✩ Second Chapter ✩
— Segunda actividad: Por CoffeLikesTea / Medium fic.
— Título: Por un sueño.
—Personajes: Mc x Saeyoung
— Advertencia / Aclaración: Narrador en primera persona. (Mc)
— Palabras: 2905
03:00 am.
—¿Qué tan loca se podía estar...? —comenté en voz alta. A veces dudaba de mi propia salud mental... Aquella noche las ojeras me llegaban por el suelo, los ánimos bajo tierra y el sueño... Bueno, no duermo desde hace diez días.
Apoyé la mano sobre mi cabeza, la cual dolía demasiado. Retumbaba constantemente, me pinchaba como si mil agujas se clavasen sobre ella. En vez de levantarme a por un té, como toda persona normal, enchufé mi teléfono a la corriente, viendo como la pantalla se iluminaba en tonos blanquecinos.
Resoplé. Definitivamente, se me había ido la pinza.
En cuanto pude, inicié una aplicación en la pantalla, la cual no era una cualquiera, sino mi App preferida, Mystic Messenger. Con una estúpida sonrisa entre cansada y enamorada, me tumbé de nuevo en la cama, sin poder evitar el sonreír.
Deslicé con el dedo los chats del juego, "707 y Yoosung", "707, Jaehee y Zen", "707", "707 y Jumin". No pude evitar reír tras leer la última conversación, Seven y Jumin se peleaban de nuevo...
El de hebras rojizas era increíble, genial, gracioso y demasiado lindo. Pero no, no existía, es lo que me decía constantemente una y otra vez.
Mis amigas comenzaban a creer que tenía un problema mental relacionado con aquel personaje llamado Luciel. No negaba que tuviese algún trastorno, al fin y al cabo, él conseguía sacarme más sonrisas al cabo del día que la gente real...
Comprobé la galería del juego, 8 día de la ruta del hacker. Iba siendo la 7 vez que la jugaba, y sólo me quedaba una imagen por conseguir, la del Good Ending. Penoso pero cierto, dialogar con invitados jamás fue mi fuerte, sin contar que la ruta del mayor era bastante triste y a la vez complicada.
Un montón de stickers se apilaron de pronto en la sala del chat, Yoosung lloraba y Luciel se reía en su cara, a pesar de estar sufriendo por su hermano.
Siempre tuve la iniciativa de creer que aquellos personajes se sentían reales, demasiado reales.
Sus emociones eran complejas, sus personalidades claras, y por encima de todo, predominaba el sentido de justicia de aquella organización, la RFA.
Una lágrima se escurrió por mi ojo derecho. Me dediqué a frotarme las mejillas con las mangas de la camisa. Esa era la pregunta, ¿por qué no eran reales? ¿Por qué?
—¡La gente real es un completo desperdicio! —grité con la voz tomada y bastante enfadada. Las personas sólo se reían de ti, se burlaban, y luego te destrozaban... Pero yo estaba segura, la RFA jamás me haría algo así, jamás.
Miré melancólica a través de la ventana, donde el cielo se aclaraba a paso lento, los hermosos edificios de la ciudad comenzaban a poblarse de vida con la llegada de las 5:00 am.
Suspiré, seguro moría hoy en la universidad. Un examen de física que no había quien lo hiciese...
Con aquel pensamiento en mente me hice un ovillo bajo las sábanas, abrazando mi teléfono, en el cual había un único nombre escrito en la pantalla: Luciel.
**
Se hizo de día más temprano de lo que mi yo de anoche hubiese deseado...
Ahora, en vez de mirar a través del cristal de mi ventana, lo hacía compungida a través del autobús, con un mareo bastante inestable. Aquel señor debía no conducir de nuevo...
Eché un vistazo al conductor, un hombre mayor de tez arrugada y mirada caída, jamás entendí cómo obligaban a aquellas personas tan mayores a trabajar, me parecía una completa aberración. Pero en fin...
