Ganadores segundo desafío: Finales alternativos
Autora: Carla Gogo
Usuario: CarliGGSheeran
Título: Océano
¿Tú qué harías?
Durante toda la presentación, toqué la batería como desconectada del mundo. Pero no precisamente de una forma positiva. Estaba que no cabía dentro de mi cuerpo, los nervios se alimentaban de mí. ¿En qué momento procedería Javier a sacarse de la manga el asunto de cantar para mí? ¿Y Josema, con las rosas? ¿Cómo iba a lidiar con algo así?
Ahora, bajo las escaleras del escenario temblando de pies a cabeza, ya terminada la presentación. Solo quiero alejarme de ahí. Pero Josema se interpone en mi camino, poniéndome mucho más nerviosa de por sí, al ver el ramo de rosas que sostiene. Nunca ha sido del tipo que se sonroja, pero balancea su peso de una pierna a la otra, reflejando el nerviosismo que tengo yo. Me parece tierno.
—Cee... —empieza, llamándome por el diminutivo que he tenido desde siempre para mi nombre: Océano. Mis padres se conocieron en la playa, por ello mi nombre—. T-tú... has estado siempre ahí para mí. Me conoces mejor que nadie, así que sabes cuán romántico soy y lo mucho que he esperado a que llegue la chica correcta. Pero creo que la chica de mis sueños ha estado a mi lado todo este tiempo. Cuando estoy contigo todo parece estar bien. Así que, si me lo permites... s-si me dejas... quiero intentar contigo ser algo más que amigos, sin que dejes de ser mi mejor amiga por eso. ¿Saldrías conmigo, Cee? Porque pensar en verte con otro chico no puedo ni pensarlo.
Abro y cierro la boca un par de veces, sin habla. Él sabía desde siempre que yo tenía la ilusión de que un chico me regalara rosas, ser la protagonista de esa típica escena romántica de películas y libros. Y ahí está él, haciendo justo eso y diciendo unas muy bonitas palabras. Me conmueve mucho, pero... Bueno, no puedo ni contestarle. Llama mi atención el carraspeo que se escucha en todo el lugar, seguido de la voz de Javier hablando para llamar la atención del público, haciendo que sus voces habladoras disminuyan en volumen al ver que el espectáculo no ha acabado aún.
—Quiero añadir ésta última canción al repertorio de hoy, dedicada a una chica que lleva el nombre de la canción que cantaré especialmente para ella. La chica de mis sueños, y la baterista de este grupo.
Volteo a ver a Josema, y me duele ver su expresión de desconcierto y su ceño fruncido. Me devuelve la mirada, dolido. Hago una mueca, sin poder formular palabra cuando empieza la canción. Así que este es el momento. Regreso la mirada al escenario, y puedo ver cómo mientras canta, Javier me busca con la mirada. Nuestras miradas se cruzan, justo cuando canta la parte significativa de la canción. Me dirige una sonrisa ladina mientras canta que me ama, y se me escapa una sonrisa a mí también.
Para nosotros sale el sol
Por nosotros nada mas
Viviremos así cada segundo
Porque somos los reyes de este mundo
¿Quién puede parar dos ríos de amor?
Ven a hacerme feliz porque te amo
Y nos crece la vida entre las manos
Tu mar y mi mar son más que un océano
Durante toda la canción, Javier no despega la mirada de mí, lo cual logra ponerme más nerviosa, incómoda y emocionada. Cuando la canción termina, todos aplauden, y noto sobre mí algunas miradas de las personas del público que me rodean. Veo a Javier bajar del escenario, y lo pierdo de vista cuando se mezcla con el resto de gente, considerando que es poco más alto que yo y yo tengo baja estatura. Josema, por otra parte, es considerablemente alto, y me giro hacia él cuando siento su mirada sobre mí. Le sonrío de lado y con las cejas levantadas, sin saber qué decirle.
