16 | Secretos
Es martes, la clase está medio llena considerando que aún es temprano y sobre todo que ayer fue Halloween, los créditos se los lleva el examen.
Tomo asiento detrás de Mick y al lado de Maddie.
—Qué animados los veo hoy —digo.
Mick alza con cuidado la cabeza de la mesa, me dirige una mirada asesina con los ojos entrecerrados, y al parecer su mundo comienza a girar con demasiada rapidez ya que vuelve a apoyar la cabeza en el pupitre.
—Demasiado —comienza tratando de no mover ningún músculo— alcohol.
Eso pasa cuando Halloween toca lunes, el pobre martes lo paga.
Maddie tiene el cabello recogido y se ve diferente, como realmente animada, es bueno, aunque debo frenar sus intentos de arrancarle las hojas al libro, espera, no, las está leyendo muy rápidamente.
—¿Estás bien? —le pregunto.
—He venido preparada, ahora mismo estoy sobreviviendo en base a café y Red Bull, soy puro líquido y ganas de destruir ese examen —asegura sin respirar.
Sí... ¿Cómo te explico? Los exámenes sacan lo peor de nosotros.
—¿Examen? —murmura Mick— ¿Qué examen?
—De Historia. Se supone que era sorpresa, pero nos dio la fecha. —Me encojo de hombros. Sigo sin entender eso, siendo sincero, no importa, nadie entiende al profesor Beckett, no tienes que entenderlo, el miedo que irradia es suficiente; y si algo aprendí de historia es que el miedo moviliza masas.
—¿En qué momento pasó eso?
—Justo mientras dormías, te dije que estudies. ¡Te envié mensajes!
—Will-e nunca leo tus mensajes —confiesa—. Nunca leo ningún mensaje, no me gires los ojos.
Es verdad, Mick es de los que dejan en visto, y se enoja si alguien lo deja en visto.
—Ahora tienes diez minutos para revertir tu futuro y aprobar.
—Pongámonos de acuerdo todos y le decimos al profesor que no dijo nada de un examen —sugiere.
—Es sorpresa, no tenía que decir nada —le recuerdo.
—¿Qué tan penosa es tu vida para tomar un examen sorpresa? Si hubiera sabido, hubiera estudiado —se lamenta Mick—. Bueno, no tengo de dónde estudiar, pero me hubiera preocupado. ¡Debería haber mérito por preocuparse! —Golpea la cabeza contra su pupitre con un ruido seco y espeta entre dientes—: Al menos hice la tarea.
—¿Qué tarea? —preguntamos Maddie y yo.
—La tarea.
—No dejó ninguna tarea.
Mick saca su celular, abre «block de notas» y nos lo muestra.
—Aquí escribí tarea de historia.
—¿Y qué hiciste?
Desliza el dedo por la pantalla mostrando un texto.
—¿Es lo de la guerra civil? —pregunta Maddie entrecerrando los ojos para leer.
Mick afirma.
—Esa ya la revisó —digo— la anterior semana.
Mick muere un poco más.
A veces me preocupa, luego recuerdo que le espera un futuro brillante como director de cine y se me pasa.
—Deberías aplicar el método Pomodoro —recomienda Maddie, apiadándose de él.
—Lo hago —refunfuña.
—¿En serio?
—¿No es el de estudiar cinco minutos y dormir veinticinco? —cuestiona.
—Es al revés y no se supone que debas dormir.
—Eso tiene más sentido, porque después de veinticinco minutos durmiendo no vuelvo a despertar.
Rezaré todas las noches para que Mick sea un gran director de cine.
—Por cierto, Will, préstame tus apuntes —pide Maddie, cambiando de tema.
—¿Por qué quieres los apuntes de Will? —inquiere Mick con la frente pegada en su mesa.
—¿Para estudiar? —respondemos yo y Maddie al unísono.
Mick por fin alza la frente y levanta una ceja, mirándome.
—¿Para estudiar dices? Tus apuntes no son para estudiar, son para sentarse a traducirlos y sufrir.
—¿Por qué te metes con mis apuntes?
—Son indescifrables —responde.
—¿Cómo lo sabes si nunca has visto un apunte en tu vida? —me defiendo.
—Porque he visto a James hacer magia con ellos.
Vale, sí, lo acepto, puede que mis apuntes sean algo complicados, ¡es que son detallados! Todo lo que pasó en el año se encuentra en mis apuntes y estoy orgulloso de esa magnificencia. Pero James tiene otro superpoder, hace esta cosa de traducirlos al lenguaje humano.
