequila para alzarla en el aire.
—¡Toca shot de quince segundos! —gritaron al unísono, levantándose del suelo.
Pasaron primero por las tortugas. Quien aguantó un poco más de quince segundos fue Raphael, Mikey no aguanto ni siete segundos, Donnie casi se ahoga con al primer segundo y Leonardo aguantó justo los quince segundos, haciendo una mueca de asco sacando la lengua al final del conteo. Luego siguieron los humanos: Karai fue quien aguantó más del tiempo inicial, Casey casi se vomita a la mitad y Abril ni siquiera aceptó el trago. Al final, las latinas entrelazaron sus brazos y bebieron de la botella hasta que los demás terminaron de contar hasta quince.
Cambiaron el género musical, empezando con salsa y cumbias. Les enseñaron a bailar a todos, y una vez agarraron el ritmo, ya no era necesario que ni Aria ni Alex les guiaran. Pusieron también el Payaso de Rodeo. El único que tenía la coordinación necesaria era Mikey, todos los demás terminaron chocando o en el piso por los efectos del alcohol que ya comenzaban a causar estragos.
Por último, pusieron algo de perreo y reggaeton. Donnie parecía un robot, al igual que Abril. Casey y Mikey fueron quienes se soltaron más. Lexi agarró a Karai de las manos y le enseñó cómo mover las caderas y bajar; cuando agarró el ritmo, ambas se tomaron de los hombros y bajaron con las caderas moviéndose en círculos. Leo y Donnie tenían los ojos bien abiertos, éste último con la boca tan abierta que resaltaba el espacio entre sus incisivos superiores.
La pelinegra jaló a Aria al centro del círculo que habían formado, incitándola a bailar. Ni lenta ni perezosa, empezó moviendo sus caderas en círculos a la vez que giraba sobre su propio eje. Estaba sonando de fondo "Baila morena" y cuando empezó la parte de "Dale moreno, dale moreno, no pares moreno" empezó a mover sus caderas de arriba abajo de manera rápida y sensual. Raphael no podía apartar la vista de sus movimientos, y se podía jurar que una leve sonrisa apareció en sus labios.
El alcohol ya les estaba afectando. Alex aprovechó para acercarse al centro con la pelirroja, tomarla de la cintura y bailar detrás de ella muy pegaditas. Karai se les unió. El único chico humano del grupo incitó a la de ojos azules y pecas a que bailara junto al trío, pero la amargada se negó. La canción terminó y las tres chicas se abrazaron. Se notaba que el alcohol ya se le estaba subiendo a Karai por su leve sonrojo, además de estar más risueña de lo normal.
—Okay, okay, creo que ya estamos lo suficientemente ebrios para empezar a jugar —opinó la de cabello púrpura entre risas.
—Va, así como estamos siéntense —ordenó su amiga haciendo ademán con las manos para después sentarse un poco tambaleante. Todos obedecieron—. Bien, jugaremos "Yo nunca nunca".
—Por ejemplo, "Yo nunca nunca he dado mi primer beso" —comenzó a explicar la de ojos tormenta—. Si lo han hecho le dan un trago al vaso y si no pues no se lo tomen, jaja. ¿Dudas?
Todos negaron con la cabeza.
—Bien, entonces empecemos con algo tranqui —habló la pelirroja a su lado llenando los vasos de todos los presentes con tequila—. "Yo nunca nunca he dado mi primer beso."
Todos bebieron un trago, menos Casey.
—No mames, Casey.
—¿Qué? —preguntó frunciendo el ceño.
—¿Neta no has besado a nadie?
—Hasta Mikey tomó —señaló el de ojos verdes a modo de burla.
—Ya, no me molesten —se quejó el humano.
—Bueno, bueno, a ver. Amm... —Lexi se puso pensativa, luego su mirada se posó en la pelirroja de cabello lacio— ¡ya sé! "Yo nunca nunca le he dado alas o esperanzas de andar a alguien".
