02

Interesante, no encontraba otra palabra para describir al hombre. Era más que obvio que existía bondad en ellos, pero también maldad, una casi tan grande y poderosa como su parte buena. Por ser un ente del Cosmos él actuaba con raciocinio, o al menos eso pensaba, por ello Brend aún no entendía la lógica y la explicación para semejante comportamiento.

En una de tantas veces que acechaba a los humanos, vio a una mujer defender a una cría de humano ante la amenaza de un feroz felino. Ella, sabiendo que tenía las de perder enfrentó al animal, y sólo gracias a que otros humanos llegaron a tiempo, aquella mujer y su cría se salvaron.

—Sin duda fue algo sorprendente— enfatizó al finalizar la explicación de los sucesos.

—He visto comportamientos similares— le dijo Celli algo pensativa, —en una ocasión, durante un terremoto algunos humanos fueron capaces de olvidar sus diferencias e hicieron lo posible por salvarse.

—¿A qué te refieres con algunos humanos?— frunció las cejas confundido.

—Pues que no todos son iguales; si lo fueran no serían interesantes.

—¿No son iguales?— ladeó el rostro mostrándose aún más confundido.

—No, no lo son. Es como si dijeras que todas las flores son iguales; para ti y para mi puede que luzcan muy parecidas, pero te apuesto que ante los ojos de Victoria cada flor es única. Lo mismo ocurre con los humanos, pensé que ya lo habías notado.

—La verdad es que no.

—Me parece que deberías ser más observador— declaró Celli.

—Tienes razón; aunque creo que el ejemplo de las flores no es válido, es obvio que son diferentes.

La Catástrofe rodó los ojos, —sólo fue un decir—; ella solía hablar de manera directa, sin rodeos, por ello el dar un ejemplo lo más acertado posible era algo que la tenía sin cuidado.

Brend soltó una fugaz risita, —no me imagino qué diría Victoria si te hubiera escuchado decir que las flores son iguales.

—Y hablando de la señorita primavera— musitó Celli al ver a la nombrada cruzar el umbral de las enormes puertas del Cosmos.

—Brend— exclamó Victoria al llegar junto a ellos, —¿donde habías estado?

—¿Yo; pues donde más? En la Tierra por supuesto, es verano.

—No, no; eso ya lo sé. Me refiero a que ¿porqué tardaste tanto?

—¿Tardar?—, primero Celli y ahora Victoria le confundía. No recordaba haber hecho algún compromiso con ella, sus flores habían recibido suficiente luz solar semanas atrás.

—Pensé que estarías de regreso pronto por Jaziry.

Por Jaziry. Esas dos palabras le hicieron darse cuenta de que, por andar mirando a los humanos, había abandonado a la pequeña Arcoíris.

—¡Por el Creador; lo olvidé!— exclamó llevando ambas manos hacia su cabeza.

—Te estuvo esperando— explicó la guardiana de las flores.

—No debió— intervino la Catástrofe, —le dije que el verano no era la época idónea para salir a jugar.

—¡Celli!— la reprendió Victoria; a pesar de ser hermanas, ambas eran bastante opuestas: una siempre sonriente y optimista, y la otra sobria y pesimista.

—¿Qué?— levantó los hombros, dando a entender que no se arrepentía por lo dicho, ya Luna le había llamado la atención antes y no había cambiado su parecer, Victoria no haría la diferencia.

—¿Dónde está?— Brend las interrumpió, ahora que lo pensaba no había visto a Jaziry desde hacía varias lunas, y era extraño no verla corriendo por el Cosmos.

—En el Edén— apenas Victoria pronunció esas palabras, el Rayo de Sol caminó directo hacia el jardín.

Sobre el suave césped, a la sombra de un hermoso roble, Jaziry descansaba; su respiración era acompasada y serena, su cabello rojo contrastaba con la verde hierba.

—¿De verdad me esperó?— Brend arqueó las cejas al encontrar semejante escena.

La rubia asintió y agregó, —estaba algo triste, aunque trataba de distraerse con las flores al final se cansó y cayó dormida.

