#1- sensaciones.

Di un largo suspiro, había llegado el día en que saldría de mi encierro y así, cambiar el aire por uno más reconfortante. Había salido de eso a lo que le llaman, "zona de confort". Tampoco podría ir muy lejos, sin embargo, pude irme donde no existe nada ni nadie que se meta conmigo, o al menos no lo volveré a permitir.

Las horas en el tren se estaban agotando, que para ser temporada de fines de invierno, se encontraba lleno. Pronto arribaría a mi destino, la ciudad costera en la que viven mis tíos. Quien lo oyera pensaría, "qué generosa familia tienes, recibirte en la baja temporada". Claro que lo son, aunque esta estadía tenía su precio, ayudar en el negocio familiar.

El pequeño hotel colocado en la entrada a la playa hace más de cinco generaciones es uno de los sitios más cómodos de esta locación turística, y no es porque pertenezca a mi familia, sino porque cada vez que lo visito se ve mejor que la anterior vez. Además, es el clásico de la ciudad.

Aunque quizás, no sea el más grande de los hoteles de la ciudad... De hecho, hay hoteles con más de tres pisos en el centro y algunos edificios de arrendamiento de viviendas por día, por lo que, la competencia está siempre presente.

El altavoz del tren anuncia el arribo y me apresuro a tomar mis cosas. La salida del tren se abarrota por lo que intento abrirme paso entre las señoras, los señores panzones y las mujeres con sus niños. Así, al salir del vagón, comienzo a buscar la salida del andén. Mi maleta comienza a rodar acompañando mi paso y también el bolso colgado en mi espalda rebota con mi caminar.

—¡Lily, aquí! —mi tío Hugh agita sus brazos con euforia mientras esboza una sonrisa. Aún tiene su ropa de trabajo puesta por lo que deduzco que apenas ha terminado de trabajar.

Devuelvo el gesto y me acerco a pasitos apresurados. Lo primero que hice fue agradecerle por venir a buscarme a la estación y disculparme por las molestias ya que, el hotel estaba en remodelaciones. Mi tío niega con su cabeza y me repite que lo habría hecho de todos modos.

Nos subimos a su vehículo, un Jeep color bordó y condujo hasta la que sería mi nueva casa durante los próximos meses. La casa de mis tíos se encontraba justo, escaleras arriba del hotel por lo que solo debería moverme de aquí a la escuela.

Ah, no lo mencioné, el hotel es más un tipo hostal o complejo habitacional, pero su inscripción es de hotel, por lo que se le llamará así. 

Sigo.

Durante el camino me habló de las reformas al recinto que se hicieron el año pasado y también aprovecharon la temporada baja para arreglar la infraestructura de la casa y así evitar cualquier accidente al ser una edificación tan vieja. Yo solamente podía asentir y escucharlo con atención, no los visitaba hace bastante por no decir que hace años.

—Tu tía ha estado muy entusiasmada estos días y te ha preparado una habitación de lo más fabulosa o al menos eso es lo que quiere que te diga —dijo y solté una risita nasal. Mi tía siempre ha sido así de detallista.

—Gracias por recibirme... A esta altura del año.

—Ni lo menciones, para nosotros es una visita muy agradable, además siempre somos Satsuki, Nate y yo, es aburrido a veces no tener que conversar luego de un largo día de trabajo.

Haciendo un paréntesis, mi tía y mi madre son gemelas, tenemos ascendencia japonesa por parte de nuestro abuelo y de alguna manera, el hotel siguió la misma suerte al ser una construcción turística dese hace muchos años ya.

El vehículo entró por el estacionamiento de atrás que iría directamente hacia la casa. Se ve que lo ampliaron y también había algunas bicicletas y una motocicleta negra con detalles en rojo. Me acerqué a verla, ya que se veía algo costosa o bien simplemente estaba muy bien cuidada, podía ver mi reflejo en la parte donde va la gasolina.

—¡Ah, eso es de uno de mis ayudantes luego te lo presentaré! —llamó mi tío deteniéndome de tocar la moto— Vayamos con tu tía primero antes de que me mate por tardar en llegar y luego podrás ver con más tranquilidad el lugar.

—Está bien.

