3. Segundo año
Le sonreí un poco a Matthew. Vaya razón. Alex había sufrido al igual que yo, así que solo era cuestión de esperar un poco más y pronto lo tendría a mi lado de nuevo. Me mordí los labios sabiendo que esperar otro año entero me destruiría si no pensaba de forma positiva.
—Todo mejorará el siguiente invierno. —Volví a repetir sus palabras cuando las doce campanadas sonaron a lo ancho y las mascotas se dejaban morder una y otra vez adentro del comedor.
—Claro que sí, ya verás que regresará pronto.
Parpadeé un tanto más contenta al mirar el infinito manto negro del universo congelado. Un año...
—Matt. —Rossette llegó tan pronto como las campanadas sonaron—. ¡Feliz año nuevo!
—Feliz año, cariño.
Dejé de sonreír un tanto al verla radiante y esperanzada por un buen beso. Tragué saliva muerta de celos. Solo tendría que aguantar esto dos veces, el siguiente invierno sería el último año nuevo que estaría sola y vaya que lo veía muy lejano. ¿Qué haría en trescientos sesenta y cinco días sola? Pensé en aprender a leer y escribir sabiendo que impresionaría a Alexander cuando volviese. ¡Le daría una carta! Sí, eso sería una buena idea.
Sonreí para mi misma cuando me despedí de ellos y les deseé un buen comienzo de año. Me embriagué entonces en la soledad del comedor, mientras todos se hacían de sangre deliciosa que molestaba a mis fosas nasales.
—¡Nicole! —Alguien me llamó. Empecé a caminar al saber precisamente que era mi no tan querido mejor amigo que venía corriendo hacía mi—. ¡Feliz año nuevo!
—No te daré sangre.
Escuché como bufaba a un lado de mi cuerpo.
—Pero, pero es que no puedo sacarme ese sabor de la mente.
—Pues ve consiguiéndote a una mascota, amigo. No creo que vuelvas a probar sangre como la mía o la de Alexander.
—Ya, está bien... ¡tranquila! Solo bromeaba.
Suspiré una vez más con pesadez al apresar mi cuerpo en aquel barrancal de piedra blanca y de hermoso tallado en los bordes.
—Sería genial saber cómo hizo él para soportar todo ese tiempo sin mí —dejé salir de repente—. Yo estoy que me muero de hambre y él no probó bocado en dos años y medio.
Sabía que el sonido de la orquesta clásica nos daría la oportunidad de platicar, a Blake y a mí, sobre algunas cosas que parecían importantes, ya que estaba segura que me encerraría en el cuarto tan rápido como se acabara aquella fiesta molesta que me hacía querer correr por el bosque para alimentarme de lo que fuera que estuviese ahí.
—No lo sé, yo aun no regresaba de los bosques.
—Cierto.
Mi voz se apagó rápidamente, recordando como había conocido a mi mejor amigo.
—Buenos tiempos, ¿no?
Blake no respondió. Pareció mirarme con lástima también. De mi frente apareció una venita enfurecida. ¿Por qué maldita sea todos me miraban asi? ¡Deberían de verme con respeto y miedo! ¿Era una le-kra, o no? ¿Por qué no podía imponer el mismo terror que Alexander? Todos me veían como si fuera un corderito perdido en la sabana.
—Tranquila...
No respondí, respiré con profundidad intentando mantenerme calmada. Las ganas de asesinar a todos y hacer de esa fiesta una celebración roja, no me faltaban.
—Solo falta un año Nicole, se pasara rápido.
¿Rápido? ¿Qué no se había dado cuenta que este año había sido una toda una pesadilla para mí?
—Sí, solo un año.
Volví a poner mis ojos en blanco. Pensé que hablar con mi mejor amigo me animaría o por lo menos me haría sentir mejor, pero pasó lo contrario; ahora estaba más enfurecida, triste e infeliz que hacia menos de unos minutos. Me hubiera quedado mejor sola.
—¿Señorita Whitman?
—¿Doctor Collins? —Pregunté sorprendida. Detrás de nosotros, mi oculista tenía una copa de al parecer vino.
—Padre, ¿qué haces aquí? —Blake pareció estupefacto de encontrarlo.
—¿Buen año nuevo, no querrás decir?
—Papá.
—Tenía que hablar con mi hermano, pero quería ver a mi querido hijo primero.
—Para ese rollo, que no te lo creo.
Su padre sonrío.
—Vaya, extraño al retoño que me decía papi todo el tiempo.