Todos sin excepción alguna voltearon a ver a la de playera amarilla, quien se removió incómoda en su lugar.
—No me miren, yo no-
—¿Cómo chingados no? —interrumpió la menor— Tómale, mija, tómale o son quince segundos por mentirosa.
Su mandíbula se apretó un poco y resopló con molestia, dando después un sorbo a su vaso y haciendo una mueca.
—Ya está, ¿felices? —entrecerró los ojos en dirección a Lexi.
—¡Yo tengo una, yo tengo una! —gritó la tortuga de pecas levantando la mano— "Yo nunca nunca he comido algo echado a perder" —parpadeó un par de veces sonriendo. Sus pupilas estaban un poco dilatadas y sus palabras salían de corrido. Nadie contestó ni bebió, sino que todos se rieron a carcajadas ante su ocurrencia— ¿Es en serio? ¡No puedo ser el único en esto!
—Lo siento, hermano, creo que sí eres el único —dijo Rapha, dando una palmadita en su caparazón. Suspiró rendido y le dió un sorbo a su bebida.
—¡Ya sé! —habló Casey, levantando su mano junto a su vaso— "Yo nunca nunca me he enamorado o me ha gustado alguien de aquí".
Hubo un silencio demasiado eterno para todos. Se miraron unos a otros. El único que no sintió esa tensión fue el menor de los cuatro hermanos. Todos los demás, bebieron sin decir una palabra, pero la primera en irrumpir el silencio fue la estadounidense de menor edad.
—¿Y ustedes dos de quién se enamoraron o qué? —ambas amigas se miraron y parpadearon un poco.
—Es secreto —contestó Aria desviando la mirada hacia ella.
—No me digan que es Casey.
—¿¡Qué!? —exclamaron soltando una carcajada.
—¿De qué se ríen? Si soy muy apuesto~ —se señaló a sí mismo el susodicho fingiendo ofensa.
—Dejemos esas preguntas para el siguiente juego —opinó Lexi evadiendo la pregunta algo nerviosa.
—Bueno, ya, yo tengo una —la de ojos avellana se aclaró la garganta—. "Yo nunca nunca he besado a alguien de mi mismo sexo".
Ella y su amiga bebieron de su vaso, pero no fueron las únicas. Karai también lo hizo.
—¿Tú? —preguntó el de banda azul sorprendido— ¿Cuándo? ¿Por qué yo no sabía eso? —ahora sonaba un poco herido.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Leo —contestó ella sonriendo de manera tímida, pero igualmente coqueta.
—¿Alguien tiene alguna oración más? —nadie respondió a la pregunta de la de ojos tormenta— Bueno, ahora sí viene lo chido —frotó sus palmas en sus piernas emocionada, dando leves saltitos.
—Ahora jugaremos "Verdad o Reto" —secundó Aria—. Básicamente, vamos a girar está botella; la boca es quien manda, o sea quien hace la pregunta o pone el reto, y la base es quien responde —señaló cada parte del frasco de vidrio durante su explicación—. En dado caso de que no quieran contestar la pregunta, sólo beben del vaso, y si no quieren cumplir el reto son quince segundos de shot. Ah, y es una ronda y una ronda para cada quien, no puedes escoger verdad dos veces seguidas, debe ser intercalado con reto.
—Ustedes y sus quince segundos... —resopló Donnie.
—¿Quedó claro? —todos asintieron— Bien, comencemos —la pelirroja de menor estatura giró la botella, cayendo la boca del envase sobre Casey y la base de ésta en Karai.
—¿Verdad o reto?
—Verdad —respondió la fémina sin dudar.
—Dijiste que habías besado a una mujer... ¿quién fue? —todos estaban atentos en espera de su respuesta, sobre todo Leonardo, quien estaba a su lado.
—Shinigami.