Rápidamente, subí las escaleras junto a mi tío quien cargaba mi bolso mientras yo llevaba mi mochila. Entramos a la casa y nos quitamos los zapatos. La costumbre que tenemos desde siempre.

Podía observar los cambios en todo el interior de la casa. Había adoptado un estilo más occidental su decoración e incluso muchos muebles habían cambiado. La última vez que vine era una casa estilo tradicional antigua, aunque una modernización nunca viene mal.

—¡Lily! —gritó de alegría mi tía para acercarse a darme un abrazo.

Sus brazos envolvieron mi cuerpo con mucha euforia y sentí mis pies despegarse del piso. Luego mi alrededor comenzó a girar y conmovida por la calidez de ese saludo también devolví el gesto abrazándola. Su ternura me hacía feliz.

—¡Satsuki! —masculló el tío— ¡Recuerda no invadir su espacio de esa manera!

Cómo olvidarlo...

—¡Cariño como lo siento! —expresó la tía separándose de mí.

—No te preocupes tía. Es agradable verte. Te ves tan dulce como siempre.

Cuidado, a veces puede ser seca y áspera como lija. Así había descrita por teléfono a mis tíos antes de venir aquí. Tan solo, era de pocas palabras. Mi mundo es solo aquel en mi cabeza y en la burbuja que me rodea siempre.

Luego de la ronda de salutaciones, tuve a escoger entre sí quedarme a ordenar mis pertenencias en la habitación que ocuparía de ahora en adelante o bien, podría ir y recorrer el hotel.

Decidí encargarme de guardar mi ropa y mientras tanto hablar con mi tía. Es mi último año de preparatoria, por lo que iría a la escuela aquí en los próximos meses.

—¿Qué tal la casa cariño? De seguro se ve diferente a como la recordabas —la dulce sonrisa de la tía Satsuki me reconfortaba y me daba mucha comodidad.

—Es verdad, se ve diferente...

Un silencio inundó la habitación. No era mi intención, sin embargo, me pone nerviosa hablar con los demás y de repente no saber qué contestar. Cómo si todas las conversaciones fueran incómodas.

—¿Podría bajar a la cocina? Quisiera tomar un descanso de desempacar y bueno... recorrer por ahí.

—Claro que sí, solo avísame de cualquier inconveniente aquí y puedo solucionarlo por ti —contestó señalando la habitación en general.

—Muchas gracias.

Luego de agradecerle, me dirigí hacia la puerta que conectaba a las escaleras, qué iban hacia la cocina la cual tenía un gran cartel de, "solo personal". Tengo entendido que también habían reformado la cocina y por supuesto, los raros trajes tradicionales fueron reemplazados por trajes de cocina un poco más modernos.

Por lo que pude observar en las redes sociales de mi primo Nate, ahora constaba de una camiseta manga corta con unos pantalones negros a finas rayas blancas y delantales de cocina bordó.

Si ese es el de verano qué será lo que se utiliza en invierno...

—¡Lily! ¡Justo a tiempo! —dijo mi tío—, mira hay alguien que quiero que conozcas-

—Jefe, ¿Dónde dejo estas? —pronunció una tercera voz, una sonora y masculina.

—Esas pechugas van a la cámara André, déjalas allí por el momento.

Me detuve a observarlo con detalle, su espalda, sus hombros anchos y su cabello un poco largo, como una especie de mullet, moderno a mi parecer. También tenía un color castaño muy claro al que me arriesgaría a considerar rubio, llevaba un piercing se anclaba al cartílago de su oreja izquierda y...

Se volteó hacia mí  cuando cerró la cámara. ¿Quién es? Ojos grandes, frente mediana pero amplia, pómulos ligeramente pronunciados y un detalle no menor. Unos iris oscilantes entre azules y verdosos. Posó sus ojos sobre mí como examinando mi anatomía y fisonomía sin llegar a ser grosero. Encontramos nuestras miradas, debe haber notado mis descarados ojos como repasaron todo su ser. Esbozó una sonrisa como reacción. 

Me atrapaste, te estaba viendo.

—¿Ella es? —miró a mi tío y pronunció risueño.

—Es mi sobrina de la que te hablé-

—Soy Lilian, me dicen Lily —interrumpí a mi tío para presentarme por mi cuenta. En el intento, salió un gallo de mi garganta, por lo que aclaré mi voz y el muchacho ensanchó su sonrisa. .

