●/1/ 'S' que exageran.
Perspectiva de:
Ness
—Ay coño dale al paso... COÑO COÑO DALE AL PASO, DALE SUAAVEEEEE
—Coñazo Jeison yo ni si quiera te he topao' todavía— ruedo los ojos ante el alarme del medio cerebro que tengo acostado frente a mí —. Yairy, siéntate encima de él para que no se mueva tanto.
La mencionada se levanta gustosa y sin problemas y se coloca en la espalda de su ahora esposo.
Tan jóvenes y ya amarrados.
—Ay el diablo... me voy a morir, me voy a morir— sigue diciendo Jeison, bocabajo y con la cara en una almohada.
—Deja el dramatismo— le dice La hija del Presi.
—Me voy a morir— continúa él.
—Es que tú eres loco. ¿Quién te dijo que eras Superman para tirarte de una Mata de Coco sin morirte...? dale Gracias a Dios que se te desencajó el brazo y no la vida— le digo, sosteniendo con firmeza su brazo derecho para tratar de encajarlo en un movimiento rápido.
No sé nada de enfermería o estas cosas, pero tuve un tío que ayudaba, mayormente, a los niños cuando tenían un accidente mientras jugaban y se desencajaban los tobillos o las muñecas, y vi muchas veces cómo volvía a encajarlos.
Y si un amigo está en problemas, ¿Por qué no ayudar? Je.
—Mejor vamos al médico. ¿Y si me lo terminas de sacar en vez de meterlo?
Juro que tiene lágrimas en los ojos.
—Cállate. Sé lo que estoy haciendo— no sé ni m*erda de lo que voy a hacer, pero no le voy a decir eso para que no se altere más de lo que está. Sé que duele —. Respira, esto va a doler... Lo voy a hacer a la cuenta de tres: uno...
Y lo hice.
Y lo próximo que se escuchó en los tres pisos de la casa fue el grito de Jeison.
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Recapitulemos: ¿Qué ha pasado en estos últimos 10 meses?
Oh, es demasiado y en poco tiempo. Luego de la locura en el hotel donde se celebró la boda de La hija del Presi y Jeison, volvimos a nuestras vidas casi normales.
La hija del presi tenía la intención de que Jeison se fuera a vivir con ella en algún pent house de esos de millonarios, pero él no quería 'dejar sus raíces atrás' y la convenció para quedarse viviendo en el barrio: compraron un terreno bastante grande muy cerca del colmado, ahora prácticamente mercado, y construyeron una casa más rápido que China cuando hizo el primer hospital para el Covid-19. La casa tiene tres pisos y una base de aterrizaje de helicópteros en el techo. Es, literalmente, una mansión en la que nos podemos quedar cuando queramos. Además, Jeison se quedó trabajando como carnicero con el Chino. Y, si falta algo, Yairy lo costea... lo mantiene.
El colmado comenzó a tener más relevancia entre la comunidad, además de que el barrio se comenzó a volver más moderno con la llegada de más gente con dinero, y comenzó a crecer: con el dinero bien administrado, el colmado se amplió lo suficiente para pasar a tener un pequeño almacén adjunto: 'Almacenes JayB'. Claro, está dividido en dos partes: la parte 'colmado' donde seguimos reuniéndonos a matar tiempo, y la parte 'almacén', donde hay otra persona en el puesto de la caja de cobro. Además de la carnicería, que sigue estando adjunta al local.
También, con los ingresos siguientes, reemplazaron la guagüita anunciadora por una Jeepeta con grandes bocinas para hacer una promoción más eficiente, y los motores de los delivery's ahora son motocicletas Jumbo -que incluso son más personales que para entregar los pedidos, porque esos dos tortolos sólo trabajan el 50% del tiempo- y sin canasta.
Margarita terminó su carrera y se fue al extranjero.
El Pepe ya no atiende la banca porque trabaja desde su casa, por lo que se contrató a otra persona que ahora también es del coro.
Mariflower y la Nutria siguen viviendo juntos. Probablemente están comprometidos.
Han llegado nuevos vecinos un poco locos y se abrió una nueva peluquería a una cuadra del colmado, donde hay una chica bien loca también, y un viejo –el dueño- más sospechoso que un ciego diciendo 'bonito vestido'.
Las cuatro mosqueteras –Yafreisy, Yasuri, Yaneli y Anyeli- no han dado señales de vida... así mejor.
El pastor Virgilio murió por ingerir alcohol adulterado.
El coro comenzó a salir de la olla.
Y un auto atropelló a Lazzy.
Volviendo al presente...
—De verdad, fue aperísimo'— Jeison sigue hablando. Son las diez de la mañana y ni si quiera porque tiene un brazo envuelto en un yeso cierra la boca.