—¿¡Qué!? —exclamaron las cuatro tortugas.
—Ni idea de quién sea, pero en fin —se encogió de hombros el pelinegro.
—Te toca girar la botella, Karai —habló Lexi. La botella fue girada una vez más, cayendo ahora sobre Aria y Abril. La primera maldijo internamente, pues ya sabía lo que le iba a preguntar.
—¿Verdad o reto?
—Verdad.
—¿Quién te gusta de aquí? —tal y como pensó, la pregunta fue soltada sin siquiera pensarlo y sin piedad. Todos estaban atentos, en especial Raphael, quien no le quitaba la mirada de encima. La mexicana suspiro con pesadez, tomó su vaso y le dió un gran sorbo al contenido.
—¿Ups? —se encogió de hombros sonriendo. La contraria rodó los ojos
—Qué aburrida.
La botella fue girada una vez más por la mano de la fémina mayor. Ahora habían quedado seleccionados Alex y Leonardo.
—Supongo que esta ronda será de pura verdad, entonces no tiene caso que pregunte —dijo ella. La tortuga sólo suspiró y asintió con la cabeza, preparándose para el ataque—. ¿Qué hay entre tú y Karai? Quiero decir... ¿son novios o algo? —sonrió con picardía en su dirección. Las mejillas de él se tornaron de un color rojizo, al igual que las de la otra involucrada.
—Es complicado... —respondió rascando su nuca con nerviosismo.
—Eso no es una respuesta.
Permaneció la sonrisa en el rostro de Lexi. Por su parte, Leonardo resopló, tomó el vaso y dió un sorbo. Ahora no hizo ninguna mueca, pues ya no le sabía casi a nada, se lo pasó cómo agua. La mano de tres dedos tomó el envase y lo giró. Ahora habían quedado Abril nuevamente y Raphael.
—¿Entre tú y Donatello hay algo? —el temperamental fue directo al grano, señalando a la chica y a su hermano al lado suyo. Abril lo miró por el rabillo del ojo y luego miró el vaso. Todos pensaron que iba a beber pero no fue así.
—No, no hay nada entre Donnie y yo.
Lo dijo con tanta naturalidad que hasta se podía escuchar el corazón de la tortuga rompiéndose en pedacitos. La de cabello morado entrecerró los ojos hacia ella, juzgándola internamente, pero en parte estaba feliz por la confirmación. La tensión se hizo enorme, y ahora Rapha se estaba arrepintiendo por haber preguntado aquello, lastimando los sentimientos del de orbes carmín.
La botella fue girada unas cuantas veces más. Los restantes no escogieron reto y las preguntas tampoco fueron tan relevantes ni interesantes, pues ya no se metieron tanto con temas personales en un intento de disipar la presión que minutos antes se había formado. Cuando terminó la primera ronda, ahora se puso la cosa un poco más seria.
Casey fue al último al que le preguntaron, así que él era el que tenía que girar el frasco. Ya todos estaban ebrios, pero aún así seguían cuerdos, aunque a Mikey ya le estaba ganando el sueño. Quedó señalado Lexi y Raphael. Miró de reojo a Aria y sonrió.
—Te reto a besar a Aria.
Tras esas palabras, a la mencionada se le bajó lo borracha. Su miocardio comenzó a acelerarse aumentando su frecuencia cardíaca, y sentía algo raro en el estómago. Raphael la miró, no parecía sorprendido por su mirada neutra, pero por dentro sentía lo mismo que ella, tal vez incluso peor.
—Sólo es un beso.
—Oye, no tienes que hacerlo si no quieres, para eso está el shot —se apresuró a decir ella, señalando la botella a medio terminar. Sus manos estaban temblorosas y comenzaba a sudar.
