🔪Tres🔪
Oneshot
Temática: Yandere(al fin)/AU (nuestro mundo)
Advertencias: Sangre/Asesinato/ Comportamiento agresivo/ todo lo que se les pueda ocurrir a sus cabecitas desquiciadas.
Personajes: Cutthroat, OC, y otros más que no son de importancia pero que la pasarán muy mal uwu.
Nota antes de empezar: Este es mi mejor intento de hacer un oneshot con temática yandere luego de un montón de intentos fallidos. Nuevamente intentaré no revelar el nombre de la protagonista para que cuente como "rayita". Me estoy quedando sin ideas así que me vendría bien que me den algunas. Mi Wattpad está teniendo un poco de problemas para cargar notificaciones así que si por casualidad se les ocurre algo, así sea una idea sacada de sus fantasías más oscuras, comentenmela al privado y yo las escribiré ;)
❗Esta es una primera parte. Pensé que los capítulos muy largos les llegaría a abrumar un poco así que díganme si les gusta que los ponga por partes como este o si los prefieren largos.
A veces pienso en la vida y me pongo a hacer filosofías extrañas mientras salgo a caminar. El problema es que todo esto suele ocurrir entre la una y las tres de la mañana, por lo tanto me levanto con más ojeras que un mapache.
Si mi vida fuera una serie japonesa, tal vez yo sería una de esos personajes que sólo están ahí de relleno, detrás de los verdaderos protagonistas. Porque nadie se fijaría en un extra. Es más…ellos no pueden protagonizar nada, porque su construcción se limita a una cara mal dibujada y con suerte una o dos líneas de diálogo en toda la serie.
Y si es una serie que incluye asesinatos…bueno…ellos mueren primero.
A veces me encuentro mirando hacia los personajes de relleno en las series, no puedo mentir. Porque de los protagonistas me siento demasiado celosa: Un chico alto y de pelo lacio o una chica hermosa y con curvas.
Veo estereotipos que en la vida real son muy difíciles de encontrar, por mucho que traten de imitarlos.
Mi vida tampoco es un drama adolescente: No sufro de bullyng, anorexia, complejos, maltrato familiar ni nada parecido. Mi cara es promedio, mi cuerpo es promedio… Todo es promedio.
Todo es normal. Como en un extra de una serie japonesa.
Demonios…lo he vuelto a hacer. Mi reloj marca las dos y cuarenta de la mañana y yo filosofando en mi cama.
Sin querer, mis pensamientos vuelan hacia mi peor miedo. Ese miedo es el que me diferencia de todos los extra sin personalidad. O quizás no y todos tienen ese mismo miedo…quién sabe…nunca he conocido a un extra.
Mientras me levanto de mi cama y me preparo para salir a dar un paseo, mi mente repite en voz baja lo que me mantiene despierta todas las noches:
"Tengo miedo a ser una persona ordinaria."
En mis tantas salidas nocturnas a la ciudad había visto muchas cosas: Desde cachorros muertos de hambre hasta personas en estado peor que los cachorros.
Esa mala costumbre de salir de noche nunca me había causado ningún problema quizás, por la suerte que tenía. Pero la suerte de cualquiera puede terminarse y desgraciadamente aprendí la lección demasiado tarde.
Como siempre había escapado por la ventana para darle más misterio a todo. Tampoco es que viviera con nadie a quien rendirle cuentas, así que perfectamente pude haber salido por la puerta principal sin ningún problema.
Supongo que la ironía es parte de mi carácter. O a lo mejor solo estoy reproduciendo la rutina que llevaba cuando mi madre estaba viva, quién sabe. Al final esa escapada nocturna y todas las demás eran un intento por tener algo a lo que llamar "extraordinario"
La brisa nocturna me golpeó el rostro en cuanto comencé a caminar en dirección a los callejones. Hacía un frío que calaba los huesos y agradecí tener aquel horrible jersey que me había regalado mi tía el último cumpleaños.
Las calles estaban desiertas, pero yo no sentí peligro alguno. Ya estaba acostumbrada a los sonidos de la noche: Gritos, peleas de bar y gatos en celo. Sí, en una ciudad eso es todo lo que vas a escuchar.
Con pasos cortos e intentando deshacerme del frío, me escurrí por una callejuela bastante estrecha entre dos edificios. Allí tampoco había nadie.
A veces, cuando encontraba personas en los callejones solía intentar hablar con ellos. Con el tiempo aprendí a diferenciar miradas y darme cuenta de quienes iban a querer hablar y quienes me iban a mandar al demonio.
