Capítulo 10: Complicaciones

Parecía que los extraterrestres eran infinitos. Los androides no terminaban de aparecer y ya se estaban agotando un poco. Partes metálicas volaban por aquí y por allá, sangre morada y algunos restos de tentáculos y materia cerebral estaban esparcidos por todo el tejado. Salieron otros diez robots hacia la cornisa, las tortugas y las humanas sostenían sus armas, siendo las mexicanas las únicas que jadeaban.

—Mierda... —resopló Aria entre dientes, con el cuerpo encorvado hacia delante y apoyándose en sus rodillas, jalando enormes bocanadas de aire intentando recuperar el oxígeno perdido.

—Díganme que ya son los últimos...

Pidió en tono suplicante la de mayor estatura sosteniendo su arma con ambas manos, las cuales temblaban por el esfuerzo. El de antifaz azul iba a contestar, pero otros pasos más pesados se hicieron presentes detrás de los robots, alzándose con aire tenebroso tres figuras bastante familiares para todos.

—Ay, no... —murmuraron el líder y la pelinegra.

—Debieron hacerle caso a Karai cuando les dijo que se fueran —habló el perro famélico y negro de ojos amarillos, pasando la lengua por su hocico. La mencionada apretó los puños molesta, sosteniendo su arma con mayor firmeza.

—Así nunca vamos a ganar... —dijo Lexi al aire, sintiendo sus piernas flaquear un poco.

—¿Qué hacemos, Leo? —cuestionó la pelirroja dirigiéndole la mirada. Él se quedó pensando un momento antes de afirmar el agarre en sus katanas, tomando una decisión para completar la misión lo antes posible y hacer una retirada pronta.

—Alex, tú y Donnie vayan por lo que necesitan —ordenó en un susurro. Los mencionados compartieron una mirada rápida, sonrieron y asintieron.

—¿Y por dónde van a entrar? —preguntó la de cabello corto— La única entrada está detrás de ellos.

—Les abriremos paso —respondió el de banda roja apretando el mango de sus sais, preparándose para pelear.

—Esta noche cenaremos sopa de tortuga, y tal vez... probaremos la carne humana —rugió el tigre, sacando sus pistolas de plasma y hielo.

No esperaron mucho más para lanzarse a la batalla. Karai y Leonardo se enfrentaron contra el felino; Donnie y Mikey fueron a por el canino; Rapha por Cara de Pez y las últimas jovencitas contra los robots restantes. Una vez los extraterrestres fueron destrozados, Aria corrió hacia el perro, haciendo una voltereta en el aire y aterrizando agraciadamente justo en su hocico, haciéndolo caer de cara hacia delante por el repentino desbalance.

—¡Ya vete, Donnie! —le gritó ella, poniéndose del lado del pecoso.

El de orbes carmín asintió y guardó su bo, encontrándose con la de cabello morado para correr hacia la entrada del edificio. Lograron ingresar sin ningún otro contratiempo, topándose con pasillos monótonos que vieron las latinas cuando las secuestraron a esta dimensión.

—Carajo, todo se ve igual. ¿A dónde debemos ir? —cuestionó la chica viendo hacia ambos lados del pasillo. Donatello pensó brevemente.

—Por acá, vamos.

Tomó la mano ajena y comenzaron a correr a la derecha, causándole un leve sonrojo a Alex. En su trayecto tuvieron que esconderse algunas veces para evitar ser detectados por los Kraang que corrían en la dirección por la que llegaron, así que suponían que iban por buen camino. Eventualmente llegaron a una bodega que tenía muchas partes y repuestos de tecnología alienígena.

A ambos les brillaron los ojos al ver semejante botín, tomando todo lo que Donnie y la cangurera de Alex pudieron aguantar. Una vez cargados hasta el tope, pero no tanto como para no poder pelear en caso de ser necesario, el chico decidió hacer algo gracioso para hacer reír a la contraria.

