Capítulo 9: Nueva misión

Dos meses... habían pasado sesenta y un días desde que sus hijas desaparecieron sin dejar rastro alguno. Dos meses insufribles para ambas adultas, quienes no podían dormir, ni siquiera comían, todo les daba náuseas y se sentían vacías. Aún no hallaban la manera de enfrentar su realidad, la realidad de que probablemente ya jamás las encontrarían...

🐢🐢🐢🐢

—¿La policía sigue investigando el paradero de las humanas conocidas como "Alexandra y Aria"? —preguntó un hombre de traje negro, con corbata morada a rayas y camisa blanca. Tenía la cara larga y de tez pálida, sus ojos eran oscuros como la noche y su voz tan neutral y sin emociones que provoca escalofríos.

—No, señor, ya me he encargado de eso —respondió otro hombre frente a él, con traje de policía y su placa puesta en el lado izquierdo.

—¿Y qué hay de las conocidas como "madres"?

—Ellas siguen investigando y presionando, señor. Hace poco, incluso hicieron una huelga frente a la fiscalía —ahora la que respondía era una mujer, la cual no estaba uniformada, pero tenía una vestimenta bastante formal.

—Habrá que darles lo que quieren, si eso significa que dejarán de molestar —habló el más alto, sonriendo de una manera que les erizó la piel a los otros dos.

—¿Qué es lo que planea hacer? —preguntó el hombre con voz temblorosa.

—Pronto lo verán.

🐢🐢🐢🐢

—¡Chicas, chicas, chicas! —gritó Donnie, saliendo del laboratorio con rapidez y urgencia, dirigiéndose al dojo, donde ambas jóvenes estaban practicando entre ellas.

—¿Qué pasa, Donnie? —preguntaron ambas bajando la guardia, frunciendo ligeramente el ceño.

—Creo que ya descubrí cómo contactar con sus mamás —su emoción era palpable, y tan pronto como pronunció esas palabras, el rostro de ambas se iluminó y sus ojos se cristalizaron.

—¿¡En serio!? —una enorme sensación de esperanza y alivio las invadió. Su pregunta fue acompañada por la presencia de las otras tres tortugas.

—¡Sí! Vengan, vamos al laboratorio —hizo ademán con la mano para que lo siguieran, incluyendo sus hermanos.

Una vez estuvieron en el lugar, el de ojos carmín conectó algo a su computadora, parecido a una antena. Empezó a teclear velozmente en su teclado, y en la pantalla negra empezaron a aparecer letras en color rosa. Conectó algo más, un elemento parecido a la tecnología del Kraang y apretó un último botón. La pantalla se puso en blanco y luego varios puntitos empezaron a aparecer en ella.

Empezó a hacer un sonido algo extraño, provocando que todos se cubrieran los oídos. Era el mismo pitido que ellas habían escuchado cuando el portal apareció en la habitación de Alex. Poco a poco se fue vislumbrando una imagen, apenas nítida de ambas adultas, sentadas en la sala teniendo una conversación.

—Son ellas... —murmuraron ambas sintiendo sus corazones latiendo a mil por segundo. Pero luego, el aparato empezó a sacar humo y Donnie se apresuró a desconectarlo antes de que algo malo sucediera.

🐢🐢🐢🐢

Jess y Georgia estaban sentadas en el sofá de la sala de la segunda con una taza de café en manos. Era lo único que consumían, lo único que les entraba en el estómago.

—¿Recuerdas cómo se conocieron? —preguntó Georgia, sonriendo con nostalgia, sosteniendo su café con ambas manos para darle algo de calor.

—Sí... —respondió la otra, soltando una ligera risa— tomaban clase de acuariología juntas.

—Odiaban a su maestra —ambas rieron un poco, pero su risa no fue para nada alegre, sino que fue más triste, deprimente. Sin previo aviso, la pantalla de la televisión se prendió, apareciendo pixelada.

—¿Tú la prendiste? —preguntó Jess.

—No, yo-

Sus palabras fueron interrumpidas debido a un sonido demasiado agudo que las obligó a cubrirse los oídos y cerrar los ojos con fuerza, pues la pantalla brillaba en una intensa tonalidad blanquecina.

—¿¡Qué rayos está pasando!?

—¡No lo sé!

Una imagen demasiado imperceptible y borrosa apareció en la pantalla, ni siquiera se podía distinguir qué era. Luego, la televisión tronó y se apagó de repente.