Pero esa noche no había nadie. Las calles estaban desiertas.
Me detuve e inhalé hondo. Y antes de poder darme cuenta de lo que pasaba, unas manos me taparon la boca, impidiéndome gritar y un fuerte olor a alcohol invadió mi nariz. La persona que estaba detrás de mí dijo algo que no comprendí del todo y dejó escapar una risotada estridente que se antepuso a la frialdad de la noche y se metió por debajo de mi piel, haciéndome sentir escalofríos.
Intenté gritar, patalear, morder…pero nada de lo que intentaba parecía ser suficiente. Esa noche mi suerte se había acabado y yo estaba a punto de ser ultrajada por un desconocido.
Cerré los ojos deseando morirme en ese mismo momento. Y los tres segundos siguientes fueron demasiado confusos para recordarlos con claridad. Primero un sonido de un corte seco, luego un grito y por último las manos que me sostenían se desplomaron por el peso del cuerpo muerto a mi lado.
A pesar de la oscuridad podía ver claramente lo que pasaba. Me llevé ambas manos a la boca para detener el vómito que amenazaba con salir de mi estómago.
Detrás de mí estaba el cuerpo del hombre, con la garganta abierta. La sangre brotaba de la herida y me parecía demasiada para una sola persona.
Caí de espaldas intentando alejarme del charco cada vez más grande. Estaba a salvo de él pero…¿Estaba a salvo de la persona que lo había matado?
Sin esperar respuesta a esa pregunta, corrí calle arriba hacia mi casa. En el camino tampoco vi personas, ni escuché los sonidos de la noche, ni sentí el frío calarme los huesos. Comencé a creer que todo lo había soñado, pero la pequeña mancha de sangre que limpié de mi mejilla segundos después confirmó mis temores: Alguien había matado a ese hombre y ese alguien podría estar detrás de mí.
El pensamiento me hizo voltearme rápidamente sin dejar de correr. La calle estaba desierta.
Suspiré y sentí que estaba a salvo. Dejé de correr cuando faltaban dos calles para llegar a mi casa.
Me quité el jersey horrible y lo tiré sobre el sofá nada más entrar por la puerta. Aquella noche me prometí que no volvería a salir por la madrugada nunca más. Suficiente había tenido ya con aquella experiencia.
Me dejé caer en la silla de la cocina mientras me tomaba el último té helado de la nevera y comencé a preguntarme en ese momento quién habría sido la persona que me había salvado.
Y más importante…¿Por qué no me había arrancado el pescuezo también?
Quizás no tuvo tiempo porque salí corriendo como alma que llevaba el diablo. De todas formas no tenía caso pensar en eso: ya estaba en mi casa y nada podría entrar.
Dejé la jarra en el fregadero y me dirigí hacia mi habitación. La casa se había vuelto demasiado grande desde que mi madre murió unos años antes. Yo ya estaba acostumbrada a la soledad y honestamente, la prefería. Pero luego de lo que había pasado, hubiese estado bien que alguien me diera la bienvenida.
Abrí la puerta de mi habitación con la sensación de que había algo fuera de lugar en esos momentos…
Y tenía razón.
La brisa nocturna se colaba por la ventana abierta de mi habitación. Y yo la había cerrado al salir.
Me acerqué a la ventana con cautela, mis pasos resonaron en el silencio de la expectativa…
Y justo cuando pensé que estaba exagerando, la figura de un hombre vestido de blanco se recortó contra las luces de las farolas de la calle.
Las manchas de sangre fueron una respuesta silenciosa a mi pregunta implícita.
Su mirada se clavó en mi ventana. Una mirada demasiado gentil para su apariencia.
Me saludó con la otra mano, la que no sostenía el cuchillo ensangrentado que me mostró segundos después.
Mi ironía volvió a cagarla en el peor momento, cuando me vi respondiendo a su saludo con uno de mi propia mano. Él sonrió satisfecho.
Bajé la mano con la misma lentitud con la que la había subido y sin terminarme de creer del todo lo que acababa de pasar, me alejé de la ventana y la cerré completamente.
Había dejado de ser una persona ordinaria. Y una risa nerviosa escapó de mis labios cuando me di cuenta de que eso también me daba miedo.
Luego de eso, tampoco podría dormir en un largo tiempo.
Aún no he corregido, por lo que si encuentran algún error, me ayudaría que me lo comentaran. Gracias por leer :)
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