悲しい色
Mi mundo se ha vuelto negro, estoy tan cansado, ahora estoy harto de ello.
Tus colores que veo de vez en cuando, me levantan porque tú eres la única con su color propio.
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Podía escuchar los gritos despreciables de su padre gritándole a su madre. Sus manos se cerraron en puños y apretó fuerte, también sus ojos, intentado bloquear su sentido del oído.
Estaba harto. Harto de los maltratos de su padre. Harto de la ingenuidad de su madre. Harto de su vida tan miserable.
Los gritos pararon, un portazo azotó, proveniente de la habitación de sus padres. Despegó la cabeza de sus rodillas y miró perdido a la puerta. Con pasos lentos, se dirigió a la puerta y la abrió, saliendo de ahí y caminó por el oscuro pasillo. Se escuchaban movimientos en la cocina, se detuvo antes de pasar por ella y pudo ver desde lejos a su madre, estaba fregando los platos mientras lloraba, seguramente sintiéndose la persona más inútil y estúpida del mundo.
— ¿Hijo, adónde vas?— Preguntó cuando lo miró pasar. Su voz era temblorosa.
Jungkook no respondió. Salió de ahí, con la idea de no volver por varios días. La noche caía, el ambiente era tenso y podía sentir la brisa fría chocar contra su cuerpo. Barrio de mierda. Pensó al ver todo a su alrededor. Caminaba entre las calles oscuras, donde él vivía no era una colonia de ricos; ni siquiera de personas con salarios promedios. Casas feas, calles asquerosas y descuidadas, personas malas, vagas y buenas para nada. Estaba harto, cansado y enfermo de todo.
Padre violento y un machista de mierda. Madre sumisa. Casa fea y pobre. Vecindario horroroso. Quería deshacerse de todo y de todos, correr, huir de todo aquello que le estaba haciendo mal y no le permitía avanzar.
— Que se jodan.— Murmuró.
Dos personas, hombres, doblaban la calle por donde Jungkook caminaba, vestidos completamente de negro. Jungkook los miró sin temor alguno, justo cuando se cruzó con ellos, sonrió burlón. Sus puños estaban escondidos en los bolsillos de la chaqueta.
— ¿Qué?— Escupió uno de ellos. Jungkook lo ignoró, siguió caminando.
— ¡Yah!— El otro lo tomó del gorro y tiró bruscamente de él.— Mi amigo te está hablando, ¿qué no escuchas, bastardo?
— Váyanse a la mierda.— Dijo Jungkook con tono serio, mirándolos como si fuera a matarlos. Sin embargo, eso enojó a los dos chicos.— ¿No me escucharon?
Lo siguiente que sintió Jungkook, fue su espalda chocar contra el metal que protegía la entrada de un local. Toda su columna vertebral ardió. Uno de ellos le soltó un golpe directo en la mejilla.
— No te quieras pasar de listo, niño.— Un golpe más. Jungkook sonrió.— ¿Acaso te gusta, marica?
Dos golpes en cada costilla, ganchos y para rematar, uno de ellos lo tomó de la nuca y tiró de él, impactando su cara directo en su rodilla. Jungkook no hacía nada para defenderse. Gimió del dolor, tomó sus costillas y se recargó en la pared aquella, sus ojos caídos, sin embargo seguía sonriendo con sangre cayendo de la comisura de sus labios. Que sigan. Lo único que podía sentir ahora, era satisfacción y sólo eso, quería sangrar, no sólo de la boca y nariz, quería obtener mil moretones por todo su cuerpo, quería ser molido a golpes hasta ser capaz de no sentir nada más.
Más golpes, más placer.
— ¡Paren!— Gritó alguien al final de la calle.
Los chicos se miraron entre sí y se alarmaron al ver a aquella persona con celular en mano, preparada para marcar a la policía y se echaron a correr. Jungkook se recargó en el metal y se dejó caer al suelo, sus párpados apenas podían mantenerse abiertos. Un calor invadió su pecho al ver a la persona por la cuál aún no tiraba todo a la basura, aquella que al verla de lejos iluminaba su día con sus colores.
Kwon Soo Bin.
— Jungkook, ¿qué te han hecho?
Una sonrisa más al escucharla, pero al instante todo se volvió negro.