Raphael se levantó, Alex se hizo a un lado para darles espacio y el reptil se sentó allí. Aria sólo lo miraba fijamente, sin poder creer lo que iba a hacer. Sus manos verdosas y gruesas la tomaron de las mejillas, atrayéndola a su cara con ese agarre. Él cerró sus ojos cuando sus labios conectaron. Ella tardó unos segundos en procesar lo que estaba sucediendo, pero tan pronto lo captó, sus párpados se cerraron y sus labios comenzaron a moverse en sintonía con los de la tortuga. Ambos ladearon la cabeza en diferentes direcciones para profundizar el beso.
Todos estaban con la boca y los ojos muy abiertos, incluso a Mikey se le había ido el sueño brevemente; Leo y Donnie, que estaban a cada costado del menor, le cubrieron los ojos con sus manos. Casey hizo una mueca de asco, Karai se había tapado la boca para no gritar y Abril sólo estaba sorprendida. Lexi fue la encargada de inmortalizar el momento tomando videos y fotografías con su T-Phone.
Por la falta de oxígeno en sus pulmones, ambos tuvieron que separarse. Estaban jadeando. Se miraron a los ojos con las mejillas muy rojas. La fémina al lado de Raphael se aclaró la garganta para llamar la atención de los dos. Fue entonces cuando ambos se dieron cuenta de lo que acababan de hacer y sentir. Desviaron la mirada y el de banda roja se levantó para volver a su lugar.
—Te toca girar la botella, Raph —habló Karai sonriéndoles a los dos con picardía. Éste solo asintió y la botella giró y mientras lo hacía, Aria le dió un codazo a Lexi una vez estuvo a su lado de nuevo.
—¿Por qué hiciste eso? —le susurró para que sólo ella la escuchara.
—¿Qué? No me digas que no te gustó.
—Con que así nos llevamos, ¿eh? Bueno, no te quejes —sonrió con malicia. El frasco se detuvo, señalando a Donnie y a la mexicana de ojos chocolate. La latina sonrió en cuanto pensó en el reto que le asignaría.
—Muy bien, Donnie, tienes dos opciones —enumeró con sus dedos—. Tú decides si besas a Abril o a Lexi.
La última abrió sus ojos y miró a su amiga con desaprobación. Pensó que tal vez, Donnie elegiría a la pecosa por encima de ella. Abril estaba igual de sorprendida, pero sus aires y mirada de superioridad daban a entender que estaba más que segura y confiada de que la tortuga la besaría a ella.
Pero esa sonrisa se borró de inmediato cuando el susodicho suspiró y se levantó, caminó unos pasos hacia delante en dirección hacia la latina, le tendió la mano y ella tentativamente la tomó, siendo jalada por él para que se pusiera de pie. Sus ojos brillaron de emoción y sus pupilas se dilataron en cuanto compartieron miradas. Donnie rebuscó entre los iris grises de ella un indicio de duda mientras por dentro estaba que se derretía.
—Si te molesta, dime.
Antes de que ella pudiera responder, él se inclinó hacia ella, atrapando sus labios. Se quedó quieto, sin moverlos, esperando a que lo empujara o le dijera algo, pero no fue así. Cerró sus ojos igual que él y correspondió el beso. Ella fue la que empezó a mover sus labios y llevó sus manos a su cuello, como indicativo de que sí lo aceptaba.
Fue un beso tierno y lento. La diestra del reptil se movió al rostro de la joven, tomándola de la barbilla, acariciando ésta con su pulgar, y su otra mano fue a su cintura. Aria aplaudió en silencio, mordiendo su labio inferior con emoción, sacando su teléfono para capturar el momento.
Todos tenían el mismo pensamiento que Alex en un principio: que el de antifaz morado elegiría a O'Neil, pero al ver lo contrario, compartieron una mirada sorprendida y luego se giraron hacia la chica en cuestión. Estaba igual de impactada, a la vez que furiosa. Apretó sus puños sobre su regazo junto a su mandíbula y sus labios formando una línea, mirando la escena con desaprobación.