🐢🐢🐢🐢

La pantalla se puso en negro y explotó, no tan fuerte, pero sí lo suficiente como para que todos se alejaran.

—¿Qué pasó? —preguntó Lexi, acercándose un poco junto al inteligente, quien empezó a revisar la computadora.

—No tengo idea —al poner su mano en el monitor la retiró al instante, pues estaba muy caliente.

—¿Puedes arreglarlo, Donnie? —preguntó Leo, acercándose igualmente, colocando una mano en el hombro de su hermano.

—Tal vez pueda...

Aria parecía ajena a todo esto. Su cerebro seguía sin poder registrar lo que acababa de pasar. Realmente tenía la esperanza de hablar con su mamá, de decirle que estaba bien, que no se preocupara por ella.

Estaba temblando y no registraba ningún sonido fuera de los potentes latidos de su corazón, que palpitaba con fuerza en sus oídos. Apretó sus puños y caminó fuera del laboratorio. Nadie pareció percatarse de ello, excepto uno.

—... y necesitamos encontrar otro de estos —habló Donnie, señalando el segundo artefacto que había conectado a la computadora, el cual sacaba pequeñas chispas rosadas.

—Entonces hay que ir a una base Kraang para tomarlo —dedujo Leonardo.

—Realmente lo siento, Alex —se disculpó él, dedicándole una mirada triste llena de culpa—, en serio pensé que funcionaría.

—No te preocupes, Donnie —dijo ella con la voz algo entrecortada y sorbiendo por la nariz, aguantando las ganas de llorar, ya que odiaba que la vieran llorar.

Por su parte, la pelirroja cruzó los torniquetes, dió media vuelta y se recargó en la pared. Se llevó una mano al corazón, como si aquello fuera a calmar su frecuencia cardíaca. Su respiración era irregular y sentía que no podía mantenerse en pie. Se dejó caer al suelo, deslizando su espalda por la pared.

Ya no podía contener sus lágrimas, las cuales manaron sin control de sus ojos marrones. Se llevó su otra mano a la boca para acallar sus sollozos. El pecho le dolía al respirar, no sabía si estaba teniendo un ataque de pánico, o de estrés, o si simplemente este era su momento de quiebre después de meses aguantándose.

Raphael la había seguido, asomándose un poco; dudó por un momento en si acercarse o no, pero al final optó por lo primero.

—Aria... —susurró lo suficiente fuerte para que ella lo pudiera escuchar, pero no tan alto ni hosco como siempre, aunque eso no evitó que ella se sobresaltara. Él se acercó y se hincó a su altura frente a ella— está bien... —colocó una mano sobre su hombro sonriendo ligeramente, una sonrisa casi imperceptible pero honesta, sincera y tranquilizadora.

Ella dudó por un segundo, pero al final, acercó su cabeza a su pecho, restregando su frente contra el caparazón de él, desahogándose, dejando fluir sus lágrimas. La tortuga la rodeó con sus brazos, acariciando suavemente su espalda sin decir nada, dejándola llorar tanto como quisiera.

🐢🐢🐢🐢

Los técnicos llegaron, quitaron la televisión y colocaron en la base otra nueva recién comprada. Una vez que se fueron tras recibir su pago, Jess se quedó dando vueltas por la sala, pensando todavía sobre lo que había sucedido.

—Yo vi algo. Fue apenas visible, pero sé que ví algo...

—Yo también lo vi —respondió desde la puerta la de cabello rizado, de espaldas a la contraria.

—¿Y si eran ellas? —quiso suponer la de cabello lacio, sintiendo su corazón latir con algo de esperanza, lo cual le contagió a su amiga, pero aún manteniendo los pies sobre la tierra.

—Puede ser, pero no nos hagamos ilusiones.

—Tenemos que decirle a la policía.

—No nos van a creer, Jessica —suspiró—. No nos creyeron ni cuando vinieron a la casa a revisar la habitación de mi hija, incluso nos acusaron de supuestamente montar todo un "falso escenario".

—Bueno, en eso tienes razón... —murmuró en respuesta, pellizcando el puente de su nariz— además, aún no hay resultados de las muestras de sangre que tomaron del cuarto.

—Ni siquiera están siguiendo el caso —se frotó las sienes la más alta con frustración, enojo, decepción... muchas emociones que no sabía cómo liberar. Ambas se quedaron en silencio de nueva cuenta.