—¿Me permite su mano para hacer la retirada, madam?~ —dijo con tono juguetón, haciendo una pequeña reverencia y extendiendo su extremidad con la palma arriba, listo para recibir la delicada mano ajena en la suya. Ella rió suavemente y entrelazó sus cinco dígitos entre los tres del reptil con una sonrisa.

—Yo encantada, monsieur, por favor guíenos hacia la victoria~

Replicó ella con el mismo tono, saliendo ambos hacia el corredor, siguiendo el mismo recorrido que hicieron en su arribo. A mitad de camino, se encontraron frente a frente con una figura bastante familiar, perteneciente al hombre que les hacía la vida imposible a los hermanos, a su maestro y a Abril.

—Así que era cierto. No les fue suficiente con arruinar tantos de mis planes previos, también tenían que meter sus narices y rescatar a las mocosas que necesito —dijo Destructor con su típica voz escalofriante y ahogada por su gran casco, el Kuro Kabuto, que cubría su rostro quemado y deformado en aquel incendio del recinto del clan Hamato hace ya varios años atrás.

—¡Jamás dejaremos que te las lleves! —exclamó Donatello poniéndose frente a Alex de forma defensiva y sacando su bo, listo para defenderla de quien fuera, incluso del despiadado líder del Clan del Pie.

—Niño insolente. Creo que no te ha quedado suficientemente claro con quién estás tratando, así que te daré una sola oportunidad. Entrégame a las chicas y te prometo que tu muerte será rápida —amenazó el mayor, exponiendo las afiladas cuchillas de su antebrazo.

—¡Nunca! —respondió el reptil, lanzándose directamente hacia él para atacar.

Destructor sonrió debajo de su casco y ni siquiera se inmutó. Esquivó el golpe con suma facilidad, dándole un gancho directo en el estómago, tomándolo del rostro con la otra mano y lanzándolo contra una de las paredes, la cual se agrietó por tan potente impacto.

—¡Donnie!

Gritó la chica asustada intentando acudir a su auxilio, pero su cuerpo no respondía, había quedado paralizada por el miedo. El enorme guerrero caminó hacia él a paso lento, el suspenso era insoportable. La tortuga se levantó con las piernas temblorosas, volviendo a prepararse para distraer a Destructor, protegiendo a Alex con su propia vida.

Estaba a punto de recibir otro golpe, pero la mexicana saltó sobre el villano y lo ahorcó con su naginata, sosteniéndolo fuerte y recargando todo su peso hacia atrás para alejarlo de Donatello. El hombre acorazado sostuvo el naginata para tratar de quitarlo, más la chica resistía bien, así que chocó fuertemente contra la pared, aplastando a Alex entre él y el muro, causando que soltara el naginata por haberse quedado sin aire.

—¡ALEX! —exclamó el adolescente, corriendo como pudo para ponerse frente a su amiga de nueva cuenta— ¡Aléjate de ella, monstruo!

🐢🐢🐢🐢

—¿Saben? Amo a los animales, pero con ustedes haré una excepción.

Dijo Aria haciéndole una cortada al perro justo en el abdomen. A pesar de que su piel era bastante dura, logró lastimarlo aunque sea un poco. Razar gruñó, llevando su mano al lugar de la herida, viendo un poco de su sangre brotar de aquella zona.

—Pagarás por esto, niña —se lanzó velozmente sobre ella, pero el pecoso le rodeó el pecho y los brazos con la cadena de su nunchaku, impidiendo que se moviera.

—No tan rápido, Razar —canturreó haciendo un movimiento con su arma lanzándolo hacia el otro edificio, provocando que golpeara su nuca contra un ducto de ventilación, dejándolo inconsciente.

—¡Sí! —festejaron la humana y el reptil chocando sus palmas.

Raphael había terminado con Cara de Pez tras romper sus piernas metálicas, dejándolo fuera de combate. Ahora el único problema era Garra de Tigre, quien aún Leo ni Karai podían vencer. Iban a ayudarlos, pero más robots empezaron a salir de nuevo del edificio.

