— Nayeon, eres una chica de mucho valor y te quiero demasiado, pero no de la manera que quieres.

Chaeyoung le sonrió cariñosamente a la chica dorada, mientras pasaba una de sus manos por su rostro. Nayeon lucía un semblante triste, pero sabía que el corazón de Chaeyoung era sólo de su destinada.

Lo sabía desde que había visto el tatuaje en su brazo.

Chaeyoung se inclinó y le dio un beso en la mejilla, para después irse.

Unas pequeñas rosas de color claro crecieron al rededor del lugar donde Nayeon estaba sentada.

— Rosas "Albertine", no crecen por aquí. Vaya suerte.

Jeongyeon pasaba por ahí casualmente, y sólo paró su andar para ver las flores que tanto había deseado tener en su jardín.

La de cabellos oscuros la miró extrañada, puesto que no se había dado cuenta del suceso de las flores hasta que la chica verde lo había mencionado.

Uno de los poderes de Jeongyeon era la capacidad de controlar el tiempo, y fue ahí cuando tuvo la oportunidad de hacer sonar sus dedos para que la escena al rededor de ambas chicas se congelara.

Nayeon no entendió por qué las mariposas se quedaron a medio vuelo, o porque dejó de sentir el viento en sus mejillas.

La chica verde tomó una muestra de la rosa y la guardó en un frasquito, luego subió la mirada y le guiñó un ojo a Nayeon antes de que el mundo volviera al movimiento.

La mayor sintió un punzada en su muñeca, lo cual le hizo soltar un quejido de dolor.

No podía ser cierto.

— ¡Hey! ¡Espera!

IIIH, QUE EMOCIÓN.