Se acercó más hacia donde yo estaba y me extendió su mano. ¿Quiere que extienda mi mano también? Pero claro que sí tonta. Levanté mi mano y él la tomó enseguida, entonces estrechamos las manos en un corto saludo.

—El gusto es mío Lily, me llamo André Norwell-Park, trabajo con tu tío aquí en la cocina.

Asentí en son de entendimiento. Estaba muy intrigada por esta nueva persona que apareció en el reparto de personajes del hotel de mis tíos. No tengo recuerdos de haberlo conocido con anterioridad por lo que he de suponer que comenzó a trabajar aquí hace poco.

Quitándole la vista al flamante muchacho, me fijé mejor en la cocina del restaurante. Tenía encimeras nuevas y que relucían, también los pisos se veían impecables así como los vidrios de la ventana lucían el vitral del vidrio superior así como una notable limpieza en los marcos.

El cambio se notaba totalmente radical y le daba un aspecto muy hogareño. La luz cálida no iba mucho con las paredes grisáceas, pero eran armoniosas las cortinas.

—Está bien jefe, yo me encargo —la voz del rubio me sacó de mi trance.

—¡Nos vemos luego para el almuerzo! —se despidió mi tío sin dejarme oportunidad de decir algo.

El ambiente se volvió silencioso de repente. Me distraje por unos instantes y mi tío me había dejado aquí. El chico anotaba algo en una libreta que sacó del bolsillo de su delantal y anotaba rápidamente algunas cosas. Por el rabillo del ojo se fijó en mí y pronunció:

—No tenías pinta de haber oído, pero el don Hugh dijo que serías mi ayudante hasta que comiences el nuevo semestre de la escuela —dijo y agregó—. Cuéntame, ¿qué es lo que sabes hacer?

Estaba demasiado confundida, ¿Ya tengo un trabajo aquí?

—Este... Joven.

Andie está bien.

—Andie, ¿el trabajo es aquí? ¿En la cocina? —pregunté y me miró, además de contener indiscretamente su risa— ... Oye no te rías...

—Lo siento, es gracioso el hecho de que no escuchaste nada de lo que tu tío dijo y tu cara es una pintura de confusión.

Ante mi ignorancia sobre lo que pasaba, me explicó brevemente lo que mi tío le pidió,  que me muestre la cocina en lo que él hacía mantenimiento en la bodega. Además, me explicó que quizás necesite de mí como ayudante por la tarde, ya que por motivo de vacaciones no habría demasiado personal.

¿Por qué? Un favor proporcionado por mis parientes. Él necesita de ayuda en la cocina, yo no tengo mucho por hacer más que seguir desempacando.

¿Quién da más? ¿Qué es más interesante?

—Solamente sería hasta el mediodía y por la tarde —miró la pantalla de su teléfono, como revisando la hora—. Si tienes tiempo, estaría agradecido contigo.

Me miró por última vez antes de salir de la cocina hacia afuera. La habitación estaba solitaria, simplemente con el ruido de la cámara frigorífica y de algunos refrigeradores. El hostil sentimiento de soledad me invadía nuevamente. ¿Qué debería hacer ahora? Es incómodo ser la visita inesperada y no poder moverme con libertad.

—¡Lil, ábreme la puerta por favor! —la apacible voz del rubio me trajo -una vez más- a la tierra.

Velozmente, abrí la puerta de atrás permitiéndole entrar a la cocina con una media res que se guardaría también en la cámara. Me agradeció risueño y suspiró.

—Siento que estarás en la luna cada vez que te hable —se rio, me sentí avergonzada. Avanzó nuevamente a hacia la salida— ¿Vienes? Necesito ayuda para terminar de descargar la camioneta.

—Claro... No es problema —contesté siguiéndolo y cerrando la puerta detrás de mí— Espera. ¿Me llamaste Lil?

—Sí, ¿Te molesta? —preguntó.

—No exactamente... ¿Había que acortarlo más? 

—Lo hace más especial.

[✿]

Mis ojos se perdían en la salsa que se cocinaba en la gran olla de aluminio. Nunca había visto una cocina tan grande y era evidente el empeño que mis tíos estaban poniendo a las remodelaciones del hotel.

