01
El sonido de la puerta era sumamente desesperante. ¿Por qué diablos no puedes abrirla de una maldita vez en lugar de hacerme esperar aquí afuera? Se preguntó irritado y es que yoongi solía irritarse con facilidad. Y después de casi un minuto la puerta se abrió por completo dejando ver a un distinguido hombre de esmoquin negro y pajarita del mismo color.
— No me me digas, te llamas Jaime y eres el mayordomo asesino de la mansión — Soltó en broma, algo que causó la risa de la persona frente a él.
— Veo que tenemos un visitante bastante simpático, ¿Qué le trae por acá, joven?— Preguntó amablemente el hombre de cabellos de plata.
— Dos cosas. En primer lugar, a mi nadie me trajo, yo me traje solito por culpa de la calle y el flojo del taxista que no quiso llegar hasta aquí. Y en segundo, yo voy a vivir aquí— Contestó Min mientras le entregaba una de sus maletas con toda la confianza del mundo.
— ¿Y él señor Park esta notificado de eso?— Hay que entender al pobre mayordomo, el alma de yoongi era nueva para él.
— Amigo, déjame decirte una cosa— Dijo posando uno de sus brazos en el hombro del mayordomo— ¿tu crees que estaría aquí si él no lo supiera? Te digo que si tu jefe no supiera de mi existencia seguramente ya estaría tomado el sol en Acapulco y bebiéndome un buen cóctel, pero la vida nunca es como uno quiere— Le sonrió y se apartó de su hombro.
— Bueno, si usted lo dice— Contestó el mayordomo mientras levantaba la maleta restante y la adentraba a la casa, y Yoongi detrás de ellos. Quiérase o no, la actitud despreocupada y maliciosa del nuevo inquilino le parecía de lo mas agradable y graciosa. Pero ese era él, la historia seria un poco diferente si hablábamos de los dueños y señores, los cuales estaban acostumbrados a la buena etiqueta y al ambiente tranquilo, cosa que Yoongi en lo mas mínimo aparentaba.
— ¿Y cuando podré hablar con tu jefecito?— Preguntó.
— Él no se encuentra en casa, pero preguntaré a alguno de sus parientes si se ha dejado algún recado para usted, ¿cual es su nombre caballero?
— Ya dejate de formalidades, tu solo llámame Yoongi, ese en mi nombre Min Yoongi.— Chasqueó su lengua y se sentó en uno de los muebles de la sala de estar.
— Bueno, regresaré en un momento. Solo déjeme hablar con mí jefe, mientras tanto siéntase como en casa señor Min— Comenzó a caminar, pero se detuvo para decirle unas últimas a palabras a Yoon— Por cierto, mi nombre no es Jaime, me llamo George.
— Pues es un gusto mi queridisimo Jorge el curioso, te llamaré así de ahora en adelante— Le guiñó el ojo coqueto, a lo cual George solo río y se ocupó en desaparecer por una de las puertas que había en aquel salón.
Ya sintiéndose el rey del hogar, se tiró en el sofá, se quitó los zapatos y apoyó los pies sobre una mesa de centro que había en medio de aquella sala. Acomodó un cojín detrás de su cabeza y cerró los ojos dispuesto a conciliar el sueño en casa ajena aunque sea por un ratito.
Después de unos minutos sintió como si alguien lo observara. Abrió los ojos lentamente para encontrarse con una mirada pesada, gélida y llena de desaprobación. Era un castaño bien vestido con un pantalón oscuro y una camisa de seda.
— ¿Quién eres tu?— Preguntó Yoongi al ver que el castaño sólo le observaba sin decir ni una sola palabra.
— Lo mismo me pregunto yo, ¿Quién eres tu?— Respondió el castaño mientras se paseaba alrededor del sillón donde se encontraba sentado Yoongi— ¿Y que haces en esta casa?
— Ultimadamente que a ti qué te importa lo que hago o no aquí, no es tu asunto muñecon— Contestó el pelinegro tan pedante como siempre.
— Me importa — Dijo poniendo sus manos en los hombros de Min— Este no es un lugar para un gatito bonito e indefenso como tú.
Se levantó de un salto pensando que asustaría un poco al castaño con sus sorpresiva accion. Pero la expresión maliciosa y cínica que había en su rostro aristócrata no había cambiado en lo absoluto— Deja de llamarme gatito, no eres mi macho ni nada para que me llama de esa forma, respetame —el castaño río por lo bajo mientras se colocaba frente a él, le resultaba graciosa la forma tan impulsiva y agresiva con la que pedía respeto, era bastante altanero para enfrentarse a él.
— Es interesante la forma en que lo pides. Acaso nunca te enseñaron tus padres que para exigir respeto primero deberías darlo— exclamó mientras le daba un simple empujón que a simple vista no le hubiera hecho daño a nadie, pero que hizo que Yoongi terminara cayendo bruscamente sobre el sofá.