—Esto tiene que ser una broma...

Murmuró la pelirroja inhalando y exhalando bruscamente. Mientras la pareja se ocupaba del gran felino humanoide, los otros tres se enfrentaban a los extraterrestres, sin embargo, la chica sintió una punzada en su pecho, señal de un mal presentimiento. Se abrió camino por entre los Kraang para poder llegar a la puerta.

—¡Aria! —le gritó el temperamental, enterrando sus sais en la cabeza de uno de los robots— ¿¡A dónde rayos crees que vas!?

—¡Tengo un mal presentimiento! —fue lo único que le respondió, abriendo la puerta y entrando.

—Maldita sea —jadeó el de ojos verdes, sin decidirse si seguirla o no.

—¡Ve con ella, Rapha! —gritó su hermano menor— Yo solito puedo.

Sonrió de oreja a oreja mostrando sus dientes. El mencionado lo miró y luego vió al líder, esperando su aprobación. Éste le dió una patada en el estómago al tigre haciéndolo retroceder y sus orbes conectaron con los de su hermano, dándole un asentimiento de cabeza. Después de destruir unos cuantos androides más, fue tras ella.

🐢🐢🐢🐢

Donnie estaba inconsciente tumbado en el suelo, con la respiración algo débil y moretones en todo su cuerpo. A su lado estaba Lexi, su cabeza sangraba y apenas podía moverse. Se enderezó como pudo apoyándose de sus brazos, los cuáles temblaban como gelatina. Escupió algo de sangre y limpió alguna con el dorso de su mano, con su respiración irregular. A sus espaldas, Destructor la acechaba y se aproximaba lentamente.

—Patético —siseó, agachándose a su altura—. ¿A esto se han reducido los estudiantes de Hamato? —se mofó— Me dan náuseas.

Alex se giró e intentó golpearlo, pero el guerrero enemigo detuvo su puño en el aire con suma facilidad y le torció la muñeca haciéndola gritar. Su otra mano fue directamente a su cuello, levantándola del suelo con gran fuerza aplicada en dicha zona, como si fuera una muñeca de trapo para nada pesada, quedando sus pies colgando. Sentía sus anillos traqueales tronar uno por uno, impidiéndole el paso de aire a sus pulmones.

—Si no fueras tan importante, créeme que ya te habría aniquilado.

Su voz era cada vez más ronca y espeluznante, como si se delitara del sufrimiento ajeno. Alex se sostuvo del antebrazo del hombre con ambas manos para sostener un poco su peso y tratar de alejarlo, pero sus intentos eran vanos, y sentía cómo sus ojos grises comenzaban a cerrarse en contra de su voluntad, sus manos resbalaron y cayeron a sus costados.

Donnie recuperó la conciencia y con la visión algo borrosa se levantó con espasmos musculares en todo su cuerpo. A su lado yacía su bo partido en dos y la naginata de la mujer. Optó por tomar la segunda, poniéndose en posición de pelea.

—Su-suéltala... —ordenó con la voz apagada, frunciendo el entrecejo. Su frecuencia cardíaca y respiratoria estaban demasiado aceleradas para tratar de compensar la falta de oxígeno en su cuerpo, sus músculos ardían como si estuviera en llamas. Destructor ni siquiera se inmutó, sino todo lo contrario, soltando una risa macabra.

—Si no bajas el arma, no dudes que la cortaré en dos —amenazó colocando el objeto punzocortante sobre su cuello sin vacilar, su recia mirada indicaba que no estaba jugando.

El reptil abrió los ojos, su cerebro estaba bloqueado, no sabía que hacer; su mente había quedado en blanco, no parecía encontrar alguna alternativa que no pusiera aún más en riesgo sus vidas. Sus manos temblaron y se abrieron sin querer, soltando la naginata de Lexi que hizo un ruido sordo al tocar el piso. La sonrisa del villano sólo se amplió aún más.

