Ganadores tercer desafío: Finales alternativos

EndlessInkspiration

Estaba metida en serios problemas, su visita me había desconcertado por completo. En el momento en que encendí el celular y leí el mensaje, todo mi cuerpo entró en un estado de pánico que se salía de mi control. Sentía un nudo en el estómago, me forcé a realizar ejercicios de meditación mientras me arreglaba el cabello frente al espejo. Las palmas de mis manos estaban sudorosas, heladas y rígidas. Al principio pensé que era por el clima invernal, pero después entendí que era mi propio cuerpo intentando protegerme del inminente peligro. Le grité a mis papás desde el baño si habían puesto la calefacción, me tomó varios intentos el hacer escuchar mi voz.

La puerta continuaba cerrada, pero podía escuchar a mi papá caminar por el pasillo tocándole la puerta a mi hermano pequeño diciéndole que se levantara y a mi mamá encender la estufa para preparar el desayuno. Caminé hacia la cocina, con el celular en la mano, me senté absorta en mis pensamientos, devorando cada partícula de mi ser para hacerle frente a lo que consideraba como un problema, había encubierto la identidad de Elijah de mis papás todos estos meses por miedo, estaba segura que no me dejarían salir con él y que les parecería una locura.

Me llevé el tazón de cereal hasta la mesa, ya se me había quitado el apetito. Lamenté el día en que aquellas palabras salieron de mi boca invitándolo a aventurarse por las calles del pueblo, todo por soñar despierta con aquel encuentro. Después de unos minutos me forcé a llevar la cuchara a mi boca, mi mamá me observó complacida al ver que estaba cooperando, a veces algunas gotas de leche se me escurrían por la barbilla de lo rápido que comía, pero no podía darme el lujo de perder más tiempo.

Escuché las pisadas de mi mamá seguirme hasta el cuarto, preguntándome porque estaba actuando tan extraño. Vi como me señaló la escoba, aludiendo que había quehaceres pendientes por hacer en la casa. Tragué saliva y me quedé callada, esperando a que su sermón no se alargara.

Tecleé frente a la computadora algunos lugares que le podrían interesar a Elijah. Contaba con solo dos horas y media, para organizar el itinerario y mi mamá ya me estabas sacando de quicio. Me llevé una mano al cabello estresada, asentí con desgana a todo lo que me decía, lo que la hizo enfurecer aún más. Entrecerré los ojos al observar la cara traviesa de mi hermano pequeño cubrirse detrás de la espalda de mi mamá, asomando su cabeza por encima de sus caderas, para hacer muecas de abucheo divirtiéndose porque me estaban llamando la atención.

Le mandé un mensaje a Elijah pidiéndole hacer una videollamada.

«¿Estás desocupado? Háblame cuando dejes de manejar. Es una larga historia, pero tengo que decirte la verdad. Aún no le he dicho a mis papás que vienes a visitarme, ni siquiera saben que existes. No sé ni siquiera si debo de darte hospedaje en mi casa y no sé a estás alturas como se lo tomen ¿Podrías hacer una videollamada, para presentártelos?»

Mi mamá me llamó, dejé tirado el celular en la habitación mientras barría la casa. Ya cuando estaba perdiendo las esperanzas de que me contestaría, salí corriendo hacia el teléfono al reconocer el tono de su llamada, diciéndole a mi mamá que esperará en la sala.

Poco tiempo después, ella estaba sentada en el sillón con los brazos cruzados intentando descifrar cuál era el alboroto. Iba a decirme algo cuando me acerqué, pero el rostro de Elijah en el teléfono le hizo morderse la lengua. Me encontraba sosteniendo mi celular con las dos manos, él saludó a mi mamá sin sonar muy nervioso. No podía asomar mi rostro para verlo, porque la cámara taparía el rostro de mi madre, así que solo respiré profundo. Mi mamá sostuvo la pantalla del teléfono, se ajustó los lentes evaluando el rostro de Elijah, ella le devolvió el saludo visiblemente incómoda y luego volvió a centrar su mirada por encima de sus hombros dirigiéndose hacía mí, deseando que le orientarán ante tanto enredo.

Me encogí de hombros y tomé el liderazgo de la conversación, introduciendo a Elijah como se debía. Me detuve a pensar un momento, sobre cuál sería el término apropiado que podría utilizar sobre nuestra relación, sin que le diera a mi mamá ganas de estrellar el teléfono contra el suelo si se enteraba de que nos gustábamos.

