capitulo 2: RELEER.
ADVERTENCIA: Este capitulo ha sufrido leves cambios para mejorar tu experiencia de lectura. Te recomiendo releer este capitulo y leer estas breves notas para saber que capítulos contienen cambios importantes. Lamento las molestias. Disfruta.
Capítulo 2: Que dulce olor a canela
Después de dos días de descanso desde que los hermanos despertaron y otros dos días más de viaje lograron llegar a su primer destino, la aldea de la anciana Kaede, ahí decidieron quedarse unos días para mejorar la convivencia de ambos hermanos y para que ambos tuvieran tiempo para adaptarse bien a su nueva condición. Lastimosamente a pesar de esto nada cambio, los hermanos solo se hablaban para discutir.
No se entendían y tampoco lo intentaban realmente, a pesar de que sus sentimientos respecto a sus nuevas apariencias eran similares. Estaban angustiados, nerviosos y asustados. Por supuesto, esto no era para menos, después de todo sus vidas colgaban de un hilo y sin embargo, el mayor de los hermanos parecía estar segado por este ultimo sentimiento. Atrás había quedado el demonio atemorizante albino que poseía una violenta energía demoniaca capaz de hacer dudar a cualquiera de si era correcto acercarse. Las inseguridades tan comunes con las que los humanos nacen lo azotaron sin piedad nublando su juicio. Era increíble como es que a pesar de esto mantenía su típica expresión de serenidad.
El ex demonio completo siempre había sido alguien impaciente. Acostumbrado a obtener lo que quiere en cuento lo quiere sin importar las consecuencias. Antes realmente no había problema con esto, pero lamentablemente ahora lo llevo a tomar una pésima y muy precipitada decisión.
Ambos hermanos eran forzados a convivir diariamente y justamente ahora no seria la excepción, era medio día cuando el ahora azabache dio a conocer su plan, el cual, se le acababa de ocurrir en aquel mismo instante. Sesshomaru realmente no pensaba dos veces las cosas nunca, sin embargo, debido a que siempre se salía con la suya pareciera que todo fue planeado meticulosamente.
—¿Cómo dices, Sesshomaru?— Pregunta totalmente enojado Inuyasha.
—¿Qué es que acaso estas sordo? Me iré, no seguiré perdiendo mi tiempo aquí— Volvió a repetir el mayor igual de serio que la primera vez que lo dijo.
—¡¿Y se puede saber qué haremos si te sucede algo?! Eres un idiota ¡si te vas, te mataran! Te recuerdo que eres vulnerable ahora.
—Ya déjame en paz, Inuyasha, no eres quien para decirme lo que tengo que hacer —Los fríos ojos del mayor soltaron un resplandor distinto, dejando ver por unos instantes sus sentimientos, sin embargo, el albino con lo poco observador que era no pudo notarlo. No pudo notar la chispa de miedo en los orbes de su hermano.
Sesshomaru, dio media vuelta dispuesto a irse dando por terminada la conversación.
—¿Qué no soy quién? ¿Y quién necesito ser para que entiendas que de ti no solo depende tu vida sino también la mía? No permitiré que te vayas ¿oíste?— Sentencio tomando la muñeca de Sesshomaru para darle vuelta, provocando que este se soltara con violencia de su hermano.
Inuyasha, en cambio parecía estar llevando tan solo un poco mejor las cosas que su hermano ¿Y como no? Por fin era un demonio completo, sin embargo, no podía estar del todo conforme, pues su vida estaba en peligro y no podía si siquiera matar una mosca con sus nuevos poderes todavía. Naturalmente había intentado ocupar alguna de las técnicas que vio ocupar al mayor alguna vez, pero sin excito. La mayor diferencia entre ellos actualmente además de la física era que Inuyasha había tomado su rol protector bastante en serio, así que actuaba con mucha mas precaución.
—¿Y planeas que confié en ti, Inuyasha? No me hagas reír. Estoy más seguro lejos de ti. Tu falta de habilidad para manejar tus poderes será tu perdición —El menor se mantuvo en total silencio y sin notarlo bajo sus orejas levemente dando a entender que le había dolido su comentario, aunque si tenía razón, ni el mismo confiaba en sus habilidades ahora que era un demonio completo ¿Cómo podía pedirle a alguien más que confiara en él, si él mismo no lo hacía?
