Comadrona

Una pesadilla convertida en el sueño perfecto con la persona indicada. Así, vivir con Tails Doll significaba vivir en un cajón polvoriento de menos de un metro en el que Sonic.EXE claramente no cabía, pero vivir con Sonic.EXE significaba vivir levitando en la nada hasta que alguien fuera capaz de invocarlo.

—Tengo prioridades —renegó mientras veía desde la cama a Doll acomodarse en el cajón de la cómoda que podría desmoronarse si alguien se apoyaba en ella, por más cuidado que fuera el que se tuviera. Por experiencia propia, al menos, Exe en algún momento quiso marcar su nombre con sus garras y toda la madera se desmoronó sobre Doll, quien seguía en el interior y provocó un incendio forestal en medio de su propio mundo, fuego que Zalgo pudo desaparecer al solo mirarlo, pero que dejó correr para lograr que llegara a la cabaña de los proxies. El peluche empujó con pesadez un par de ojos tibios para no manchar su tela durante las siguientes treinta horas de descanso—. ¿No vienes? Para regalarte una segunda oportunidad de saltar y coleccionar una púa mía. ¿Te puedo dar un comentario? No me gusta que insistas en clavarlas al interior del ataúd en nuestra puerta.

—¿Saltar? Me la acabas de atravesar y se rompieron diez de mis costuras. ¡Así que no! Tengo que arreglar eso o me desarmaré cuando me abraces por detrás. Por cierto, tu azote me extinguió la cola derecha, adivina quién debe armar eso —siseó.

—Hay otras cosas que te puedo hacer por detrás —mencionó sugerentemente, Doll lo miró unos segundos y se recostó para poder cerrar su cajón con él dentro—. Me refería a tocar tus nervios, siempre piensas lo peor de mí.

Incluso de esa manera, formalizar una relación con el vulpino fue lo más raro que se manifestó en su mundo durante este milenio, al menos, no solo porque hasta Slenderman visitó la mansión de Zalgo con el afán de saber más —chismoso predilecto, pero un chismoso elegante—, sino porque fue vista la luna roja y, aunque la habían apreciado muchas veces, Pinkamena más como Pinkie Pie dijo que era señal de que fueron bendecidos por el aire que emanaba su tierra, quizá les esperaba algo bueno.

Exe seguía esperando ese "algo bueno", creyó que lo había encontrado cuando Tails Doll se quedó atorado en una lavadora durante una expedición absurda en la cual se involucró por culpa de un ratón. Le pidió ayuda para salir, eso se sintió como el cielo, pero hubo una sensación de soledad que acompañó el agujero en su abdomen, de cuya abertura salpicaba sangre por cada vez que reía, la cual ocasionó el zorro la tarde en la que abandonó la máquina para lavar.

Aquello no importaba en su sentido literal, había vivido miles de años sin tener contacto con alguien hasta que se le dio un cuerpo, el de Sonic, para tener forma y no ser solo una materia amorfa en el universo; sin embargo, él estuvo bien con ese tópico hasta que otra mancha tomó la forma de Tails Doll, todo fue bueno hasta ese momento, porque apenas si lo vio y una fuerza superior lo impulsó a intentar de diversas formas acercarse a él. Para aquel entonces, había considerado cambiar de cuerpo pese a lo reciente que fue para él, mas no se sentía conforme con el suyo.

—Me gusta esa cosa en tu cabeza, ¿es...? —La oportunidad para generar una primera buena impresión no había salido como esperaba, principalmente porque Sonic.EXE se tomó el tiempo de memorizar una conversación donde él era el único que dirigía la palabra y se dio cuenta en el mismo instante en que Tails Doll giró para verlo con un molesto ademán de antipatía—. Es una roca de sangre, ¿arterias o venas? ¿Quizá una sangría? ¿Quién te la dio? —Habría preferido no sonar tan ronco al comenzar, estaba inclinado hacia atrás como si se hubiera petrificado en medio puente, una postura habitual en él, quien siempre levitaba y su propia gravedad le permitía hacer lo que quisiera.

Doll resopló, era de su peculiar disgusto que Exe lo viera desde abajo, sobre todo desde que los rumores que corrían entre las obras de Zalgo apuntaban a que el erizo se lo quería comer de una forma que no se parecía en nada a cuando el zorro se cortaba una parte del rostro para tener una boca temporal que le permitiera tragar pedazos enteros de carne humana.

—Es un rubí —corrigió, la piedra preciosa brilló tenuemente—. Sirve para deshacerme de todo lo que no quiero cerca de mí; para tu caso, hacer milagros.

—Como una virgen. —Regaló un comentario sincero que no ocultaba ningún doble sentido.

—Aj. —Pero que de cualquier modo fue tomado de la peor manera—. ¿No tienes algún trabajo por realizar lejos de mí?

Tails Doll había sido cruel en un comienzo, usaba el rubí con él como arma siempre, la empleaba para teletransportarse cuando lo divisaba en su periferia y las personas normales casi no podían invocarlo por lo complicado que era, pero eso le gustó a Exe, incluso se lo dijo, aunque al parecer "me excita cuando te pones difícil" no era sutil ni romántico, y nunca usó "excitar" para nada más que "emocionar". En verdad, ese halago encantaba a otros protagonistas de creepypastas. Exe había creído por un momento que Tails Doll fue creado con alguna deficiencia que lo volvía así, él se alejaba de la versión rara de Sonic con frecuencia, evitando hasta las llamadas del dios que los creó: Zalgo, quien los mantuvo juntos cuando les hizo saber que en un mundo alterno son mejores amigos.

A Exe le costó entablar un diálogo con Doll más de lo que le costó huir de la mente de Zalgo después de ser castigado por dejarse ver en el mundo del que provenía Pinkamena: ella le pidió que le quitara las alas a las alicornios, no le iba a decir que no ante la desesperación de los ya no alados viendo mutiladas partes de ellos. En aquella ocasión, y después de luchar para no transformarse en un pony producto de la naturaleza del nuevo espacio, Doll lo ayudó a escapar. El más bajo con forma original de peluche tomó su mano, evento que no se veía entre criaturas como ellos, pero el zorro lo hizo y fue suficiente como señal de que Tails Doll no le era indiferente, incluso si le desgarró la muñeca al clavar sus garras en él como forma de asegurarlo consigo.

Comenzó la carrera del cortejo, y empezó con una elegante propuesta de salir a asesinar gente bajo la sutil condición de promesa. Doll aceptó, aunque Exe nunca estuvo seguro de que fuera por buena voluntad: las promesas hechas con el nombre de Zalgo no podían romperse sin provocar la muerte, y la agonía duraba al menos un siglo. También lo buscaba para comer juntos, Doll nunca se lo negaba porque el erizo siempre le llevaba ventrículas en exposición decoradas cuidadosamente con ojos en rodajas, y la vista le resultaba encantadora. Esos momentos fueron los que más los unieron, sobre todo cuando de robarse porciones de riñones pasaron a robarse púas, mechones y besos.

