Necesito un nuevo ángel, el toque de alguien más, para salvarme de mi mismo.
Niall Horan-New Angel

Jack permanece en esa jaula construida por él, hecha a partir de los 103 huesos que simbolizan la mitad de su humanidad (perdida, por cierto), y llora, y reniega, y busca, tratando de encontrar la llave, pero no lo hace, jamás lo hace.

Porque Jack puede ser cualquier cosa, un ángel, un espíritu, un misericordioso, un despiadado, un traidor, pero jamás indiferente, y sabe que dentro de sus errores está la mitad de su humanidad que aún conserva (aquella de la que podría librarse y terminar con el jodido vaivén de sus pies sobre aquella superficie tan oscura que a duras penas logra llamar remordimiento) pero no lo hace, jamás lo hace.

Y Elsa solo es un acto que él conlleva desde hace tiempo, porque jura que no tiene nada de especial, y lo único que la hace tangible es gracias a él (vaya ángel tan narcisista). Pero ella no le cree, no piensa hacerlo, porque entiende que cualquier persona lleva algo dentro de si que la hace diferente, y ella no será la excepción, porque en eso se basa la humanidad, y más allá de los grandes rasgos que tratan de inculcarnos desde niños, es lo que hace lo que logra distinguir a ambas especies.

Ambos, un par de cínicos en busca de un objetivo común: la supervivencia.