El muchacho que amasaba fideos con bastante rapidez me explicaba en el proceso la organización de la cocina; cuántos empleados maneja, su trabajo y el de la mayoría. No estaba entendiendo ni maíz tostado lo que dice, simplemente asentía y decía alguna onomatopeya para que no notara mi confusión. Prácticamente no estaba haciendo nada, solo estorbar de una manera plácida ya que él se notaba muy entretenido en su explicación.

Es insufrible, aunque lo más pertinente sea decir que es perfeccionista, no está bien quitarle crédito a su trabajo pero sus descripciones son demasiado meticulosas y llenas de detalles completamente irrelevantes

—Los buffet se sirven martes y jueves todo el día,  por comodidad para el personal y es cuando hay más posibilidades de reposición de los alimentos. No se realizan los fines de semana o días aledaños debido a que los camiones de mercadería vienen solo los lunes y sábados por ser exactos. Pero para evitar contratiempos mínimo, debes anticipar el menú al menos tres días antes. Así podrás licitar con tiempo los ingredientes —explicó, es admirable la capacidad que tiene para hablar tanto mientras trabaja—. Lo ideal es servir comidas de acuerdo al momento del día y del tipo de cliente, recuerda eso, las señoras mayores prefieren una compota o frutas a disposición. —que por lo general son frutales —el rubio explicó mientras amasaba los fideos— las señoras que usan el sauna prefieren comidas frescas desde la tarde a la noche y por la mañana un desayuno tradicional. Aunque debes adaptar la palatabilidad a los jóvenes que rondan frecuentemente el hotel.

—¿Y la carne que trajeron hoy?

—Es para menú de almuerzo y para el restaurante. ¿Ves esa puerta de allí con las ventanas redondas? Ese es, se abrió hace poco y la clientela es buena.

—¿Y tú en qué trabajas?

—Yo soy empleado del hotel. Trabajo de viernes a domingo en el restaurante como un plus —se detuvo y miró a su alrededor— ¿Podrías pasarme ese cuchillo? Ah y la tabla también por favor.

Señaló un cuchillo de una hoja mediana que estaba guardado en el mueble apropiado para el mismo. Me sentí mal por no hacer nada en todo lo que llevo aquí que fui por el utensilio y se lo alcancé. Me agradeció. Con reacción tardía, salí corriendo a buscar el elemento faltante a la alacena mientras el chico sacaba de la heladera algunas verduras. Le alcancé la tabla.

Pero de repente, clavó el cuchillo sobre la tabla lo que hizo que me sobresalte. Por el rabillo del ojo me observó y comenzó a reírse.

—Debería haberte grabado —dijo entre risas— suelo estar solo mientras hago esto... Es para cerciorarme que esté afilado en vez de pinchar mi dedo, y a veces suele ser impresionante.

Suspiré de alivio. ¿Quién es este tipo? Es exótico casi como... cómo....

—Como el ángel caído de Miguel Ángel... a eso se parece —pensé en voz alta.

—¿Qué? ¿Yo?

Enmudecí y posiblemente me haya puesto roja ya que me quedé en blanco. Vi su expresión y se aguantaba la risa. Una persona así de extrovertida debe estar pasándola mal con alguien tan callado como yo, imaginate, tiene que morderse el labio para no reír. 

Que me trague la tierra por favor.

—¿No es de Alexandre Cabanel? O... —se tapó la boca con ambas manos llenas de harina— No me digas que soy como la escultura de David... ¡Ay qué atrevida que eres!

—¡¿Qué?! ¡N-no! —comencé a tartamudear y el chico no aguantó más que, empezó a partirse de la risa— Solo confundí los artistas —me excusé pero no bastó, dejó a un lado el cuchillo y posó en jarras.

—Pero no me queda claro, ¿Con quién quisiste compararme? ¿El ángel caído o David?

—El ángel caído —dije en voz baja.

—¿En serio me estabas comparando a mi con la pintura? Pensé que no era en serio —su voz fue apagándose cuando se dio cuenta de mi tímida reacción— gracias por el detalle, supongo.