—Mamá él es Elijah, hemos estado conversando por internet desde hace seis meses —ella volvió a centrar su atención en el muchacho, asintiendo despacio. Nada se escuchaba desde el otro lado de la línea solo una tos incómoda de parte de Elijah—. Él me dijo que estaba cerca de la ciudad y quería visitarme —me quedé callada esperando que entendiera aquello que no podía ser capaz de preguntarle frente a Elijah, que me dejará salir con él esa tarde.

Los hombros de mi mamá se relajaron, intercambió unas palabras con Elijah. Le preguntó sobre su dirección, donde estudiaba, su edad y si sus padres estaban de acuerdo en que él viajara solo a Salem y que tan cerca vivía del pueblo —ella me volvió a ver, al darse cuenta que no vivía tan cerca después de todo, como si estuviese expresándome en que otra cosa podría haberle mentido.

Mi mamá se quitó los lentes y tomó su decisión final. Elijah había sabido comportarse y responder con gracia a cada una de sus preguntas capciosas, algunas más cargadas de ideas preconcebidas que otras, aquello parecía haberla convencido lo suficiente para sentir que me encontraría segura a su lado.

Cuando mi mamá estaba a punto de terminar la llamada crucé una mirada con mi hermano pequeño, al sentir que diría una grosería o haría una de esas tonterías descabelladas para hacerme sentir más incómoda. Eso solo causó que él hiciera caso omiso a mi lenguaje no verbal. Salió corriendo de un pronto a otro y asomo su rostro frente a la pantalla, donde se encontraba Elijah, ni siquiera quise asomar mi cabeza para intervenir de lo avergonzada que estaba.

Mi mamá regañó a mi hermano diciéndole que dejará de molestarme, pero el niño seguía insistiendo en recalcar que era la primera cita que tenía, que nunca había traído a casa a un chico que no fuera Jacob y que Elijah debería de tener cuidado con mi mejor amigo, mi hermano cantaba una canción de esas de primaria juntando el nombre de Elijah con el mío.

Detuve mi camino al notar que Elijah le pidió a mi mamá que me pusiera al teléfono, me dijo que descansaría un rato y que me vería a la hora del café antes de finalizar la videollamada.

Alrededor de las tres de la tarde, su auto se encontraba frente al porche de mi casa. Me quedé de pie observando cómo le daba vuelta a su carro para ingresar a mi hogar, mis piernas temblaban debajo del abrigo al ver que se dirigía hacia donde estaban mis papás. Mi papá se puso frente a la puerta, como si fuera un monstruo gigante que quisiese intimidarlo con su estatura, le dio un apretón de manos y bromeó para apaciguar el momento de incomodidad.

Yo me llevé una mano a la cara, intentando no sentirme más apenada por las atenciones innecesarias de mi familia, al menos mis papás estaban haciendo un esfuerzo por hacer que el viaje de Elijah hasta allí valiera la pena.

El flash de la cámara me tenía mortificada, la luz encandilaba mi vista como si fuera un balazo directo a mi pecho, cada vez que se disparaba. Me sentía como en esos bailes de graduación donde los padres de familia terminaban con cientos de fotos turbias, donde se criticaba el exceso de maquillaje y los trajes pomposos años después y con recuerdos llenos de sonrisas forzadas.

Pronto el martirio terminó, nuestra familia nos dejó marchar. En el momento en que cerré la puerta del carro, los dos por fin pudimos disfrutar el apreciar cada detalle de los atributos del otro. Como si se tratase de obra de arte en una exhibición de algún museo famoso, como los dos colegiales enamorados que éramos. Las llantas del carro comenzaron a avanzar, el gozo que sentía en el pecho iba en aumento. Elijah aceleró su carro adentrándose a las calles nevadas del pueblo, su rostro irradiaba energía y entusiasmo a pesar de las largas horas que pasó atascado en el tráfico, de las que me contaba.

—¿Qué te gustaría escuchar? —me preguntó después de un rato.

