•|18-3| ¿Cómo?


Todos se levantan y se dirigen hacia el salón continuo. Incluso La hija del Presi va hacia el lugar del banquete para saludar a algunos colegas después de que las aguas se vieron calmadas.

—Cualquier cosa yo ando sola— dice Sorri con respecto al Chino. Él, entonces, pasa su brazo por los hombros de ella, emocionado.

El salón es lo suficientemente grande como para que las mesas con los diferentes platos y los asientos estén organizados de una forma en la que se puede circular cómodamente y, además, dejar un espacio determinado con la finalidad de ser una pista de baile.

El Chino arrastra a Sorri hacia una mesa con diferentes tipos de pescado.

—¿Cuál desean?— el cocinero encargado de ese espacio les pregunta.

—¿Cómo que cuál? ¿Y eso manin'? Uno de cada uno deme— Sorri sólo se limita a suspirar.

—Si no ha comido algunos de estos tipos de pescado, tiene que tener cuidado con las espi-

—Sí, yo sé. Toy jarto' de come' Pecao'. ¿Le hago el cuento de cuando iba al río con mi abuelo?

El cocinero amablemente procede a servir una porción de cada tipo de pescado en la mesa.

—Gracia' mío.

El Chino suelta a Sorel y no espera dos segundos más para darle duro al plato.

—¿Y tú vas a comenzar desde ahora con todo eso...?

—¿Y tengoquie espera ma?— el Chino le responde con la boca llena —. La vida e una sol...

Su oración se ve cortada al callar de golpe. Empieza a pestañear rápido y se nota que está tratando de masticar y comer todo lo que tiene en la boca.

—¿Estás bien?— Sorri toma su rostro entre sus manos. Él tiene los ojos muy abiertos. Una cosa sorprendente.

Ella nota que no puede tragar bien. Está rojo.

Y se pone peor cuando el Chino siente cómo una espina pincha su garganta.

Comienza a  toser como loco.

—So... So... COFCOFUMRSNASPAKI

Sorri comienza a golpearlo por la espalda.

El Chino también comienza a golpear su pecho —Voy... COSGY... Voy a...COFEUOFEUNDI ¡MORIL!

El Kunpi, quien estaba fotografiando su platillo, ahora está fotografiando al Chino.

Yairy, quien estaba saludando a los invitados, exclama:

—¡Oh my God! ¡Llamen a los paramédicos!

—Bueno, yo dije que si te ponías de loco yo no ando contigo— le da un último matapollo' que hace que suelte un pedazo de pescado atorao' y se despega.

Los ojos del Chino ahora son blancos.

—Grande mío— Kunpi está grabando y no deja de reírse. A ese es el diablo que se lo va a llevar.

Hay un circulo de personas rodeando al Chino, quien está luchando por aire ¿Cuánto dura alguien para morir de asfixia?

Realmente, el matapollo' de Sorri le sacó el pedazo problemático: Lo que ocurre es que ahora el Chino está hiperventilando.

—¡Coño hagan algo! ¡Se va a morir!— Mariflower está en Panic. La nutria también.

—Sorri, bésalo. Así regulas su respiración— le sugiere Gillian.

Sorri en una esquinita, frunce el ceño —¿Quién? ¿Yo?— se coloca unas gafas que nadie sabe de dónde sacó. Probablemente de Kunpi.

—Ay, otro velorio— Ferna niega con la cabeza.

—Diasblo' y yo sin vestido negro— dice Lyah.

—Precisamente en mi última línea de vestidos incluí unos diseños en terciopelo negro maravillosos— Jenny Polanco le responde... ¿Jenny Polanco?

Aquí hay muchos muertos. Ya los chicos están esperando la aparición de Michael Jackson en un stage especial.

Margo' está llorando. Probablemente de la risa, pero el punto es que está llorando.

El pastor Virgilio aparece junto a ella con una botella de Tequila —¡Amén! Vamos a encomendar esta alma a cristo para que encuentre el camino correcto al más allá.

Junior se inclina junto al Chino para ayudar, pero varios paramédicos y enfermeras llegan a él con una camilla y equipaje suficiente para atender rápidamente cualquier caso.

Luego de que las personas se hubiesen dispersado con el fin de que los paramédicos pudieran hacer su trabajo, el Chino ya andaba rezando el Ave María y agradeciendo a San José por estar vivo.

—Coño y yo que ya estaba saboreando el cafecito del velatorio— Brown dice con fingida decepción.

A penas se dan cuenta de que Marco estaba cerca porque acaba de reír de ese comentario.

El Chino mira mal al Brown, y mira a Sorri igual.

—¿Qué?

—Te odio— le dice él.

—Quisieras— Sorri le sonríe.

—¡Atención!— La hija del Presi, con su vestimenta de novia aún, habla por encima del murmullo a través de un micrófono —Cuando todos sientan que están satisfechos ya, y que socialicen, pueden subir a sus habitaciones: allí encontraran mensajes para ustedes y vestimentas más sencillas y cómodas que podrán usar para las fotografías y en la hora del club. Siéntanse cómodos.

Les tira un beso a los chicos y, con la compañía de algunos socios, se marcha.

—Hora de encontrar un viejo millonario— dicen Mago' y Gillian.

—Yo también v— Junior cubre la boca de la Cerecita antes de que termine de hablar. Sonríe —Disculpen, ella no va.

Por otro lado, Marco y Vanna...

Ellos se apartaron, caminando con lentitud por uno de los extremos del salón mientras conversan.

—¿Quieres uno de esos dulces?

—¿Tú quieres?— él le responde con otra pregunta.

Ella hace una mueca —Voy a buscar uno, entonces.

Vanna se aleja hacia la mesa de los pasteles sosteniendo un poco su vestido, y Marco sólo la mira alejarse.

Él se pierde un poco en sus pensamientos y cuando vuelve a levantar su rostro han pasado ya algunos 6 minutos, según los cálculos de su cabeza. Y Vanna sigue junto a la mesa a la que fue, acompañada por, además de la persona hace su trabajo, el mesero que les sirvió champaña al inicio de la ceremonia.

En el poco tiempo que llevan juntos él no ha visto sus interacciones con otras personas, ni si quiera las referencias explícitas con sus amigas, con ojos celosos. Saben que si están juntos es por una mutua razón y no se molestaría en estropear las cosas por babosadas.

Pero ahora le molesta.

Se va acercando a la mesa y gradualmente puede escuchar la conversación. Los halagos del chico no de hacen esperar para llegar a sus oídos le molestan. Está totalmente de acuerdo con ellos y los comparte por completo, pero le molestan.

Seguro de lo que quiere hacer, realiza una pequeña reverencia hacia la empleada encargada de esa sección. Se coloca detrás de Vanna y la atrae hacia sí para abrazarla a sus espaldas.

—Hola mi amor— le dice.

El mesero guarda silencio por un momento.

Posteriormente, Marco deja de abrazarla: deja el platillo que Vanna sostenía reposar sobre la mesa, girándola de forma rápida.
Sus labios juegan de manera húmeda y ágil sobre los de ella, quien no pone objeción a la acción e imagina razones.

Cuando él considera ha sido suficiente, corta el contacto.

—Tardaste demasiado.

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