Cuando Exe besó a Doll, varios creepypastas estaban presentes y hubo una regurgitación colectiva frente a Eyeless Jack, quien veía con melancolía cómo restos de órganos que le habían costado tanto sacar de sus dueños ahora se estrellaban contra el suelo para pasar a la basura. Tails Doll primero estuvo tan sorprendido que hasta perdió su transformación ilusoria y se convirtió en un peluche, pero al instante volvió en sí y le correspondió su tosquedad como logró, puesto que podía sentir los dientes afilados del erizo y la sangre de su rostro hirviendo. De cualquier modo, terminó sin una parte de la mejilla.

Zalgo no mostró interés en esa nueva pareja: Rainbow Factory y Pinkamena actuaban como lesbianas, mas nadie había visto nada que indicara que iban más allá, a comparación de Tails Doll y Sonic.EXE. Los proxies eran curiosos, ingresaban a la mansión de Zalgo pese a tenerlo prohibido, pero todo sea "por el método científico", o así lo quería creer Eyeless Jack.

—El primer paso es la observación.

Jeff dijo eso a propósito. Por los demás, Laughing Jack ambientó diferentes espacios exclusivos para la pareja, dado que se trataba del primer emparejamiento que existía en su dimensión: realmente persiguió a Ben Drowned cuando puso un pie en uno de esos lugares decorados. Él decía: "Para las citas, para la boda, para las peleas, para las reconciliaciones, para los momentos de quemarse los oídos y vista, y para el bebé". Costó un año convencerlo de que ese bebé no se llamaría "Isaac" ni lo encerraría en una caja, pero valió la pena cuando un rayo de color rojizo asomó por su cabellera.

Exe adaptó con su velocidad una cabaña fuera de la mansión de Zalgo lo bastante lejos de cualquier creepypasta para que ni él ni Doll fueran molestados. Tails Doll continuó con su hábito de dormir en un cajón al lado de una piquetera en caso de que este fuese abierto para hacer mucho ruido, pero en vista de que Exe se estaba obligando a él mismo a dormir en una cama normal y le costaba el doble de trabajo no levitar de manera inconsciente, Doll se unió a su lado e intentó conciliar un estado de suspensión, porque no podían dormir.

"Dormir" juntos era bueno. Tails Doll en suspensión pasaba a convertirse en un peluche, y Exe aprovechaba eso para tratarlo como una pieza de porcelana.

—Quiero que sepas que estoy despierto ahora —advirtió el zorro al sentir un dedo presionando entre las costuras de su entrepierna.

—Mucho mejor, me encanta oírte gritar.

—Y tengo paciencia cero con un rubí que te lo hará recordar si... ¡Ah! ¡Exe!

El cobalto no estaba seguro de que Tails Doll haya estado mentalmente listo cuando lo penetró de sorpresa, pero, una vez que el zorro lo atrajo para sí con ayuda de su telequinesis, supo que ya no importaba. Sin embargo, la sensación de soledad.

Una medianoche, alguien creyó que era buena idea invocar a Tails Doll, y dada su enorme falta de almas que alimentaran su vacío ser, tuvo que ir. Sonic.EXE lo acompañó para matar el tiempo, sin embargo, al deslizarse con cautela hasta la habitación del desafortunado, se percató de que Doll no llegó a ella, por el contrario, se detuvo a más de cuatro metros de distancia frente a una puerta de madera oscura, juntada con un sol sonriente colgado que invitaba a pasar con dulces palabras. Era el cuarto del bebé de la casa.

El alma de un bebé era más exquisita que la de un puberto, pero no era comérselo lo que atrajo al portador del rubí. Entre paredes verde pastel junto con una corriente de aire ingresando por la ventana entreabierta, la oscuridad cayendo sobre ellos, Tails Doll pasó su mano de tela por los bordes de la cuna, haciendo movimientos de cabeza como si la inclinación facilitara entender por qué el niño no lloraba.

Sonic.EXE y Tails Doll visitaron una vez, hace bastante tiempo, un hospital de maternidad del centro de la ciudad más cercana a una creepyhouse en el sur de lo que conocían como América, sus colores claros llevaron paz al menor, una inmensa tranquilidad que lo guio a levitar entre las incubadoras neonatales. De hecho, Exe estuvo a segundos de almorzarse unos trillizos, de no ser porque una risilla proveniente del zorro resonó como una risa profunda entre el silencio de los nada conversadores pequeños. Se irguió para avanzar hasta el humano que era fuente de gracia para su pareja, pero el prematuro no estaba haciendo más que sonreír.

El problema sin serlo era el rubí de Tails Doll, porque brillaba y aparentemente eso le llamaba la atención, lo cual se hizo más evidente en su segunda visita al mismo lugar, con el mismo bebé y la misma risilla. Lo opuesto fue en la sala de recién nacidos sin tanto monitoreo, los cuales parecía que elegían desgarrarse la garganta solo por hacerles saber a los enfermeros que ellos podían ver algo que los adultos no. Nunca hubo una tercera vez, pero sí una explicación a Doll de que los bebés no permanecían para siempre atrapados en esas cajas como peces.

Exe reconoció a ese niño ahora que lo veía en esa cuna desde la última vez en el hospital, pero no reía esta vez, lo cual fue un acto decepcionante dado que su risa era otra forma de alimento para el zorro, no para Exe, aunque le resultaba endulzante. El rubí de Tails Doll brilló para atraerlo como las dos únicas veces que lo vio, sin causar ninguna reacción. La antena del vulpino se arrugó: estaba muerto.

Doll arrancó la manta de su cuerpo sin temor a lastimarlo, ya no había nada qué lastimar. Con una sombra que Exe no solía ver en él, Tails Doll se dirigió al cuarto de quien lo solicitaba. El peluche no recordaba que en alguna parte de sus múltiples modos de invocarlo se especificara la palabra "sacrificio", porque no lo tomaría al no tratarse de un alma arrancada con sus propias manos, pero el joven que lo llamó no tomó eso en cuenta y borró la única sonrisa humana que le habían dedicado y la única que no deseó borrar cuando tuvo la oportunidad, porque sí, de todas formas esa noche cenaron al menos cuatro menores.

Exe permaneció en el marco del cuarto con la pequeña víctima dentro. No le interesaba lo que estaba pasando porque sabía que era típico de los vivos hacer esas tonterías con quienes compartían lazos de sangre; pese a ello, suspiró cuando Tails Doll se aferró a él al pasar por su lado, goteando sangre tan roja como la piedra preciosa en el zorro y dejando un rastro que se esparcía en lo que parecía ser un departamento. Ingresó una vez más al cuarto infantil y cubrió al bebé como si su cuerpecito helado sin alma necesitara calor todavía. Soledad.

No era soledad como si Doll se alejara a menudo, porque no lo hacía, siempre estaban juntos, sino que se sentía un espacio vacío, un espacio para alguien más. Tails Doll también lo sintió, pero él sabía que los únicos con el poder de crear un ser nuevo eran Slenderman y Zalgo, Sonic.EXE también podía al ser un dios en su mundo, pero ese era el problema: las criaturas en su mundo están vivas mientras él piense en ellas, no eternamente; por tanto, a este se le ocurrió que el único camino para su objetivo común era hacerlo a la antigua.

—Siempre podemos... —empezó. Doll y él se encontraban recostados uno al lado del otro ese mismo día, mirando al techo ensangrentado debido a los ojos que formaban un pentagrama invertido. Las frazadas los cubrían hasta el pecho y existía una clara incomodidad por el que así fuera, ninguno estaba acostumbrado a arroparse, pero el calor de su pareja se sentía muy reconfortante.