Reí un poco al imaginarme al pelirrojo brincando con los brazos extendidos.
—¡Mierda, papá! Para eso.
Su padre me acompañó en la risa, mientras Blake se sonrojaba un tanto por lo que había dicho. Y mientras ellos discutían de una forma amorosa, recordé mi infancia y la carencia que yo había tenido. ¿Por qué Blake odiaba tanto que lo abochornaran? Yo anhelaba aquello. Que mi padre viniera, dijera anécdotas que yo no recordaba. Seguí riendo a pesar de que por dentro me sentía más rota de lo normal. Vaya forma de empezar un año.
—¿Cómo has estado? —Al parecer aún debía practicar mis máscaras.
—He estado mejor.
—Lo veo, aunque deberías de estar contenta. No pensaba que estuvieras...
Recuerdo que interrumpieron la charla de todos. El padre de Alexander había tocado su copa con una cuchara de plata. Todos miramos a verlo.
—Hermano, familia, Nicole... gracias por venir en esta noche tan especial.
Nos quedamos en silencio.
—A pesar de comenzar un nuevo año sin mi hijo, debo reiterar que esperaremos impaciente por su regreso y qué mejor manera que aumentando nuestro número . Hoy, en este nuevo día de este nuevo año, debemos dar gracias por un nuevo miembro. Hijo, haznos los honores.
Sus palabras me dejaron en blanco. El recuerdo de cómo llegué a aquella mansión me embriagó por dentro. Una chica hermosa y esbelta, de cabello largo y dorado, se posó frente a todos y el chico, que ni siquiera recordaba su nombre, le tomó la mano con cariño.
—¿Por qué has escogido esta mascota para ti?
Pasé saliva intentando no recordar el momento en el que Alexander había dicho ante todos, que se había enamorado de mí a primera vista. Respiré con fuerza mas no pude evitarlo. Cerré los ojos al desear no sollozar de nuevo. No quería derramar lágrimas de tristeza frente a todos.
—Ella es mi motivo por el que deseo seguir con mi vida eterna.
Abrí los ojos ante aquellas palabras. Había sido tan distinto, pero tan especial. El vampiro joven mordió con delicadeza y amor a la rubia. Comenzó a gemir de placer y ya después de eso, cada vampiro hizo su trabajo. Fue tan horrible presenciar esa escena.
Todos mordiendo o recibiendo colmillos.
Mi rostro se deformó y mis ojos se volvieron a apagar, inundándose en ese mar de perdición y agonía que me había invadido durante los primeros siete meses de espera.
Recuerdo que me escondí entre las sombras y con una mirada de tristeza, salí caminando con lentitud de nuevo hacia la habitación. Nadie pregunto por mí. Blake no me detuvo y el Doctor Collins platicaba con el padre de mi prometido. Parecía que a nadie le importaba si me iba. Sonreí ante aquel presentimiento. Ya que simplemente, no deseaba permanecer por más tiempo en aquel salón repleto de vampiros hambrientos y que por algunos lapsos, me miraban como intentando imaginarme traspasada por sus colmillos.
Subí las escaleras en silencio. Mis tacones resonaron una y otra vez en el pasillo vacío, haciendo un eco atemorizante pero, al mismo tiempo, depresivo. No dije nada cuando abrí la puerta y me encerré de nuevo tras traspasar aquella habitación que me recibía con gusto y placer, y que asegura, no abandonaría en otro año más.
Recuerdo que la noche pasó lentamente y que el día se asomó por la ventana. Que el olor a sangre ya no se percibía en lo absoluto y que seguramente todas las mascotas estaban ahora en el patio alegando de sus agujeros sobre sus cuellos. Me quedé viendo a la ventana con nostalgia.
Yo era prácticamente una mascota abandonada, pero que no podía tocar ya más el patio. Mi estatus me lo prohibía y yo no pelearía por ello, no quería observar a ninguno de esos seres que mordían cada mes y que disfrutaban de alguna compañía que los apreciaba.
Además, con el trato de Clara y Rossette, nadie me molestaría más en todo un año. Sonreí con agonía. Todo un año para mi sola.
Se me revolvió el estomago al pensar aquello y como de costumbre vomité en el lavabo. Me lavé el rostro y pasé agua por mi cabello, intentando bajar la fiebre.
Levanté mi rostro cuando terminé de verme al espejo. Mi reflejo solo mostraba unos ojos deprimidos, cansados, enfermos.
