●/6/ 9 y 7 agresiones.
Perspectiva de:
Brown.
-Me va a matar...
Suelto un suspiro tirado en el suelo y recostado contra una de las paredes de uno de los calabozos a los costados de la sala de policías y Ness cruza sus brazos.
Está al otro lado, fuera de la celda.
Han pasado varios minutos desde que me dejó rojos los buches de tanto mimarlos e hizo la llamada. La quise detener, pero estando aquí dentro no puedo hacer mucho.
Deben ser casi las ocho de la noche...
-Cálmate mi niño, ni que fuera para tanto.
Lo dice porque no es ella quien está encerrada y porque el Kunpi la va a venir a buscar en un rato.
Y porque no es ella que tiene una multa doble... ¡Una multa doble! Ese maldito policía...
-Te dije que no la llamaras- la miro con los ojos entornados.
-¿Y a quién iba a llamar? ¿A tu madre? Más rápido prefiere dejarte aquí encerrado que venir a buscarte o pagar esa multa.
-Hubiera preferido que llames a mi mamá y no a Ferna- y no miento. Lo que dice de mi madre es cierto: diría que soy mayor y responsable de lo que hago.
Pero temo por la reacción de Ferna.
Dios... Me va a regañar delante de todos. Puede que incluso me de varios zapes. ¡Se atreve a poner distancia conmigo por esto!
Bien que está harta de decirme que no haga locuras en la Jumbo... Ella ni si quiera sube a algún motor o motocicleta. No le gustan y las evita cada vez que puede. Ni si quera conmigo sube.
Y aquí estoy yo, detenido en la estación de policía.
¿Por qué? Por andar calibrando con Ness en la Jumbo. Con exceso de velocidad...
...Y sin el casco.
Diablo', Ferna me va a dejar sin cabeza.
Suspiro sonoramente y acaricio uno de mis pómulos... Debo tener un moretón por el golpe.
Levanto la mirada. Ness está dando vueltas mientras usa su teléfono celular. Yo ni si quiera puedo usar el mío porque ese maldito oficial me lo quitó.
Miro al frente y lo veo, sentado en uno de los escritorios. Me mira con prepotencia por el hecho de que estoy aquí encerrado.
Pero me reconforta saber que su cara se ve peor que la mía. Así que le sonrío con la misma altanería.
No deberían existir personas tan despreocupadas como yo, que rompen la ley y a veces no cuidan su vida, lo admito: pero tampoco deberían existir personas como él, que intentan pasarse de listos con los demás. Mucho menos cuando lo hacen con la voluntad de las mujeres.
El muy imbécil intentó pasarse de la raya con Ness. No lo soporté.
Y le regalé un puñetazo.
Tuvimos una mini-pelea en la que sólo salí de encima de él porque Ness me lo pidió. Incluso los demás oficiales saben que su compañero es un imbécil.
Él no pudo golpearme lo suficiente, ¿Y qué mejor venganza que ponerme una multa doble? La de Ness, si hubiera sido un hombre.
A ella no le corresponde ningún cargo.
Vuelvo a suspirar sonoramente hasta que otra figura conocida entra en mi campo de visión.
-Te ves como un pandillero que se metió en una pelea en un club de drogas y lo agarró la policía, Bro- Kunpi abraza a Ness y se burla de mí, el muy imbécil -. Gracias por protegerla- besa su frente.
Le resto importancia con un gesto.
-Esperen- comienzo cuando los veo girarse -, ¿Me van a dejar aquí sólo?
-Tu chica va a venir por ti- dice Kunpi. Maldito traidor.
-Exacto, ¿Me van a dejar sólo? Va a matarme...- rasco mi nuca. ¿Qué cuando sepa que tengo multa doble?
¿Y si Ness ya se lo dijo?
Mierda, no puedo dejar que la pague por mí. Pero no llevo esa cantidad de dinero encima.
No volveré a hacerle caso a Ness cuando me pida dar una vuelta. El Pepe tiene razón.
-Hablando de ella, ahí viene...
-...Y con un palo en la mano- completa Kunpi a lo que Ness comenzó a decir. El muy desgraciado se está riendo.
Mierda.
-¿Dónde está el mocoso?- escucho su voz antes de verla.
Ness se hace a un lado y señala la celda. Entonces la veo.
Lleva el tipo de ropa ancha y cómoda que le gusta, sin dejar de verse muy bien. Un bonito bolso, unas gafas colgando de su escote: sobre sus twists lleva una boina...
Y también tiene un maldito palo de al menos un metro en la mano.