—Pero ya lo hemos hecho muchas veces, no ha funcionado, es inútil —respondió con suavidad, asimilado la escena anterior y, aunque sabía que Exe haría lo posible por distraerlo, no estaba seguro de querer esforzarse por el momento.

—Nunca me he venido dentro de ti.

Tails Doll miró a su izquierda con sorpresa, chasqueó la lengua con el ceño fruncido cuando todo lo que recibió como explicación fue la risa kefka del erizo.

—Lo hago en tus colas, me gusta cómo gotea en ellas cuando te levantas.

—¡¿Y cuándo pensabas decírmelo?! —Doll llevó una mano al par esponjoso detrás, como si la semilla de hace semanas siguiera ahí—. Siempre creí que lo hacías dentro, nunca me preocupé de ellas... ¡Eso explica lo que pasó con Sally!

—¿Qué hizo la lamebotas?

—Gracias a ti me preguntó por la esclerótica derretida en mis colas, ¡nunca fue eso! ¡Jeff casi deja caer en la comida de Ticci Toby el trapo con el que las limpié, Sonic!

—.EXE —agregó—. Entonces, ¿sí?

—No aquí, Smile.dog insiste en dormir debajo de nuestra cama. ¿Qué tal te va? —preguntó con una leve inclinación por el borde del colchón relleno de grasa humana: Eyeless Jack había encontrado la forma de que no traspasara la tela y terminaran manchados, por lo que su apariencia pulcra no parecía tener un origen perturbador. Sonic.EXE levantó una oreja por si acaso, justo cuando el perro deformado gruñó en respuesta—. Te dije, no puedo sacarlo de acá, ¡insistió en invitar a...!

The Rake abrió con sus largas garras la ventana. La pareja observó detenidamente cómo sufrió para hacerlo, incluso cuando el marco casi lo aplasta y se vio en la obligación de dejarse caer en el interior del cuarto para, de inmediato, introducirse debajo de la cama.

—¡The Rake por tres noches seguidas! —continuó Tails Doll.

—Espero que no hagas esa entrada en el mundo de los vivos, provocaría risa en lugar de llanto —comentó Sonic.EXE. El recién llegado emitió un grito característico de sí para que dejara de hablar del tema—. Está bien, pero... ¡No! ¡Fuera! Tú, ¡bájate o te disecaré para colgarte en mi cuello!

—¡Ah, no! A Grinny déjala —objetó Tails Doll tomando al felino en sus brazos—. Esto lo pasamos todas las noches, ¿cómo es que recién la quieres echar?

—Antes no teníamos al Rastrillo debajo rascando las patas de la cama. —Era evidente su disgusto, ya no tenían privacidad: si bien la cabaña estaba muy lejos de cualquier creepypasta bípedo, las otras criaturas vieron una especie de hospedaje en sus nuevos vecinos.

—Rake, podrán ser huesos de hombres, pero siguen siendo débiles —mencionó el zorro sin exasperarse. El Rastrillo permaneció quieto.

—Nos soportan teniendo sexo, no son tan débiles.

Tails Doll abrió la boca para protestar su falta de cautela, pero Grinny Cat lo detuvo al bajar de la cama de un salto y dirigirse al armario en el que solía dormir hasta que fuera descubierta por Exe, quien un día la tomó de la cola para sacarla de la residencia.

—¡¿Alguien más llegará?! ¡Para desmembrarlo y comerme sus sistemas!

Splendorman, quien paseaba dando brinquitos con flores en sus manos como todas las noches en las que regaba pétalos como protección, dio una muestra de horror ante la advertencia de Sonic.EXE y se regresó dando traspiés por el camino en el que sus tentáculos dejaron dulces.

—Lo tengo, vamos al hotel —sugirió Doll—. Desde que asesinamos a las personas allí y no encontraron nada, fue clausurado y está en el abandono desde hace años. Estaremos solos en ese lugar, nadie se ha atrevido a acercarse y lo convirtieron en una casa del terror, únicamente los que tienen ganas de morir y documentarlo van; así que, si encontramos a alguien así, ya tenemos nuestra cena.

—Increíble.

Exe tomó la mano del zorro y los teletransportó fuera de la edificación en mención. Ella estaba grisácea, con las ventanas rotas o cubiertas de periódico, el letrero que contenía el nombre iluminado del hotel se hallaba en el suelo, junto al camino de sangre seca que se desprendió al trasladar todos los cuerpos al exterior y formar una torre con ellos.

—Esa fue tu idea, una gran idea —evocó Tails Doll—. Aunque le ahorraste el trabajo a los hombres de las luces que parpadean.

—Son policías. Supongo que lo hice, pero eso permitió que más personas los vieran. ¿Quieres pasar primero?

—¿Esa galantería es porque me quieres hacer un bebé o porque la última vez que estuvimos aquí casi me atrapa un lunático gracias a que me empujaste para escapar primero?

—No estábamos escapando, estábamos yendo a la única salida y solo me adelanté para bloquearla. Además, ¿sí te gustó su corazón?

—Escogí el pulmón y sabía horrible, la próxima me tragaré su alma y me limitaré a eso.

—Los humanos no viven dos veces, Tails Doll, tendrás que intentarlo con alguien más —explicó el erizo con una mano en la espalda baja del zorro cosido, invitándolo a pasar primero.

—¿En serio? Qué triste, yo me deshice de un niño y eso explica por qué nunca regresó a jugar, lo esperé dos años, ni siquiera me lo dijo. Gracias, cariño.

Doll levitó un poco más para alcanzar a darle un beso en la frente. La primera vez, Exe lo apartó porque pensó que le quería comer un ojo dada su extraña fascinación por ellos, pero después recordó que no tenía unos y vio que Tails Doll solo le quería dar una muestra de afecto parecida a la que realizan las personas normales o las que vio hacer a Eyeless Jack cuando besaba el cerebro de sus víctimas para saber si valía la pena llenar su refrigerador.

Sonic.EXE esbozó media sonrisa antes de entrar al hotel para inseminar al vulpino, tenía planes buenos sobre eso, en especial porque sería entretenido ocultarlo hasta que el producto de una noche de locura pudiera valerse por sí mismo y mordiera un tentáculo de Slenderman al confundirlo con una serpiente venenosa. La realidad de todos sus encuentros en un inicio era curiosidad más que antojo, pero ahora podría jurar que era todo lo contrario.

—¿Crees que sea un peluche? —cuestionó el cobalto con una mano en la puerta de vidrio rota—. O una mancha.

—Fuimos una materia amorfa, pero podríamos pedirle a Él que le dé un cuerpo, ¡como a nosotros!

—Bien, pero antes de dar un cuerpo, yo necesito darle a tu cuerpo. ¿A dónde quieres ir? —preguntó al cerrar la puerta ahora detrás de ellos, pero no recibió respuesta. Al volver a su posición a un costado de su consorte de alma, una mano golpeó su nariz y lo mandó de regresó a la entrada.

—¡Eso no vale, Hoodie! —Ticci Toby miró el cráneo recientemente pulido detrás del erizo antes de continuar su queja—. ¡No me dijiste que dos cabezas estaban jugando!