Necesitaba descargar su furia en algo, y ese algo inconscientemente fue la botella, la cual explotó haciendo que la pareja se separara y algunos se sobresaltaran. La pelirroja se levantó.
—¿¡Es en serio, Donatello!? —comenzó a reclamarle. Sus ojos se pusieron vidriosos por la impotencia.
—¿Qué? —preguntó éste con algo de desinterés y duda en su voz, con una ceja levantada y sin retirar sus manos de donde había tomado Alex.
—¿¡Por qué ella!? ¡Creí que me escogerías a mí! —se señaló— ¡Siempre me has escogido a mí!
—Oye, oye —intervino Lexi, bajando la mano ajena de su mejilla para ver mejor a la gringa—, bájale tres rayitas a tu estrés, ¿sí? No entiendo por qué te enojas, dijiste que no había nada entre ustedes.
—¡Ese no es el punto! —algunos objetos alrededor de la pelirroja comenzaron a levitar un poco, al igual que su cabello, y las luces a parpadear. Todos se pusieron de pie— ¡Donnie está interesado en mí, y no en ti, Alexandra! Eres la segunda opción, ¿¡no lo ves!?
—Abril, cállate —la voz de Donnie era severa.
—¿¡Y la defiendes!? —resopló fuertemente con incredulidad. Casey se movió al lado de su amiga, tomándola del hombro en un intento de calmarla.
—Abril, por favor, cálmate.
—¡No me voy a calmar! —se alejó bruscamente de su agarre— ¿Ahora qué? ¿Todos se van a poner en mi contra? —miró a todos furiosa. El único que estaba fuera de todo esto era Mikey, quien se había levantado sólo para sentarse en el sofá y cabecear un poco— ¡Desde que ellas llegaron, ustedes ya no me toman en cuenta para nada!
—Eso no es-
—¡Cállate! —interrumpió a Leonardo con un grito, lanzando una de las cajas levitantes en su dirección. Él se agachó evitando que el objeto le impactara, rompiéndose éste contra la pared— Ellas no son nada especiales. Se supone que a mí es a quien el Kraang quiere y no a un par de estúpidas.
—Repítelo, te reto —ahora fue Aria quien dió un paso al frente con su entrecejo fruncido. Abril sonrió con burla y la miró de manera despectiva.
—Son un par de estúpidas que ni siquiera saben defenderse. Por eso el Kraang las atrapó en primer lugar, y por eso casi te mueres.
—¿Y tú qué? —respondió Aria— El Kraang te ha capturado incontables veces, eres tan débil que ni siquiera el entrenamiento que llevas hasta ahora te ha ayudado a salir de esas situaciones —las tortugas, Casey y Karai se miraban entre ellos, preocupados.
—Además, lo único que te hace "útil" son tus estúpidos poderes. Sin ellos, O'Neil... ¿dime qué eres?
Las palabras de Lexi golpearon fuertemente a la pelirroja de ojos azules, quien por un segundo vaciló y las cosas comenzaron a descender, pero no por mucho. Le aventó una de las botellas vacías de alcohol, y por suerte, apenas pudo esquivarla.
—¡Cierra la maldita boca, Alex!
—¿¡Acabas de lanzarme una botella!? —le gritó de vuelta, sorprendida y enfurecida.
—Ahora sí... —Aria se iba a ir encima de ella, pero los brazos de Raphael se lo impidieron, sujetándola con fuerza de la cintura— ¡No uses tus poderes y veamos cómo te va, idiota!
Le gritó, luchando por zafarse de su fuerte agarre. Abril se iba a abalanzar también contra ella, pero Casey se interpuso, tomándola de los hombros. En ese momento de intención, Alex aprovechó para correr hacia ella y darle un puñetazo justo en el pómulo, con suficiente fuerza como para dejarla inconsciente, causando que todos los objetos cayeran de repente. El humano la atrapó como pudo, cayendo al suelo junto con ella.