El muchacho se acuclilló y acarició la suave mejilla del Arcoíris; —Jaziry, aquí estoy— dijo más para sí mismo que para la pelirroja, pero no contó con lo que ocurrió después.

Sus párpados temblaron y luego se abrieron para dejar ver el par de orbes cafés, —¿Brend?— sonrió, —viniste; Victoria me dijo que sí lo harías.

También sonrió, parecía que no la había visto en años cuando en realidad habían pasado semanas; —sí, aquí estoy— repitió.

—¿Iremos a la Tierra?— preguntó emocionada, sentándose en un sólo movimiento e inconscientemente deshaciendo el contacto de la mano del Rayo de Sol.

—¿Ahora? Nn-no, no lo creo— y no era porque no quisiera llevarla consigo.

—¿Por qué no?

—Porque la situación no es propicia— explicó; —será la próxima vez, lo prometo.

—Pero yo quiero ir— infló las mejillas, —aquí me aburro—; tras decir aquello, en seguida llevó ambas manos a sus labios para taparse la boca; Victoria estaba allí de pie junto a ellos, y sin querer había dicho que su compañía no era entretenida.

La rubia rió, —no te preocupes Jaziry— también se acuclilló y revolvió el rojizo cabello, —te comprendo, por tu naturaleza deberías estar jugando en alguna montaña y no aquí cuidando las flores conmigo; aunque agradezco tu intención.

—Lo lamento, no quise decir eso— se disculpó.

—Pierde cuidado.

Victoria sonrió para transmitirle confianza y dejarle en claro que no había rencores; la joven Arcoíris ensanchó su sonrisa, aquella que hacía que sus ojos amenazaran con desaparecer. Brend inevitablemente copió el gesto, cuando estaba con Jaziry siempre se contagiaba de su alegría.

*~~~*~~~*

El ambiente se fue tornando cada vez más seco, como debía ser; entonces Amir anunció su última visita de la temporada, no tendría otra razón para ir a la Tierra sino hasta después del otoño, cuando las primeras semanas del invierno llegasen.

Esta vez sería un chubasco ligero, pero sufriente para calmar la sed de las pocas flores que quedaban, Victoria ya había realizado toda su mudanza, ya que después de esa lluvia ella tampoco tendría por qué estar más en la Tierra.

—Veo que este año has previsto acertadamente, ya has removido todas las flores— la voz del Viento hizo sonreír a Victoria, quien admiraba las últimas plantas marchitas puesto que su ciclo llegaba a su fin.

—Sólo fue una vez— giró para enfrentar a Cassidy, —¿acaso nunca dejarás de recordármelo?— trató de sonar indignada pero fue inútil, su sonrisa la delataba.

—Fue bastante gracioso, admítelo—, Cassidy, la encomendada del Viento, se recargó en un árbol; —verte correr de aquí para allá, apresurada por guardar tus flores, fue divertido. Incluso Zulhe lo disfrutó, y eso que ella no es de reír por las desgracias ajenas.

—Afortunadamente pude salvar las que debía; si no lo hubiera logrado no permitiría que te burlaras.

—Lo sé, y es un alivio, en verdad disfruto reírme de ti.

—A veces no sé que me impacienta más; si tus bromas o el pesimismo de Celli— hizo la comparación.

—Al menos conmigo te diviertes, en cambio el estoico rostro de nuestra querida hermanita no es para nada agradable.

Por la forma en la cual se llevaban, pocos creerían que eran hermanas: Victoria, Cassidy, Luna, Celli y Zulhe, esta última la encargada de velar por las aves.

Victoria iba a decir algo más, pero una gota de agua fría cayó sobre su mejilla, así que decidió despedirse de una vez, —fue entretenido charlar contigo.

—¿Ves como sí tengo razón?

—Ya, ya— rió, —lo admito, pero creo que llegó la hora de marcharme, regresaré después del invierno. Saluda a Andy y a Silvana por mi— le pidió.