Se cruza de brazos mirándome y se coloca frente a la celda, echándome un vistazo de arriba a abajo. Al menos llevo ropa que es de su agrado. Porque sí, también me ayuda a escoger cómo vestirme y cómo me vería mejor.
Y admito que mejoró bastante mi apariencia.
Rápidamente me pongo de pie.
-Yo...
-Cállate- coloca una de sus palmas frente a mí. Mira a Ness -¿Sólo son los cargos que me dijiste por teléfono?- pregunta.
-Sí. ¿Los vas a pagar?- frunce el ceño.
-Técnicamente sí, pero no. A Yairy le gusta gastar dinero, que lo haga en una buena causa. Aunque tú deberías haberla pagado: tú lo sacaste de la casa, azarosa.
-Ehh... ¿Para qué es ese palo?- pregunto, agarrando las barras de hierro frente a mí con mis manos y con mi rostro cerca de ellas.
Ya imagino para qué es, pero necesito confirmarlo.
Ella me mira y alza una de sus cejas. Dura tres segundos para responder:
-Para partirlo en tu cabeza, pedazo de Homo Sapiens.
-Hey, tampoco le hables así al niño- dice Kunpi.
Verdaderamente no sé qué pensar acerca de cómo se dirige Ferna hacia mí. Es cierto, muchas veces utiliza ese tipo de expresiones 'insultantes' u 'ofensivas', pero casi siempre lo hace para corregirme y nunca se lo he reprochado. También es cierto que se comporta como una tutora más que como pareja: sí, me abraza y suele darme mimos cuando estamos en privado, pero muy pocas veces es 'dulce' al hablar conmigo y la mayoría de ellas es por mensaje.
¿Será mal visto que me trate así? ¿Significa que no me quiere o no me toma en serio? ¿Estará mal que no me importe que haga lo que sea conmigo?
Ferna echa un vistazo a su alrededor y Ness le señala al oficial responsable de aplicarme los cargos.
Él al parecer se da cuenta de eso. Se pone de pie y se dirige hacia acá.
Ruedo los ojos.
-Yairy vino conmigo...
-No, está bien. Yo me voy con este neandertal- le responde Ness.
Entonces Ferna le pega el palo al Kunpi en la cabeza.
-¡Ay! ¿Por qué?- la mira mal, acariciando la parte afectada de su cabeza.
Toma.
-Por quitármela, perro. Y porque tú tampoco usas casco- frunce el ceño.
Ness le da un beso en la frente a modo de despedida.
-¡Eh! Yo quiero el mío- hago un puchero.
Entonces ella se acerca. Yo me agacho un poco y, a través de la celda, deposita un beso en mi frente.
-Te odio- le dice Ferna cuando la ve alejarse.
Se gira hacia mí y recupera su semblante serio.
-Hola, señorita...- el imbécil policía que se propasó con Ness se le acerca a Ferna por detrás.
Ella da un respingo y se hace a un lado para romper contacto con él. Frunce el ceño.
Estoy empezando a odiar estar aquí dentro.
-Vengo a pagar los cargos- me señala.
El policía me da una rápida ojeada para mirar a mi novia nuevamente.
No sé lo que haré si se atreve a tocarle un pelo.
-Venga conmigo señorita- el oficial ofrece, rodeando su espalda.
-Fer...
Su mirada se encuentra con la mía y asiente. Estoy seguro de que le transmití mi miedo de que le haga daño. Hay muchos oficiales alrededor, haciendo su trabajo, pero lo peor de todo es un ciego que no quiere ver.
Vuelvo a sentarme en el suelo a esperar los pocos minutos que supongo durará el trámite y resolver el asunto.
Creo que ahora es cuando debería orar para no quedar calvo si salgo de esta.
Los instantes se me hacen eternos hasta que el oficial se acerca nuevamente a la celda con Ferna tras él, sin el palo ese, y empieza a abrir la cerradura.
Me pongo de pie y salgo de allí cuando la puerta se ve abierta.
Y lo primero que siento es el manotazo que me da Ferna impactando contra mi nuca.
Suelto una exclamación de dolor y acaricio la parte afectada.
-Ten más cuidado, baboso. ¿Cómo sales sin el casco? Si llegas a tener un accidente yo no podré ir a sacarte del infierno.
El oficial se burla sin disimulo alguno y se aleja.
Mi estado tiene que darle un poco de lástima a Ferna, porque coloca una de sus manos sobre una de mis mejillas -la afectada por el único golpe que pudo darme el desgraciado oficial- y la acaricia.
-¿Qué te pasó?
Dudo antes de responder -Peleé con ese policía.
Suelta un bufido-¿Ahora por qué?
-Se estaba pasando de la raya con Ness.