—¿Qué es esto, Cee? ¿Por qué no me habías contado sobre él? Porque claramente hay algo entre ustedes, y hasta ahora vengo a enterarme. ¿P-por qué justo aho...?
—¡Hey, Cee! —lo interrumpe Javier, habiendo logrado llegar hasta mí, abriéndose paso entre la gente. Sonríe con suficiencia y me mira expectante solo unos segundos, porque nota la presencia de Josema, que lo mira con desprecio. Javier ve las flores en su mano y veo el entendimiento en sus ojos. Hace una mueca y dice: —Oh, ¿acaso...? V-vaya...
Javier se rasca la nuca asintiendo la cabeza un par de veces, incómodo. Josema se remueve en su lugar, mirando al piso.
—Y-yo... —suelto yo, viéndome en necesidad de decir algo, lo que sea. Pero no me sale la voz más que para eso, y me siento patética e impotente viéndome en esta situación. Poderosamente indecisa.
—No te preocupes. Hablamos luego —dice Javier negando la cabeza, y con un movimiento de mano, se aleja.
Doy un paso hacia la dirección en que se ha ido, pero me retracto y miro a Josema. Hago una mueca, y abro la boca sin hacer un sonido la primera vez. Es hasta el segundo intento que logro hablarle, no sin antes cerrar los ojos fuertemente por dos segundos, tomando mi decisión.
Abro los ojos, y le digo: —Lo siento.
Ladeo la cabeza y los labios en un gesto de remordimiento, y entonces sigo a Javier, dejando atrás a Josema aun con el ramo de rosas en las manos.
—¡Espera, Javier!
Lo alcanzo, y cuando estoy a su lado, me recibe con una sonrisa satisfecha. Me pregunta qué me pareció la canción y le digo que la cantó muy bien; como siempre su voz es hermosa. También le digo que fue un buen gesto, y le agradezco. Él se encoge de hombros, y me dice que una chica hermosa como yo se merece gestos como esos, con su sonrisa satisfecha en el rostro. Me balanceo en mi lugar, nerviosa. Él me toma de la mano y me lleva a un cuarto vacío, ese en el que hicimos el último ensayo y preparativos antes de la presentación. Cuando me da a entender que se tomó todas esas molestias (sin decir esas palabras exactamente) porque tal como cantó, me ama, apenas me lo creo. ¿Amar a una persona tan rápido? Lo siento un tanto apresurado, pero... ¿qué jovencita como yo no estaría totalmente entusiasmada con la idea de que ese chico que has admirado durante años, te diga que te ama y que quiere estar contigo? Hace unos meses no me habría imaginado si quiera que estaría conociendo en persona a Javier, o que llegaría a ser la baterista de su grupo... y mucho menos que llegaría a encontrarme en esta posición. Pero no puedo evitarlo; ¿cómo negarme a Javier si decía estar enamorado de mí? Así que no lo hago; me besa en ese cuarto, tras decirle que sí, que quería salir con él. Y yo le devuelvo el beso, extasiada. Besa muy bien. ¿En realidad lo estoy besando?
Y sí, he llegado a darle muchos besos ya. Es real, no estuve soñando. Pero no todo ha sido un buen sueño.
Cuando volví a ver a Josema después, cada mirada de sus ojos me dolía. Le expliqué todo, y fue difícil, pero le hablé con la verdad. Le dije que, desde el inicio, con Javier había una chispa innegable. Él hizo una mueca y contestó que pensaba que eso era lo que pasaba entre él y yo desde aquél casi-beso. Habíamos estado a punto de besarnos, pero no lo hicimos, y fue lo mejor. Me sentí muy mal teniendo esa conversación con él. Terminó, con él diciéndome que esperaba que todo resultara bien entre Javier y yo. Pero, aunque pude notar cierta sinceridad en sus palabras, porque a fin de cuentas seguíamos siendo mejores amigos que se querían... algo me decía que lamentaba haber mandado ese vídeo de mí tocando la batería.