Tomé el móvil de entre la pila de libros, mis compañeros charlaban animadamente, en cambio, hice oídos sordos para centrarme en la pantalla, con una linda sonrisa pintando mis labios. Un fugaz pensamiento invadió mi mente de principio a fin: "¡707 defensor de la justicia!"
Tras demasiado insistir, Seven por fin sonaba animado en la pantalla, reía más y estaba más contento. ¡Eso seguro me daba fuerza en el examen de hoy!
—Mc, ¿qué miras tan calladita? —Me quité los auriculares, poniendo en pausa el juego y girándome hacia la voz que había hablado, topándome con los verdosos ojos de Akary. Automáticamente escondí el teléfono, aquella chica era lo más parecido a mi antítesis. Egocéntrica, hipócrita, chula y mentirosa. ¿Qué hacía hablándome?
—Akary, no de nuevo. Márchate por favor. No me gusta discutir. —Traté de argumentar los más humilde posible. Era mejor no acercarme a ella, nuestras experiencias no habían sido las mejores; fruncí el ceño algo disgustada.
—¡AHORA! —Parpadeé cuando un el agua helada recorrió el jersey de lana. El frío entró a mi cuerpo, completamente empapado y anonadado. ¿Qué... Acaba de pasar? Pestañeé mirando mi ropa. Completamente mojada, tomé un mechón de mi pelo, húmedo, así como mis libros, mis apuntes y la mochila. El fino labio inferior comenzó a temblarme, y mis brazos a tiritar. ¡Era pleno invierno!
Me petrifiqué como una estatua, ¿¡por qué habían hecho eso!?
Las risas rodeaban el autobús, completamente quieto en un semáforo. La mirada de todos sus pasajeros estaba puesta en mi aspecto, y más bien en las Akary y su séquito. Todos ellos reían a carcajadas en alto.
—¡Oh! ¡Qué mala suerte! Estabas en mi asiento cielo, algo había que hacer para enseñarte la lección. —Miré enojada a la de hebras rubias. ¿Quién se creía que era? —Por cierto, ¿qué es esto? —Como un resorte me levanté al encontrar mi teléfono entre sus manos. Suspiré aliviada, ¡no se había mojado!
—Mi celular. Eso me dice que no eres tan horrible persona... —comenté en voz baja. —Gracias por tomarlo, ¿me lo devuelves? —pregunté alargando mi mano.
De soslayo clavé la vista en mi mochila, tendría que comprar nuevos libros... Desde que papá y mamá murieron, comprar se me ha hecho cada vez más difícil, un trabajo a media jornada no está tan bien remunerado como en un principio creí.
—¿Devolverlo? ¡Jajaja! ¡No querida! ¡Vamos a ver! —¡No! Había olvidado bloquear la pantalla, ¡toda mi vida privada sería reproducida por aquella zorra!
—¿Quién es 707? ¿Tu novio? —Me mordí la lengua, podía responder que sí. Ojalá... —¡Ah, no! ¡Sólo uno de esos chinos virtuales! ¡Jajaja! Eres P-A-T-E-T-Í-C-A. —Automáticamente mi cuerpo se sincronizó, ¡nadie me llamaba patética! Pero no fue suficiente, jamás lo fue.
En un rápido movimiento pude observar cómo mi móvil viajaba a cámara lenta a través de la ventana del bus, alargué la mano y cerré los ojos, empañados en lágrimas. ¿Por qué? Mis libros, mi uniforme, mis apuntes, mi pelo, mi teléfono... Akary sería millonaria, ¡pero yo no joder!
Tras aceptar la pérdida del dispositivo, la miré.
—¿POR QUÉ? —chillé lo más fuerte que pude. —¡DEJA DE FASTIDIARME LA VIDA! —Las lágrimas se escurrían sembrando el pánico entre mis mejillas.