Sus ojos se abrieron lentamente y miró todo con confusión, no reconocía el lugar donde estaba y tampoco la cama en la que estaba recostado. No sabía que había pasado, lo único que recordaba era la paliza que había recibido y eso era porque su cuerpo palpitaba de muchas extremidades. Retiró la manta y se reincorporó, planeando salir de la cama.
— Ni se te ocurra.— Advirtió alguien que entraba por la puerta. Jungkook miró rápido a esa persona, pasando por alto el dolor de su cuello.— No te muevas.
— Soobin...— Murmuró sin aliento.
La habitación estaba oscura, pero la luz de la luna que traspasaba la ventana y las luces de afuera, iluminaban un poco su pieza. Jungkook miró a Soobin con atención, aún tenía puesto el uniforme de la escuela, debido a que estaba en periodo de exámenes, ella se quedaba hasta muy tarde en el instituto. Tenía que cumplir los requisitos de la beca. Jungkook no iba a la escuela, se había salido por su cuenta. Una vez dijo; preferiría morir que vivir sin ninguna pasión. ¿Su pasión? El canto. Sin embargo, su padre lo había tachado de marica y echó a volar ese sueño suyo con sus duras palabras. Tenía una pasión, pero parecía como si no la tuviera y justo por eso se sentía tan patético y sobretodo cobarde por hacerle caso a su padre.
— ¿No hables, sí?— Pidió con voz ahogada y se hincó a su altura, con un botiquín de primeros auxilios. Pero él abrió la boca para soltar algo.— Jungkook, por favor...
—Soo...— La chica dejó caer su cabeza en el pecho de Jungkook con cuidado y suspiró cansada.
— Cállate.
Los labios de Jungkook se sellaron y asintió ligeramente. Soobin tomó una bocanada de aire y sintió sus ojos arder por las lágrimas contenidas. Jungkook se sintió pésimo al verla en ese estado. Empezó a curar las heridas, él ni siquiera se quejó por el alcohol ardiendo en las cortadas. Las manos de Soobin sobre él, casi acariciándolo por el miedo al lastimarlo, dejaban a Jungkook sin aliento. Cerró sus ojos y aspiró el aroma de ella, la tenía tan cerca.
— Ya está.— Se separó y él se apresuró a tomar su mano.
— Gracias, Soobin.
Kwon Soobin, la luz de su vida desde que eran unos pequeños de cinco años. Vivieron toda su infancia juntos, siempre jugaban o hacían travesuras juntos. Fue entonces que crecieron, Soobin no tenía padres, vivía sola con su hermano y Jungkook tenía una familia del carajo, siempre estuvieron para apoyarse el uno al otro. Desde temprana edad, él se enamoró de ella, pero no sólo era eso.
Eres el color que ilumina mi vida.
Eso era lo que le decía Jungkook cada que tenía la oportunidad. Soobin nunca fue capaz de entender lo tan cierto que era aquello. Después de los quince años, prácticamente se volvieron unos extraños. No se veían, no salían. Ella había conseguido una beca y estaba metida en la escuela la mayor parte del día, mientras Jungkook vagaba por cualquier parte menos ese barrio mugroso.
— Eres un idiota.— Espetó ella con dolor.
— Soobin, lo siento...
— ¡No Jungkook!— Gritó y se alejó. No te alejes, no una vez más.— ¡Ni siquiera te defendiste! ¡¿A qué mierda querías llegar?!
— Estoy harto de todo, sólo quería ponerle fin.— Alzó la voz también.— ¿Es eso tan difícil de comprender?
Soobin lo miró incrédula y con furia, quería golpearlo de la impotencia que sentía justo ahora. Dejó caer el botiquín, sus manos a la cintura. Miró al techo mientras caminaba de aquí para allá. Se acercó a Jungkook, acortando extremadamente la distancia.
— ¿Recuerdas que me enojaba cuando decías que eras un cobarde?— Preguntó, pareciendo tranquila, pero la ira volvió.— Pues lo eres.
— Pero qué mierda...— Jungkook la miró enojado, pero no más que ella.
— Si quieres acabar con todo esto, hazlo tú mismo.