— ¡Ah no! —Reclamó molesto— con mi mamacita no te metas perro. A ella me la dejas en paz o te la parto— Sí, Min se creía el macho cabrío más grande e intimidante que existía.
— ¿Y que vas a hacer? — Preguntó colocándose sobre él y sonriendo maliciosamente — Acaso vas a matarme con tus brazos de fideo y tus piernitas de pollito, ¡Ja! —se burló el castaño mientras empezaba a reír a voz en cuello — Alguien como tu no podría ponerme una sola mano encima.
— ¿Y? ¿Por lo menos yo no tengo manos de muñeca Barbie?— Le contestó con desdén, al parecer Yoongi no sabía cuando debía cerrar la boca.
Las manos del castaño viajaron por la espalda de yoongi y lo levantaron sin dificultad y haciendo -a la misma vez- que este tuviera total acceso al cuello de yoongi. Olfateó un poco la zona y se sintió aturdido por la fragancia de yoongi, era muy dulce y atractiva, y era raro encontrar ese tipo de sangre viniendo de un hombre, y mas de uno como él.
— ¡Oye! — Gritó Yoongi mientras trataba de forcejear contra la fuerza del contrario— Quitate de encima carita de muñeca, tu no eres mi marido para que vengas y me toquetees así, este cuerpo aun no ha sido ni será profanado aún, y mucho menos por alguien como tú— Dijo mientras trataba de safarse, pero fue en vano tratar de luchar contra la fuerza de un demonio de la clase frente a él.
— Pues yo me encargaré de probarlo cuantas veces me sea posible— Sonrió ladino y pasó los brazos de yoongi a su espalda en un solo movimiento, prensó sus brazos y tomó su cuello por unos segundos haciendo que a yoongi le faltara el aire.
— George, ¡mi curioso ayúdame!— Trató de gritar Yoongi con dificultad.
— ¿Qué haces, Jimin?— Preguntó alarmado un pelirrubio, el cual corrió y aventó al castaño al piso y así quitarlo de encima del pobre Min Yoongi— ¿Te encuentras bien?— Le preguntó al azabache mientras trataba de hacerlo recuperar el alimento.
— Él — Contestó mientras señalaba al castaño con el poco aire en los pulmones que tenía — ese tonto me sacó todo el bendito aire— Volvió a caer en el sofá y se desmayó como si fuera un método de autodefensa por el miedo que aparentaba no tener.
— Mira lo que hiciste Park, — Regañó el Rubio— Así no se trata a las visitas, ¿donde quedaron tus modales?— Preguntó mientras se cruzaba de brazos y miraba al castaño con disgusto.
— Tu no me hables de modales cuando tu y Jungkook hacen de esta casa una completa orgía— Le reprochó esta vez el mayor.
— Lo que Jungkook y yo hagamos no es de tu incumbencia— Contestó el Rubio con el seño fruncido.
— Y esto tampoco es de tu incumbencia— Respondió señalando el cuerpo inerte de Yoongi.
— ¡Basta ustedes dos! — Exclamó una vos detrás de ellos— El señor Min no es ni será ningún objeto de pleito en esta casa, ¿Me entendieron par de charlatanes? — Preguntó con molestia una anciana de pelo blanco que era acompañada por su marido y un pequeño de cabello castaño y con una una seria timidez.
— Sí, señora DeoJeong.ç— Contestaron ambos al ver la cara seria de su ama de llaves. Si bien era de la servidumbre, pero también había sido como una nana para ambos.
— Bien— Dijo la mujer y se acercó a Yoongi para tratar de despertarlo. Le dió unas palmaditas en sus mofletes, pero al no ver respuesta por parte del azabache, mejor decidió darle un manotazo y hacerlo despertar de una buena vez, muy delicada la señora.
— ¿Qué pasa? ¿Quién se murió? ¿Sigo vivo? ¿ya llegue al infierno? — Preguntó eufórico mientras tocaba su rostro y cuerpo.
Después de acabar con su pequeño ataque de histeria, miró a los ahí presentes sintiéndose intimidado por todos, el único que le inspiraba un tantito de confianza era su querido Jorge el curioso, como el lo llamaba.
— Disculpe el comportamiento de los señoritos — Dijo la anciana tratando de soñar confortadora para su nuevo inquilino — Ambos, discúlpense con el joven Min— Pidió la mujer mientras les tiraba unas pequeñas miradas de asesino serial.
— Lo sentimos —Se disculparon tanto el rubio como el castaño.
— Bien, —Intervino el mayordomo de la casa mientras ponía sus manos sobre los hombros de su esposa— De ahora en adelante el joven Min se quedará en la casa para poder estudiar en la universidad y como una petición de el señor Park, deben respetarlo a él como persona así como a sus pertenencias y sobre todo tú padre, —Señaló a Jimin— Dijo que no deben matarlo.