Me detuve a pensar cual sería el álbum perfecto que sintiera que podría inmortalizar ese recuerdo de la primera cita, terminé eligiendo a Bridgit Mendler. Porque su melodía era alegre, su voz me hacía sentir como si estuviera en una comedia romántica con cada estrofa que recitaba mi adolescencia, sus canciones estaban cargadas de nostalgia y además era mi álbum favorito.

Elijah solo se rió, supuse que seguro él terminaría esperándose esa elección, Bridgit era lo que más sonaba en las estaciones de radio últimamente. Él giró la perilla para graduar el volumen y se volvió a concentrar en continuar manejando, no quise preguntarle aún si tenía algún lugar en mente, no quería mostrarme como una persona autoritaria si quería salvar la cita así que me acomodé y disfruté del viaje. El camino en su mayoría estaba pavimentado, los árboles se veían desnudos y áridos sin sus hojas verdes, los rayos del sol se reflejaban en el agua congelada de los lagos.

Cuando me enteré que estábamos dando vueltas a la manzana del vecindario, pude notar su sonrisa traviesa. Le di un codazo y le hice por fin la pregunta, agradeciendo el haber preparado un plan de contingencia que me ayudará a guiarle.

—¿Ya tienes una idea del lugar al qué quieres ir? —maldecí al notar que la parte superior de mis frenillos, prensaron mis labios creando una incómoda sonrisa.

—No en realidad no, estaba esperando que te dieras cuenta —Elija se rió encogiéndose de hombros—. ¿Qué no ibas a ser mi guía turística? —sacudió la cabeza, fingiendo su decepción.

Omití que había estado preparando con antelación una lista de todos los lugares que me gustaría visitar con él.

—Ya veremos que se me ocurre. Como sé que te gustan muchísimo las brujas, pensé en tomar una sesión fotográfica en Witch Pix, será genial. Luego podemos ir a Turner's Seafood, es un restaurante de mariscos que fue el hogar del fantasma de la señora Bridget Bishop, ella fue la primera en ser colgada en el juicio de las brujas —él me observó fascinado, me preguntó sobre más información del restaurante.

Yo le expliqué que estaban organizando un concurso de pesca esa semana y que sería divertido verlo como un desafío.

—Y podemos terminar el día en el mercado navideño o hacer un tour nocturno por las calles del pueblo ¿Qué te parece?

—No sé qué decir, estoy emocionado, soy consciente que no te llama la atención lo sobrenatural, pero te agradezco el hecho de que quieras mostrarme algunos lugares de mi interés —me sonrió, viéndome con admiración—. La próxima vez tendré que traer a toda mi familia para que les organices el tour.

—Ya sabes, en tiempo de necesidad la mente trabaja el doble, no fue nada y ¿Por cuánto tiempo estarás aquí?

—Me tendré que ir mañana, mis papás me dejaron hacer una visita rápida, esa fue su única condición —su tono de voz decayó—. Pero, prometo volver pronto —Elijah me acarició la mano.

—¿Y tus próximas visitas serán siempre así de inesperadas? —me reí—. No creo que mi cuerpo aguanté tanta sorpresa —Elijah me dio a entender que no podía prometer dejar de ser tan ... impulsivo al elegir nuevas aventuras.

Al llegar al restaurante de marisquería, nos llevaron hasta el muelle, había un extenso lago artificial que mantenían a una temperatura apta para los peces durante el invierno. El encargado nos dio una cubeta de lombrices y otras carnadas para pescados, antes de permitir que nos montáramos en la lancha de madera, sí queríamos comer, nosotros tendríamos que pescar nuestra propia cena.

Después de un rato en silencio, inmóviles con nuestras cañas de pescar y nuestra mirada enfocada en la silueta escurridiza de los peces que se movían por la arena oscura, decidí romper el silencio.

—¿Has pescado alguna vez?

—Sí un par de veces con mi papá—se rió algo apenado, como si estuviese cuestionando si debía de confesarme algo, incliné mi cabeza hacia él para escucharle mejor que era lo que susurraba.

Había otras parejas que se escuchaban reírse a lo lejos, remando en pequeños botes hacia adentro.

—La verdad no he tenido mucho éxito, así que no sé si saldremos con un pez para la cena o nos moriremos de hambre —los dos nos reímos, aunque le recordé que siempre daban la opción de comprar algo dentro del restaurante.