— Ven aquí.— Tiró de ella, cerrando la puerta de golpe y acorralándola contra la madera. Su cuerpos juntos.
— ¿Qué te pasó, Jungkook?— Sollozó, esta vez sin aguantar las lágrimas.— ¿Qué fue de aquel chico que sonreía siempre, el que siempre hacía reír a los demás, sobretodo a mí? Ahora tus ojos están apagados, tu rostro tan triste y duro, ¿dónde quedó ese color y brillo en tus ojos que tanto me encantaba?
— ¿Ese color?— Rió con amargura.— Ese color se volvió blanco y negro desde el momento que me dejaste.
A Soobin se le partió el alma en pedacitos después de eso, pudo sentir la sinceridad de Jungkook hasta los poros. Se sentía perdido, y no era el único.
— Decidí salir adelante e insistí a que tú lo hicieras también— Empezó, las palabras dolían.— Sin embargo, no me hiciste caso y dejaste que siguiera el camino sola. Pude haberme quedado contigo, sin luchar, o tú pudiste seguirme y salir adelante juntos, dejar a todos en el olvido juntos y por algo mejor, ¿qué hubiera sido mejor?
El agarre de Jungkook se aflojó, desvió su mirada apenado y sintiendo culpable.
— Pero te quedaste atascado por las mierdas de tu padre.— Fue dura.— ¿Yo te dejé a ti? O ¿tú me dejaste a mí? Piensa la verdadera respuesta, Jeon.
Como pudo, Soobin empujó a Jungkook y limpió sus lágrimas. Jeon tropezó con lo que estaba en el piso, pero no cayó. Tomó impulso y se acercó a ella de nuevo, cargándola de la cintura, haciendo que Soobin reaccione y enrosque sus piernas alrededor de él, retrocedió y cayó en la cama con ella a horcajadas, sus manos tomaron sus mejillas y las acarició, mirándola con la cabeza inclinada. Recordó su primer beso, el primer beso de ambos. Un beso torpe y joven, sin embargo el mejor que había dado.
— No hay respuesta.— Susurró.— Ambos fuimos unos idiotas.
La distancia desapareció, Jungkook capturó los labios de Soobin y empezó a besarla. Su sabor, ese que tanto amaba y sólo había sido capaz de probar una vez. Era tan dulce. Sus manos seguían acariciando sus mejillas, mientras Soobin jugaba con sus cabellos. Jungkook podía sentir las lágrimas de ella sobre sus mejillas.
— ¿Recuerdas la canción que siempre cantabas?— Susurró ella sobre sus labios.— Fue eso lo que me animó a luchar por mi futuro.
— La recuerdo.
— Cántala, por favor.— Rogó.— Quiero escuchar tu voz. Tu verdadera voz.
— Sigue tu sueño como un breaker, inclusive si se rompe, oh better— Su garganta ardía, sin embargo estaba cantando. Soobin cerró sus ojos y asintió levemente, acariciándole una mejilla.— Sigue tu sueño como un breaker, inclusive si se rompe, nunca retrocedas, nunca...
— Tú me inspirabas a seguir, sin embargo te detuviste y me dejaste caminar sola.
— Lo siento...
— Pero yo debí haber esperado por ti, ¿no es así?
— No.— Jungkook negó con la cabeza.— Hiciste bien, Soobin.
— Jungkook, puedes salir adelante. Podemos hacerlo juntos.— Él juntos sus frentes y asintió.
Como lo decía siempre, ella era su color, su vida, su luz. Sin ella, seguramente no había pasado de esta noche. Pero llegó, cómo siempre lo hacía.
— Soobin, ¿confías en mí?— Preguntó con voz baja.
— Claro que lo hago, Jungkook.
— ¿Me amas?
Soobin abrió los ojos y se encontró con los de él, irritados por las lágrimas. Se mordió el labio inferior, aguantándose las suyas.
— Siempre lo he hecho, Jungkook.
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Dios mío, ñaskdñdks este one shot me dejó mal¿. Inspirado en la canción de Day6 ⇏ COLORS. Espero les haya gustado, en lo personal es una de mis canciones favoritas en todo este medio y es por la cual Day6 ahora es una de mis bandas favoritas.
Nos leemos en el próx One Shot, hasta luego. Jae's ❤️✨.
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