Un pequeño aroma a quemado comenzó a inundar la cocina y rápidamente André apagó la hornalla que seguía cocinando la salsa rosa. Con desdén miró la olla. Me miró y una expresión risueña volvió a plasmarse en su cara. Hizo su cabeza hacia atrás mientras su voz se desvanecía en la onomatopeya de risa.

¿Cómo es posible que alguien pueda reírse tanto en un lapso de tan poco tiempo? Para mí, que soy de pocas palabras, ver a alguien así es como ver al loquito de la esquina del centro. Todos lo miran y no pueden evitar comentar sobre él.  

La cocina se estaba inundando de su cantarino carcajeo mientras se agarraba el estómago. Me acerqué instintivamente por si le estaba pasando algo pero solo atinó a hacerme que no con la mano.

Mis comisuras se elevaron y empecé a carcajear bajito. Era contagioso y él es escandaloso por decirlo de alguna manera. Nuestros ojos se encontraron mientras reíamos y para él fue motivo para explotar nuevamente. Exageradamente salió hacia afuera. Como un pollito a su mamá, lo seguí.

—¿Estás bien? Te vas a desgarrar el diafragma así.

—Estoy 10 puntos —dijo, ahora más calmado—. Ay señor, ¿hace cuánto no se me quemaba la comida y de reírme así al mismo tiempo? —suspiró aún risueño y me miró— Eres muy interesante Lil. 

Dio una palmada en mi brazo y se volvió adentro. Mi cabeza volvió a estar en blanco. ¿Qué me había dicho? De alguna manera, esto fue súper incómodo, pero me divertí. Es agradable.

—¡Ah Lily! —exclamó mi tío que hablaba con André. ¿Cuándo llegó?— Vine porque oía las risas y pensé que algo había pasado. Pero me alegra ver que se llevan bien y me sorprende que se te haya quemado la salsa.

—Si, lo siento por eso, pero la envasaré y limpiaré antes de irme jefe.

—Tranquilo, los accidentes suceden. Cambiando de tema, Lily, el almuerzo está listo, si quieres puedes irte —dijo mi tío

Miré el entorno que ahora se veía un poco más cálido por los rayos del sol que entraban por la ventana de vidrio. Siendo más observadora, la reflexión de los mismos se veían bien en los iris de André, su pupila disminuía su tamaño por la luz y dejaba entrever el diseño de sus ojos. 

—Está bien tío. Iré luego.

—De acuerdo, Andie te encargo que cierres luego —dijo antes de irse y dejarnos a los dos al sonido de la burbujeante salsa.

Una vez que mi tío se fue, me invadió un sentimiento de comodidad. Más confiada, fui y me coloqué a su lado. Sé que soy de pocas palabras pero sentía bastante seguridad. Quiero saber más de él. Que tiene para contarme y poder hablarle de mi.

Li-ly —chasqueó los dedos frente a mi— tus trances son demasiados profundos, a ver cuando me pasas la receta para eso.

Mi expresión se volvió de confusión, ¿Qué tanto es que él me ve?  Tomó la bandeja de aluminio envuelta en un papel film y llevó a la cámara la salsa y varias cosas más que había en la encimera de la cocina.

—Bien, esto es todo por hoy —dijo y entró a los vestuarios.

Aclaré mi voz y salí afuera a respirar un poco. La ingresante brisa primaveral llenaba el ambiente y el olor a polen alérgeno también se sentía. La puerta de la cocina se abrió y cerró en un santiamén. André, vestía unas converse con unos jeans negros y en el torso tenía una camiseta blanca con una chaqueta denim azul además de una mochila negra colgada en su espalda. En su otra mano llevaba unos guantes negros y un casco de moto.

Me saludó antes de irse con su mano debido a la distancia entre los dos y encendió la motocicleta para salir y perderse por la calle. Solté un suspiro, pronto, las sensaciones en torno a su partida me llenaron la cabeza de dudas, ¿Habría otro momento como el de hoy?

—Olvidé preguntarle si vendría por la tarde.



🌼❤️✨

Aquí les dejo el primer capítulo.

Estos serán bastante más largos que en mis otras historias por lo que, la lectura será un poquito menos rápida de lo usual kjj

Aún así, me gustaría que me dejen en los comentarios algunas de sus opiniones. ¿Qué les ha parecido?

¡Nos vemos en otra!



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