●/5/ No... De vainilla.

Perspectiva de:
Emperatriz

Podemos parecer paranoicas por estar 'brechando'. O puede... No, parece que Sorri no tiene la suficiente confianza con el chino como para que tenga que hacer esto. Pero: 1. El viejo es sospechoso y por lo que sé el chino no quiere soltar nada de su pasado. De alguna forma hay que saberlo.

2. Somos cotillas.

El balcón del bar 'El Misionero' más cercano a la casa de la Hija del Presi, y en el que ellos están, mantiene algunos 20 metros de distancia del lugar de la mansión en el que estamos, y más o menos es dos metros más bajo.

No sé por qué me ofrecí a venir. Pero el chisme espera.

Podemos escuchar parte de la conversación cuando no hablan tan bajo... la mayoría de las cosas:

—¿Qué querías decirme?— el chino pregunta sin rodeos.

—Voy a ir al grano, entonces... Quiero que volvamos a trabajar juntos— le responde el Don... ¿Malvavisco? ¿Marisca? ¿Mantarraya? Ni vergas. Florencio, quitando sus lentes oscuros de sus ojos y colocándolos en su cabeza.

—¿En qué trabajaban el Chino y el Don?— susurra Ferna.

—No sabemos, pero dudo que sea en una peluquería— respondo.

—Sabes cómo quedamos la última vez y lo que te dije. No pienso volver a trabajar para ti. No voy a volver a hacer eso— el Chino niega.

—Eras uno de los mejores vendedores en el negocio. Cuando te fuiste, todo casi se va abajo y por poco nos meten a la cárcel luego de que la policía agarró a varios de los nuestros.

—¿Ventas ilegales?— susurra la Cerecita.

—Estoy pensando en que es un negocio de drogas— susurra Fernanda.

—Hey, tampoco hables así del Chino— le responde Sorri —, droga puede ser demasiado.

—Pero no sabemos su pasado... Bueno, lo bueno es que él no quiere volver a hacer nada ilegal— le susurro.

—De los tuyos, querrás decir. Y sí, y yo ya pagué todo lo que tenía que pagar con la ley y ahora tengo un trabajo estable y me rodeo de gente sana y agradable— tan sanos no somos... Pero no hacemos nada ilegal, al menos —, así que estás perdiendo tu tiempo— el Chino le saluda en forma de despedida, pero el Don Mantarraya se interpone en su camino.

—No hemos terminado de hablar. Tu familia sabe lo que hacías, ¿Verdad?

—Sí. Saben que no volveré a eso y confían en mí. Hágase a un lado—

—Pero— Don Mantarraya empuja al Chino para que vuelva al lugar en donde estaba —¿Tus amigos saben en lo que andabas? ¿Tu noviecita lo sabe?

—Andala mierda— susurra Ferna.

El Chino se mantiene en silencio por un momento antes de volver a hablar.

Ta' caliente.

—No, pero ellos me pueden entender. Ya no ando en esos caminos, pasado es pasado.

—Te estoy perdonando habernos delatado y puesto en una situación difícil, ¿Y me piensas rechazar? No juegues conmigo, sabes lo que puedo hacer...

—Ni se te ocurra acercarte a alguno de ellos o mi familia: sabes que también te puedo delatar de nuevo y ahora sí puedes ir a la cárcel— el Chino lo empuja y pasa por su lado para salir, pero antes de hacerlo Don Motorola habla:

—Tarde o temprano vendrás a trabajar conmigo. Vas a ser 'El Tanque', como en los viejos tiempos.

—Diañe pero, ¿Es que no se pueden buscar mejores nombres de pila?—- susurra la Cerecita.

Lo mismo me estoy peguntando. ¿El Fifas y El Tanque? ¿POR QUÉ?

—Te equivocas. Déjame en paz, y no intentes enviar a Mariana para convencerme, no tengo que ver con nada de ustedes dos— entonces el Chino sale y deja al Don Mariscón sólo en el balcón.