Yo, ahora, agradezco mucho que lo haya hecho, porque gracias a eso estoy en donde estoy ahora. En pocos meses, después de esa primera presentación, mi carrera como baterista ha prosperado. Gracias a él, y gracias a Javier. Al inicio de nuestra relación, se dispararon en redes sociales nuestros nombres como una pareja que gustaba a todos. Un vocalista y una baterista jóvenes, de la misma banda, enamorados y hechos una bella pareja que se veían bien juntos. Eso, según la opinión popular. Y así fue, al principio.
En nuestra primera cita, Javier me llevó a la playa, diciendo que no podía ser de otra forma considerando mi nombre. Nadamos, jugueteamos en el agua, nos besamos mucho, y comimos pizza después. Disfrutaba mucho sus besos, pues era un gran besador. Cuando se lo decía, aparecía en su rostro esa sonrisa satisfecha suya, y a partir de la primera vez que se lo mencioné, él me lo recordaba seguido: "Me amas porque soy un gran besador". Y yo asentía, rodando los ojos con diversión. Su sonrisa satisfecha apareció, también, cuando le confesé que era su fanática, y que cuando nos conocimos se lo había ocultado.
Era bastante guapo, y tenerlo tan a al alcance como mi novio, me hacía sentir afortunada. Los primeros dos meses de relación con él, todo fue de película. Pero del tercer mes en adelante, me empecé a dar cuenta de ciertas cosas que me disgustaban. Javier me repetía constantemente lo hermosa que era –así como yo le repetía que él era muy lindo–, pero empecé a hacerme consciente de que nuestra relación podía estar basándose en ese tipo de cosas superficiales en su mayoría, de parte de ambos. Durante todos esos años en los que fui fanática suya, se debía principalmente a su gran atractivo, a su voz, y a su talento. Pero supongo que, como fanática, desde fuera, no puedes conocer realmente a esa persona. No tanto como hasta que llegas a estar dentro de su círculo. Me di cuenta de eso, al menos yo, entonces que lo estaba, como baterista del grupo y como su pareja. Y no es que Javier fuera una pésima persona, pero pasó que decidí que no me gustaba nuestra relación de pareja, y que me agradaba un poco más la perspectiva que tenía de él antes que lo conocía solo a través de la pantalla. Compartíamos una preciosa pasión por la música, pero me di cuenta de que en otros aspectos era un tanto superficial –yo también me declaro culpable de eso en ocasiones-, y a veces soberbio y egoísta. Todos tenemos nuestros errores, porque nadie es perfecto. Pero, además, aunque tampoco quería verme en posición de ser la novia paranoica -por lo que no mostré ni llegué a externar con palabras mis sospechas, o los ápices de celos que tenía por otras chicas que llegaron a formar parte del círculo de celebridades que frecuentábamos como grupo-... al final resultó ser que tenía todas las razones para ponerme celosa.
Cuando decidí presentarle a Javier mis inseguridades en cuanto a nuestra relación, para que hiciéramos algo al respecto... él no me miró a los ojos tanto como hubiera querido, y sin ponerme mucha atención mientras escribía algo en un papel, solo asentía. Empecé a enojarme por la poca atención que me estaba prestando, y cuando terminé mi discurso exaltada, diciendo que probablemente lo nuestro no estaba funcionando, él no lo negó. Entonces, me dolió un poco darme cuenta de que cuando dijo estar enamorado de mí en nuestra primera presentación, no haya hablado tan en serio, en vista de que más bien gustaba de mi apariencia física. Pero después, llegué a agradecer sinceramente por librarme de una relación que ya había llegado a incomodarme, y quedar como amigos con él; quedar solo como compañeros, colegas, o como quieran llamarle, en el ámbito musical. Esa parte la disfrutaba con él, pero al final nuestra relación amorosa terminó siendo, más que otra cosa, un impulso a la fama para ambos. Cuando poco después de romper nosotros, Javier inició otra relación con una famosa modelo llamada Odette. Las personas que eran partidarias de su relación conmigo -la mayoría de ellas mujeres-, se pusieron de mi lado muy empáticas, y por todas partes se hablaba de nuestro rompimiento y de lo mal parada que me había dejado Javier a mí por lo de Odette.
