Fase II
Título: Cartas donde el cielo y el mar se encuentran.
Personajes: Bakugou Katsuki y Midoriya Izuku.
Shipps: Katsudeku.
Anime: Boku no hero academia.
Advertencia: Contenido homosexual, personaje doncel.
Palabras: 2039.
Foto otorgada: 2.
En la playa de la ciudad se lograba apreciar a dos niños de menos de 11 años, estaban sentados en una manta que se encontraba extendida en la arena disfrutando la compañía del otro ya que ese sería el último día que se verían hasta dentro de un largo tiempo debido a que el pecoso, Midoriya Izuku se mudará lejos de ahí por el trabajo de su padre.
—Y entonces, somos como el cielo y el mar o eso dice mi mamá cuando nos ve —comentó sonriendo el de cabellera verde después de levantarse de la manta—, ya que siempre están juntos al final del día.
—¿Ah? ¿Qué quieres decir? —lo miró interrogante al mismo tiempo que copiaba la acción del pecoso.
—Tú, el mar. Nadie es capaz de controlarlo, ¡es indomable! —exclamó extendiendo sus brazos y dándole la espalda a su acompañante para después soltar una risa que se llevó el viento.
Miró el cielo anaranjado que empezaba a oscurecer con el sol ocultándose en el horizonte pero teniendo una bella imagen de los pocos rayos del sol reflejándose en el mar. Mientras tanto, Katsuki sonrió como sólo Izuku sabía ocasionarle ese tipo de sonrisa, verlo de espaldas con el atardecer de fondo era magnífico.
—Entonces, tú serias un perfecto cielo. Con estrellas en tus mejillas y una sonrisa que ilumina más que el jodido sol —dijo sin pensarlo hasta que el pecoso frente a él se giro con rapidez para verlo con un rubor notable en su rostro, el cual también apareció en el rubio pero este gruñó y desvío la mirada intentando evitar que lo viera—. Es la verdad, la maldita verdad por si no lo sabes.
Izuku sonrió con tristeza y se lanzó a los brazos del rubio ocasionando que cayeran en la arena. No quería alejarse de él, deseaba quedarse pero de todas formas se marcharía en la mañana del día siguiente.
—K-Kacchan —susurró con la voz entrecortada sin dejar de abrazar al nombrado—,... C-Cuando vuelva, estaré contigo sin alejarme, nunca mas.
Katsuki no contesto, en cambio solo lo abrazo con fuerza queriendo que el tiempo que estuvieran separados pasara rápido.
—Oi, Deku —llamó luego de algunos minutos, el nombrado lo miró con sus ojos esmeraldas que estaban un poco rojizos por haber estado llorando desde que abrazo al ceniza. Sin esperar, le robo un beso al contrario, uno de despedida—. Cuando vuelvas, vas a casarte conmigo, ¿entiendes, Izuku?
Midoriya con sus mejillas ruborizadas de nuevo, asintió ante lo dicho por él. Estaba más que seguro que si quería pasar el resto de sus días con el ceniza.
°×°×°×°
Sólo bastó dar un paso fuera del autobus para que sus nervios se incrementarán más de lo que ya estaban. Lo volvería a ver luego de años de no hacerlo y sabía que cuando lo viera frente a él, no podría decir una sola palabra.
Las cartas fueron su único medio de comunicación, tal y como habían prometido la última vez que estuvieron frente a frente la mañana de cuando se despidieron. Por lo tanto, desconocía si habia cambiado en alguna de las características que poseía el ceniza de ahora.
Caminó con su mochila en su espalda y sosteniendo su maleta con uno de sus brazos, no podía evitar mirar a su alrededor con curiosidad mientras escuchaba a la mujer de las bocinas avisando el lugar de destino junto al número de autobus que debían abordar además de los demás sonidos que habia ahí, no le tomo importancia a todo ese ruido y se centró en solo mirar.
Se detuvo al sentir una mano en su hombro, no podia girarse para ver de quien se trataba pero de todos modos, ya tenia una idea y queria que fuera la correcta. Asi que con lentitud y manteniendo su mirada fija en sus tenis rojos, se giro para ver a la persona aunque en realidad sólo miraba sus zapatos, estaba por emitir una palabra pero aquel “extraño” hizo que levantara su mirada esmeralda tomándolo del menton con sutileza.