—Sabia elección, niño —siseó aún sin soltar el agarre sobre ella, cuyo rostro empezaba a tornarse azul.

Detrás de él, Aria apenas había llegado con respiración superficial y frenética; el ver a Destructor estrangulando a su amiga casi hasta matarla le hizo hervir la sangre de ira. No se hizo esperar para correr rápidamente hacia él, de forma tan repentina y fugaz que la cabeza del clan enemigo no tuvo tiempo de reaccionar. Se colgó de su espalda y tiró de él hacia atrás, poniéndole el filo de su espada en el cuello. Por el movimiento y la sorpresa, el hombre soltó a la de cabello morado, atrapándola Donnie entre sus brazos antes de que llegara al suelo.

La pelirroja daba golpes en la cabeza sobre el casco del guerrero con su codo para desorientarlo. Rápidamente se recompuso para contraatacar, tomando a la chica del antebrazo y la aventándola a un costado. Ella logró amortiguar el golpe rodando por el suelo, terminando por derrapar de rodillas. Sostuvo su arma con fuerza mientras se levantaba.

—Niña tonta, te arrepentirás de eso —siseó el villano acercándose a ella a paso rápido. Sus cuchillas chocaron con la espada de la joven, haciendo un ruido que hizo eco por el lugar.

—¡Sácala de aquí, Donnie! —gritó la bajita antes de recibir un golpe en la quijada que la desequilibró. El de bandana púrpura asintió, moviéndose a un lugar apartado de la pelea con Alex aún en sus brazos.

Destructor tomó a Aria del cabello y la azotó de cara al suelo, poniéndole un pie en la espalda para evitar que se levantara y ejerciendo presión. Por la fuerza aunada al peso de su armadura, escuchó y sintió el crujir de sus huesos torácicos uno por uno, sacándole un alarido de dolor.

—Hay un alto precio que personas tercas e insolentes como ustedes tienen que pagar, ni siquiera su vida es suficiente-

—¡No tan rápido, Destructor!

Gritó Raphael a sus espaldas y lanzó su sai directamente a la cabeza de Saki, desconcertándolo y obligándolo a dar un paso hacia atrás. Inmediatamente, el de banda roja soltó una patada voladora al mismo lugar, quitándolo por fin de sobre la pelirroja. Como una reacción en cadena, lanzó múltiples estrellas ninja en su dirección mientras se acercaba de a poco a Aria.

Su adversario usó ambas de sus cuchillas para evitar ser alcanzado por alguna de las estrellas, y una vez el reptil estaba lo suficientemente cerca de Aria, se agachó para cargarla sobre su hombro y arrojar un puñado de bombas de humo en todas direcciones. Destructor cerró los ojos y tosió tras inhalar el humo intencionalmente, y una vez se disipó, vió que los adolescentes habían desaparecido.

🐢🐢🐢🐢

—Dile a mi "padre" que va a caer, pronto —siseó la chica, dando una fuerte patada final en la mandíbula del tigre, noqueándolo al instante.

—¡Leo! —gritó el reptil de banda roja, apareciendo justo en la entrada de la azotea del edificio, con la pelirroja colgando sobre su hombro, aparentemente inconsciente; detrás de él estaba Donnie, cargando estilo nupcial a la de cabello púrpura.

El mencionado cambió su mirada a una de preocupación. Miró a Mikey y a la fémina de melena oscura, asintiendo con la cabeza en señal de que era hora de irse. Corrieron por algunos edificios hasta que llegaron a un callejón oscuro donde se encontraba la entrada secreta que el de banda morada había construido para el Tortumóvil, así sería más fácil ingresar a las humanas en vez de tratar de meterlas por la estrecha alcantarilla en su estado de inconsciencia.

———————————————————————————————-
Muchas gracias por leer 💜
yeyejenni

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top