—¡¿Qué hacen aquí?! —Tails Doll levantó la parte descuartizada y la pulverizó con su rubí colgante, aunque una fracción de su poder mental para atraerlo ya había hecho parte del trabajo—. Debería estar vacío, no hay espacio para ustedes. No es una creepyhouse.

—De hecho, son quince pisos y Slenderman no quiere desorden en su cabaña —contestó Masky desde el interior de un sofá—. No íbamos a correr el riesgo de ser muertos y resucitados; ellos se enteraron de que ambientaron este lugar para nosotros, yo fui obligado a venir.

—¡Sí! ¿Y quién se iba arriesgar a que le hicieran un San Bartolomé? Estamos aquí para escapar de la represión injustificada de Slenderman —explicó Tobías.

—¡No ambientamos nada para nadie! —Exe tomó la mano del vulpino y la levantó con la suya—. ¡Es para nosotros! No para fenómenos que siguen a un escuálido con terno.

—¿Y qué le decimos a los demás? —Toby señaló el pasillo de puertas a cada lado.

—¡Lárguense todos! —El erizo levitó hasta la primera habitación a la izquierda y tomó la perilla oxidada—. No me importa quiénes son y para qué... para qué vinieron... ¿Y ustedes qué están haciendo?

Eyeless Jack tenía a Jeff the killer sobre una cama ensangrentada, pero la falta de ropa de ambos fueron lo que asqueó a la creación de Zalgo. El creepypasta sin ojos dejó de acariciar lo que Tails Doll pensó que sería el esófago y se aseguró de que Jeffrey siguiera vivo. Un pulgar arriba sirvió.

—Le estaba diciendo que tiene un hígado bonito —aclaró el asesino de la máscara azul dejando su bisturí a un lado—. Interesante pulmón, ¿te parece una revisión más invasiva?

Doll pudo sentir su rubí presionando para agrietarse al ver esa escena, pero para asegurarse de que era lo peor que presenciaría en la noche, dio media vuelta y abrió el cuarto opuesto: Laughing Jack y The Puppeteer aparentemente lloraban porque Pinkamena les recordó sus vidas antes de convertirse en lo que son y porque le recordó al titiritero que cierto creepypasta ya no era creepypasta.

—¿Para esa basura mataste a tus padres? ¡Mejor te hubieras quedado bajo su techo lavando trastes, perra! —Suicide Mouse corrió hacia el fondo del pasillo con un cuchillo en mano mientras seguía a un Masky recién salido del sofá.

—Ese fue Jeff —renegó Sonic.EXE—. ¡Bien! ¡Tails y yo...!

—Tails Doll.

—¡Tails Doll y yo vivimos a follar! ¡Si no se van ahora, le daré mi esperma delante de todos ustedes!

—A mí me interesa.

—¡Lárgate, Offenderman!

El cobalto creyó que solo saldrían los que vio con anterioridad, pero fue todo lo contrario al ver la muchedumbre que corría desesperada a la salida, hasta el hombre de la medianoche escapó, mientras que Offenderman salió dos minutos después del resto cargando una pila de preservativos que se desparramaban en el suelo por cada paso que daba, con suerte, al menos le quedó un par cuando estuvo ya fuera del hostal abandonado.

—Fue el segundo contratiempo, no importa, ¿vamos a la segunda planta? —Exe recogió uno de los objetos que el pariente de Slenderman siempre portaba.

—Me gusta el piso trece, pero vamos a donde quieras, porque me urge esa atención.

Nunca habían planificado cuándo harían esas cosas, normalmente Exe se acercaba a Doll o Doll se ponía a su lado en cualquier lugar y ya estaban coqueteando para llegar a algo más, pero esta ocasión fue distinta porque querían lograr que Tails Doll termine la noche gestando y el erizo empezaba a preguntarse cómo harían eso si la verdadera forma del zorro era la de un peluche que le llegaba a la cadera.

El vulpino se veía bien con su apariencia más semejante a Tails, mantenía sus costuras que acoplaban sus extremidades y se apreciaba mejor el desenvolvimiento de sus colas, pero no tenía la facilidad de usar esas piernas, por lo que prefería levitar, tampoco era del completo gusto para el erizo, dado que lo conoció siendo un peluche y no una imitación bizarra de Tails.

—Me gusta cuando no tienes que fingir ser alguien más. —Exe recostó al zorro, primero dejó caer su espalda sin dejar de mirarlo fijamente, luego retiró el brazo que sostenía sus piernas para permitir posicionarse sobre él.

—¿No hablamos de esto ayer? —Tails Doll paseó su mano por el torso del cobalto, hasta llegar a su ingle.— Tengo dedos. —Toqueteó—. Eres mucho más grande que yo, y mayor también. —Doll bajó sus orejas como acto reflejo ante el más alto queriendo morder una, pero la levantó al instante para permitir que lo hiciera.

—Solo nos llevamos por cincuenta años —le recordó. Doll sonrió, pero se mantuvo en su forma más antropomórfica—. ¿Y si prometo coserte en caso de que algo salga mal? No encontraba la oportunidad de decírtelo con el hombre que se porta como perro, con Smile.dog y con The Rake durmiendo debajo de nuestra cama.

—Tienes un punto. Lo aceptaré, pero sé cuidadoso, te lo pido. —Doll se dejó desvanecer con lentitud para volver a su apariencia natural. Tampoco era tan pequeño y, pese a la imagen de ser inerte, podía pestañear y moverse tal y como lo haría siendo Tails; en una ocasión, el zorro anduvo sobre sus pies de manera cómoda y hasta danzó con él, no tenía una razón real para tomar otra forma, siendo que era medianamente grande: el original Tails Doll del mundo de Sonic tenía la mitad de la mitad de la mitad de esa mitad.

El tiempo se detuvo un instante mientras Tails Doll volvía a ser él mismo, su rubí brilló para emitir el sonido de un suspiro ante la falta de su boca, pero la mueca que reflejaba su vista evidenciaba que estaría sonriendo.

—Estás babeando. ¿Me vas a embarazar telepáticamente o no se te para? —cuestionó sarcásticamente. Exe le gruñó para que se limitara en sus bromas, pero en el fondo sabía que no lo detendría.

—No pesas nada. —Observó el erizo al tomar su cintura para intercambiar de lugares. Tails Doll tarareó su propia melodía al mismo tiempo que se mecía adelante y atrás sobre su pareja, jadeando ocasionalmente solo para ponerlo a prueba en su resistencia. Abrir lo más que pudo sus muslos para tener una estancia cómoda en el regazo de Exe provocó que una costura tirara como si estuviera por romperse, lo que el cobalto alcanzó a presenciar sin perder de vista la presión ejercida por el menor—. ¿Qué color de vena quieres?

—Me coserás con un hilo —renegó con el ceño fruncido, su joya brilló con cautela—. Las venas y las arterias de los humanos son de mal gusto para mis tejidos. ¿Y qué? ¿Te dio miedo?

—¿Destrozarte sin haber empezado?

—Métemela, cobarde.