Tras romper con él, acudí a Josema como el mejor amigo que seguía siendo para mí, y me consoló diciendo que él no me merecía; que ya llegaría a mi vida el chico que me complementara tanto como él y Paulina se complementaban. Yo me alegraba mucho por él, por haber encontrado alguien que lo tratara tan bien como se lo merecía; Paulina era la perfecta novia para él. Ahora, me doy cuenta de que habría sido un error empezar una relación con Josema, tanto como lo fue empezarla con Javier, debido a que nuestra relación era más bien como una relación de hermanos. Ahora, me alegro por él, estando tan feliz como lo está con su chica.
No me arrepiento de nada de lo que ha pasado en mi vida, porque soy del pensar que, de haber sido diferente una sola cosa... no sería la persona que soy ahora. Aprendí mucho de los chicos y de mí, tras la situación de Javier y Josema, siendo que anterior a ello, no había pasado nada importante en mi vida en lo que concierne a los chicos... a menos de que cuente un novio inocente en preescolar, o una relación de un mes en primero de secundaria, con un chico al que nunca llegué siquiera a besar.
El primer mes de relación con Javier, Josema había permanecido resentido conmigo. Me dijo que él había sido quién me había ayudado a llegar a donde estaba, a conocer a Javier siquiera –sin saber que le saldría el tiro por la culata–; pero que yo lo hice a un lado y que me había aprovechado de él y de Javier. Y en cierta forma, llevó razón; lo hice inconscientemente. Pero como dije, todos cometemos errores, incluyéndome. Y ¿qué joven como yo no habría caído en los brazos del chico que admiraba durante cinco años? No había salido bien para mí, pero es poco realista pensar en alguien como yo, rechazando al chico que adoraba, al este decir amarla. Ahora, al pensar en aquellas palabras de Josema, me siento frustrada conmigo misma, siendo más consciente de que efectivamente fui una mala persona por usar a ambos, pero no voy a negar que me ha servido el impulso que me ha dado la relación que tuve con Javier en mi carrera como baterista. Al final, para eso fue que me sirvió esa relación, más que para otra cosa. Y decir que quisiera cambiarlo sería hipócrita de mi parte, porque ahora soy una baterista reconocida que mucha gente en internet admira por el talento que dicen que tengo, por la pasión que ven que le pongo.
Algunas malas personas han dicho que "toco bien la batería para ser una chica", y parecen restarle importancia a ese talento y pasión que las otras buenas personas dicen que tengo por la batería. Cada vez que me hacen preguntas al respecto de esos comentarios, mi respuesta suele ser que yo les resto importancia a ese tipo de comentarios, porque creo que ningún instrumento muscial, color o profesión, debería caer en la catalogación de femenino o masculino.
Casi un año después del inicio de mi relación con Javier, Josema está de visita en mi departamento, junto con Paulina y su hermanita Teresa. Mientras Josema y Paulina conversan en el comedor, los puedo ver desde la estancia a la vez que toco la batería quedamente. Estando los tres sentados en el comedor, después de comer sushi que pedimos a domicilio, habían empezado la conversación, y al ver que no me incumbía y que no sabía siquiera de qué hablaban, fui con Tere para darles su privacidad, y ella me pidió como tantas veces, que tocara la batería. Esa pequeña niña es una ternura, y verla en estos momentos mirándome azorada, con ese brillo en los ojitos y con su boquita entreabierta, como cada vez que me ve tocando, me hace sonreír. La cargo sobre mis piernas y pongo las baquetas en sus manos, dispuesta a dejarla a ella tocar.