El Chino solamente asiente con la cabeza, pero estoy segura de que no estaba escuchando nada. Está muy ocupado comiéndose un pan con un juguito Tutti Fruti.
—¿Qué tiene de apero' ver a un lagarto comiéndose a una cucaracha?— Sorri junto al Chino le pregunta. Está, como siempre, detrás de la barra del colmado con él. Aquí estamos Sorri, el Chino, Jeison, Ferna, Marco y yo: eso además de varias personas sentadas a una distancia más apartada y clientes que entran y salen del lugar. Luego de que el colmado tomó más fama, más personas vienen y no solamente con el propósito de comprar.
Estamos en la parte del almacén que sigue siendo el mismo colmado de siempre. Marco accedió a ayudar un poco en la carnicería por la condición de Jeison.
Pero la mesa de dominó ya está armada para cuando Marco termine de atender a la clientela...
Y ahí viene.
—Ahora que lo pienso... ¿No tenían que enderezarle el brazo a Jeison después de quitarle el yeso?— Ferna pregunta, quitando la vista de su teléfono.
Yo frunzo el ceño.
—Pero... ¿Y qué etupide' e' esa?— la miro con los ojos más abiertos de lo normal.
Ella frunce los labios y se ríe —Tuve un vecino que lo hacía así.
—Diablo, ¿Y ese no mataba gente?— Marco pregunta al llegar, sentándose en la mesa de dominó.
—No... sí se mató él, pero a otra gente no.
Diablo Dios mío. Esta niña no tiene perdón de Dios.
Ojalá que Cristo perdone a Marco por reírse de los muertos.
Y a mí.
—Es verdad— Jeison se hace el 'pensativo'.
...como si él piensa.
—...He visto personas que lo hacen así, después de quitar el yeso— continúa.
Sorri asiente en acuerdo.
—Si quieres te lo puedo sobar de nuevo cuando te lo quiten— le digo.
Y me mira como si ahora tuviera dos cabezas.
—¿Qué van a sobar y por qué tiene que ver con Jeison?— La Hija del Presi hace su aparición.
—Hello people— Vanna aparece detrás de ella. Se encamina hacia nosotros y deposita un beso en la frente de Ferna, en la de Sorri y en la mía. Al Chino lo golpea en el hombro.
Jeison pone cara de perro mojado, a lo que Vanna va y también besa su frente.
—A mí me tienes que chuliar' entonces— dice La Hija del Presi.
Pajarería mode ON
Vanna termina besando casi a todos menos a Marco.
La expresión de Ferna transmite todo el dolor de la escena.
Lo sabemos Ferna, lo sabemos.
—¿De qué hablaban?— pregunta Vanna, tomando asiento junto a Marco en la mesa de dominó.
—Discutían si primero se soba el brazo cuando se va a poner el yeso, o si después de que se quita el yeso se soba el brazo— explica el Chino durante su pausa en busca de una galleta princesa.
Quisiera saber cómo el colmado progresó si él se sigue comiendo la mercancía.
Hay bobo.
—Lo ideal sería entablillarlo primero— explica Vanna —. Después de que te hayan hecho una radiografía y saber si hay que acomodarlo o qué... Si te van a colocar tornillos o varillas. Luego de eso, si no es el caso en el que te dejen solamente con varillas, te colocan—
—Ve al grano— le digo.
—Lo mejor es no sobarlo. Perjudica más de lo que ayuda.
En ese momento mi mirada choca con la de Jeison. Y sé qué es lo próximo.
—Diablo me dejaron sin brazo coño— se lamenta poniendo la mano que le sirve en su cabeza.
'La mano que le sirve' Dios perdóname.
—No es mi culpa, sólo quise ayudar. No fui yo la que fue de loca a tirarse de una mata de coco— me defiendo.
Realmente no sé nada de medicina, sólo hice lo que creí.
Tampoco sé qué fue lo que hice, pero algo es algo. Malo es nada.
—¿Pero no fueron al médico? ¿Qué les dijeron?— pregunta Sorri con una mano en la cabeza y otra en la cintura.
—No sé, yo me quedé fuera— y es la verdad.
—Yo me desmayé— dice Jeison. Eso también es verdad.
La Hija del presi se queda muda.
Lo próximo que se escucha es la carcajada de Ferna y a Marco se le notan las ganas de reírse a cinco kilómetros.
—anDELLdiablo— Jeison se lamenta.
Sorri se está riendo en mute.
—Pero... pero no te alteres, no pasa nada. Ya tienes tu yeso, cuando te lo puedas quitar vas al doctor y que te revisen. No es como que vas a perder el brazo— Vanna también está sonriendo.
Inevitablemente me tengo que reír.