—Despues de todo, ¿ya no quieres verme, Deku? —preguntó con burla aún sin quitar su mano del menton del pecoso pero admirando el bosque reflejado en el mirar ajeno que tanto había extrañado—. Hey, ¿estás escuchando?
El ceniza aunque no lo admitiera, estaba más que feliz, él estaba ahí y no lo dejaría ir de nuevo, eso era lo único que le importaba.
Midoriya estaba en lo cierto con el pensamiento de antes, las palabras se habian quedado atrapadas en su boca sin intención de salir. El verlo de frente y el escribirle eran cosas demasiado distintas, pero aún así no se resistió a lanzarse a los brazos del más alto y sentir como éste de igual forma lo estrechaba entre sus brazos.
—... Volví, tal y como te prometi, Kacchan —logró decir sin romper el abrazo, adoraba la idea de volver a estar junto a él ya sin tener nada que los alejara.
Se separaron del abrazo con esfuerzo pues ninguno de ellos queria soltar al otro temiendo que sólo fuera otro de los sueños donde volvían a reunirse. Pero está vez no, está vez si era real.
Katsuki sin avisarle, lo besó. Sin importarle que las personas que estuvieran ahí los vieran, el tiempo que pasaron separados habia sido de lo peor. Pero aún así, habia funcionado seguir en contacto por las cartas que de vez en cuando se mandaban explicando algunas situaciones por las que pasaban estando lejos entre otras cosas.
Izuku correspondió al instante, hasta que necesitaron oxígeno fue cuando se separaron, aún manteniendo su mirar en el contrario.
—Vamos, tu nuevo hogar te espera —dijo tomando la maleta del pecoso con una de sus manos y su otra mano entrelazandola con la de Midoriya. Este asintió con energía y emprendieron su camino.
Una platica y un par de insultos de parte de Bakugou a quien viera de más al pecoso fueron suficientes para distraerse mientras caminaban al ahora, hogar de ambos y no sólo del rubio.
Cuando llegaron, el de cabellera verde comenzó a desempacar con ayuda del cenizo. Les tomo menos de una hora terminar y el cenizo guió al pecoso a la parte trasera de la casa donde se podía tener una imagen perfecta de la playa a pocos metros, se oían a lo lejos las risas de niños que jugaban en la arena construyendo castillos.
Cerrando la puerta detrás suyo y sin soltar la mano de Izuku, caminaron hacia la playa donde de igual forma lograba verse una pequeña cabaña.
—¿Terminaste de construirla? -—preguntó con asombro. Recordaba los breves momentos de cuando vivía en esa ciudad antes e iba a la playa junto a Kacchan siempre hasta que se les ocurrió la idea de crear un “fuerte”, otro lugar al que llamaran hogar. Sólo de ellos y de nadie más.
—Claro que si —respondió con orgullo notable admirando el resultado de todo su esfuerzo para que cuando regresara el pecoso estuviera terminada.
Observaron la cabaña unos instantes antes de mirar la playa que reflejaba los rayos del sol. Ambos avanzaron hasta llegar cerca de la orilla donde se quitaron los zapatos antes de dar un paso tocando el agua helada proveniente del mar.
Deku sonrió ante la sensación de tener el agua cubriendo sus pies y el tomar de la mano a Bakugou.
—¿Recuerdas la promesa que te hice la última vez que estuvimos aquí... ? —preguntó con cierta duda que experimentaba en ese instante, algo demasiado extraño en Katsuki. Al no tener respuesta, creyó que no había entendido e iba a hablar de nuevo pero fue cuando Izuku respondió sin dudar:
—Si —dijo—, lo acepté en ese instante y lo aceptó ahora. Aceptó estar contigo por el resto de mi vida.
°×°×°×°
Los nervios y el temor eran notables en ambos, Katsuki movía su pie con inquietud e Izuku mordía sus uñas impaciente. La puerta del cuarto donde estaban se abrió mostrando a una mujer azabache de lentes con una bata blanca.