—Porque alguien como tú jamás podrá ser como yo. Lo único que nos diferencia, soy perfecta excepto en las calificaciones. —Con un leve retintín en su voz escupió aquellas palabras. Me detuve en seco de nuevo. No... La solté, tomando todas mis cosas. A partir de ahora iría a pie a la universidad.
En mi teléfono guardaba el DNI, el carné de identidad. Necesitábamos llevarlo a los exámenes presenciales, sino, no podríamos acceder a ellos.
—Eres retorcida Akary... Algún día, algún día alguien te cerrará la boca. —Cogí el abrigo y pagué la cuota del bus. El señor de antes me dedicaba una mirada triste, mi aspecto debía de ser deplorable.
—Ese alguien no serás tú Mc. Tú jamás estarás por encima de mí. —Con una estruendosa risa me dio la espalda, sentándose en "su" asiento. Yo por mi parte me escapé del bus con la mirada decaía y el ánimo por los suelos. Antes de que las puertas se cerrasen, sólo escuché un "no te creas lo que esa chica dice". Conforme el transporte se marchaba, su conductor me sonreía amablemente. Traté de corresponderle, me di la vuelta y quedé en media calle, indecisa, sin saber qué hacer.
No podía pagarme un taxi, mi cartera se había destrozado, y tampoco es que tuviese mucho dinero.
Tampoco debía ir a la escuela, debería andar alrededor de 40 min, mi estado de ánimo y aspecto era vergonzoso, y no podría realizar el examen.
La casa estaba a 1 hora a pie, a 1 hora...
Suspiré, ya resignada. Emprendería la vuelta a casa. Debía buscar libros de segunda mano conforme llegase a casa, sino, no podría llamar estudiar las pruebas finales. Junto a eso, también debía de comprarme un teléfono nuevo...
Conforme caía en la cuenta de todo lo que se acababa de terminar en mi vida, no pude evitar comenzar a correr, entre el frío viento, que azotaba sin cuidado mi cuerpo. Dinero, no tenía tanto dinero para pagarlo todo. Apenas y podía con el alquiler de casa...
Las lágrimas inundaron de nuevo mi rostro, secándose con el helor de la brisa. Corrí y corrí, torcí las calles sin más, poco me preocupaba lo que sucedía a mi alrededor, me había centrado en moverme lo más rápido que pude. Sólo escuchaba mis zapatos resonar contra el asfalto, y con el tiempo, mi respiración se volvió más agitada y las rodillas comenzaron a temblarme. Paré en seco, un callejón.
No sabía donde me encontraba, pero esa no era la cuestión. Me senté en el suelo, dejando los documentos al un lado y mi poco orgullo al otro. Enterré el rostro entre las piernas, abrazándolas.
Me dolía admitirlo, pero no le importaba a nadie. Todos sólo me hundían, cada vez más bajo... Me desahogué en mí misma, llorando, sollozando, hasta que noté mi rostro arder demasiado. Con un pañuelo comencé a frotar mis orbes color chocolate, aún absorta en mis pensamientos.
Medité la situación en la que me encontraba. Era tan penosa... Yo era tan penosa... Ahí fue cuando un fuerte crujido irrumpió mi cabeza. Me dirigí a la entrada del callejón, donde una sombra se había proyectado, pero que ya no estaba. Traté de mantener la mente lo más fría posible, no iba a sufrir dos errores deplorables el mismo día.
—¡Si hay alguien ahí, que salga! ¡Mi jornada ha sido una completa mierda, no la jodas más! —aullé a todo pulmón, alertando a algunos peatones que emprendían la marcha a casa tras el trabajo, con la tarde cayendo sobre sus hombros.
Pero nadie apareció. Miré al suelo algo confundida, definitivamente, me estaba volviendo loca... En uno de esos intentos por comprender la situación, noté mis fuerzas desfallecer de repente, yendo a parar al suelo, con el cuerpo entumecido y algo cansado.