🐢🐢🐢🐢

—¿Cuándo lo haremos? —preguntó Donnie. Los presentes en el laboratorio estaban discutiendo los detalles de la misión.

—Esta noche.

—Quiero ir —se apuntó la fémina de ojos grises con una mirada decidida.

—No puedes, ¿no tienes trabajo? —preguntó el de banda morada.

—Murakami se fue de vacaciones a Tokio, no regresará hasta dentro de dos semanas —se encogió de hombros. Leo suspiró, frotándose los ojos con pesadez.

—Bien. Imagino que también vendrás tú, Aria- —giró su cabeza pensando en encontrar a la susodicha allí, pero no había nadie, al igual que su hermano menor— ¿Aria?

—¿Se fue? —preguntó el más alto igualmente desconcertado.

—También Rapha —evidenció Mikey señalando hacia ningún lugar en específico. Lexi conocía a su amiga perfectamente, por lo que dedujo que probablemente ella entró en pánico o algo parecido, así que al menos le tranquilizaba que el temperamental estuviera con ella.

—No pasa nada, seguro necesitaba espacio.

Opinó la chica, mirando pensativa hacia la salida del laboratorio. Al cabo de un rato, Raphael regresó sin Aria, ya que ésta había ido al baño a mojarse la cara y a esperar a que sus ojos volvieran un poco a la normalidad, no tan hinchados como estaban ahora.

—¿De qué me perdí? —preguntó la tortuga más bajita con naturalidad.

—¿Y Aria? —preguntó Leo.

—En el baño, no ha de tardar —se pasó las manos detrás de la nuca y recargándose en ellas mostrando desinterés.

Después de un respiro y una enjuagada de rostro, la pelirroja regresó, sus ojos ya no estaban tan rojos, pero su nariz seguía irritada.

—Ya volví —sorbió por la nariz, metiendo sus manos a las bolsas de la sudadera que momentos antes se había puesto.

—¿Todo bien? —preguntó el de banda azul frunciendo levemente el ceño y acercándose un poco.

—Sí, todo chido.

Se encogió de hombros respondiendo vagamente su pregunta, con una sonrisa débil. No muy convencido, Leonardo asintió con la cabeza mirando a su hermano después, el cual tenía los ojos puestos en el lado contrario a la chica.

—Bien —comenzó a decir—. Pues esta noche, iremos a una de las bases de los Kraang.

—Pero aún no tenemos un arma —dijo la recién llegada.

—Y dudo que Splinter nos quiera dar una... —secundó la otra fémina— además, aún no completamos entrenamiento.

El hermano mayor se quedó reflexionando unos momentos sobre la situación con una mano en su barbilla. Tenían razón, su padre se negaría rotundamente a darles un arma cuando estaban a mitad de su entrenamiento. Sin embargo, Abril nunca terminó su entrenamiento por completo y el roedor le dió el Tessen que originalmente le daría a su hija, así que realmente no sabía con certeza cuál sería su decisión, era muy impredecible.

—¿Y si le preguntan?

—No pierden nada con intentar —apoyó Donnie.

Ambas chicas compartieron una mirada algo indecisa, pero al final asintieron, aún con duda.

🐢🐢🐢🐢

Splinter, tras escuchar la petición de las jovencitas, acarició su larga barba con su índice y pulgar, tomando en cuenta sus palabras.

—Bueno, aún no terminan su entrenamiento, pero era claro que tarde o temprano necesitarían un arma.

Ambas chicas levantaron la vista del suelo, mirándolo sorprendidas y entusiasmadas. El roedor se levantó del suelo y ellas imitaron su acción, mientras él se dirigía a su habitación donde guardaba el resto de armas que poseía. Las trajo cuidadosamente entre sus manos, colocándolas organizadamente en el suelo para que las chicas tuvieran una mejor vista de ellas.

—Estas son todas las armas que tengo por el momento. Elijan una sabiamente, y a partir de mañana, comenzaremos a entrenar con ellas para que puedan especializarse en una. Pero no se confíen, recuerden que un ninja debe saber pelear con lo que sea que tenga a su alrededor.

Ellas asintieron y apreciaron detenidamente todas y cada una de las armas que su maestro dispuso. Había gran variedad de formas y tamaños, sería difícil hacer una elección de tal importancia que definiría el resto de su permanencia en aquella dimensión, y del estilo de pelea que adoptarían de ahora en adelante. Sus ojos vacilaron por cada arma con incertidumbre, ninguna parecía llamar su atención.

