●/16/ Guinda.
Perspectiva de:
La Cerecita.
—Loca, pero él puso un huevo— le digo a Sorri a mi lado, recordando la notita que escribió Florencio para el Chino —. Puso "ellas".
—¿Y tú esperabas que no pusiera uno? Florencio y una granja de gallinas ponedoras no poseen diferencia entre sí— llega frente a mí al otro lado de la mesa y coloca la caja de pizza en el centro —. Aunque... sí tú supieras que el Chino e muy etúpido.
—No respetas a tu novio— Niego con la cabeza —¿Y si alguno de los demás lo ayuda? No todos son estúpidos.
—Mientras sea hombre y no sea el Pepe... o la Nutria, no le va a llegar— dice —. Además— Se encoge de hombros —, cuando él me tenga confianza lo respetaré más. Papi está contento— cambia su semblante y comienza a moverse mientras se ríe y busca platos en los estantes. Yo recuesto mi cabeza en la mesa mientras la veo dar vueltas por la cocina.
—¿Cómo no? Estás haciendo su sueño realidad... temporalmente, claro— suspiro —¿Sabes...?
—¿Qué cosa?— toma asiento frente a mí —¡MAMI COMPRA EL BILIGUER!— vocea.
—¡AH NO PERO AGARRA UN MEGÁFONO COÑO!— su madre le vocea de vuelta.
Ruedo los ojos —Habla bajito azarosa. No te pueden oír.
—Ya, ya— me extiende un plato con pizza —. ¿Qué me ibas a decir?
Suspiro antes de hablar —Quiero que Junior me la clave.
Sorri se atora con la pizza. Suelto un lamento.
—¿Y qué tú hace aquí, entonces?— se burla cuando puede respirar bien —Ve a pedirle que te la clave. De seguro no se opone.
—E que... Él habla mucho diparate— me encojo de hombros y duro varios segundos masticando —. No sé... ay, que se preocupe un chin. No se va a morir.
—La que se va a morir eres tú cuando te encuentre— se burla —. ¿Tienes el celular encendido? Avisa a las demás.
Me quedo quieta unos segundos, mirándola —Tú eres media bruta, ¿Verdad? Claro que no lo tengo encendido. A penas le avisé a mi mamá, después de hablar con Mónica cuando estaba con los muchachos, para que me traiga la ropa y para que no le diga a nadie más.
En ese instante la madre de Sorel entra y deja en la mesa el biliguer que compró.
—Mami, dile a Ferna que venga acá.
—No pero... contrátame pa servicio tuyo ya. Pásame— le quita la pizza a Sorri de la mano y sale de la cocina.
Sabemos que la va a llamar.
Uno o dos minutos después, Ferna hace acto de presencia.
Al entrar a la cocina iba caminando tranquilamente. Pero se paralizó cuando nos vio.
Cuando abrimos la boca para decir algo, ella levanta uno de sus brazos con el dedo índice extendido. Y nos callamos.
Frunce el ceño y cierra los ojos, procesando.
Luego los abre. Y se ríe.
Lo primero que dice la loca es:
—Dios, ¿Cómo adivinaron que yo quería cenar pizza?
Da varios aplausos y se acerca a un estante. Pone un plato y un vaso sobre la mesa.
—El diabo— suelta Sorri, sirviéndole.
—Seriamente...— empieza. Toma asiento —¿Qué pasó? ¿Las soltaron? ¿Dónde estaban? ¡¿Cómo preocupan así a la gente?!
Nos quedamos en silencio con una sonrisa forzosa hasta que ella capta el mensaje.
—¡Yo también quiero!— hace un puchero —Seremos el club de las desaparecidas. Tienen que darme todos los detalles.
La gente está loca sí.
—En resumen— Sorri se aclara la garganta —, en un principio Florencio sí nos tenía encerradas en su casa a Carla y a mí, pero sin tratarnos mal o algo, al contrario, el viejo es amable. Le ofrecimos el trato de, al menos yo, mantenerme escondida suponiendo que él todavía me tiene como rehén mientras yo realmente estoy acá en mi casa, así nadie se mete en problemas: no lo culparán de nada cuando se enteren de que estoy bien, y yo estoy tranquila en la comodidad de mi hogar sin estar absolutamente relacionada en algo con los problemas que tienen él y el Chino, con mi papá contento porque no lo soporta...
—...Así que básicamente se está vengando por él. Vengándose por nada básicamente, pero igual— completo.
—Eso. Lyah sorprendentemente se dio cuenta de que estaba aquí porque puse una canción de Miriam Hernández. Y mi mamá no sabe usar el radio.
—Pero... ¿Esa canción no la había puesto La Loba?— Ferna piensa en voz alta.
—Ah, Yone también sabe que estoy aquí por eso, je— continúa Sorri y yo me dedico a tomar más comida sin que se dé cuenta —Además, Mónica y Sara sirven de mensajeras.
—¿Las están ayudando luego de lo que les hicieron en el cumpleaños del Chino?