¿Qué otra opción me quedaba que afrontarlo? Quedé allí, prácticamente apoyada contra el muro y con la vista fijada en un único punto, el cielo.
Parecía una muñeca rota, un juguete sin pilas, un humano desgastado. Parecía un trasto viejo... Reí en mis adentros, la vida cambiaba demasiado rápido.
—¡¿ESTÁS BIEN?! ¡¡¡DIOS; ME AUSENTO A POR AGUA Y TE ENCUENTRO ASÍ!!! —Retrocedí por impulso, apoyando mi espalda contra los ladrillos. De repente, alguien se encontraba arrodillado a mi lado, con una bolsa entre las manos.
—¿Quién mierdas eres tú? ¡ALÉJATE DE MÍ! —Acumulando las fuerzas que me quedaban, le metí un empujón a aquel sujeto, que apenas se tambaleó por el esfuerzo.
—¡Discúlpame! ¡Lo siento bastante chica! —Con rostro algo consternado, observé como se re colocaba sus gafas sobre el puente de la nariz. Con gesto juguetón alzó ambas manos al aire, en señal de paz. No supe por qué, pero su rostro me resultaba familiar, automáticamente mi sistema nervioso se destensó. Parecía alguien, ¿normal?
Con las pocas fuerzas que me quedaban, y de forma entrecortada hablé.
—Mi nombre es Mc. Un gusto. —dije volviéndome a sentar. Aquel chico debía estar flipando, yo debía de parecer un perro vagabundo...
—¡El gusto es mío! Ahora que no hay señal de que me vayas a matar, voy a sentarme aquí. —Su voz sonaba realmente agradable, a la vez, bastante juguetona. —Antes de que me hagas un interrogatorio express, te resumo. Esta mañana paseaba por la calle tranquilamente cuando un teléfono móvil aterrizó en mi cabeza. —Me tendió un móvil, abrí los ojos, acunando el objeto contra mi pecho. ¡Gracias universo, gracias!
—L-lo siento... N-no quis-se dart-te problemas. —Estallé en sollozos de nuevo. Mi estabilidad mental era algo bastante malo en mí, pero el hecho de que alguien se hubiese preocupado en devolvérmelo...
—¡L-lo siento Mc! ¡No quería hacerte llorar, y.. Y...! —Clavé mi mirada achocolatada sobre la suya color ámbar.
—¡Para nada! Te lo agradezco... —murmuré en un patético susurro. —Una compañera me lanzó un cubo de agua esta mañana de camino a la universidad, ella y su grupo se rieron de mí, lanzaron el móvil por la ventana y me humillaron... Gracias a eso, no he podido realizar un examen, acabaré resfriada, y mis problemas económicos son mayores que nunca... —No conocía a aquella persona, pero necesitaba desahogarme con alguien. Además, es probable que jamás crucé mirada con este chaval.
Me frustré, lo estaba. Mi situación era deprimente.
—¡Tranquila! ¡Le daremos a esa chica su merecido! ¿Qué hacemos? —¿Eh? Pestañeé, se sentía bien que alguien se preocupase por mí... Sonreí levemente.
—No haremos nada, desconocido. Akary es guapa, estilosa, rica y popular. No hay nada que hacer, además, has sido bastante amable trayéndome mi teléfono, tenía algo importante que hacer con él. Ojalá más chicos jugasen Mystic... —La última frase se escapó sin quererlo, en aquellas ocasiones hablaba sin pensar demasiado.
—¡¿MYSTIC MESSENGER?! ¿¿LO JUEGAS?? —Retrocedí de nuevo, quizás no era tan normal como en un principio me creí.
—S-sí... —Algo me alentó a seguir hablando, los ojos de ese chico hacían chiribitas, la expresión de su rostro era entre complacida y adorable. Supuse que él también conocía la App, por lo que coloqué mi teléfono en medio de ambos. —No duermo gracias a esto, jaja. —comenté algo más animada. En cambio, un mensaje de texto me devolvió a la realidad, este decía:
Mc. ¿Está todo bien? Hoy había clases de piano, faltaste...
