III

Título:

Temática: Busqueda del Tesoro

Pareja: Nath x Mía

Pedido hecho por: Locadelalectura202

Quiero pedirle una disculpa a mi amiga porque este OS me lo pidió hace más de un año y yo estaba tan bloquedad que nunca lo terminaba, por eso está ambientado en noviembre, originalmente era una historia del día de San Valentín, pero tuve que hacer algunos cambios.

Cuatro meses.

Era el tiempo que prácticamente llevaban viviendo separados. Él se había quedado en casa, mientras comenzaba su preparación en la Academia de Policías y ella estaba en Lyon, haciendo su práctica universitaria.

En ese tiempo se habían visto pocas veces, principalmente por videollamada. Había sido un poco incómodo, ya que les trajo recuerdos de la época en que apenas acababan de terminar el instituto, se sentía como revivir aquellos momentos.

Mia de verdad esperaba que Nathaniel tuviera razón cuando dijo que esta vez sería diferente porque ahora eran mayores, más maduros y más enamorados que nunca.

Miró el calendario pegado en la pared de la oficina.

10 de noviembre.

Faltaba poco más de una semana para su cumpleaños y habían quedado que él viajaría para poder pasarlo juntos.

No podía dejar de contar, anhelando porque los días pasaran más rápidos. Quería, necesitaba que pasaran más rápido. Lo extrañaba demasiado.

La próxima vez que se verían sería hasta las fiestas. Ella viajaría a la ciudad para poder pasarlo juntos en familia, con Ámber, sus padres y su tía Agatha. Para los mellizos sería toda una experiencia completamente nueva pasar las fiestas al estilo de su familia.

Suspiró, resignada a que ese día estaba yendo demasiado lento. Regresó su mirada hacia la cafetera frente a ella; terminó de preparar el café echándole un sobrecito de azúcar y se dirigió hacia la oficina de su jefa.

Estaba por entrar cuando el sonido de su teléfono resonó en el interior de su abrigo. Lo sacó rápidamente, bajo la mirada irritada de algunos de sus compañeros. Sonrió al ver el nombre en el identificador.

Mi amor.

—Buenos días, amor mío —dijo con un tono excesivamente meloso al contestar la llamada.

—Hola, cariño.

El tono en la voz de Nathaniel le indicó que algo estaba mal, entre irritado y avergonzado; como si temiera decirle algo porque sabía que se enojaría.

—¿Qué ocurre? —preguntó en voz baja. Lo último que necesitaba era atraer atención no deseada en aquel lugar.

—No quiero que te enojes pero...no podré ir la semana que viene a Lyon —dijo con cuidado.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

Esa semana tengo un importante examen —murmuró. Casi podía verlo, del otro lado de la línea, apretándose el puente de la nariz con frustración—. Lo siento, cariño. Sé que habíamos planeado una cita, pero...creo que tendremos que posponerlo.

No dijo nada, pero estaba completamente decepcionada. No lo diría, sabía que no era algo que él hubiera pensado; no era su culpa que justo la academia hubiera programado un examen para esa semana. Ya estaría mal por tener que posponer sus planes, lo último que necesitaba era que ella se quejara por eso.

—Esta bien, cariño—dijo tratando de que no se notara su decepción—. Podemos vernos otro día.

Pero no todos los días son tu cumpleaños —argumentó él.

—Sí, bueno...aún tenemos las fiestas, el día de San Valentín y tu cumpleaños, no pasa nada porque no podamos estar juntos en el mío, aún podemos tener una cita por videollamada.

Tras un pequeño intercambio de palabras, quedamos en que viajaria un par de días después para poder celebrarlo de todas maneras. No importa que le diga que no se preocupe, él lo hará igual.

***

Los días pasan, y mi cumpleaños llega en un abrir y cerrar de ojos. Es clásico, cuanto más esperas algo más tarda en llegar, y cuando te da igual, llega más rápido.

Este año, mi cumpleaños cae en un día domingo y al estar tan lejos de mi familia y amigos, prefiero pasar el día olgazaneando. Me preparo el desayuno aun en pijamas y me dispongo a ver una película en la cama hasta el mediodía, cuando suena el timbre del pequeño monoambiente donde vivo.

Al abrir, me sorprende el enorme ramo de flores frente a mi cara.

—Entrega para la señorita Mia —dice el repartidor.

Aún sorprendida, firmo la entrega y luego de recibir mis flores, despido al repartidor para ver quién me envió tan bello regalo.

"En el día de la mujer más importante de mi vida, desaería poder estar más cerca de ella, pero como no puedo, te propongo una serie de retos para que no te sientas tan sola. Busca donde las mariposas sobrevuelan los jazmines"

Leo la nota con una sonrisa al reconocer la letra—. "Mariposas sobrevuelan las jazmines" —repito pensando en qué estará tramando.