En este preciso momento finaliza la bachata que estaba sonando de fondo en el colmado.
Y se escucha un alarido.
—Como la flor... CON TANTO AMOOOORRRR, ME DISTE TÚ, ¡¡¡¡SE MARCHITÓÓÓÓ!!!!
—Esa es Yoneidy— dice Sorri.
'La loba'
De seguro está limpiando la casa con música. Ahora vive junto a la casa de Sorri.
Comienza a sonar una nueva bachata en el colmado y todos comenzamos a percibir ese olorcito peculiar de uno de los tantos perfumes de la marca Armani para Hombres, además del sonido de dos estruendosos motores de motocicletas.
Giro un poco mi cabeza hacia un lado para ver la calle, donde entran a mi campo de visión dos motos Jumbo: una frenando de forma más ruidosa y exagerada que la otra. Kunpi se detiene y lo observo de pies a cabeza: unos pantalones negros y ajustados, una camisa un poco suelta y de color azul con detalles plateados. Un reloj en una de sus muñecas y unos botines también negros.
Cuando se estabiliza, se quita el casco y mira en nuestra dirección. Cuando sus ojos me encuentran, me regala un giño.
Se me va a bajar la presión.
Baja de la moto y se acerca.
—Llegó la gente con ma' flow de ete' barrio— Saluda a la Hija del presi y luego a los demás.
—Cambia de perfume y luego hablamos— Ferna le dice.
Entonces él le hala el cabello. Es medio tonto.
Luego, viene y se sienta sobre mis piernas.
—¿Y acaso yo soy colchón o asiento?— alzo las cejas.
Él gira su cabeza para mirarme.
—¿Quieres que te responda?— sonríe socarrón.
Ya se fue todo el efecto de hace un momento. No falta mucho para que le vuelva a pegar otra botella.
En eso entra Brown, que se había quedado fuera mirando su celular, y va directamente hacia donde se encuentra Ferna. Besa su frente mientras ella sigue mirando a su teléfono. Luego nos saluda.
A veces siento ternura. O pena. Y es que, a pesar de su chaqueta de cuero y pantalones negros con botines también de cuero, él exuda timidez e ingenuidad... al menos en lo que respecta a ella es un burrito sabanero.
Luego recuerdo cómo es de molestoso, suelto y mal hablado cuando está en modo imperativo y se me pasa.
El Chino se aclara la garganta —Dos sacos de arroz a...
—Coño, déjame poner bien el pie en el suelo— Brown interrumpe a Chino.
Ahí está el desgraciado.
El Chino ni se inmuta ante lo que dijo, porque sabe que alguien más se va a encargar de recriminarlo.
Ferna levanta la cabeza. Mira al Brown y alza una de sus cejas.
El susodicho la ve y baja un poco el rostro, sintiéndose regañado.
Y ahí está la dualidad.
—Domando leones— suelta Marco. Tiene a Vanna recostada en uno de sus hombros, pero se obliga a quitarla con suavidad antes de ponerse de pie para atender a nuevos clientes.
—Graci OJUMCOFIKOFKA— el chino y su mala costumbre de hablar con la boca llena para terminar casi muriendo ahogado. Y Sorri golpeando su espalda, claro que sí.
Entre el entra y sale del local y la llegada de varias muchachas a 'comprar' o a poner recargas a la banca cuando realmente van a ver qué consiguen de los muchachos –y agradezco que, aunque se me esté cortando la circulación, Kunpi esté sentado encima de mí para que las chamaquitas' que están mirando recuerden que está conmigo-, se abre paso una persona en particular:
Un Don de algunos 800 años y con apariencia de 70 usando unos pantalones campana, unos converse blancos, un croptop y un sobre todo rosa hasta la cintura. Trae unos lentes oscuros y un peinado extraño.
¿No será el viejo de la peluquería?
—¡Por los tacones de Tyra Banks!— La Hija del presi cubre sus ojos con sus manos para no ver aquella vestimenta.
El viejo camina hasta detenerse en medio de todos nosotros, quienes ponemos nuestra atención en él. El Chino se detiene de comerse una yaroa...
...que no se sabe cuándo compró...
Y se queda estático ante el personaje que acaba de llegar. El viejo se quita los lentes y habla:
—Hola Kevin.
—¿Yo a usted lo conozco?— dice Jeison. Pero el Don no lo mira a él.
—¿Tú te llamas Kevin?— Ferna le pregunta al Chino, quien sigue estático.
Esto está como que muy interesante.
Coloco uno de los brazos de Kunpi sobre mis hombros para hacerlo a un lado y tener mejor vista del panorama. El Don vuelve a hablar:
—Mucho tiempo sin vernos.
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Si hay algún error no duden en comentarlo.
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