Después de un rato, la primera en acercarse a las armas fue Aria, tomando una espada ninjato con vendas azul marino cubriendo el mango negro, con un diseño de flor negra en la base; la funda tenía una cinta azul con rojo amarrada. Al desenvainarla, notó que tenía un detalle dorado con otra flor grabada, mientras que el diseño del resto de la espada era gris con una gran onda azul que abarcaba toda su extensión.

Alex no se sintió presionada para elegir, al contrario, se tomó su tiempo para escoger su arma ideal, hasta que sus ojos se posaron sobre un naginata con una cuchilla en cada esquina, de bordes redondeados y de color negro con gris. El mango era igualmente negro, vendado con una venda blanca. Ambas hicieron unos movimientos con sus nuevas armas, probando su rapidez y agilidad. Splinter sonrió satisfecho por su elección, asintiendo de vez en cuando al ver la destreza que mostraban sus estudiantes.

Ellas parecían felices con su decisión. Después de un par de poses y acrobacias más, las chicas se fueron a su habitación a cambiarse. Una vez estuvieron listas, se reunieron con los chicos en la sala.

—¡Sí nos las dió! —gritó Aria emocionada, desenfundando su ninja-to, a la vez que su amiga hacía una maniobra en círculos con la naginata. Las tortugas sonrieron y el líder asintió con la cabeza.

—Bien, vámonos.

Los seis salieron de la guarida, corrían por los edificios, saltando de techo en techo, haciendo varias volteretas en el acto. Se detuvieron cerca de una estructura enorme, con letras grandes que decían "TCRI" y un símbolo con forma de panal de abeja de color morado.

—¿Es ahí?

—Así es, Lexi, esa es la base principal de los Kraang. En los pisos de abajo hay sólo oficinas; el punto de interés está arriba, ya que ahí es donde llevan a cabo todas sus operaciones y experimentos —explicó el genio, señalando la parte superior del edificio.

—¿Y cómo vamos a entrar? —preguntó Aria frunciendo el ceño.

—Tú tranquila, sólo sigannos.

Después de las palabras de Leonardo, ellos fueron los primeros en adelantarse hacia la estructura. Las mexicanas compartieron una mirada rápida y les siguieron el paso por detrás. Llegaron a una parte del tejado, escondiéndose detrás de una de las paredes, ya que habían cámaras de seguridad.

—Rapha, haz lo tuyo.

Ordenó el de antifaz azul y el mencionado asintió. Hizo un sonido con la boca y una paloma llegó hasta él, apoyándose en su mano. Éste le acarició la cabeza y con sólo señalar la cámara de seguridad, el animal entendió perfectamente lo que había que hacer. Voló hasta el objeto, tapando el enfoque de la cámara y llamó a otras palomas para que hicieran lo mismo con las demás. Aria estaba impresionada por tal habilidad, tal vez después le pediría que le enseñara.

Empezaron a caminar tras la orden del líder, pero una figura femenina de traje totalmente negro, con armadura plateada en el pecho, antebrazos y piernas se interpuso en su camino, haciéndolos gritar un poco.

—¿Qué diablos están haciendo aquí? —preguntó la recién llegada con tono de molestia, guardando lo que parecía ser un ninja-to más corto que el de Aria.

—Eso mismo podríamos preguntarte —respondió Raphael cruzando sus brazos.

—Destructor está aquí, deben irse —ordenó la fémina de cabello corto, la mitad superior y dos mechones negros, y la inferior decolorada y rubia.

—Así que sí tiene algo que ver en esto —murmuró Leo llevándose una mano a la barbilla.

—Ya lo teníamos claro —se encogió de hombros el temperamental. Las chicas detrás de ellos estaban confundidas. No sabían si ella era amiga o enemiga; jamás les habían contado de ella, o tal vez sí y no lo recordaban.

—¿Nos perdimos de algo? —preguntó la de cabello morado. Al escuchar su voz, la "extraña" para ellas abrió los ojos con clara sorpresa y su mirada se desvió hacia el reptil líder.

—¿Son ellas? —éste asintió en respuesta.

—Aria, Alex, les presento a Karai. Es-

—¡Tú eres la hija de Splinter! —exclamaron al unísono, sacándole una risilla a la kunoichi.

—Sí, esa soy yo.