"Mariposas es lo que me haces sentir, amor mío".

Me cambio la ropa mientras sigo tratando de entender qué significa su mensaje, en una de las veces que paso frente a la ventana, veo el parque que está a un par de calles de mi apartamento.

—"Donde las mariposas sobrevuelan las jazmines"—murmuro en trance—. ¡La fuente de los jazmines!

Me coloco la chaqueta y salgo del edificio rumbo al parque, donde hay una enorme fuente repleta de jazmines donde cada mañana, las mariposas inundan las flores. Es uno de los espectáculos más bonitos de la ciudad.

Al llegar al parque aun hay poca gente, pero la fuente es inconfundible y también lo es el enorme cartel rosa que cuelga del carrito de globos que suele haber al costado de la fuente.

Me acerco al vendedor, leyendo incredula las palabras escritas por la misma letra de mi novio.

"Llegaste, mia vida"

Carraspeo llamando la anteción del hombre, que me mira con una sonrisa.

—Disculpe, yo... —digo señalando el cartel.

—¡Ah! Debes ser Mia ¿verdad? —cuestiona entregandome un globo rojo con una cuerda dorada de la que sobre sale un sobre negro—. Tienes un novio muy dedicado.

—¿Cómo es que...?

—Si te lo digo no será sorpresa ¿o sí? —dice guiñandome el ojo—. Feliz cumpleaños, Mia.

—Gracias —respondo algo ruborizada.

Abro el sobre y dentro hay una tarjeta dorada con detalles de flores en todas partes.

"Como el aroma a jazmines que desprende tu piel, esta fuente me recuerda las mariposas que hay en mi alma desde el día en que te conocí. Otra sensación que recuerdo todo el tiempo, es el sabor a vainilla de tus labios siempre que entro en una panadería"

—Que idiota —murmuró con una sonrisa que no puedo ocultar.

"Busca donde el chocolate de tus ojos se mezcla con la vainilla"

Me quedo un rato allí parada como una tonta pensando de qué está hablando, y al mirar a mi alrededor, veo el cartel de la panadería que está cruzando la calle.

"Chocolat et Vanille" dice el letrero y me apresuro a correr hacia allí. Dentro, el delicioso aroma de los productos y el calor de la tienda me recibe con una sensación que me hace suspirar.

Y un jadeo se escapa de mis labios al ver la enorme canasta de productos dulces con decoraciones de estrellas que está en una esquina con un cartelito "Dulces para mia vida dulce"

Una señora me sonríe y dice—. No hay duda que debes de ser Mia, tu novio no se equivocó al describirte con tal precisión.

—¿Cómo...?

—No arruines la diversión —dice entregándome otro sobre como el del parque—. Anda, ve a disfrutar de estas delicias, hace frío y están ideales para acompañar con un café.

Abro el sobre y dentro hay otra tarjeta dorada.

"La cálidez de este lugar me recuerda a estar en tus brazos, donde puedo sentir placer con solo respirar. Ven a casa, donde espero venir a ti un día y no marcharme más"

Con los ojos repletos de lágrimas, tomo la canasta y corro de regreso al apartamento. El frío del aire me hace sentir como mi rostro se congela debido a mi velocidad. Sin importarme mucho, subo las escaleras hasta el tercer piso, demasido ansiosa para esperar en el ascensor.

Respiro agitadamente cuando llego al piso y veo la puerta de mi apartamento ligeramente abierta y con una tarjeta dorada pegada en la madera. La tomo en mis manos temblorosas, sintiendo una emoción que no había sentido en mucho tiempo. 

Nervios por el resultado, espectativas de un amor que me da la más bonita de las sensaciones.

"Quizá estoy haciendote dar vueltas, pero así es mi vida desde que estás en ella, un torbellino de emociones que me dejan tan mareado por tu amor."

Termino de abrir la puerta, aun cargando con mis nuevos regalos, y veo el pasillo de la entrada repleto de petalos de rosa roja que van hacia la sala. Camino sintiendo los latidos de mi corazón en los oídos, es casi como si estuviera bajo el agua, sin poder captar ningún otro sentido que mi agitado corazón.

Y la más bella de las sonrisas me da la bienvenida en la sala, unos ojos que hacen que me derrita cada vez que me ven con ese amor que no pueden ocultar.

—Feliz cumpleaños, amor mío —dice parado de pie con ropa algo arrugada y un bolso tirado en el piso.

Tiene la cara cansada porque quizá no ha dormido nada por llegar a tiempo pese a haber rendido un examen ayer por la noche, y se nota en las pequeñas ojeras bajo sus ojos.

Me arrojo en sus brazos, besandolo profundamente y solo puedo pensar, en que es el mejor regalo de cumpleaños de la vida.

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