Elijah asintió y se frotó los brazos apaciguando el frío, sus manos estaban cubiertas por guantes anchos que dificultaban el querer entrelazar nuestras manos, su nariz ya goteaba de lo irritada que estaba por el frío. Se sonaba mucho la nariz intentando evitar que la moquera se le escapará, me acerqué hacía él a esperar.

Solo habíamos pasado media hora en el bote, todavía sin suerte, los pescados parecían salirse con la suya, ya mi estómago pedía por comida. Mi rostro se estaba entumeciendo del frío, cada vez que hablábamos podía ver el vaho desvanecerse en la oscuridad de la noche.

El cielo se había despejado, las estrellas se veían como puntos diminutos pintados en el cielo que parpadeaban con frecuencia, a veces desconcentraba a Elijah de su objetivo, cuando observaba alguna estrella fugaz cruzar el cielo, mientras le dábamos tiempo a los pescados de picar el anzuelo. La caña de pescar se empezó a mover, el pescado estaba luchando abajo para escaparse dejándonos de nuevo sin nada.

Elijah fue el primero en reaccionar al tener un conocimiento más básico. Se puso detrás de mí explicándome que debía de hacer, sin perder esa seguridad de que sabía lo que hacía. Esa virtud que me había cautivado, sentí que su aliento me calentaba las mejillas mientras intentaba seguir sus direcciones y no hacer el ridículo distrayéndome por las conversaciones que habíamos tenido previamente, donde me decía cuanto me gustaría el robarme un beso, no pude evitar preguntarme en medio del revuelo cuando llegaría el momento y si estaría preparada para ello.

El bote se tambaleaba como si estuviera en altamar, me sorprendí al asumir por la fuerza del animal que daba la impresión de ser un pescado de gran tamaño. Él se apresuró a agarrar mi mano y ayudarme a jalar, arrugué la cara porque mis nudillos se habían tenido que aferrar a la caña de pescar. Él tenía su mano encima de la mía, obligándome a ir al mismo ritmo con el que él jalaba al animal, pronto vi salir el pescado a la superficie con los ojos abiertos, el gancho le atravesaba la boca, me llevé una mano a la nariz al sentir ese horrible olor que los caracterizaba.

Elijah lo metió a la hielera que se nos había prestado, orgulloso de que tuviéramos que comer, encendió el motor de la lancha de nuevo para llegar hasta el muelle. Después de unos veinte minutos sentados frente al otro, con dos bebidas en nuestros estómagos del hambre que teníamos, el mesero nos llevó el plato hasta la mesa.

—Fue muy divertido, me hizo sudar bastante —Elijah se sacudió su camisa e hizo un brindis.

—Está ha sido la noche más divertida de mi vida, hay que repetirlo pronto —asentí, estando de acuerdo con él.

—Me parece interesante el efecto que generaste en mí, cuando nos conocimos —confesó—. Entre más hablábamos, más me interesaba en ti —me siguió comentando los motivos que le llevaron a sacar esa conclusión.

Los nervios de la primera cita se habían ido. Él hacía que todo fuera más fácil, que se sintiera menos pesado el tener que fingir ser alguien que no era, me sentía cómoda con su compañía. La velada transcurrió con tranquilidad, hablamos como si fuéramos dos viejos amigos, me dio la impresión de tener a Jacob frente a mí por la fluidez de la conversación.

La última parada fue el mercado navideño, quedaba en el centro del pueblo. Los troncos de los árboles del parque estaban decorados con pequeñas luces amarillas, caminábamos con nuestras bolsas de compras chocando una con la otra, llenas de suéteres feos y regalos de navidad hecho por artesanos. Nos sentamos frente al kiosco, a tomar un chocolate caliente. La proximidad de nuestros cuerpos me hizo sentir bastante tensa e impaciente, de ninguna manera quería ser yo la que le diera el beso de primero.

Minimicé mis inseguridades y me dejé llevar por el espíritu navideño. Frente a nosotros había una banda que tocaba música clásica en el kiosco. De repente, el pianista empezó a tocar otra melodía más alegre, una mujer subió al escenario con un coro de jóvenes siguiéndole detrás, ella agarró el micrófono y comenzó a cantar las primeras líneas de mi villancico favorito inaugurando la navidad.

La cancion era: All I Want for Christmas is You. La cantante le hacía señas al público para que animaran al grupo de coristas con aplausos. El grupo alternaba sus voces angelicales creando la perfecta sincronía, lo hacían con tanta destreza que parecían haber sido enviados directo del cielo.