—¿Por qué nunca nos la habían presentado? —se quejó la pelirroja acercándose a la chica.

—Se mamaron, llevamos más de dos meses aquí y no conocíamos a esta preciosa mujer —apoyó Alex siguiendo a su amiga rodeando los hombros a la guerrera, haciéndola sentir un poco nerviosa, pero lo supo ocultar bien y no se quitó del abrazo.

—Yo sí sabía de ustedes, pero no había tenido la oportunidad de conocerlas —rascó su nuca con algo de nerviosismo y luego miró a una de las tortugas—. Todo por culpa de Leonardo.

—¿Yo? —preguntó ofendido.

—¿Conoces a otro Leonardo? —se burló la de ojos avellana cruzándose de brazos, rodando el chico los ojos.

—No hay tiempo para esto, tenemos que entrar y tomar lo que Donnie necesita.

—¿Qué parte de "Destructor está aquí" no entendiste? —se quejó Karai, frunciendo su entrecejo, dando algunos pasos al frente para quedar cerca del reptil— Si los ve, los matará; ustedes no pueden contra él, y aún no puede saber que estoy de su lado.

—Pero no tenemos opción. Ya hemos peleado con él en varias ocasiones y-

—Y casi mueren en el intento, Leo, tuvieron suerte de que se distrajera para que pudieran escapar —mientras la humana y el verdoso discutían, los demás estaban en un medio círculo alrededor de ellos, mirando a la pareja algo incómodos.

—¿Siempre son así? —preguntó la más bajita.

—Sip, siempre —respondió el de bandana naranja, seguido de un asentamiento de cabeza por parte de sus hermanos—. Renet y yo no somos así —negó con la cabeza en desaprobación.

—¿Renet? —preguntaron las mexicanas.

Antes de que el pecoso pudiera responder, un disparo de plasma les hizo agachar la cabeza, deshaciendo el medio círculo y sacando sus armas a la par de la pareja que había sido obligada a dar la discusión por terminada.

—Maldita sea —masculló la pelinegra—, ahora esos soplones irán a darle las "buenas nuevas" a Destructor.

—Kraang debe de informarle al conocido como "Destructor" que la conocida como "su hija" lo ha traicionado por las conocidas como "tortugas" —habló uno de los robots que les apuntaba con su arma.

—Gracias, Leo —se quejó Karai con sarcasmo, rodando los ojos y lanzándose hacia los robots.

—Oye, no intentes culparme —contestó el mencionado copiando la acción de la chica y sus hermanos, junto a las mexicanas, quienes lo siguieron a él.

—¿Pueden dejar de pelear? —se quejó la de orbes tormenta, maniobrando su arma atravesando y cortando a varios robots.

—Por Dios, parecen un matrimonio —secundó la mayor con tono burlón, cortando por la mitad a algunos Kraang y atravesándolos por el cerebro que tenían en el estómago.

🐢🐢🐢🐢

—¿¡Qué!?

Gritó lleno de furia, su rostro opacado por el casco estaba deformado por la ira que se acumulaba en su interior. Apretó los puños, sacando las cuchillas de su armadura. Los Kraang frente a él retrocedieron, e incluso sus secuaces mutantes hicieron lo mismo.

—La conocida como "Karai" ha traicionado al conocido como "Destruct-"

El robot no pudo terminar la oración, pues el gran hombre musculoso de brillante coraza lo cortó por la mitad. El cerebro dentro de su estómago también fue rebanado horizontalmente, manchando la pared de un líquido púrpura que parecía ser sangre. Su respiración era demasiado irregular y su corazón estaba latiendo demasiado rápido, sintiendo la adrenalina correr por sus venas.

—¿Qué quiere que hagamos, maestro? —preguntó Cara de Pez algo temeroso, aún sin acercarse.

Apretó la mandíbula y lo miró por encima del hombro, el mutante acuático tragó saliva. Destructor dió la vuelta demasiado rápido como para ser percibido, le apuntó con sus cuchillas que salían de la muñeca cubierta por su armadura directo en el cuello.

—Desde este momento, Karai ya no es mi hija —siseó entre dientes, apretando aún más sus puños, al punto en que sus nudillos se volvían blancos y sus manos temblaban por la fuerza—. La quiero muerta.

***********************************************
Muchas gracias por leer. No olviden votar para continuar con la historia yeyejenni 💜
3,355 palabras

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top