Suspiré profundamente al saber que seríamos solo el reflejo y yo. Nada de una Rossette hiperactiva ni una Clara intentando animarme. Solo Nicole consigo misma. Como debía de ser; sin embargo, cuando pensaba en cómo aprendería a leer y escribir, alguien tocó la puerta dos veces. Parpadeé con cierto desagrado. ¿Ahora qué querían?
—¡Prometieron dejarme sola! —grité desde el baño.
—Nicole, ¿tienes unos minutos?
Me impresionó escuchar a Matthew en la puerta. Dejé el espejo a mis espaldas y un tanto tímida, abrí la puerta de mi habitación. El alto de cabello castaño me sonrío y me mostró de lleno esos colmillos filosos y un tanto manchados de sangre que me hicieron entrecerrar los ojos con cierta cautela.
—Matthew, ¿qué te trae a estas horas al cuarto? —pregunté con un tono seco en mi voz apagada.
—Solo quería felicitarte —dijo con una enorme sonrisa—. No me había dado cuenta en toda la noche, realmente lo siento.
—¿Perdón?
Recuerdo aún cómo observó mi mirada confundida, pero no dejó de sonreír.
—¡Vamos! No te atreverás de esconderme a la pequeña criaturita que viene en camino, ¿o sí?
—¿Criaturita? ¿De qué hablas?
—¿En serio, Nicole? No sé que tanto quieres mantenerlo en secreto, pero sé que esperas al hijo de mi querido amigo.
Aún recuerdo mi reacción. Mis ojos saltones, parpadeando sin cesar y sin entender realmente lo que aquel chico sonriente me decía con esmero y con felicidad.
—Si tanto deseas mantenerlo en secreto, no le diré a nadie, pero debo decir que no lo esperaba. ¡Felicidades por el embarazo! Cualquier cosa que necesites, estaré en mi cuarto.
He de mencionar que se alejó mostrando aún sus dientes blancos y se despidió de mí como si fuera un cómplice guardando un gran secreto. Pero este gran secreto, no lo sabía ni yo. Recuerdo que sentí que hasta la Luna se quedó inmóvil, ahí conmigo.
Me bañó en su luz blanca intentando entender aquello que a mí me había dejado sin palabras y más bien con la boca abierta, sin saber que hacer o decir.
El tiempo pareció irse mucho mas rápido de lo normal. Y dentro de poco, el cielo comenzó a aclararse. Me había quedado ahí congelada en el tiempo, casi como si aún no creyera aquellas palabras.
¿Yo? ¿Embarazada? ¿¡Pero había pasado un año completo!? No podía ser cierto. Recuerdo que por unos segundos, una sonrisa tímida se asomó por mis labios... aunque fuera una fantasía, seria algo realmente muy hermoso. Si tenía algo de Alexander dentro, lo cuidaría y lo amaría hasta que él volviera.
—¿Nicole? ¿Qué haces parada ahí? —Preguntó Clara desde el pasillo.
No volteé a verla. A ella le pareció no importarle aquel gesto tan grosero que yo había hecho y, acercándose a mí con lentitud, se postró frente a mí con un rostro confundido.
—¿Estás bien?
Esta vez respondí a sus llamados, giré mi rostro hacia ella con cierta timidez, pero a la vez con una débil sonrisa.
—¿Qué tienes, Nicole? Estas tan alterada y pálida.
Me quedé en silencio, volviendo a repetir aquellas palabras que Matthew había declarado hacia ya un par de horas en mi cuarto. Intentando creérmelas.
«Lo veo, aunque deberías de estar contenta. No pensaba que estuvieras...»
¡Vaya! Seguramente el padre de mi mejor amigo se refería a eso, a que estaba embarazada. Mi rostro se ensanchó aún más en una sonrisa interminable, como si por primera vez, después de mucho tiempo, me sintiera aliviada, emocionada y completamente feliz.
—Creo, creo que estoy embarazada —solté a la vez que me tocaba el estómago sin comprender aun lo que significada esa pequeña oración.
O del tiempo que implicaba aquello.
____________
Debo hacer un anunció. El 10 de marzo estaré fuera de la ciudad (y regresaré unos 6 días después) por lo que, este mes subiré tres capitulos. Este primero, el 10 subiré otro y otro el 30. (Aparte por qué es el mes de mi cumpleaños) Muchas gracias por darle un espacio a colores claros y bueno, espero que les guste. Qué hay aún muchas sorpresas que están escondidas. <3
-Nancy A. Cantú
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top