Exe tomó la cadera de Tails Doll y le dio la vuelta para tener un mejor panorama de sus colas, el dueño de estas dio un chillido por el movimiento brusco. El más pequeño no dudó en mirar sobre su hombro para reprenderlo por no avisar, estaba seguro de que, de haber mantenido su otra apariencia, se habría roto una pierna; sin embargo, lo único que logró expresar fue el temblor en su cuerpo cuando un bulto en crecimiento lo empujó hacia arriba por hacerse notar.

—Ya me estaba aburriendo de tanta palabrería y poca... poca acción. —Tails Doll mandó su cabeza hacia atrás cuando Exe comenzó a penetrarlo sin ceremonia, había esperado por lo menos un mensaje tranquilizador o un juramento de que seguiría existiendo luego de esa ronda. Su cuerpo no estaba listo para recibirlo, por lo que hubo renuencia a montarlo al instante: podría no ser monumental en exceso, pero era ancho y Doll sentía su interior arder ante la idea de tenerlo dentro de él.

—¿Qué pasó? Te callaste de repente —carcajeó Exe debajo de él poco antes de jalar una de las colas que descansaban en su abdomen—. ¿Fue demasiado? —Forzó su entrada, no sería la primera vez que lo rompería por caliente. El ojiazul siseó una palabrota bajo la explosión de placer y dolor recorriendo su cuerpo, había empezado a humedecer desde que Exe se acercó amenazadoramente a él, empequeñeciendo su imagen, lo que favoreció la nula lubricación que creyó tener en un inicio. Bajó la mano hasta su abertura con el fin de acariciar sus bordes, buscó apaciguar el calor acumulado con la fricción de la tela en sus puntos más sensibles; era un peluche por fuera, pero definitivamente no significaba que tuviera felpa por dentro. Los roces proporcionados para autocomplacerse tuvieron el mismo efecto con el intruso, ni siquiera fue empalado por completo, Exe le había metido solo media punta, pero Tails Doll sentía que podía llegar al orgasmo con eso.

Cuando el agarre fue menor, el erizo se introdujo más, manteniendo una mano en el hombro del vulpino para evitar que se alejara de su polla; un espacio pequeño para una herramienta de trabajo tan grande. La siguiente estocada con la que Exe quiso llegar a lo profundo de las entrañas del zorro acrecentó la sensación de escozor y sobrevino un dolor agudo que, de no haber contado con la presión del cobalto sobre si, lo habría hecho saltar para salvaguardar la vitalidad de su zona erógena.

Doll gimió bajó el dominio de Sonic.EXE, se libró de su agarre para tomar un adecuada inclinación que, además de dar pase al miembro dotado, le dejara ver de qué manera era tratado, saber cuándo detenerse. Su rubí vibró con intensidad por la vista; el cobalto aprovechó esa distracción para empujarlo de un solo golpe hasta que tuvo toda su longitud abrazada por el calor de Tails Doll. El menor dio un alarido largo cuando la invasión atravesó todo lo que estuvo en su camino hacia dentro, se presentó tan frágil y sumiso recibiendo lo que cobalto le daba que Exe mandó su cadera hacia arriba por un segundo solo para ver a Doll enloquecer con la rapidez en la que iban.

—¿Qué se siente estar allí arriba? —Se mofó, Tails Doll suspiro como si hubiera estado conteniendo la respiración desde que le murmuró que esa noche lo dejaría bañado de blanco—. ¿Te gusta? ¿Sí? ¿No? Por completo...

Al oírlo reírse, el peluche intentó cerrar sus piernas como forma de cubrirse de una pena inexistente, pero Exe las tomó antes que él actuara y las extendió a ambos lados lo más que pudieron, dejándolo terriblemente expuesto pese a no poder apreciar ese paisaje, maldijo que se encontrara del lado contrario. Doll se sumió en el silencio mientras el erizo consentía las costuras en su espalda y colas, rompía un par a propósito, paseo sus garras ensangrentadas por los extremos más delicados sin apartar de vista cualquier reacción del ojiazul, encantado por cómo esa entrada ondulaba alrededor de su circunferencia.

—¿Ya te arrepentiste o qué? —Tails Doll se las arregló para tener bajo control su gema y poder articular alguna palabra sin temor a soltar algún gemido en el intento. Dado que Exe sostenía sus piernas, se dejó caer de espaldas sobre tu torso, mirando hacia arriba para chocar sus miradas—. ¿O eso era todo? Qué rápido... ¡Exe!

Doll no estaba seguro de si alcanzó a gritar en el momento en el que las embestidas sin mesura comenzaron. Exe no perdonaba nada, su cuerpo le exigía terminar en el interior del zorro como nunca había hecho, llenarlo, darle lo que quería y, luego de tenerlo bajo control con la seguridad de que su descendencia se estaba formando, tal vez preocuparse por justificar su falta en las invocaciones que realizaban los humanos.

—¡Por Zalgo! —Tails Doll arqueó la espalda cuando el cobalto empezó a usar su velocidad supersónica, cubrirse dejó de importarle y cualquier sonido obsceno que surgiera por instinto era lo único que le permitía saber al erizo que lo estaba disfrutando. Quería gritar el nombre de su pareja de mirada sombría, pero no podía y la habitación se llenó del ruido húmedo del impacto que Exe ejercía sobre el ojiazul, tratado como el muñeco que era y sacudido con tanta fuerza que se sintió como un milagro no marearse en la primera media hora—. Perfecto —pensó, no había manera de no terminar fertilizado esa noche, Exe le cumpliría, tendría su semilla dentro de él y no lo dejaría salir hasta que hubiera dejado todo lo que tenía en lo más hondo de su cuerpo.

—Vaya, vaya. ¿Se supone que Sally tiene que estar acá? —Zalgo mandó volar la puerta a través de la habitación con tan solo verla. Por acción-reacción, la impresión ocasionó que Tails Doll mandara un rayo fulminante contra el dios. Normalmente, eso habría reducido a cenizas a un humano, pero a Zalgo lo afectó tanto como si solo hubiera sido una brisa cerca al mar la que le dio justo en una de sus siete bocas. Exe tomó asiento de golpe, por lo que el zorro cayó sobre su rostro contra la cama.

—¡Lo siento! —Tails Doll volvió a incorporarse y entre él y el erizo tuvieron que llegar a un equilibrio para no tirar ni hacia atrás ni hacia adelante a ninguno.

—No haré comentarios ni les diré que me siento con un gran pesar al ver a dos de mis creaciones rebajándose a actos mundanos... ¡¿Qué están haciendo acá?!

Exe, sobre todo, se sintió humano por un momento porque experimentó algo parecido a la vergüenza: era la segunda criatura más vieja después de Zalgo, aunque de las últimas con un cuerpo, sí fue la segunda en ser creada de la histeria colectiva y en sus siglos de existencia no pensó que el ser más poderoso de todos ellos lo encontraría en una situación como esa. Es más, en determinado momento de sus largas y monótonas vidas apostaron a que Zalgo perdía la castidad antes que él, pero cualquier intento de tomar apariencias humanas moría porque resultó que el gran dios era el ser más soporífero que podía existir.

—¿Qué haces tú acá? ¿Perdí? —preguntó para no sentirse más miserable—. ¿Slendy aceptó? Qué feos gustos tienes.