Las manos de Elijah se movían de vez en cuando golpeando sus piernas desde la banca, susurrando la letra de la canción que también me estaba muriendo por cantar. Su rostro se mezclaba con las luces que provenían del escenario.

Él me sorprendió viéndolo, su rostro se inclinó despacio para besarme, mientras los juegos de pólvora se disparaban hacia el cielo, fue mágico.

—Summer ¿Quieres ser mi novia? —me preguntó sonriendo, aún sin despegar su rostro del mío. Lo abracé con fuerza dándole el sí.

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Los nervios estaban a flor de piel al igual que mis emociones estaban revueltas debido a ese mensaje. Elijah estaría aquí en tres horas, lo que significaba que tenía tiempo para arreglarme e irle a comprar un pequeño detalle.

La nieve embellecía cada parte de Salem, los copos de nieve caían lentamente al suelo, y desde mi habitación la vista era hermosa. Opté por ponerme un camisón largo y un abrigo negro encima, también un jean junto con unas botas que me llegasen hasta las rodillas. La pregunta que toda chica se hacía ¿Le gustará lo que visto? O ¿Le gustaré yo? Eliminé toda inseguridad y salí de casa en busca de su regalo.

Elijah amaba el mundo mágico de Harry Potter y sobre todo Slytherin—su casa favorita—. Salem no era un lugar de moderno o con centros comerciales, tenía su toque de misterio. Buscaría un lugar donde comprar algo sobre el tema mágico.

Fui caminado hasta la Av. Chestnut, doblando la esquina aparecía una tienda sobre libros y artefactos. Al entrar, un señor cuarentón me indicó la sección de Harry Potter, terminé escogiendo un pin y bufanda de su casa preferida. Miré la hora y vi que faltaban sólo quince minutos para que llegue, los nervios volvieron a recorrer mi piel. Todavía seguía pensando que era una locura enamorarse de alguien cuando solo lo había visto por videollamadas o chateado pero lo conocía y eso bastaba para mi.

Le atraía todo lo relacionado con lo paranormal y Salem era justo para él, lo sorprendería al darle un recorrido por las propiedades que más revuelo los turistas hacían. El mensaje llegó e hizo que mi corazón latiera más rápido de lo normal.

<<Estoy aquí, copito de nieve>>

El celular empezó a vibrar, sabía que era él y contesté:

—Ya era hora, pensé que nunca llegarías —respondí bromeando.

—Te veré en el parque, me demoraré cinco minutos en llegar ahí —respondió y se oyó por el otro lado que llamaba a un taxi.

—¿Seguro podrás llegar ahí solo?

—Investigue Summer, tranquila que seguiré el camino de tu iluminación.

—Ja ja, que gracioso.

—Nos vemos, iluminada.

Cerré la llamada, para mi suerte el parque estaba a dos cuadras de la tienda. Caminé y empecé a buscarlo con la mirada, al girar, un chico no tan alto estaba junto con una mochila. Me acerque a él, su cabello castaño estaba un poco desordenado, esa piel cremosa y blanca era perfecta como en las videollamadas.

—Estas hermosa —mencionó haciendo que mirara a otro lado debido a mi sonrojo. Antes de que diga otra cosa y me pusiera más nerviosa le mostré el regalo que tenía para él.

—Ten, espero que te guste —mis manos temblaban debido al frío y lo hacían más por el nerviosismo. Una dulce y tierna sonrisa adornó su rostro, abrió la bolsa y sacó las cosas. Terminó poniéndose la bufanda y el resto metió en su maleta.

—Gracias, aunque no tenías por que hacerlo —me dio un beso en la frente, me quede estupefacta, estaba segura que mis mejillas estaban coloradas. Este era el momento donde odiaba tener una piel pálida, cualquier emoción era notoria.

—Ven, tenemos que visitar las casas embrujadas.

—¿Serás mi guía turística? —preguntó divertido.

—Claro que lo seré, pero cobro $5 la hora —bromeé.

—Recuérdame nunca contratarte, compito de nieve —caminaríamos hasta La casa de los siete tejados, una de las más reconocidas aquí.