—Se supone que por eso estamos aquí...— Dijo con la mirada baja, intentando dejar a un lado su orgullo. Sabía que uno de los dos tendría que ceder para llevarse bien— Para aprender de nuestras nuevas desventajas y virtudes, pero para eso necesitamos ayudarnos entre nosotros. Eso es lo que quieren las espadas después de todo. Ser aliadas— El ámbar de los ojos del peliblanco chocaron con los ébanos del mayor de los hermanos, quien aún no estaba convencido. Inuyasha noto esto y se apresuró a decir— ¿Realmente quieres arriesgarte a no poder proteger a Rin? ¿Qué pasa si se van y los atacan? — Las manos de Sesshomaru se empuñaron. El ex hibrido sabía que esa era una fibra sensible, así que observo con detenimiento la reacción del humano frente a él.
Un pequeño silencio apareció en el ambiente siendo roto por el mismo peliblanco.
—Piénsalo, Sesshomaru— Pensaba seguir con su sermón cuando fue llamado por Aome para que la fuera a ayudar a recolectar algunas plantas medicinales. Miro de reojo al mayor y este ya le había dado la espalda e iba de camino a la aldea. Esperaba que sus palabras hubieran hecho reflexionar a Sesshomaru.
Pero, más tarde pudo comprobar que sus esfuerzos no fueron suficientes, pues para el anochecer ya no estaban ninguno de los acompañantes de su hermano en la aldea. Se habían ido sin decir una palabra a nadie. Sesshomaru era un idiota ¿Es que acaso no contemplo las consecuencias? ¿Desde cuándo ese hombre se había vuelto tan impulsivo? Inuyasha resoplo ante estos pensamientos en contra del lord del Oeste.
—Te amarrare cuando te encuentre, maldito.
Estaban cenando en la casa de la anciana Kaede cuando Inuyasha decidió ir en busca del azabache. Había mantenido la esperanza de que volvería y que solo había ido a despejar la mente y que los demás solo lo habían acompañado.
La vieja mujer lo observaba en silencio el como se levantaba mientras acomodaba su ropa y se dirigía a la puerta, leyó las intenciones de Aome cuando la vio abrir levemente la boca a punto de preguntar algo, aunque Inuyasha se le adelanto.
—Iré a buscar a Sesshomaru- Anuncio a su grupo de amigos desde el umbral de la puerta mientras observaba como se preparaban para partir junto a él, sin embargo, el demonio los detuvo— No hace falta chicos, iré solo.
—Pero Inuyasha...— Susurro Aome preocupada.
—Les agradezco la ayuda chicos, pero si me siguen Sesshomaru se negara a hablar conmigo y no llegaremos a ningún acuerdo. No nos llevamos bien, pero lo conozco lo suficiente para saber que se negara a hablar de lo que sea mientras estén otros cerca— Inuyasha había madurado, increíblemente en unos cuantos días había aceptado la gravedad de la situación. Todos asintieron entendiendo y dejaron ir a su amigo. Aunque Inuyasha en el fondo sabia que ese arranque de ir por su hermano no era solo por lo sucedido.
—Este viaje solo se puede hacer de a dos— Hablo la anciana Kaede al ver desaparecer al albino por la puerta de choza.— Ustedes solo podrán ser testigos de él.
Las horas pasaron con velocidad para aquellos que dormían, y como una tortura para aquel demonio que no paraba de buscar sin obtener resultados o novedad alguna. El sol ya asomaba por entre las montañas y la impaciencia de Inuyasha aumentaba por aun no poder alcanzar a Sesshomaru ni a su sequito, aunque les intentara seguir el rastro toda la noche. Pareciera que su hermano había logrado borrar su característico olor a canela de la faz de la tierra, y a pesar de que no quería admitirlo le gustaba mucho el olor del castaño, aunque más le agradaba cuando era un demonio puro, pues ese olor dulce se mesclaba con el amargo de los cítricos, pero aun así no deja de parecerle algo adictivo. Con estos pensamientos Inuyasha se quedó parado reflexionando sobre que olor de su hermano le gustaba más mientras miraba la nada. Al darse cuenta de las tonterías que pensaba sacudió su cabeza y bufó frustrado por no poder evitar pensar en él, concluyendo que seguro era porque ahora tenía los poderes que le correspondían al guapo chico que no tenía intenciones de salir de su cabeza.