—Hicimos— corrijo las palabras de Ferna —. Sorri no tiene que ver. Y ellas lo hacen porque también quieren molestar al Chino. Pero dicen que se irán de aquí.
Ferna entrecierra sus ojos.
—Aish, también porque las amenaza—
—Llegamos a un acuerdo entre nosotras y el viejo Tune— Sorri me corta.
—Oh, bueno. ¿Y el vídeo que enviaron a la policía? Eso perjudica a Flore Flore y no creo que se quede así— dice.
—¿Qué video?— pregunta la peli morada.
—La evidencia de la venta en Caco Brillante. La policía confiscó el lugar.
Sorri se atraganta y yo casi me ahogo con el vaso de soda.
—anDELLdiablo— me pongo las manos en la cabeza —¿Carla siempre lo hizo?
—Entonces la nota fue por eso... Pensé que no le había gustado el tinte rojo que le dio Flore, pero no era para tanto.
—Ah, vean el lado bueno— Ferna le dice a Sorri —. Si lo meten a la cárcel, ya no estará molestando al Chino... Por cierto, ¿Me van a aceptar el su club?— pregunta.
—Tienes que tener un motivo válido contra tu novio— le digo —. Es la regla de admisión en el club— rio.
—¿Ustedes cuáles tienen?— interroga.
—El Chino no me dijo que estaba relacionado con todo ese lío de Florencio y la venta. Y en un principio fingió no conocer a Mónica, a Sara y toda esa gente.
—A mí el Pepe me tiene jarta ya— me encojo de hombros.
Ferna me mira raro.
—¿Qué? Admite que a veces se pone fastidioso— digo y ella asiente, reconociéndolo —.Sólo quiero darle un susto y ya.
—Bueno, Blake es un poco molesto a veces, pero no tengo quejas— ahora es Ferna quien se encoje de hombros. Todavía me descoloca un poco cuando llama a Brown por su nombre.
—Hnm... entonces no— dice Sorri. Guarda silencio y frunce en ceño —. Siento algo raro estos días.
—¿Qué?— pregunto.
—Hace rato que no veo a Ness siendo gay con Ferna.
La mencionada sonríe —¿La llamo?
—Por favor. Y avisa a las demás de que estamos bien. Y que no ayuden a los muchachos.
Ferna saca su teléfono de uno de sus bolsillos y comienza a utilizarlo. Pone a todas las demás del coro al tanto de las cosas.
Mientras las dos chicas hablan entre sí, pasan minutos y me concentro en comer. Y llega algo a mi mente...
¿Se enojará demasiado, Junior? Puedo usar eso a mi favor, por fin...
Ay, Dios. Estoy mal. Muy mal.
—Me dijeron que aquí está la mujer mía.
Ness entra a la cocina y nos ubica con la vista a las tres. Supongo que no se sorprende porque ya sabe.
Luego procede a comerle un pedazo de la cara a Ferna.
La susodicha sólo sonríe. De pronto y vamos a armar una reunión clandestina.
—Ya siento que estoy en paz— dice Sorri.
Ness está a punto de hablar, pero alguien la interrumpe.
—¿Qué hay aquí? ¿Una junta de vecinos? ¡Ay! Hay pizza... ¡SARA!
—¿Y qué diablo tú hace aquí? No puedo ver tu cara dos veces al día— me siento de manera erguida y frunzo el ceño mirando a Mónica entrar a la cocina.
—Sí, hay pizza. Y también hay maquillaje. ¿Te lo pongo?— Sorri levanta el puño.
—¿Qué se supone que hacen ellas aquí?— le susurra, de manera no tan susurrada, Ness a Ferna en lo que se sienta en sus piernas.
Ella sí le responde susurrando.
—Tranquilas, venimos en son de paz. Tenemos que terminar la coartada. Y Florencio está enojado ahora— dice Sara, entrando a la cocina —. Lo primero que deben hacer es esconderse.
Fruncimos el ceño.
—Por ahí viene el Chino— termina.
—Anda la mierda...— Sorri empieza a entrar en pánico.
—Vamos a escondernos debajo de la mesa— propongo, poniéndome de pie.
—No sean básicas, ahí, debajo del fregadero— señala Ferna.
Mónica y Sara sólo se ríen.
Mascullo una maldición mientras espero que Sorri entre completamente a través del gabinete. Dios, estaría riendo si yo no estuviera metida en el lío.
—Echa paya' coño— trato de acomodarme.
—Fabrica espacio, azarosa— me devuelve Sorri.
—Oh Dios, la gente preocupada por ustedes y ustedes acá en chercha— Sara se acerca y cierra las puertecillas, dejándonos en el espacio reducido y oscuro. ¿Y si aquí hay insectos y arácnidos? Mejor no digo nada. Luego Sorri entra en pánico —. Y ustedes siendo cómplices.
—El Chino se lo merece, por azaroso— escuchamos decir a Mónica.
—¿Qué merezco qué?— la voz del novio de Sorri se hace presente.
La conversación va a estar buena.
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Happy Birthday... Digo, Merry Christmas!
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