Ni Doll ni él evitaron reírse ante eso, aunque Slenderman a un lado no reaccionó ante una más de las múltiples veces que Exe quería burlarse de él. Zalgo no tenía cuerpo, era la "cosa", pero para ingresar a lugares como esos trataba de verse antropomórfico, aunque de la misma altura que el creepypasta con terno porque, según él, la libertad de tomar el cuerpo que quisiera no tenía gracia si podía ser más alto o más bajo que alguien de su mismo rango.

—Ja, ja, cállate o te quitaré la capacidad de comunicarte con alguien más —dictó el dios superior. La joya de Tails Doll se apagó ante el miedo, pero Exe solo bostezó porque había escuchado esa reprimenda más veces de las que un hombre pestañea en su promedio de vida.

—Entonces, ¿harán de voyeristas o podemos seguir...?

—Silencio. Sally, levántate, por favor.

Sonic.EXE no seguía órdenes de Slenderman, iba a mandarlo a rodar por haberlo intentado, pero la tos bajo la cama que no se asemejaba en nada a la de Smile.dog ni a cualquier animal que duerme bajo una.

—¡Sally! ¿Qué haces ahí? ¿Por qué no estás en la cabaña de los proxies? —Tails Doll cambió de apariencia para no verse vulnerable ante tanta gente sólida. Williams, la niña, sacó primero una pierna para arrastrarse por el suelo hasta que el marco de la cama dejó de aplastarla y tuvo la mitad de su rostro ensangrentado al descubierto.

—Yo solo quería jugar a las escondidas —confesó débilmente. Slenderman guio uno de sus tentáculos hacia ella y otro para levantar la cama, lo suficiente para conseguir sacarla de su ruidosa prisión. Al dejar caer la cama, la base se destruyó y Exe tuvo que colocar una mano en el pecho de Doll para que no se apartara demasiado, con fastidio. Mirar a Sally como advertencia de que la descuartizaría otra vez no tuvo el mismo impacto con Slendfideo a un lado sirviendo de protección, en especial porque llevaban un minuto y quince segundos viéndose las caras, la pareja sin entender por qué la otra pareja no se iba. Tiene el mismo significado, no importa desde qué pareja se vea.

—¿Quieren material para subirlo a una página dudosa o están esperando una disculpa con la hijita de papá? —cuestionó Sonic.EXE, se refería a Sally y a Slenderman, pero Zalgo se incluyó por alguna razón y excluyó al hombre de terno.

—¿Tengo papá? —Sally miró entre Slenderman y Zalgo antes de recibir dos toques puntiagudos en el hombro.

—Informalmente, sí; oficialmente, no, espérame unas décadas. —Zalgo no tenía ningún vínculo ni coincidencia con Slenderman más que haber creado a las bestias que conforman el círculo de creepypastas y ser los seres de mayor poder, pero Sally no se detuvo a pensar que solo fue una broma y había comenzado a creer que tenía una familia completa de nuevo.

—Estoy esperando que salgan de aquí. —Slenderman tampoco hizo un buen papel para lucir intimidante con Sally vitoreando a su lado.

—¡Ah! Sí, ahora le retiro mi pene a Doll delante de ustedes.

Tails Doll no tenía la misma confianza que Exe mantenía con Zalgo, por lo que pensó que era el fin del erizo. Sin embargo, la tensión parecía haberse roto por alguna conversación que solo ellos entendían, porque Slenderman no reaccionó como si entendiera algo y Doll no entendía en absoluto. Sí, al menos aquello se empeñó en creer, aunque ahora que veía a Exe rasgando su moflete más ensangrentado para ignorar el dolor de no tener la mitad de su brazo derecho intuyó que no importaba qué tan fuerte diga ser: mientras esté en el cuerpo de Sonic, seguirá siendo mil veces inferior que Zalgo.

—Zalgo santo, por un momento pensé que se tragaría la mitad de tu cuerpo. —Tails Doll miró la extremidad cercenada con preocupación—. Voy a teletransportarnos a nuestro hogar.

—Me comieron el brazo, Doll, no las piernas.

El peluche rio suavemente para no irritar el temperamento del erizo—. No era una pregunta. ¿Quieres que te cargue?

—Me comieron el estúpido brazo —repitió Exe con desgana—. Crecerá en un segundo.

—No debiste contarle la verdad. Zalgo, ¿has mentido tantas veces y justo hoy pensaste en hacer una confesión? "Queremos tener un hijo", como los malditos humanos que no tienen nada mejor por hacer. ¿Cómo está tu brazo?

—Crecerá en un segundo —reiteró—. No oí que te quejaras hasta este preciso momento en el que pienso por mí, por ti, ¡y porque no puedo hacer otra cosa que no sea ser protagonista de mi sensación del miembro fantasma!

—Bueno, tú me quitaste una de mis colas, no veo por qué te quejas: ¡yo tengo que sentarme en una mecedora y romper mi espalda para poder coserme a mí mismo, mientras que lo único que tú debes hacer es comerte a alguien!

—Y con todo lo que ocurrió, ¿todavía quieres tener uno?

—¿Cómo está tu brazo? —Doll hizo polvo todas las ramas que se encontraban frente a él para dejar un sendero libre para ambos—. Solo eso me importa ahora.

—¿Te refieres al que ya no tengo? En la tercera boca de Zalgo. Te pregunté, ¿todavía quieres tener uno?

—¿Un qué?

—La razón... —resopló— por la que estamos así.

—Me conformo con vivir de esta forma para siempre. Tú, yo, haciendo lo mismo de todos los días y sin intentar cambiar la vida de alguien, sin intentar nada nuevo, morir en la rutina. ¿Para qué queríamos uno, en primer lugar?

—Zalgo, ¿esa fue la manera más sutil que tuviste para decirme que sí? —Exe miró a Tails Doll y admiró lo lindo que se veía, recordó por qué había sido tan perseverante en convertirlo en su pareja, en por qué había tomado la decisión de colocar una parte de sí en él y en el impulso de proponerle crear la nueva forma de vida. El vulpino no se detuvo para contemplarlo de la misma forma.

—El bebé estaba muerto —recordó tras unos minutos.

—No por ti.

—No por mí.

Exe iba a abrir la boca para insultar a Zalgo por haber interrumpido su coito de cualquier modo infructuoso, ya que no resultaría nada de ahí, pero cuando su propio brazo golpeó su rostro, reconoció por primera vez la importancia de ser prudente.

Zalgo emergió desde el suelo, la oscuridad inicial que existía en el bosque resultó ser la de su presencia, cuya condensación permitió que la luz natural volviera a su respectivo lugar. Tails Doll se inclinó para recoger el brazo de Exe y este, apenas si lo vio sostenido por sus pequeños guantes, se lo tragó para poder recuperar la extremidad que le faltaba.

—Tails Doll y Sonic.EXE.

El zorro nunca había tenido una conversación "casual" con su creador, pero la reverencia que hizo no fue imitada por su pareja, quien se encontraba probando la movilidad de su parte recuperada e hizo poco por aparentar que la presencia de Zalgo merecía su respeto.

—¿Qué? ¿Te agradezco?

—Cuidado que podría dejarse sin cabeza. —Zalgo pasó por debajo de los dos para llegar al lado más despejado y señaló a Tails Doll—. Eres un peluche, no puedes concebir.