Yoongi tragó duro al escuchar esas palabras, ¿a qué diablos se refería con eso de que no lo mataran? Ahora si estaba bien seguro de querer salir de esa casa del demonio con rapidez. Al fin y al cabo todos eran una bola de raros, y dadas las benévolas atenuantes, ahora le parecía muy atractiva la idea de vivir bajo un puente o a la orilla de un río. — ¿Sabes que mi amigo? Yo me voy al carajo, ustedes sigan con su vida y hagan como si yo nunca hubiera aparecido en sus hermosas y ricas vidas, me saludan al señor pero, este bombón se va.
Se dió la vuelta, tomó sus maletas y caminó hacia la puerta de entrada sin mirar atrás. Dejó sus cosas en el suelo y trató de abrir la gran puerta de madera, pero se alarmó al notar que esta ya no podía abrirse— ¡¿Quien diablos le puso seguro a la puerta?! Ya déjenme salir que yo soy macho sin dueño— Gritó molesto al ver que nadie venía a abrirle la puerta a pesar de las muchas patadas que ya le había dado a la misma.
— Tú no puedes irte de esta casa. —Susurró en su oído el castaño llamado Jimin.
— ¿y quien me lo impedirá? ¿tú? — El castaño asintió— No me hagas reír, mejor hazte a un lado muñeca— Lo hizo a un lado y volvió a forcejear con la puerta, estaba decidido a salir de ese manicomio.
— Veo que no me temes, eres una ternurita— Se burló Park mientras acariciaba una de las mejillas de Yoongi, el cual de dió un manotazo por auto reflejo— ¡Oh vaya! El gatito está enojado, aún así es momento de que cobre lo que no pude terminar por culpa de Taehyung.
— ¡Serás idiota si crees que me dejaré violar por ti!— Apuntó su dedo contra Jimin y frunció el ceño molesto. En serio se estaba hartando de hablar con Park.
Park sonrío maquiavélico, cosa que hizo que los pelos se le pusieran a Yoongi de gallina. Jimin tomó sus brazos en un movimiento y volvió a prestar a Yoongi contra la puerta de la entrada — Me encanta ver el temor en tus ojos, eso me hace sentir muy excitado, gatito— Esas palabras, esa voz tan ronca y varonil. Yoongi sintió la electricidad y adrenalina corriendo por toda su espina dorsal. No tenía la menor idea de lo que Jimin haría con él. ¿Lo profanaría? ¿Lo mataría? ¿Lo iba a sodomizar? No lo sabía, pero por alguna razón lo quería, algo en su interior deseaba saber que era lo que Jimin haría con él en aquel momento de tensión y ansiedad. Estúpido Yoongi caliente e imbecil, basta de querer averiguar cosas que no, se regaño nuevamente.
— Así me gusta, al fin puedo ver el miedo en tus ojos.— Yoongi ladeó su cabeza para no ver los ojos del castaño. Eran apoyos inspiradores de temor, profundos, dilatados y se veía muy poco blanco en ellos. Estaba tan atemorizado que ni siquiera se percató en que momento Jimin se colocó entre la curvatura de su cuello y su clavículas, las cuales besaba suavemente.
Al notar las que, aparentemente eran muestras de cariño, Yoongi se relajó pensado que quizá el contrario se aburriría y dejaría de intimidarle. Supo que sus suposiciones eran falsas cuando sintió como si dos alfileres se incrustaran en su piel haciéndole jadear en extremo dolor, era totalmente insoportable.
La respiración de Jimin en su cuello, su sangre bajando por su garganta, y la forma en que la succionaba hizo que a su mente solo viniera una palabra: "vampiros" seres mitológicos que se alimentan de la sangre de los humanos, de su vida y vitalidad, seres de preciosa apariencia y condenados a vivir eternamente, cosa que en realidad a muchos les resultaba más una ventaja que una maldicion. Pero bien, solo era mitología delta que algunos había convertido en películas y que el mismo Min había criticado millones de veces. Por un momento hubiera pensado en una broma pesada, pero al sentir su cuerpo débil y apuntó de desmayarse, supo que en realidad aquello era más que un simple y estúpido producto de su imaginación.
— Dios, nunca había probado algo como tú sangre, — Habló el castaño hacía el casi desvanecido cuerpo de Yoongi, apenas y tenía conciencia para oír lo que el otro decía— Está lleno de vitalidad— Le dijo para luego dejarlo caer en el piso alfombrado y escuchar como Park se alejaba un poco de él.
Estaba apunto de desmayarse cuando sintió una presencia nueva a parte de él y su opresor. Era el chiquillo de pelo azabache que se había estado escondiendo todo el rato detrás de el mayordomo. Se acercó a él y limpió los restos de sangre que habían el su piel y luego la probó y saboreó, a todo esto Yoongi ya casi se quedaba dormido. Y cuando por fin su cuerpo decidió ponerlo a dormir, escucho que el chiquillo dijo:
— Él es la novia.
"No importa cuantas veces intentes escapar, yo siempre te encontrare gatito"
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