Ruruka (15:34)
¡Mierda! Aquellas lecciones eran un favor que Ruru me hacía. No las daba en un conservatorio por mi imposibilidad de pagar la matrícula.
—¡Disculpa! Llego bastante tarde a un lugar. —Me puse en pie a toda velocidad, y el chico me miró preocupado por el repentino cambio de actitud.
—P-pero, vas... Mojada. —comentó preocupado. Yo por mi parte sonreí.
—Sin problema, no importa si voy mojada, quemada o lo que sea. No dejaré tirada a una amiga. —exclamé recogiendo.
—Está bien, ¡espero que volvamos a vernos cielo! —Me entregó una tarjeta roja como el fuego, y de carácter animado, como él.
Salí del callejón algo apresurada, dando las gracias. Fui a echar a correr calle abajo cuando me percaté de algo. Miré hacia atrás, el desconocido llevaba una mascarilla, gafas, una sudadera con capucha y pantalones en tonos rojizos.
—Disculpa, ¿podrías quitarte todo eso? Al menos quiero ver a mi salvador antes de marcharme. —Reí. El contrario también lo hizo.
—Sí, como usted desee señorita, peeeero, date la vuelta. —Acepté. Esperé impaciente alguna señal por su parte, tratando de contener mi emoción. —¡Cuando quiera, mi dama! —De un gesto algo elaborado, clavé mi mirada sobre él. Los libros se escurrieron de entre mis manos, así como el maletín y la chaqueta.
Unos cabellos rojos como el fuego, contrastando con su mirada ambarina. Alto, delicado y de sonrisa expectante. Sus auriculares colgaban de su cuello, y su celular de su mano.
—¿Ya te has dado cuenta, Mc? —Parpadeé, consternada. ¡Era imposible! —Espero haberte alegrado el día princesa, ahora, ¡por suerte o por desgracia debo regresar! ¡El mundo no se salva sólo! —Una fuerte ventisca arrastró su imagen hasta desdibujarla por completo.
Con un saludo y una hermosa sonrisa, despareció. Y yo quedé ahí, sola, más sola que nunca, en el frío invierno. Saqué su tarjeta del bolsillo:
¡Defensor de la justicia a su servicio señorita! ¡Cualquier problema, yo lo solucionaré! Para volver a vernos, pulsa este lindo número:
xxx xxx xxx
No creía lo que acababa de suceder, las palabras se atrancaron en mi garganta, y para cuando pude destrabar mi mente, ya había anochecido.
4 vocales, 4 consonantes, un nombre y un significado perfecto:
—Saeyoung...
Nota de la autora:
Bueno, esta vez no tengo mucho que agregar... Sí que es cierto que me disculpo:
1._ Es demasiado largo quizás... A lo mejor se hizo complicado de leer (ojalá no)
2._ No respeté del todo la idea original, reescribí esto lo menos diez veces, nada me convencía hasta que esta idea se formó en mi cabeza. No soy buena en historias románticas, esto es lo más romántico que pude escribir... Soy fan de estos formatos, y estoy intentando cambiarlo.
3._ Lamento la tardanza, me demoré demasiado con esto. (Cosa que no suelo hacer)
Por lo demás, quedé conforme con el resultado... Disfruté mucho escribiendo la escena del agua, (tengo una chica así donde estudio, ella fue mi referente. Quizás le tenga que agradecer jajaja)
Espero les haya gustado, cosa que ojalá, si quieren pedir algún cambio en la historia pueden hacerlo con libertad. (Espero no, porque acabaré por tirar mi teléfono, pero igualmente, por poder, pueden.)
¡No olviden comentar que les pareció!
Ha sido todo un placer trabajar para vosotros owo.
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