—A pesar de lo atractivo de ese aroma el olfatearlo cerca jamás significo nada bueno—Reflexiono con pesadez.
Por otro lado, mientras tanto, cierto azabache avanzaba por un oscuro y silencioso bosque, aunque su mente estaba en algún otro lugar muy distinto. Perdida. Su rostro inexpresivo lo ocultaba, pero no paraba de cuestionar sus decisiones, era tortuoso para él toda esta situación, no paraba de pensar en que quizás el estúpido de Inuyasha tenía razón, pero se negaba a aceptarlo, no se daba cuenta de que estaba siendo impulsivo y que no había pensado bien las cosas. Su actual estado humano lo hacía inseguro, predecible y no soportaba la idea de ser débil. Para colmo al parecer la suerte no tenía intenciones de estar de su lado, pues el sonido de unos pasos y el movimiento de unos arbustos lo advirtió de un peligro. Sin dudas, su nariz demoniaca hubiera detectado a aquellos bandidos mucho antes. Pero ahí estaba, solo noto que eran bandidos cuando por fin los vio atravesar el camino justo frente a el.
—Miren que hombre más apuesto, seguro que al jefe le gustara, es incluso más bello que una mujer —El azabache frunció levemente el ceño al ser comparado con una "hembra" ¿El gran Sesshomaru siendo el sumiso del líder de un montón de idiotas? Hasta le daban ganas de reír. Pero no lo hizo.
—Fuera de mi camino —advirtió con tranquilidad, nuevamente fingida y bien actuada.
—Amo bonito, no debería...
—Silencio, Jaken, quiero que te lleves a Rin a la aldea de esa anciana— El pequeño verde asintió rápidamente y retrocedió para poder huir junto a Rin y Ah-Un. Finalmente, las inseguridades de Sesshomaru salieron a flote, tenía pensado dejar a Rin devuelta en la aldea para que estuviera segura y luego volvería a irse junto a Jaken en busca de la solución que tanto necesita para acabar con su debilidad. Realmente no pensaba tomar esa decisión tan apresuradamente pero la situación lo meritaba.
- ¡Que altanero! Te pondremos en tu lugar- Gritó un hombre mientras desenvainaba su espada para comenzar a atacar al de ojos ónix en conjunto con sus otros cuatro acompañantes.
Si bien Sesshomaru había perdido todos sus poderes demoniacos, había conservado parte de su velocidad y agilidad, pero, aunque derroto a dos de los cinco bandidos que lo habían atacado, fue mucho para él quedando cansado y vulnerable. Dos bandidos aprovecharon esto para sujetar sus brazos mientras el tercero comenzaba a golpearlo hasta hacerlo escupir sangre debido a un golpe en el estómago.
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Un olor metálico llego a la nariz de Inuyasha alterándolo automáticamente. El olor a sangre humana era leve, pero estaba y no pensaba seguir perdiendo el tiempo. Fuera o no su hermano tenía que ir a ver de que trataba. Así que comenzó a correr hacia aquel olor que no estaba muy lejos, pero tardo fácilmente quince minutos en llegar y poder ver a su hermano inconciente amarrado a un árbol. Iba a acercarse cuando vio como uno de los bandidos se dirigió a este y lo tomo de la barbilla levantando su rostro y comenzó a pegarle cachetadas para que despertara, pero no parecía que tuviera intenciones de hacerlo. El hombre seguía golpeándolo, el olor a sangre de su hermano chocaba en sus fosas nasales y el instinto asesino de Inuyasha era cada vez mayor hasta que de pronto la mano del ex demonio se movió a gran velocidad hacia el cuello del bandido enterrando en el lo que pareciera un trozo de corteza. El bandido cayó al suelo junto con las gotas de sangre que caían del brazo de Sesshomaru quien se había rasgado parte de la piel en un intento de soltarse de las amarras. A penas y pudo levantar la cabeza a medias debido a la cantidad de golpes que recibió, pero eso bato para observar cómo Inuyasha saltaba de entre los árboles y comenzaba a atacar descontroladamente a los bandidos restantes, matándolos al instante. El albino ardía en furia y descontrol logrando que él mayor se asustara y con todas sus fuerzas soltara el resto de su cuerpo de las ataduras, pensando por un momento que huir seria lo mejor, pero su orgullo y quizás miedo a que Inuyasha lo siguiera como un zorro a un conejo lo hicieron quedarse.