—Muchas gracias —siseó hacia el erizo. Exe se encogió de hombros y oscureció sus ojos por breves segundos.

—Al grano —ordenó. Tails Doll se preguntó, por mera curiosidad, si Exe todavía se vería sin la mitad superior de su cuerpo o ahora sí se vería en la obligación de cargarlo.

—Tú tampoco, tus ilusiones no tienen fuerza, desaparecen, te puedo y las puedo aplastar con solo contemplarlos...

—Ya, no eres Slenderman y no acostumbras dar los mismos discursos aburridos y de relleno que aprendieron de la política humana. ¿Qué quieres? —exigió saber con los brazos cruzados.

—Sí pueden tener una descendencia. —Antes de que la pareja se inquietara por la revelación, el dios continuó:— pero no de ustedes.

Zalgo alteró la atmósfera para que aparecieran en el terreno que estaba bajo su dominio. La gruta en la que particularmente descansaba estaba abierta hacia los demás, pero Exe no llegó a ver nada más que a un sin gracia Kagekao y el arroyo de sangre que inundaba el lugar de forma parcial.

—¿Tuyo? Ya tienes una decepción, perdón, "hijo" y es una decepción —manifestó el erizo.

—Creí que era hija —dudó Tails Doll.

—¡Cállense! No mío, me refería a que no saldrá de ninguno de ustedes. Saldrá de aquí.

¿A Exe le habían arrancado una parte de él antes del incidente con su brazo? Sí, pero en definitiva no era conocedor de que la creencia humana se podía extraer para fusionarse con otra. La energía de Tails Doll era ambarina, blanca en el centro y similar a la esfera garza que se desprendía de su frente. Zalgo no se movió para nada, y la falta de pupilas les impedía saber a ambos si estaba haciendo uso de alguna habilidad o los miraba fijamente antes de declarar que se trataba de una broma. Una vez que se enderezó, el espectáculo culminó y una mano brotó de la tierra para cerrar su puño en la mezcla verde que se formó, cubriéndola por completo y dejando confundidos a ambos.

—¿Y eso? —Exe forcejeó la mano para que deje salir lo que atrapó, sin causar alguna reacción.

—Cuando esté listo, se abrirá, me dejarán en paz. —Zalgo dirigió su mirada a los dos cuadros que tenía de Slenderman, uno con el que había intentado hacer brujería y otro que tenía por razones que no le detallaría a nadie—. Nos dejarán en paz y no regresarán al mundo de los humanos a menos que se trate de una invocación.

—Ah. Qué bien. —Las ganas de abandonar esa cosa eran grandes en Exe, pero Tails Doll no daba muestras de indiferencia, aun había acariciado los nudillos de la mano que afloró del charco de sangre con finura—. ¿Y cómo me la llevo?

—No necesitan llevársela.

Exe pensó que era estúpido mientras se dirigía a las afueras de la gruta polvorienta, pero cuando giró encontró a la mano siguiéndolo en lugar de a Tails Doll admirando su persona como si fuera lo mejor que hubiera encontrado en su vida.

—No necesitas irte, ella va a seguir a sus creadores, a donde sea que vayan, pero como no quiero que vengan aquí a menudo preguntando por su desarrollo, la apresuro en crearlo —expuso el dios de las siete bocas—. Tres semanas.

—¿Crear qué? —Doll hizo brillar su rubí para apreciar mejor el puño que contenía su energía y la energía de su compañero.

—Lo que intentaron fallidamente hacer, abominación para que no tengan que rebajarse a... hacer esas cosas en lugares abandonados con Sally presente.

—¿Ahí? —Por fin algo en qué interesarse. Sonic.EXE apareció al lado de Doll y observó con detenimiento la mano brillar, lo que duró antes de que Zalgo le arrojara una moneda.

—Elijan o déjenlo al azar. ¿Quieren un él o una ella? Su decisión debe ser visible para mí, pero colóquenla sobre el dorso —indicó a la extremidad. Tails Doll tomó la moneda, estaba entusiasmado, realmente no había pensado en eso, pero tampoco le importaba.

—¡Que sea lo que Dios quiera! —Arrojó la moneda al aire con la esperanza de poder confiar en la suerte y en su puntería, sin embargo, Exe la atrapó en pleno ascenso ante el horror de Doll y exclamó antes de redirigirla:

—¡Yo soy Dios!

Zalgo fue testigo de cómo el brazo que Sonic.EXE había recuperado fue nuevamente arrancado del dueño, aunque Tails Doll no se lo comió y eso no retrocedería el tiempo, nada calmó más al zorro que poder desquitarse por unos segundos antes de que la cacería se invirtiera con un resultado más... caluroso.

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—¡Le regalaré al bebé unas alas! Un cuerno... una cutie mark, una melena, una cola, ¿mariposas? ¿Brillos? ¿Manzanas? ¿Globos? ¿Qué es lo que quieres, bebé? ¡¿Qué es lo que quieres?!

—Es solo una mano. —Rainbow Factory tomó a Pinkamena antes de que sacudiera el puño por segunda vez. Tails Doll hizo resplandecer su piedra preciosa como amenaza, el contador indicaba que faltaba tan solo media hora para el día 27, para que supieran cómo se vería el producto de ambos, pero no se suponía que tuvieran espectadores al momento de la revelación. Jill había visitado la cabaña un día antes dado que Laughing Jack no podría hacerlo, y dejó un presente al vestir la mano creyendo que eso era lo que estaban esperando. También, Tails Doll la echó de la casa cuando se atrevió a tocar su objeto preciado con el objetivo de acelerar su crecimiento. El erizo rio, su actitud le hizo pensar en las gallinas y sus huevos.

A Exe no le afectaba el recelo del vulpino, ni que podían quebrar la mano si seguían hostigándola, él mismo se había hartado de ser perseguido a todas partes y sentía que le estaban haciendo el favor que habría pedido directamente si Tails Doll no se hubiera cosido al puño que sostenía su vitalidad. Sin embargo, al zorro le importaba, y los visitantes nocturnos que habían armado un mundo debajo de su litera ya no se encontraban allí, prefirieron alejarse antes que ser víctimas de los llantos desgarradores que emitiría el bebé una vez que naciera. En la opinión de The rake, si se lo pudieran comer sería distinto, pero Exe ni los quería cerca y había esperado mucho por el día en el que se esfumaran, así que no rogó por la permanencia de nadie y acumuló toda cabellera humana que pudo para llenar el espacio vacío antes de que otra criatura arribara. Tails Doll agradeció que se preocupara por ello, pero que le agradaría más su compañía en la espera.

Por lo tanto, y porque Exe no veía entretenido salir como si no tuviera pareja, permanecían horas al lado de la mano mutante, sus garras no eran impedimento para que durmieran apoyados en ella de vez en cuando. Doll le cantaba versos que el cobalto estuvo seguro de oír por el siglo XVII, pese a que conocía la versión de trescientos años posteriores y elegía oír esa que la más añeja.

—Quería que fuera mujer —se quejó el erizo diez minutos pasadas las seis de la tarde. La moneda se adhirió en el pulgar oscuro aquel día y, cuando intentó cambiar el resultado, se desprendieron otros órganos para protegerla.