—Por supuesto— exclamó, luego agregó una pregunta, —y tú, ¿irás al Cosmos?

—Aún no, primero iré al Edén, ¿necesitas que lleve algún mensaje?

—Si; dale mis saludos a Jaziry, y dile que por favor a nuestra agradable hermana que no olvide que debe visitar las costas del mediterráneo al inicio del invierno.

La rubia cabeceó de manera afirmativa y luego se marchó; su tiempo en la Tierra había finalizado, para cuando Amir llegara ella ya no debería estar allí.

Gracias a Victoria ahora ya sabía más sobre las flores, ya entendía por qué debía mudarlas al Edén antes del otoño y muchas otras cosas más. Pero eso no le quitaba lo aburrido, estaba tan deseosa por ir a jugar, lo necesitaba tanto que incluso su cuerpo lo había externado.

—¡Jaziry, adivina a quien vi hoy!— exclamó jubilosa Victoria al entrar al Edén, sabía que el Arcoíris congeniaba muy bien con Cassidy y tener noticias de ella y sus saludos le alegraría, ya que días anteriores la había notado algo melancólica.

—Me encontré con Cassidy— se contestó ella misma, —te manda muchos salu... ¡Jaziry!— se interrumpió y se acercó de inmediato a ella; hacía apenas unas horas que la había visto y juraba que no estaba así de mal: su cabello ahora carecía de brillo, su piel estaba más pálida y sus labios muy resecos; —¿qué te sucedió?

—¿Qué me sucedió de qué?— la miró, entonces la rubia notó unos círculos oscuros que enmarcaban sus ojos.

—Creo que debes ir a descansar— dijo ella tendiéndole la diestra, —ven, te acompañaré al Cosmos— en ese lugar estaban las nubes más cómodas, por eso Celli jamás quería salir de allí.

Pero al darle la mano, Jaziry la sostuvo sólo por unos instantes al incorporarse, los segundos que se mantuvo de pie, y luego se desplomó sobre el césped.

—¡Jaziry!— gritó la rubia asustada; —¿qué te sucede?— repitió, aunque nadie podría responderle. Con cuidado la viró para examinarla, aunque no tuviera idea de lo que buscaba; sólo la dejó boca arriba, en una posición más cómoda y fue a buscar a alguien que pudiera ayudarle. Y para su desgracia, o fortuna, a la única que encontró fue a la más pesimista que conocía.

—Vamos Celli, no me digas que no pudiste predecir esto— dijo Victoria tras explicarle lo sucedido, ahora estaban frente al cuerpo de Jaziry.

—Yo sólo me encargo de las catástrofes en la Tierra, no soy adivina, además nunca se me hubiera ocurrido semejant...

—Bien, entonces olvidemos eso, mejor busquemos una solución... aunque no sepamos lo que le ocurre— la interrumpió Victoria, pero en realidad Celli no había detenido sus palabras a causa de la rubia, sino porque sus propias palabras le llegaron a la cabeza:

El verano es la estación que posee menos lluvias, eso quiere decir que ya no saldrás a jugar y que morirás de aburrimiento.

—Está muriendo de aburrimiento— dijo Celli a manera de explicación.

—¿Cómo dices?— abrió los ojos en demasía, sorprendida, o tal vez esperando haber escuchado mal.

La Catástrofe suspiró y dijo lo que le parecía racional, —es como si de repente ya no hubiera más agua, tus flores morirían; supongo que algo así le ocurre a Jaziry.

—¿Y ella qué necesita?

—Yo que sé— se encogió de hombros, —recuerda que soy sobria y pesimista; digamos que el aburrimiento es mi elemento.

La rubia lo pensó, eso sería algo lógico, ya que la mayor parte del tiempo Celli se la pasaba durmiendo. —¿Y qué hacemos?

—Ya te dije que no lo sé— repitió la Catástrofe.

Victoria se frotó el rostro tratando de tranquilizarse y pensar; si estaba muriendo de aburrimiento entonces necesitaba lo contrario, ¿no?


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