—¿Quién es Mariana?— pregunto.

—Creo que es la MomoMosca— susurra Ferna.

—A esa mosca que se vaya preparando si piensa sentarse en mi plato— dice Sorri.

—Al menos se negó— comenta la Cerecita sobre la conversación del Chino y el Don hace unos segundos, deteniendo la grabación.

En unos momentos el Don Marisca desaparece del balcón y vemos al Chino saliendo del bar y volviendo despreocupadamente por el camino por donde llegó. Pero se detiene frente la mansión y toca el timbre.

—AnDELLdiablo— dice Sorri, poniéndose rápidamente de pie —¡Yairy!

—El Chino se ve bien hoy. Se arregló bien ese mardito... Mírale ese pelo— Ferna lo observa con los ojos entornados.

—Te oí, azarosa— le vocea Sorri.

Nos ponemos de pie y entramos al saloncito adjunto al balcón.

—No le digas al Chino que estamos aquí— le dice Sorri a Yairy.

—¿No se van a quedar a ver conmigo el nuevo catálogo de Tommy Hilfiger? ¿NO ME VAN A CONTAR EL CHISME?

—Sí, te contamos en la noche, ahora ve a distraerlo para que podamos salir— empujo a La Hija del Presi fuera del saloncito.

Vuelve a sonar el timbre.

Nos quedamos varios segundos en silencio y empezamos a escuchar las voces del Chino y Yairy.

—No te cortes el cabello, te queda bien así— y sí, el cabello semi-largo del Chino se ve precioso.

—No pensaba hacerlo, de todas formas. ¿Dónde está Jeison?

Las voces van opacándose con la distancia y lentamente salimos al pasillo.

Lo vemos despejado, y bajamos las escaleras hacia el primer nivel. También hay un ascensor...

Un día volveré sólo para admirar la casa completa. Es preciosa.

Cuando estamos en la puerta, Sorri le envía un mensaje a Yairy despidiéndose y otro mensaje a un grupo en Kakao con las chicas.

También hay uno del coro en general.

Salimos a la calle y Sorri suelta un suspiro.

—¿Qué hacemos ahora? ¿Cuestionamos al Chino?— pregunta la Cerecita.

—Mejor investiguemos lo de la droga— dice Ferna.

—No sabemos si es droga o no— Sorri rueda los ojos.

—Pero si hablan de ventas de cosas ilegales, cabe mucha posibilidad de que sea así. Y más con esos apodos tan ridículos, no mamen— digo.


—¿Y queloque'? ¿Qué hacemos ahora? Quiero bardo— la Ex Stripper habla.

Rondan las siete y media de la noche y estamos todas las chicas del coro en casa de Sorri: hasta una muchacha a la que llaman Margo' estaba en video llamada hace unos momentos con nosotras. También está Carla. Todas excepto Ness.

Dijo que iba a dar una vuelta con Brown.

—Ahora no sólo me deja a mí por su novio, sino que prefiere irse con el Brown antes de chismear. La traición, la decepción— dijo Ferna cuando nos envió el mensaje diciendo que no vendría.

—Yo te consuelo— le respondió La Loba.

Estamos esparcidas en la sala mientras que hasta aquí se escucha al padre de Sorri viendo un partido de beisbol en la cocina.

Tengo la tentación de ir también a ver el juego.

—Tenemos que saber del negocio que había entre el Chino y Don Marisca, pero es obvio que él no va a decirnos nada— dice Vanna. Ya todas vimos el video de la conversación del Chino y Florencio.

—Hablé con la mosca— dice La Loba, acaparando nuestra atención —. No me dijo mucho, pero vale.

—¿Y qué te dijo?— pregunta Mariflower.

—Le pregunté sobre el Chino y no dejaba de reírse. La Sana esa...

—Enferma— dice La Hija del Presi.