—Yo también te traje algo —paramos y sacó una bolsa de su maleta— Durante una de nuestras llamadas mencionaste el porqué de tu nombre en el juego, esa película tiene un libro y yo lo compré para ti junto con otras cosas —estaba nervioso al igual que yo, cogí la bolsa y deposité beso en su mejilla. Era la primera vez que alguien hacía un detalle tan bonito para mi, así como la primera vez que me elogió. Que alguien me dijera esto era maravilloso pero que venga de él lo hacía más especial.

—Lamentó no haberte comprado algo que tenga que ver con LouisXIV.

—Slytherin lo compensó, recuerda que soy Draco pero me llaman Malfoy —esta vez no me mordí el cachete como solía hacerlo y reí abiertamente— ¿Te he dicho que me gusta el sonido que hace tu risa?

Negué.

—Ahora lo sabes, no dejes de hacerlo —me sonrojé otra vez, el que me diga cosas así solía causar ese efecto.

Seguimos caminando hasta que llegamos, todavía estábamos en horario de exhibición. Pagamos y entramos, aunque la noche todavía no llegaba era un poco asustadiza con este tipo de cosas. Subimos al último piso, Elijah quería empezar desde ahí. Entramos a la habitación que más nos llamó la atención, su aspecto era fúnebre y melancólico, hubiera quedado muy bien para una película de terror. Había un estante lleno de libros raros y en la cama había uno abierto.

—Son grimorios —rió, creo que mi expresión me había delatado. Se acercó y empezó a ver las páginas— Aquí hay un signo Illuminati Summer ¿segura no eres una?

Reí— Claramente no lo soy, y tu ¿No eres un mago?

—Lo siento, aunque quisiera demostrártelo no podemos hacer magia fuera de Hogwarts —me dio una sonrisa apenada y reímos. Su risa me daba tranquilidad y me hacía sentir segura de mi misma. Mis sentimientos crecieron desde la primera llamada con él y ahora todo era una tormenta de emociones.

Seguimos recorriendo la casa hasta que una habitación tenía un cartel que decía "Prohibido". Negué pero me jalo animándome y entramos, la nieve que se apreciaba desde la ventana le daba un toque siniestro y las cosas viejas alrededor hacían que se viera como una autentica habitación de un hospital psiquiátrico. Entrelacé mis dedos con los suyos y apreté su mano, el me correspondió y me pegó a su lado. Hizo que soltara un risita nerviosa y que mis mejillas se tornaran coloradas. Recorrimos la habitación, escuchamos que algo se movía y el ruido provenía del armario. Avanzamos y lo abrimos, un pequeño muñeco vudú estaba moviéndose ¿Pero que... ? La ventana se abrió de un golpe y las cosas se empezaron a moverse en la habitación. Salimos corriendo de la casa, el guardia nos miro inquisitivo pero nos dejó salir. Ya en la esquina exhalamos el aire contenido.

—Eso fue... ¡Increíble! —nunca pensé en decir eso, creo que era la adrenalina del momento. Por ese tipo de experiencias era que me alejaba de el tema sobrenatural pero con Elijah era diferente, se lo veía feliz.

—Gracias por traerme aquí, copito de nieve —se acercó y acarició mi mejilla. Mis ojos se cerraron al tacto y luego de abrirlos me sonrojé mirando a otro lado. Cogió mi mentón y redirigió mi vista hacia él— No lo hagas Summer, prometí que disfrutaría verte sonrojar o escucharte reír.

Entrelacé nuestras mano y me apegué a él, caminamos hasta que algo llamo su atención. Michaela y el equipo de porristas habían pegado unos pocos volantes del baile de Primavera en el pueblo aparte de los del instituto, y Elijah estaba viendo uno de ellos.

—¿Qué es esto?

—El baile de Primavera con el que cerraremos el año —recuerdo el día en que me encerré en el baño debido al comentario de Michaela, gracias a eso Elijah estaba aquí.

—¿Irás? —sus ojos esmeraldas esperaban por mi respuesta.

—No tengo con quién ir. Mírame, no soy la imagen perfecta de una chica bonita tampo... —posó su dedo índice sobre mis labios haciéndome callar.

—Summer, eres hermosas y si el resto no se da cuenta de eso están ciegos. Podrán ser bonitas por fuera pero por dentro están completamente marchitas y tú eres bonita por fuera como por dentro. Así que jamás vuelvas a decirlo porque no lo eres —habló dejándome sin nada que decir.