Sesshomaru como pudo dejo atrás su temor e instintivamente se abalanzo lo más rápido que pudo sobre su hermano menor logrando que este quede contra otro árbol cercano mientras lo sujetaba de las muñecas con el fin de intentar controlar los instintos de monstruo de este. Aunque ya era tarde para siquiera pensar en ayudar a los bandidos, ya que estos yacían descuartizados en el suelo del bosque.
—¡Basta!— Le grito con fuerza al albino mientras lo sujetaba de las muñecas contra el árbol —Contrólate Inuyasha.
—¡Suéltame humano!— Ladró en respuesta el menor en total descontrol, soltándose del agarre de Sesshomaru para luego recibir un golpe del mismo en la mejilla. El azabache veía todo con dificultad, pero pudo visualizar como la actitud de su hermano volvía a la normalidad haciendo que en respuesta el de ojos ónix por fin relajara sus músculos y que el cansancio se apoderara de su cuerpo mientras posaba su ante brazo derecho en el tronco para poder mantenerse de pie aun teniendo a su hermano acorralado entre su cuerpo y el árbol. Poco le importó este hecho, la verdad, y apoyo su cabeza en su brazo con dolor mientras luchaba por no caer desmayado. Inuyasha por su parte estaba completamente abrumado, recordaba bien como había hecho trisas los cuerpos de esos bandidos y el cómo su hermano lo había hecho entrar en razón. Quien sabe cuántos minutos había pasado observando la ropa desordenada de Sesshomaru que dejaba al descubierto parte de la piel de su pecho, pero cuando reaccionó tampoco se molestó en dejar de observarlo, aunque cambio su objetivo para poder ver sus heridas. El cuello del azabache estaba amoratado por las veces que lo apretaron para quitarle el oxígeno y toda la ropa de su hermano estaba manchada con sangre, tanta que su dulce aroma a canela había sido opacado por ese horrible olor metálico. Se removió con cuidado entre los brazos de Sesshomaru sintiendo como este se iba tensando y apretaba inconscientemente la muñeca que aún no soltaba. Inuyasha volteo a ver el perfil adolorido de su hermano y como este tenía cerrados sus ojos y de vez en cuando los apretaba con fuerza por el dolor que seguro sentía, el menor bajo sus orejas hacia atrás algo decepcionado por no haber llegado antes a ayudar al ex demonio, aunque no comprendía porque se sentía tan culpable, fue decisión del de ojos negros el haberse ido así y ponerse en peligro, además de que este le había causado mucho daño en el pasado así que no tenía razones para compadecerlo. Intento escudarse con el hecho de que estaba angustiado con la idea de poder haber muerto por culpa de las imprudencias del mayor, pero realmente sabía que no era así, después de todo gozaba ver la belleza de su hermano y esto no era algo resiente, sino de años, siempre deseo que este lo apoyara, que estuviera con él cuando estaba solo en este mundo, pero este lo rechazaba como parte de su familia, lo odiaba por algo que no fue su culpa. Pensó que correspondía los sentimientos de odio de su hermano, pero cuando supo que tendrían que estar juntos por un tiempo no pudo evitar sentirse feliz y no podía negar que el sentir su esencia invadiendo el lugar lo hacía sentir protegido. Una completa ironía considerando que era él quien tenia que defender al de olor a canela.
Su miraba había bajado al suelo pensativo cuando sintió al chico frente a él moverse con la intención de alejarse, siendo invadido rápidamente por una sensación de vacío cuando sintió como el calor del cuerpo de Sesshomaru se alejaba de él.
—Sesshomaru— Llamó el albino observando como el más alto avanzaba dándole la espalda— Volvamos a la aldea— El andar del nombrado paro y lo volteo a ver.
—No tengo intenciones de quedarme en esa aldea sin hacer nada— Respondió irritado recordando como los niños de la aldea jugaban con su estola el primer día que llegaron y las ganas que tenia de volver a ser un demonio completo.
—No te preocupes, partiremos pronto en busca de Totosai —Afirmó mirándolo— Partiremos a penas y te recuperes de tus heridas— Prometió. Sesshomaru pensaba protestar en contra de las palabras de su hermano cuando toda su vista se nublo rápidamente y se desvaneció.
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