Suaviza su mirada. Toma mi rostro con sus dos manos, se alza sobre sus pies para intentar alcanzar mi estatura y deposita un beso en mi frente.
Bufo con gracia -¿Por qué no me lo das en la boca?
Entonces pone los ojos en blanco y se aleja. Me extiende mi celular.
-Puedes venir a buscar la motocicleta mañana por la mañana- dice y se gira para irse. No me preocupa tanto eso. Mientras la tenga, no hay problema con el Chino.
Y me sorprende que Ferna no continúe reprochándome.
La sigo hasta que salimos de la estación. La limusina de La Hija del Presi está esperando fuera.
Le dice algo a Yairy para luego volver junto a mí y abrir la puerta. Me empuja dentro y me sienta en los últimos asientos/sofás.
Me extraña que sea la misma Yairy quien está conduciendo.
-Perdón... ¿Te interrumpí en algo?- pregunto después de unos segundos en silencio. Está sentada a mi lado.
-Sí, en el momento en el que encontramos un artículo del periódico que prueba que el Chino estuvo relacionado con venta de droga.
-Ah...¿Qué?- me giro hacia ella. ¿Venta de drogas?
-Luego te explico.
Nos quedamos en silencio nuevamente. Ella está sonriendo a la pantalla de su celular.
La miro por varios segundos y me siento tentado, así que me acerco y dejo un suave beso en una de las comisuras de sus labios.
Me mira. Y no me resisto a besarla en la boca.
Muevo mis labios lentamente sobre los de ella por varios segundos antes de separarme y dejar un casto beso en ellos. No digo nada. Ella tampoco lo hace.
La giro un poco hacia mí y recuesto mi cabeza en la curva de su hombro y cuello. La duda me carcome.
-¿Por qué?- pregunto.
-¿Hnm?
-¿Por qué me tratas así?
-¿Cómo?- pregunta.
Rozo mi nariz con su cuello -Siempre me regañas y me hablas... con rudeza.
-¿Te molesta?
No respondo.
Siento cómo empuja uno de mis hombros y levanto mi cabeza para verla a los ojos.
-Perdón. No reparé en que te hacía daño- yo no había reparado en que tus ojos se vuelven más hermosos cuando chocan con la luz.
-No, es que...- suspiro antes de continuar -Está bien, me gusta que me corrijas. Y sabes que no me molesta que me golpees, al contrario- suelto una risa -, pero no solo se puede corregir con mano dura, también puedes hacerlo con cariño...
Vuelvo a recostar mi cabeza en su cuello.
-...Quiero, no, necesito que me des amor.
-Sabes que no soporto decir cursilerías- siento cómo acaricia y peina mi cabello y suelto un suspiro, relajándome.
-Una vez al mes no te vas a morir- río, dejando mimos por encima de la ropa que cubre su cadera.
-De igual forma. Prefiero actuar que hablar.
-¡Por favor!- alzo mi cabeza y dejo un sonoro beso en una de sus mejillas -Ni si quiera eres cariñosa en público- hago un puchero mientras ella guarda su celular. Verdaderamente quiero eso. Quiero ser cariñoso con ella en cualquier lugar sin que me aleje -. Necesito que me lo digas. Necesito oírte- vuelvo a dejar un beso rápido en sus labios y recuesto, otra vez, mi cabeza en su cuello, pegándola a mí.
-Bien, lo voy a pensar- la siento dejar un beso sobre mi cabeza y sonrío. Muerdo su cuello, ganándome en seguida un manotazo y una exclamación por su parte.
Me burlo sin cambiar de posición. Es muy cómodo.
Dejo varios besos sobre la zona y me mantengo con los ojos cerrados, luchando contra el sueño que me invade al sentir la sensación de sus manos entre mi cabello.
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Me quito el casco luego de detener la Jumbo frente al colmado, regresando de la comisaría. Es temprano en la mañana... Lunes.
Miro al colmado y noto que la mayoría de los chicos están allí, incluidos los dos trabajadores de la peluquería 'Caco brillante'. Entonces giro mi rostro y me doy cuenta de que las chicas, y el Pepe, están reunidas en la banca, casi junto a las chicas Mónica y Sara, trabajadoras de la peluquería, sentadas a unos metros de distancia.
Quiero saber de qué hablan, así que me dirijo hacia allí. Y, de paso, decido probar un poquito a la chica que se encuentra tomando un café.
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Un poquito largo, je. SE ME ESTÁ YENDO EL SENTIDO DEL HUMOR, AYUDQ
Pd: si hay algo mal escrito y no me avisan, las fusilo. Piu piu.
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