—Yo...

—No digas nada —me regaló una tierna sonrisa.— Además, si tienes con quién ir, yo seré tu pareja —mi corazón se aceleró al escuchar eso.

—Sería todo un placer ser la pareja de LouisXIV —hice una reverencia.

—El placer será mío, encontrar a un Illuminati no es fácil y mucho menos a alguien tan hermosa —bromeó haciendo que riera y me sonrojara.

Su madre lo llamó y se separó para contestar, no pude escuchar mucho pero oí que ya era hora de que regrese. La felicidad que había tenido durante estos momentos decayó un poco, intenté sonreír pero las cosas metálicas sobre mis dientes me delataron haciendo que forme una mueca.

—Todavía no me voy Summer, falta una parte de mi promesa que todavía no cumplo —anunció acariciando mi mejilla— Vamos a comer.

—Bien... ¿Quieres un lugar sencillo o un lugar elegante?

—No lo sé copito, tu eres la guía turística.

—Entonces será una sorpresa —caminamos hasta Sea Level Oyster Bar, era uno de los lugares donde me encantaba comer y su vista era increíble. Cuando nevaba, la nieve descendía al mar y lo adornaba. Esa vista que consideraba espectacular quería que Elijah se llevara como recuerdo.

Mientras caminábamos, conversamos sobre lo que nos gustaba o nos degustara, dicen que para conocer a una persona se necesitan años y no tenía nada en contra de eso pero todas las horas que había pasado con él, parecía conocerlo de una forma mas profunda al igual que el lo hizo conmigo. Llegamos y entramos, saludé a Nick, él era amigo de mi madre así que nos dejo pasar hacia la parte exterior.

—Te taparé los ojos, no los abras Elijah —resultó ser un poco más alto que yo así que no me resultó difícil hacerlo. Lo llevé afuera y lo ubiqué para que viera.— Listo, puedes abrirlos.

—Vaya, esta vista es increíble —sonrió haciendo que se revolviera mi estómago, las famosas mariposas estaban presentes. Ordenamos la comida y pasamos haciendo bromas.

El encuentro ya mismo terminaba, no me quería desanimarme pero no verlo hasta el baile de Primavera resultaba solitario, a pesar de las pocas horas que habíamos pasado juntos me acostumbre a su presencia. Pasamos por uno de los parques más famosos, el Salem Common. Estaba cubierto de nieve, Elijah se resbaló sobre ella y no pasaron muchos segundos para que riéra.

—¿Me ayudas? —preguntó ofreciendo su mano. La cogí y me arrastró con él hacia abajo.

—¡Hey! —reí en el suelo.

—Haz ángeles de nieve conmigo —empezó a mover sus brazos y pies de arriba hacia abajo, imité sus acciones y mirámos hacia las estrellas.

Llegaron un par de personas y pusieron música, muchas de ellas se pusieron a bailar. Elijah se levantó y me ayudo a pararme, me acercó y empezó a moverse de un lado a otro. La canción era lenta.

—Tenemos que practicar —me dio algunas vueltas y regresé a su lado, nuestros rostros estaban más cerca que antes— Cumpliré la última parte de mi promesa Summer, te robaré un beso —acercó sus rostro a mi y posó sus labios sobre los míos.

Me resultó un poco difícil corresponderle debido a los aparatos metálicos pero lo logré. No era experta en estas cosas, pero el beso era cálido y expresaba muchas emociones, seguimos así por un rato y luego nos separamos.

—Técnicamente no me robaste un beso —bromeé.

—Finjamos que lo hice —rió—, te dije que valdría la pena viajar tres horas por ti —acarició mi mejilla y seguimos bailando. La hora para que vuelva se acercaba, fuimos a la estación de buses. El suyo salía en cinco minutos, ya debía subir.

—Supongo que esta es la parte donde me pongo sentimental —le di una sonrisa triste.

—Volveré para el baile, copito de nieve. No me iré para siempre —me abrazó. Nos miramos un par de segundos y volvió a posar sus labios en los míos, era un beso de despedida y así se sintió.

De parte de todo elsensual equipo de novela juvenil, nuevamente les damos las gracias poracompañarnos en este desafió ¡Hasta la próxima aventura!

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