●/9/ Ahora habla menos.

Perspectiva de:
Carla.

—¿No estás como que muy bonita para esto?— le digo a Sorri, quien va caminando a la par conmigo por la acera. Lleva el maquillaje sencillo y la ropa que usaría para asistir a la celebración del cumpleaños del Chino y Vanna: supongo que si hacemos las cosas rápido iremos hacia allá de una vez.

—Sí, pero no... así no tengo que cambiar mi ropa para ir al club— lo que pensé.

Yo no voy tan mal, pero sí mucho más cómoda que ella.

Cruzamos una esquina y podemos divisar la peluquería 'Caco Brillante' a pocos metros de distancia. Creo que ya son las seis y media de la tarde, lo que quiere decir que el Chino estará, o está, preguntando por qué no ve a Sorri en la celebración que de seguro empezó. Pero supongo que La Cerecita la está cubriendo.

El motivo de que estemos yendo hacia el local que puede ser un punto de contrabando es buscar alguna prueba que confirme aquello y llamar a la policía.

Florencio debe estar ya en el club o camino hacia allá: los demás trabajadores, o compañeros, de la peluquería también, así que tenemos oportunidad de entrar y salir sin que sepan de ello.

Y, considerando las personas invitadas al club, si algo sale mal no será del todo aquí. Espero.

Saco de mi cartera el manojo de llaves donde tengo también las llaves del local y la introduzco en la puerta. La abro y dejo a Sorri pasar antes de entrar detrás de ella.

Enciendo las luces. Tenemos que hacerlo rápido.

—Bien. ¿Por dónde buscamos?— pregunta. Se mueve frente a los sillones y espejos, mirándose antes de voltear a verme.

—A ver... Florencio no es muy inteligente que digamos. Es muy evidente: entre todo lo que hay acá lo único que no me permite hacer es abrir los cajones de esos estantes sin su consentimiento, que es básicamente nunca— señalo con uno de mis dedos hacia una especie de estantes con cajones color verde muy claro casi al fondo del salón—. Pienso que si no hay nada ahí no hay nada aquí, a menos que sea en los sillones o detrás de ese cuadro— señalo la imagen de Florencio colgada cerca de la puerta.

Una imagen desagradable para los ojos, traumatizante para la Hija del Presi.

—Voy a tener pesadillas— susurra Sorri.

—No te preocupes, sólo duran una semana— sonrío. No es como que no me pasó...

—¿Tienes las llaves?— se acerca hacia los cajones y la sigo.

—Sí...

—¿Y nunca los has abierto?— frunce el ceño.

—Soy obediente— me encojo de hombros.

Y es bastante tonto que Florencio me deje tener una llave para esos cajones. En fin.

Busco la llave que corresponde a todos los cajones y, cuando la encuentro, abro el primero.

Y el segundo.

—Busca aquí— le indico a Sorri mientras yo reviso el segundo cajón. Son... ¿Dos columnas? De ocho cajones.

Reviso atentamente lo que hay dentro: fotos, algunas cosas de la peluquería, un botiquín de primeros auxilios... Nada fuera de lo normal.

—Aquí hay imitaciones de contratos... Creo— dice Sorri y alzo mi vista hacia donde ella señala.

Rebuscamos en el primer cajón y sí, lo que hay son varias actas, compras de terreno recientes, contratos de un supuesto 'comercio', copias obviamente falsas de cartas legales... En fin, fraude.

—Saca fotos de eso— le pido a Sorri, antes de cerrar el segundo cajón y abrir en tercero del primer estante.

Así pasamos varios minutos, grabando y tomando fotos a utensilios extraños y documentos falsos como futura evidencia y evitando tocar cosas indeseables dentro de esas gavetas.

Estoy perdiendo la esperanza de que encontremos algo más, aunque ya es sospechoso e ilegal lo que muestran las grabaciones que hicimos, hasta que abro el último cajón despreocupadamente y veo el contenido.

—Sorri... Mira— indico.

Ella se acerca y observa el cajón, apuntando directamente el flash de su cámara al interior: muchas bolsitas pequeñas que contienen un polvo blanco llenan la gaveta.

Y dudo que eso esa bicarbonato de sodio.

Pero que guarde aquello allí me parece estúpido. Es demasiada confianza.

—Ordena eso, rápido.