—¡Mierda! —exclamaron Aria y Raphael por la sorpresa de tal inesperado y radical movimiento, mientras el chico la soltaba.
—¡Lenguaje! —regañó Leonardo a la latina, pero igualmente preocupado por tal acción.
—Nadie se mete con mi mejor amiga ni con mi Donnie —replicó la de hebras moradas sin nada de culpa en su rostro mientras tronaba sus nudillos. El susodicho se sonrojó ante tal comentario, y ella trató de corregirlo velozmente tras percatarse de su error—. ¡Es decir, con Donnie!
—Wow... ¿te enfrentaste a una psíquica por mí? Eres... fascinante~
Replicó el de bandana morada sin siquiera preocuparse por la chica en el suelo, acercándose nuevamente a la mexicana y acariciando su rostro, ya no sabía qué estaba haciendo por todo el alcohol que había bebido. Ella acercó más su rostro hacia la mano ajena, pero otro grito interrumpió de nuevo el romántico momento.
—Lamento interrumpirlos, enamorados, ¡pero sigo aquí abajo! —reclamó el azabache desde el suelo.
—Déjame ayudarte —dijo Leo, e igualmente Raphael se acercó para ayudar. Éste último levantó a Abril y la cargó sobre su hombro como un costal, mientras Leonardo le extendió su mano a Casey para ayudarlo a levantarse.
—La llevaré a casa —se ofreció el humano neoyorquino, acercándose al de banda roja extendiendo sus brazos para que dejara caer a Abril.
—Creí que estaba más ligera —se quejó haciendo una mueca.
—Bueno —comenzó diciendo la, ahora, única pelirroja en cuanto el chico salió por los torniquetes—, podemos seguir la fiesta ya más tranqui-
Su voz fue interrumpida por un ronquido de parte de Miguel Ángel, quien había caído rendido en el sofá. Todos excepto Lexi carcajearon.
—Bueno, creo que ha caído el primero —señaló Aria al menor con diversión.
—Dejen al niño en paz, está chiquito. Lo acompañaré a su habitación, ahora vuelvo.
Dijo Alex para después acercarse al menor viéndolo con ternura, y luego lo movió delicadamente para despertarlo. Ya un poco más consciente, pero aún adormilado, lo ayudó a sentarse y pasó su brazo por encima de sus hombros para guiarlo con cuidado a su cuarto. Abrió sus cobijas, lo arropó con cuidado y dejó un beso en su frente para salir y cerrar la puerta tras de ella, no sin antes haber apagado la luz. Mientras tanto, los demás estaban decidiendo qué harían a continuación.
—¿Qué haremos ahora? —preguntó la kunoichi.
—¿Saben cantar?
Improvisaron un pequeño karaoke en la sala, el micrófono era el control de la televisión y la música la estaba poniendo Lexi en su teléfono junto a la letra. Leo empezó a cantar canciones de desamor en dirección a Karai, quien sólo lo miraba divertida mientras reía. Las latinas cantaron un par de canciones románticas dirigidas para "nadie" en especial, según ellas. Raphael fue el único que no quiso cantar y lo obligaron a que tomara un shot.
Terminaron bastante alcoholizados. Donnie parecía incluso hasta drogado, pues estaba con la mirada perdida hacia el techo, sus brazos y piernas desparramados en el sofá y su boca entreabierta. Todo le daba vueltas. A sus pies, la joven de cabello morado estaba hincada, sus brazos encima del regazo de la tortuga y su cabeza acurrucada en ellos.
La Kunoichi se quedó dormida en las piernas de Leo, y éste cayó tendido en el suelo. Raphael estaba con los brazos cruzados sobre su pecho, la cabeza agachada y los ojos cerrados. A su lado, la pelirroja había acurrucado su cabeza en su hombro y se quedó dormida.
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Muchas gracias por leer. yeyejenni
6,237 palabras
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