Al inicio de este lío, pensaba que tener que elegir entre dos chicos era aplastante, y precisamente; un lío. Ahora, esos dos chicos están con otra persona que se merecen y que les merece, y estoy feliz por ellos. En verdad, estoy feliz por ellos; ¿y yo? Yo estoy feliz conmigo y mi batería. No tengo un chico en el que pensar por ahora, y por ahora así estoy bien. Me siento contenta y satisfecha con la certidumbre de que cuando llegue el momento, el chico que sea ideal complemento para mí, llegará; y de que mientras tanto... eso no significa que estoy incompleta. Soy suficiente; yo y la batería son suficientes. La batería es mi pareja ideal, hasta que llegue el chico de mis sueños.
Número de palabras: 2848
Autora: DulceZúñiga
Usuario: ValRosen
Título: You're the one that I want (Tú eres lo único que quiero)
—¡Diez minutos para subir! —Menciona el organizador del concierto.
Miro a mi alrededor solo para darme cuenta que esto es verdad, que uno de mis deseos se había cumplido. No sé cómo, por qué o qué magia oscura debí realizar para estar a punto de conseguir brillar como una estrella; pero de inmediato recuerdo la situación que tanta ansiedad me produce...
El fuerte golpe de una puerta cerrándose a un costado de donde me encuentro me distrae de los pensamientos que están rondando mi cabeza; necesito salir un momento para no comenzar a hiperventilar como desde pequeña lo hago en situaciones que me generan estrés.
Una vez fuera, inhalo profundo llenando mis pulmones de aire nuevo, menos viciado. Necesito soluciones, rápido, lo más pronto posible y lo menos que quiero es esa urticaria nerviosa en mi cuerpo que solo provocará una fuerte comezón y... ¡no, no! Debo parar el rumbo de mis pensamientos porque están tornándose demasiado disfuncionales.
Pero ¿qué debo hacer? No lo sé y eso me preocupa porque en menos de diez minutos estaré en ese escenario tocando la batería, dando un espectáculo que quizás sea deplorable porque no demostraré todo mi potencial pensando que en cualquier momento Javier... Josema... yo...
—¡Agh! —Dejo ir un grito de frustración, mientras llevo mis manos a las sienes.
De pronto una voz acapara la situación ocasionando que cierre los ojos fuertemente y me congele tras reconocerla.
¡Perfecto, Sandy, uno de ellos está aquí!
—Sandy, ¿te encuentras bien? —Pregunta Javier.
Giro lentamente intentando colocar sobre mi rostro una sonrisa, una que no parezca alguna mueca deforme o una copia barata de la Mona Lisa.
—Em... sí, Javier, todo estupendo, solo no sé... —Guardo silencio al darme cuenta que estoy a punto de delatar a Bastian respecto a la "sorpresita" que me esperaba.
—Solo... ¿qué, Sandy? Sabes que cualquier cosa te puedo ayudar.
Lo veo sacar un cigarro de su chamarra de cuero y encenderlo sin quitarme la mirada de encima.
¿De verdad, es enserio que el chico guapo, quien está en contra de todo tipo de maltrato, fuma? ¡Wow! Eso sí es una gran ironía.
—Sí y te agradezco por ello, de verdad, pero no, creo que son cosas que debo solucionar por mi cuenta.
Se encoge de hombros y sigue fumando como si nada pasara. De pronto parece como si hubiera recordado algo así que se acerca con esa sonrisa que a todas encanta, la misma que me derrite y él sabe que así es.
—Y... después del concierto ¿qué harás? —Pregunta enrollando uno de mis rizos rojizos con su dedo índice.
—Creo que ir a casa, mañana tengo examen de literatura y debo...
—Sí, bueno—, interrumpe antes de que pueda terminar—. Podrías ir con nosotros a una pequeña fiesta que organizaron nuestros patrocinadores para darnos la bienvenida al mundo del espectáculo.
Sopeso la idea un momento, pero cuando estoy a punto de responder, alguien más aparece y esto se está descontrolando.
—¿Sandy?
¡Ay, por Dios!