Sorri termina de guardar las pocas cosas desarregladas dentro de sus respectivos lugares. Estamos a punto de salir cuando escucho varias voces que se aproximan y aparecen sus siluetas a través del cristal.

—Mierda... Ven.

Tomo a Sorri del brazo y la halo para correr hacia una esquina del salón. Hago lo primero que viene a mi cabeza y la empujo para escondernos detrás de los estantes.

—¿Qué?

Antes de que responda a la pregunta de Sorri, se abre la puerta del local y escuchamos la voz de Florencio hablar con, al parecer, algunos chicos más.

—¿No era más fácil si salíamos normal?— me susurra.

—¿Cómo? Se iban a dar cuenta— frunzo el ceño, acercándome más a Sorri y devolviendo el susurro.

—Hubieras dicho que se te había quedado algo aquí y que pasaste a buscarlo y ya está— rueda los ojos.

Doble mierda.

Los pasos se acercan hacia nosotras.

—Si me hubieran llamado antes hubiera sido mejor, estaba a punto de salir hacia un lugar... Esta mercancía es nueva y de efecto rápido— dice el viejo Tune, abriendo un cajón de todos, detrás de los cuales nos estamos escondiendo.

—Sí... Lo necesitábamos para hoy. La última vez que compramos quedamos satisfechos— responde la voz de alguien a quien no puedo identificar.

Pero más importante es que se vayan rápido y poder salir.

Sorri sigue con su teléfono en mano, grabando... Y de repente detiene la grabación. Fijo mi vista en lo que hará y noto que está marcando a la policía.

—Aquí está. Siempre que se les ofrezca algo pueden llamarme— dice Tune.

—Nos vemos— le responde otra voz diferente a la de antes.

Tune cierra el cajón y creo que se irá del lugar, así que puedo soltar el aire que estaba conteniendo para no hacer ningún ruido y noto que Sorri termina de comunicarse.

—Vienen en camino— susurra.

En este momento el viejo empieza a tararear y cantar una canción mientras aún sigue en el lugar. ¿Por qué no se va de una vez?

Bueno, si sale y cierta la puerta nosotras tampoco podremos salir. Y ya es sospechoso que haya encontrado el lugar abierto.

Estamos jodidas por donde sea que lo veamos.

Al menos llamamos a la policía.

Escuchamos al viejo cantar nuevamente y reconozco esa canción como una que Sorri ha estado cantando también a menudo últimamente.

Le doy una mirada y le hago una señal para que no se le ocurra tararear también. Al mínimo ruido y el viejo sabrás que estamos aquí.

El viejo sigue tarareando mientras da vueltas por el lugar. ¿Estará esperando al intruso que entró al local y dejó las luces encendidas junto con la puerta abierta?

Dejo de amenazar a Sorri con la mirada y cierro los ojos por un mometo. Esa fue la peor decisión que pude tomar en la semana. Porque siempre hay días peores, jeje.

El acontecimiento siguiente es una desgracia.

—We Kurochi...

—...Mul LaaaAaa— Sí.

No. Coño, no.

El Viejo cantó y Sorri le siguió la canción.

Me quiero matar.

No, la quiero matar.

Quiero desaparecer.

—Santa María Madre de Dios...— el viejo Tune empieza a rezar luego de escuchar la voz de Sorri y no localizarla con la vista. Si será pendejo.

Sus pasos se escuchan más rápido y en nuestra dirección y estoy a punto de entrar en pánico.

Agarro a Sorri del cabello la meneo de un lado a otro. Es que SERÁ ESTÚPIDA.

Los pasos se detienen y, por la cercanía del sonido, deduzco dónde está Florencio. Y me temo lo peor.

Duro varios segundos con la cabeza gacha antes de atreverme a alzar la mirada y encontrarme con lo que ya sabía.

Florencio nos mira a las dos desde arriba, con su ceño fruncido y en espera de una explicación. Explicación que se alargó bastante después de convocar una 'mini-reunión'.

Cuando Sorri vio lo que trae puesto, no pudo evitar reírse en su cara.

Y esa fue la gota que derramó el vaso. Ahora la quiero matar, y luego volverla a matar después de muerta.

Pero no todo es malo. Hay que ser optimistas y, como dijo Sorri:

Seremos las secuestradas con ma' flow que hayan salido en la noticia.

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Una vrga pq soy mala en todo y corto pq hay que apreciar los 'pequeños detalles' de la vida KAKAKAKA

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