Un sábado especial
¿Puedo tener a su hija por el resto de mi vida? Diga que sí, por favor.
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–Sábado, el día perfecto para ir a humillarse, ¿verdad? –sonrió al decir la frase frente al espejo mientras se aseguraba de que su atuendo fuese impecable, necesitaba al menos impresionar con su dinero por si no lo lograba con sus palabras–. Vamos, ¿qué tan difícil puede ser?, es por amor.
Sí, Kim Junmyeon iba al encuentro de sus suegros, su misión era pedir la mano de su prometida en matrimonio y por supuesto, conseguirla. ¿Anticuado? Totalmente, pero ese hombre seguía estancado en los sesenta y debía hacer todo a su manera si quería que ella fuese feliz a su lado. Sabía del amor que sentía por sus padres y fugarse o casarse sin el consentimiento de ellos la destruiría poco a poco.
Tomó el regalo para la suegra, la botella del whisky más caro que consiguió y se fue a esa casa que tanto odiaba, aún así, sonreía feliz. El clima era ligero, el Sol iluminaba hermosamente y las nubes incluso tenían formas de animales si se enfocaba por unos segundos en ellas.
Luego de unos cuarenta minutos al volante llegó, ella con su hermoso vestido blanco, cabellos negros, ondulados, preciosos jugando con el viento y su sonrisa amplia al verlo llegar era lo más hermoso que podía vislumbrar. Joder, estaba perdidamente enamorado de Yifan, su novia y futura prometida lo tenía enloquecido.
En cuanto salió del auto ella corrió a abrazarlo emocionada, no sabía de sus intenciones, pero como era costumbre para él visitarla los sábados en la mañana, ya esperaba el día con impaciencia.
–¿Cómo dormiste, princesa? –preguntó con dulzura mientras besaba la mejilla de su amada y acariciaba su diminuta cintura con sus manos.
–Muy bien, oppa. Sabía que vendrías a verme hoy, así que dormí mucho y no me vieras ojerosa –lo miró parpadeando varias veces y él rió leve.
–Eres preciosa, mi amor. Con o sin ojeras te amo por igual. –Dios, a su lado se había vuelto un romántico sin cura, pero ella lo merecía.
Ella se sonrojó un poco, solo un poco, él acostumbraba a tratarla así y como que se le hacía cada vez más cómodo escuchar cumplidos del amor de su vida. Se alejó un poco y lo miró con curiosidad luego de unos segundos.
–Oppa, que elegante. Estás muy guapo. –Él sonrió ante el comentario, besó su frente y se acercó a su oído para susurrar.
–Te tengo una sorpresa, princesa, por eso mis ropas. Pero vamos, debo saludar a tus padres que ya me miran feo...
Susurró con un tono risueño porque sí, en efecto, la pareja los veía desde el portal con brazos cruzados y asegurándose de que no pasaran más de un simple beso en la frente o la mejilla. Tomó lo que había traído para ambos y con su mano libre entrelazó sus dedos con su novia para caminar hacia ellos.
–Espero que sea una buena sopresa, oppa –susurró mientras caminaban–, appa no está de buen ánimo hoy... –mordió su labio bajando la mirada y perdiendo su sonrisa. Al escucharla Junmyeon se detuvo y la miró preocupado.
–¿Qué pasa, mi princesa?
–¿Recuerda que en primer año cuando comenzamos juntos, me distraje tanto que obtuve 60% de mi evaluación por primera vez? –él asintió, ¿cómo olvidarlo? tuvo que recibir golpes por parte de su suegro con tal de que ella no fuese la víctima–. Prometí que nunca más volvería a pasar, no quería que appa te golpeara por mi culpa de nuevo, pero...
–¿Obtuviste baja puntuación, Yifan? –preguntó preocupado por su carrera, no por su padre en absoluto. Ella negó.
–En realidad no lo sé, oppa –tragó seco–. Hice el examen ayer y como siempre, salí del aula sonriendo pues pensé que todo estaba perfectamente solucionado, pero escuché a los demás hablar sobre las respuestas y... –suspiró– Eso no fue lo que yo hice, oppa. Creo que tendré mala nota de nuevo.
Kim la escuchaba en silencio y acariciando la palma de su mano en la suya buscando tranquilizarla se acercó a besar su mejilla.
–Princesa, tienes un historial académico impresionante, eres la mejor de tu año, siempre te ofreces de voluntaria cuando los maestros necesitan ayuda, no te preocupes –la miró con mucho amor y sonrió dulce–, así no obtengas la mayor puntuación en este examen, no debes llorar. Diste tu máximo, sé que pasaste horas sin dormir cada noche estudiando, como también sé que das todo de tí para hacer a tus padres orgullosos. Basta de preocuparte, sea lo que sea, hiciste lo mejor. ¿Ok?
La chica no pudo evitar dejar escapar una ligera lágrima mientras lo escuchaba, era en momentos así cuando agradecía a la vida por poner al hombre perfecto en su camino y hacerla caer frente a él, literalmente caer frente a él, pero bueno, esos recuerdos de hacía más de cinco años no la iban a hacer perder la perspectiva. Se limpió las lágrimas, se puso de puntitas, sonrió dulce y besó sus labios con suavidad y cariño. Fueron unos pequeños segundos, pero se sentía bien, se sentía real y sincero.
–Gracias, oppa. Siempre logras calmarme –sonrió y comenzaron a caminar una vez más hacia el infierno... digo, la sala de la casa de la familia Zhang.