La mujer traía entre sus manos unos papeles con análisis de Izuku debido a que éste las últimas semanas estuvo agotado, pálido y sufría de mareos, lo que significaba que podría estar enfermo pero desconocían lo que padecía. Bakugou al ver que la mujer no decia nada y sólo miraba los papeles ahora sentada frente a ellos no resistió y hablo:
—¡¿Qué mierda tiene?! —exclamó con brusquedad sin medir sus palabras—, ¡¿lo dirá de una maldita vez o seguirá sentada sin hacer nada?!
—¡Kacchan! —llamó al nombrado que se había levantado del asiento donde estaba asustando a la doctora por los gritos—. Disculpe, doctora —se disculpó con timidez y logró tranquilizar al ceniza después de unos minutos.
—Perdóneme a mi joven —dijo para después dejar las hojas de lado y verlos a ambos—. Es que el caso de usted es uno de los más raros que he visto, sólo pocos hombres padecen de esto por lo que sabemos hasta la fecha.
Ambos parecieran que se quedaron mudos, no decían ni una sola palabra. Tenían miedo, ¿qué era lo que tenía Izuku?.
—Usted es un caso especial, es un doncel —continuó explicando la mujer—, en pocas palabras, un doncel es el varón que puede llegar embarazarse. Por lo tanto felicidades a usted y a su pareja, seran padres.
Las reacciones de ambos fueron distintas, primero no se movían en absoluto procesando una y otra vez las palabras de la mujer hasta que Katsuki comenzó a hiperventilar estando pálido, los ojos de Izuku se llenaron de lágrimas y comenzó a sollozar. Bakugou al notar esto no dudo en estrecharlo entre sus brazos.
¿Tendrían un bebé? Era algo difícil de creer pero esa era su realidad, tenían miedo. Miedo de no poder cuidarlo o cuidarla como se debe, miedo de que lo arruinaran de alguna manera.
La doctora les dio un momento a solas para que procesarán la información por completo por lo que salió del cuarto dándoles su espacio.
Midoriya se disculpaba una y otra vez con su voz entrecortada, él creía que por saber que era un doncel el cenizo lo abandonaría a su suerte.
—Hey, tranquilo —habló por primera vez Katsuki, después de que la mujer se fuera aún abrazando al pecoso—, no tienes que disculparte, podremos cuidarlo juntos ¿si? Yo me encargaré de todo lo que necesites. Los cuidaré a ambos, te lo prometo.
°×°×°×°
—¡Mocoso, vuelve aquí en este instante! —gritó enojado Bakugou buscando a su hijo en la pequeña cabaña de la playa—. ¡¿Dónde mierda estas?!
—Kacchan, no creo que sea necesario que lo regañes —dijo Izuku a su esposo intentando que el enojo que sentía el contrario disminuyera un poco—. Sólo estaba jugando.
—¡¿Jugando?! ¡Él...! —dejó las palabras en el aire cuando el pecoso tapó su boca impidiendo que continuara gritando y señaló al infante que leía unas hojas provenientes de un baúl.
—¿Kazuki? —preguntó aún impidiendo que el rubio siguiera gritando y logrando que el rubio menor dejara de leer y le prestará atención.
—¿Quiénes son mar y cielo? —saltó de su cama de un brinco aún teniendo dos hojas en sus manos y se acercó a sus padres para que cuando estuvo frente a ellos señalara que al final de los escritos decia “Mar” o “Cielo”.
El enojo de Katsuki se esfumó al ver que esas eran las cartas que se enviaba con Izuku hace tiempo, el último no decia nada pero un pequeño rubor apareció en sus mejillas.
—Nosotros —comentó con seguridad cuando el de orbes verdes quitó su mano de su boca—. Vamos antes de que se haga más tarde —cargó al menor y le quito las cartas de sus manos.
Salieron de la cabaña para caminar lo poco que faltaba para llegar a la playa pero Kazuki, al ser demasiado curioso no evitó preguntar:
—¿Entonces, yo qué soy?
—Tú, eres atardecer. El momento cuando se unen el mar y el cielo para despedir al sol —contesto Izuku con una sonrisa al llegar a la orilla del mar. El ceniza mayor bajó al infante al suelo, el cual los miraba a ambos sonriendo.
Sin dudarlo, Kazuki abrazó a sus padres, eran una familia completa y no podían pedir nada más que eso. Eran un cielo, un mar y un atardecer en aquella familia.
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