—¿Lo conoces? —Javier le dirige una mirada rara a Josema que no me ha gustado para nada.
Giro para encontrarme con un Josema más arreglado que de costumbre; una camisa blanca bien planchada, un chaleco ocre y un pantalón caqui, de esos que solo tiende a usar en sus exposiciones.
Se detiene esperando mi respuesta y creo que me estoy tardando mucho en emitir algún sonido, pero verlo así de apuesto me... simplemente me descoloca. Un minuto después sonrío.
—Sí —Menciono orgullosa caminando hasta mi amigo.
Una sonrisa enorme se planta en su rostro al son que ese rubor en sus mejillas se hace presente.
—Te traje flores, blancas como las que tu abuela tiene en su patio, y sé que los oscuros son tus favoritos—. Me extiende el ramo de flores y una caja de chocolates.
La puerta se abre dando paso al coordinador del evento —Dos minutos chicos.
Miro a mi amigo un segundo más solo para depositar un beso en la mejilla, pintarrajeándolo de color morado.
—Ve, haz tuyo el escenario y enamora a todos como...—pausa y yo sé a qué se refiere, puedo leerlo en su cara y es casi como si lo hubiera dicho—. Como siempre lo haces. Corre, Sandy.
Javier entra antes que yo y en ese momento solo pienso que su relación conmigo ha sido afectada por la presencia de Josema.
En poco tiempo me encuentro sentada frente a la batería haciendo, como dice Josema, magia con las baquetas.
Con cada golpe que doy a los tom mi corazón se acelera y al pisar el pedal que hace sonar el bombo es como si adrenalina corriera por mi cuerpo.
Dirijo la mirada a todos los que están abajo del escenario coreando las canciones, aplaudiendo y gritando el nombre del grupo «¡Radiance!» una y otra vez. Pero entre tanta gente, en medio de la multitud, solo busco a una persona que en cuanto hago contacto visual con él es como si todo lo demás desapareciera.
No sé qué me ocurre porque hasta hace poco mis piernas seguían temblando por Javier y ahora, sonrío como todo una tonta por alguien que está a metros de mí con una cartulina gigante y en ella mi nombre escrito con acuarelas.
«Siempre estaré para apoyarte, Sandy, en todo»
Recuerdo los cientos de promesas que nos hicimos cuando teníamos apenas seis años y mi corazón se desboca más que con el sonido de la batería, más que escuchando mi nombre o el de la banda siendo gritado por tantas personas.
Y de pronto, entre recuerdos de mi niñez y aquellos que se están creando en este preciso momento, Javier me toma desprevenida.
—¡Gracias chicas! Espero que la estén pasando estupendo en este que será el primer concierto de Radiance.
»Ahora, quiero dedicar la siguiente canción a alguien que en estos meses de preparación se ha convertido en una persona sumamente especial. Por todo tu empeño y, sobre todo, por hacerme sentir tantas cosas en tan poco tiempo; para ti, Sandy.
Me señala ocasionando que todo el público grite descontroladamente.
Poco tiempo después estamos en el centro del escenario y él, acompañado del guitarrista, comienza a cantar una canción que conocía porque varias veces lo escuché cantarla durante los tiempos muertos en los ensayos.
No suelta mi mano, la aprieta lo necesario como para que no salga huyendo despavorida del lugar.
Termina y de nuevo todas las chicas gritan flipando la acción que Javier ha realizado a quien parecería... una conquista... en el grupo... nuevo.
Comprendo inmediatamente de qué va esto, aunque él me lo ratifica en poco tiempo.
—Sandy, sé que es muy pronto pero de verdad te he llegado a estimar demasiado y quiero, deseo, pedirte frente a toda esta multitud, que seas mi novia.
Por más que busco en sus ojos un ápice de sinceridad o algún rastro de brillo que signifique que todo esto está siendo realmente de corazón no lo encuentro, y siento una parte de mí desmoronarse por crearse ideas falsas; pero claro, lo leí cientos de veces en todos esos sitios de chisme y farándula donde mencionaban que él no buscaba relaciones, que la mayoría del tiempo solo lo hacía para obtener un grado de rating.