Una vez estuvieron juntos los cuatro, Junmyeon saludó correctamente, ofreció los regalos a sus suegros y se sentaron a conversar. El principal tema de conversación era Zhang Yifan, ella era la niña de sus ojos, pero eran chapados a la antigua y a pesar de tener veintitrés años no la dejaban alquilarse sola. Ese tema aparecía aproximadamente una vez al mes y siempre quedaba en lo mismo; "Solo saldrá de esta casa cuando se case".
–Señor Zang Yixing –habló de pronto logrando la atención de los tres restantes–, señora Wenmei –volteó a verla a ella también–, hoy no vine solo de visita, tengo una misión diferente.
–¿Qué tanto hablas, Kim? –gruñó sus palabras el hombre quien no podía esconder su desacuerdo con el noviazgo de su hija con un coreano.
–Señor Zang, Yifan y yo llevamos más de cinco años de noviazgo. Les he mostrado que la amo, tanto a ella como a ustedes –La chica escuchaba sus palabras y sonreía algo sonrojada, cada vez que él comenzaba a hablar tan lindo el día se volvía hermoso, siempre le tenía regalos como citas y detalles que la enamoraban cada vez más–. Saben que tengo mi negocio y que conmigo nunca le faltará nada a su hija, como también saben que ella no necesita de mi dinero, es inteligente y muy educada, sus notas la han puesto en las altas ligas y sé que será una maravillosa terapeuta.
–¿A dónde quieres llegar con todo esto, Junmyeon? –Fue Wenmei quien lo interrumpió esta vez y él sonrió leve.
–Quiero casarme con Zhang Yifan, y estoy aquí esperando a que ustedes me acepten para ser parte oficial de su familia.
La chica quedó anonadada, nunca habían hablado de eso a pesar de llevar tanto tiempo juntos. Esta sí que era una sorpresa, aterradora, pero sorprendente sin duda alguna. Sus padres se miraron entre ellos, el mayor suspiró y se puso de pie señalando a Junmyeon.
–Tú, conmigo. –Esas fueron sus únicas palabras antes de caminar fuera de la casa sin mirar o asegurarse de que el chico lo siguiese.
–Señor... –iba a hablar, pero Yixing se detuvo abruptamente y se dio la vuelta para verlos de frente.
–Vete, no aceptaré nunca esta unión. –No era nada que no esperara escuchar, aún así lo hacía sentir mal.
–¿Sabe lo triste que estará su hija con su respuesta? Yifan me ama, señor –habló buscando que el hombre frente a él comprendiera que más que nada heriría a su hija con su racista actuar.
–El amor no es importante en un matrimonio, el dinero lo es –sentenció y una vez más, Junmyeon escondió su enojo un poco más bajo una dulce sonrisa.
–No quisiera ser descortés, pero gano más que usted, lo sabe. El dinero y comodidad que le ofreceré a su hija están totalmente garantizados.
–No permitiré que se case con un coreano, no lo sigas intentando.
Esta frase lo llevó al punto de ya no soportar más sus estupideces. Era su suegro, un mayor y le debía respeto, pero ¿cómo hacerlo cuando lo trataba así solo por nacer en un lugar diferente al suyo?
–Yixing, me voy a casar con Yifan quiera usted o no. –Ambos se miraron muy serio y se notaba el desacuerdo en el rostro de cada uno, por razones diferentes, obvio.
–Tú, eres un... –iba a hablar, pero Junmyeon no le dió la oportunidad.
–Quise hacerlo a su manera esperando que lo aceptara, pero sinceramente me da lo mismo –rió leve e irónico–. De quién necesito aprobación es ella y estoy totalmente seguro de que me aceptará, aunque sea un coreano. –El señor estaba serio, rojo del enojo y con sus puños apretados al no poder hacer mucho más, porque sabía que tenía razón, ella se iría con él de ser necesario–. Así que o lo acepta y somos una familia muy hermosa, o no conocerá a sus nietos ni los verá crecer. Usted decide.
No esperó respuesta y comenzó a caminar de nuevo hacia la casa para hablar con su novia y así ofrecerle ser su su esposa como debía ser. No llegó más allá del jardín cuando vio a Yifan correr hacia él con una sonrisa amplia y abrazarlo, él algo confuso solo pudo devolver el abrazo y sonreír leve.
–¿Qué pasó, princesa? –indagó bajito y ella besó sus labios varias veces.
–¡Aprobé, oppa! ¡Lo hice! –chilló feliz y él la tomó en brazos alzándola, causando así una sonrisa más grande en el rostro de su amada.
–Felicidades, mi amor. Lo sabía.
–Fui la única que lo hizo bien, oppa –susurró un poco triste por sus compañeros y él la bajó para abrazarla.
–Eres genial, Yifan. Serás la mejor en tu trabajo, lo sé. –Llevó la punta de su nariz a la mejilla de la chica para acariciarla suavemente–. Estoy tan orgulloso de tí, hermosa.
–Te amo, oppa –susurró ella y sonrió dulce–. Oppa, cásese conmigo cuando me gradúe el próximo mes.
Ante estas palabras Junmyeon solo pudo besarla con mucho cariño extremadamente feliz por tener la seguridad de que ella lo amaba de veras, pero hubo algo que hizo su corazón latiera un poco más rápido aún; el señor Zhang pasó por el lado de ambos y susurró su aprobación.
–Quiero nietos pronto, ya estoy viejo...
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Me inspiré en esa canción, la recomiendo mil.
Les presento a Zhang Yifan ¿Qué les parece? Ojo, es su nombre real jejeje
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