—Quién sabe, tal vez lo hubiera sido si no hubieras metido tu manota en el camino. —Tails Doll dejó las púas del otro para examinar los dedos que descubrirían al menor—. Mira.

—¿Tiene un índice, medio, anular...?

—¡No, tonto! Se está deshaciendo.

—Zalgo dijo que se abriría, sino es eso, tal vez algo anda mal. —Exe dio media vuelta en el preciso instante en el que su porción de fe regresaba a su cuerpo. La mano que los había acompañado fue absorbida por la tierra y dejó una esfera centelleante levitando en medio del cuarto. El erizo había visto al ser de brazos hostiles antes, pero no esperaba que de ese mismo capullo fulgurante nacieran extremidades sin la capacidad de tocarlos, pero que los alcanzaban como si pudieran con el fin de arrancar un poco de ellos.

Tails Doll intentó ahuyentar una palma que se aproximó a él. Esta se detuvo a centímetros de su rostro antes de que su minúscula boca en la yema diera una risilla que el cobalto había oído antes. La habitación se oscureció y Sonic.EXE siguió esperando que Zalgo declarara que era un chiste para jugar con la ilusión del zorro. En caso de ser así, se proyectaría para una guerra civil y para abandonar el cuerpo que lo apresaba desde hace años.

En lugar de una mano, el torso femenino al que le pertenecía hizo acto de presencia. Contuvo una vez más la luz consigo, la apreció en su pecho a modo de despedida para poder dejarla ir hacia los responsables de mantenerla con vida. Doll regresó a su figura ilusoria con la esperanza de poder cargarla, supuso el erizo, como había visto hacer a los padres de los niños que no encontraron luego de comérselos esa noche con infantes que no les pertenecían.

—¡Detente!

Exe miró a un lado, Doll se inclinó para estar un paso adelante con preocupación en su rostro, pero por lo demás, seguro de lo que estaba haciendo.

—No lo quiero —sentenció—. No estoy listo para eso y no quiero atarme a una vida así.

La mujer viró hacia el cobalto, esperando una resolución diferente porque no había gastado su tiempo para culminar en un rechazo; sin embargo, no era una decisión individual. Pese a lo que atravesaron para conseguir una descendencia, incluyendo los intentos, las visitas, los bebés y la intervención de Zalgo, debía admitir que la entrega que hicieron en la espera no fue la necesaria para motivar su instinto "paternal".

Él se encogió de hombros seguido al instante de una perorata sobre si aquello les parecía un juego y que alzaría una demanda por ser la tercera vez que le hacían lo mismo.

Está bien, está bien. La historia del hospital visitado era una mentira que elaboraron muy detalladadamente, ya que coincidía con la salida que todos tuvieron un día antes del Día de Brujas. Quizá una pequeña mentira para todo aquel que quisiera saber un poco de su vida privada. La historia de su relación es verídica, pero, Zalgo, no la del bebé y sus pieles horribles: Exe prefería mil veces intoxicarse por comer la tinta de Suicide Mouse antes que devorar a un niño cuyos padres pudieron poner las manos en cualquier superficie desagradable.

La mujer, energía que corría en la tierra de los creepypastas, regresó a donde pertenecía con un claro gesto de que tenían asegurada una reprimenda con su creador. Exe le dijo "hasta nunca" agitando la mano al mismo tiempo que soportaba la risa que liberó una vez que Tails Doll volvió a encender su rubí.

—Zalgo, nos van a matar —carcajeó.

—No pensé que fueran a caer tan fácilmente —vaciló el vulpino—. ¿Cuándo es la siguiente?

—En un mes.

—¿Piensas que nos creerán de nuevo? Digo, porque sería la cuarta oportunidad que tendríamos de dejarlos en ridículo.

—Bah, lo único preocupante es que haya más de nosotros involucrados. ¿Por qué trajiste a Rainbow?

—¿Perdón? Yo no traje a Rainbow, tú lo hiciste... —señaló con un dedo a su propio pecho— y no me preguntaste, no le dijiste nada a este "nene".

—Bien, no le quería decir "nena" a Pinkamena, trataba de ser cortés.

—¡Puedes ser cortés cuando no esté yo presente!

—Espera, ¿por eso te adelantaste? —Exe cruzó los brazos para esperar una respuesta por la escena pasada. El acuerdo era esperar a que estuviera la criatura en sus brazos y posteriormente dejarla caer, no pausar todo lo que lograron, arruinarlo segundos antes.

—No, me aburrí de simular estar desesperado.

—Ah, así que cuando estás sobre mi polla, y gritas por que te haga caso...

—¡Eso es completamente distinto! El placer me alarga la vida, prolongar mi clímax y retrasar tu eyaculación, aunque sea una vez a la semana, es beneficioso para los dos. Cuando me apresuro, es porque tengo cosas importantes por hacer después. Además, no es tan complicado.

—¿Quieres que dure más?

—¿Te lo digo de otra manera?

—Zorros. ¿Y cuántas horas te ponen feliz?

—Un día. —Tails Doll sonrió de lado con fingida timidez.

—¿Un día qué?

—Veinticuatro horas —aclaró mientras consentía las suturas de sus colas. Exe continuó sin entenderlo y su boca abierta con indicios de querer hacer otra pregunta fueron señales de lo perdido que estaba. Doll suspiró, no de cansancio, estaba lejos de ser eso—. ¿Tantas veces siendo el proveedor y no puedes entender una indirecta?

—Ah... —Exe entendió acerca de las horas y se sintió idiota, luego respondió que sí a la pregunta y se sintió más que idiota. Antes de que se hundiera en su propia mezcolanza, Doll retiró uno de sus guantes y rasgó el núcleo de su entrepierna en medio de una tentadora posición de noventa grados. El mejor panorama que el cobalto vio en mucho tiempo—. Oh.

—Hazme saber lo equivocado que estoy, ¿sí? —Desgarró un poco más—. Te estoy esperando —tarareó.

Si tuviéramos ese bebé ahora, ni siquiera podrías regocijarte en esto. —Tomó en un puño los hilos que sobresalían de la espalda del menor y jaló progresivamente de cada uno—. ¿Y por qué no aprovecharlo?

Una semana después, cuando por fin vieron la luz del día y a Tails Doll tenían que repararle la mitad del cuerpo, todo lo que supo fue que una fila interminable de creepypastas quería que el dios les cumpliera el mismo deseo de la "bendición". Slenderman ni siquiera se acercó para consolar a la partera en la que Zalgo, su semejante, se había convertido, pero sí se supo que los proxies tuvieron más que restringido caer en el mismo juego.

Si nadie reconocía a Masky disfrazado de árbol y a Hoodie vestido como Slenderman, se encargaría de exterminarlos la única, rara e inigualable comadrona.



Fin



✧✧✧

Buenas noches, espero que hayan contado con un buen día. Esta obra lleva el título "Comadrona", cuya pareja protagonista es una que estuve por dejar en el olvido, pero cuyo recuerdo me llegó de improviso. Escrita el año anterior y subida con meses de retraso. 

A posteriori, se irán subiendo las obras pendientes y proyectos minúsculos para llenar el vacío de la cuenta.

Muchas gracias, cuídense. 

Feliz Navidad y Año Nuevo atrasados.

-KD. 

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