Josema baja la mirada ante mi silencio, lo veo caminando hasta la salida y siento mi corazón cayendo al suelo quizás de la misma forma que el suyo lo hace en este momento. No puedo dejarlo ir porque ahora sé, tengo claro, que después de ese casi beso las cosas no han sido igual y debo verificarlo.
No tengo tiempo que perder, debo salir de aquí y alcanzar al chico que posiblemente podrá ser el amor de mi vida, o quizás no, pero debo intentarlo.
Salgo corriendo del recinto por la puerta trasera; debo correr el doble de mi velocidad promedio para llegar a la misma puerta por la cual él ha salido y detenerlo. Pero justo cuando estoy cerca siento una mano tomando mi brazo y deteniendo mi avance.
—¿Crees que puedes irte así como así y dejarme frente a todos sin decir nada? ¿Sabes lo que se hablará de mí mañana en las revistas, en los periódicos? ¿Tienes una idea de lo que eso hará con mi carrera, Sandy?
Parece molesto y creo que tiene razones justas para estarlo, pero tampoco voy a ser la chica dispuesta a aparentar algo que no va con ella, no quiero una relación de papel que solo servirá para elevar el ego de alguien, que ahora entiendo, no lo merece.
—Quizá no lo sé, puede que sea culpable de tu desdicha, pero no estoy para estas historias donde milagrosamente la estrella se enamora de la chica invisible para la sociedad y de pronto todo es amor. No, Javier, prefiero un amor de esos puros, bonitos y que son de verdad.
»Prefiero mil y un veces quedarme con aquella persona que me canta canciones que ahora sé llevaban dedicatoria, con el chico que no necesita ser una celebridad para hacerme sonreír. Me quedo, Javier, con el hombre que no necesita de cámaras frente a nosotros para demostrarme un poco de cariño.
»Me quedo con quien sabe que mi nombre proviene de un personaje de Vaselina y no cree que es por una caricatura. Me quedo con la persona que conoce todo de mí, como mis flores favoritas y los chocolates que me fascinan. Me quedo con quien sé que es mi complemento y que me ha enseñado con su guitarra los acordes del amor.
Siento su agarre aflojarse y mirar a alguien detrás de mí.
—Sandy —escucho su voz y no puedo esperar por confirmar mi teoría. Está a unos metros, así que decido correr hasta él para arrojarme a sus brazos.
Suelta todos los obsequios que pronto se precipitan hacia el suelo; extiende sus brazos para recibirme y yo solo me aferro a su cuello y abrazo su cuerpo con mis piernas.
—Todo eso que acabas de decir... —lo interrumpo con un enorme beso y se siente tan bien, como tocar el cielo sobre nosotros.
Siento escalofríos que recorren mi columna, como una especie de electricidad; en mi cabeza la voz de mi mamá diciéndome que así se siente el verdadero amor, que esto es lo que debe sentirse cuando tienes frente a la persona correcta.
Alejo mis labios de los suyos, ambos sonreímos.
—Tú eres a quien quiero, Josema.
—Y mi corazón te quiere a ti, Sandy.
Mis labios vuelven al sitio donde ahora parece que embonan a la perfección.
En este instante no me importa más nada, ni losreporteros tomando fotografías al otro lado de la acera para el encabezado queaparecerá mañana por la mañana en todos los periódicos locales; ni las fansabucheando por el final inesperado porque no me decidí por el vocalista queellas deseaban; mucho menos a Javier gritando que mi carrera, una que nisiquiera inició, se ha acabado y que no me quiere de nuevo en el grupo. No meimporta nada porque junto a Josema todo lo demás sale sobrando.
Total de Palabras: 1,842.
De parte de todo el sensual equipo de novela juvenil, nuevamente les damos las gracias por acompañarnos en este desafió ¡Hasta la próxima aventura!
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