—Ajá, esa, estaba con ella y también estaba en modo chivirica— continúa La Loba —. La mosca sólo dijo que ella lo conoce muy bien y que tuvieron algo antes, pero no mencionó pandillas, no es tan tonta. Fue hoy en el colmado, cuando el Chino salió a encontrarse con Don Marisca. Marco estaba atendiendo la carnicería y La Nutria estaba vendiendo, y ellas no le quitaban los ojos de encima.

Mariflower y Vanna alzan las cejas.

Si bien me contaron un lío que pasó una vez con unas cuatro 'cueros' del barrio, esto se parece un poco.

Estoy lista para grabar.

—Se supone que la policía se involucró cuando el Chino salió de esos negocios, ¿Y si hicieron un reportaje de eso?— lanzo la pregunta al aire.

—Hay muchos reportajes de pandillas y drogas— dice la Hija del Presi.

—Depende del lugar— dice Carla —. ¿Dónde vivían tú y el Chino?— le pregunta a La Loba.

Ella menciona el municipio.

—Podemos buscar información de los reportes de pandillas y tráfico de ese lugar— propone Vanna.

—Déjame eso a mí. En cinco minutos lo encuentro— la Ex Stripper saca su teléfono.

Duramos los siguientes cinco minutos, o menos, hablando de cosas triviales y relacionadas con el tema hasta que la voz de la susodicha nos interrumpe:

—¡Lo tengo!— exclama la Ex Stripper —Dios, qué feo sale el Chino aquí.

—¡Yo quiero ver!— la Cerecita se pone de pie.

Todas rodeamos a la Ex Stripper mientras ella revisa un artículo de un blog digital de un periódico.

Ella es flash.

—Este es un informe de hace cuatro años y medio... Es sobre una pandilla de tráfico y venta de drogas encontrada en la comunidad.

—Sorri no te mueras— dice Ferna.

Hace cuatro años el Chino probablemente acababa de cumplir mayoría de edad. O ya era mayor. ¿Entró en eso siendo menor?

Gracias a Dios que salió.

—Aquí aparece el Chino— la Ex Stripper indica —. Lo siento, pero tengo que repetir que esta foto está horrible.

Y sí. ¿No pudieron sacarle una mejor foto?

—Dice— la chica lee —'Kevin Brayan de la Cruz Capone, alias EL TANQUE'— hace una pausa para reír.

Y seriamente las demás también nos estamos riendo.

—Diablo' pero... ¿Y ese maldito nombre?— Mariflower se cubre el rostro.

Sorri se está riendo en mute. Diañe, ni porque es su novio.

La Ex Stripper deja de reír y carraspea —Continuamos...

>>Kevin Brayan de la Cruz Capone, alias EL TANQUE—

La chica se ve interrumpida en su lectura por la risa de Vanna.

—Coño déjenla leer— digo —. Dale.

—Okay...

>>Kevin Brayan de la Cruz Capone, alias EL TANQUE según la comunidad, fue el responsable de delatar dicho punto de venta de drogas escondido en el puesto de una peluquería del barrio. Es un presunto delincuente según los demás involucrados, pero no se encontró nada en su contra durante su prisión preventiva que fuera suficiente para someterlo a una pena más alta que los cinco meses de prisión domiciliaria que se encuentra cumpliendo actualmente, además de haber sido quien delató a la organización.

>>Los demás involucrados en el caso se niegan a declarar sobre sus aliados y afirman que no hay más implicados en el asunto, pero se sospecha que el propietario y jefe oficial de la pandilla se encuentra prófugo de la justicia. Serán sometidos a juicio...

Una llamada telefónica nos interrumpe en medio del cotilleo.

Las vueltas que da la vida, ¿Eh?

Pensé que viviría muchas cosas, pero ver y participar de un enreo' de barrio donde hay pandilleros de por medio y chisme de 'cuernos' es el final.

—Perdón— dice Ferna, tomando su celular para contestar la llamada. Misma que la hace fruncir el ceño, rodar los ojos y maldecir antes de decirnos que tiene que ir por el Brown.

A la comisaría.

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