No, en serio.
Los coge, los copia y empieza a trabajar. Su letra es impecable, agrega datos importantes, hace esquemas de resumen, mapas mentales con leyenda.
Es genial, como la escena de La bella y la bestia cuando la bestia se transforma en príncipe.
—Después de aventurarse por el Santo Grial —masculla Mick volviendo a su posición de resignación.
Mick, como es de esperarse, apenas lleva un cuaderno de garabatos y dibujos abstractos. No hace apuntes, no los pide, no los necesita. Llega a clases, se sienta, escucha, a veces duerme, a veces participa, deja su destino a manos de la suerte y aprueba raspando, ¡pero aprueba!
Es un don. Mejor que un don, los profesores lo aman y lo aman por una razón: Mick les hace videos.
Okey eso sonó mal.
O sea, videos de animación donde los personajes principales son ellos, cada fin de trimestre se pone a trabajar para que queden como los héroes del cuento.
Una vez le pregunté la razón por la que no tomaba apuntes, así mejoraría sus calificaciones; me dijo que perdía el tiempo haciéndolos, que prefería invertirlo en sus videos y que ni estuviera en el colegio para estudiar. Ese fue el día que entendí que Mick Martin no pertenece a este mundo, es superior.
Aunque decirle eso es para que te lo recuerde en el lecho de tu muerte y lo escriba en tu tumba.
La clase se va llenando más y más, y entre los recién llegados entra James por el umbral, medio triunfal, medio abatido. Siempre a tiempo.
Saluda a Maddie con un beso en la frente, ocupa el asiento delante mío y el que está a lado de Mick. Lleva su libro de historia en la mano, como si hubiera estado repasando en el camino, y la mochila colgando de un hombro. Ve a Mick, que está fingiendo morirse, y me interpela con la mirada, niego con la cabeza, quitándole importancia.
—Hola chicos —nos saluda.
—¡James! —clama Mick—. Dame tus apuntes.
Casi me caigo del pupitre, a mi lado Maddie está igual de sorprendida, y James, la cara de James es una prosa de terror. Un momento, hay algo raro en la cara de James...
—¿Mis apuntes?
—Sí, rápido. Beckett llegará en cualquier momento.
James saca su cuaderno dividido por asignaturas, lo abre en el color naranja y se lo tiende a Mick con duda. Se me ocurre que estamos presenciado el apocalipsis.
Entonces, todo adquiere forma cuando el algoritmo codificado al azar en la mente de Mick, domina sus extremidades, le hace recibir los apuntes, y, sin decir nada, le cambia mis apuntes a Maddie de la mano por los de James.
Luego decide que toda la situación no vale ni un nanosegundo más de su tiempo, ejecuta un resoplido y se desactiva acurrucándose en su mesa.
Nunca me cansaré de esto.
—James —le llamo; hay algo extraño en la piel debajo de sus ojos—, ¿estás usando maquillaje?
Mick vuelve a resucitar, interesado.
—Maddie olvidó su maquillaje en mi mochila, pensé que ayudaría con las ojeras —dice con altivez—. Además, deberíamos empezar a normalizarlo.
—Sí, amor, sé que te dije que el maquillaje podría funcionar para disimularlo, pero...
—¿No debería coincidir un poco con tu tono de piel? —finalizo, mordiéndome una sonrisa. Se ve tan tierno.
—Sí —coincide Mick—, la piel de Maddie es mucho más pálida.
—¡Deberíamos ir de compras!
—Lo siento señores especialistas —James tuerce los ojos—, solo trataba de no parecer un zombi.
Es genial. Maddie está logrando grandes cosas, primero sus disfraces y ahora esto. Es lo que hace el amor, y juro que si James me dice que tiene la tarea de matemáticas lista para mañana, le armaré un altar a su novia.
—¿De casualidad acabaste la tarea de matemáticas de mañana?
—Uf, no la hice —responde—. ¿Me la puedes prestar? Esta vez no la copiaré igual.
Esperé demasiado, al fin y al cabo, yo lo he estado intentando desde primaria, Maddie no podría cambiar eso tan rápido.
—James —interviene Maddie—, si Will te la presta, ¿cómo aprenderás?
—Sí, James, ¿cómo? —le digo divertido. Anteriormente intenté recapacitar con él para que entienda que copiando de mi tarea no aprende; obviamente no funcionó.
—Tienen razón, puedo hacerla yo solo y aprender. —Sonríe hacia ella y me percato de cómo sostiene su mano bajo el pupitre.
Estoy sin palabras, jamás había pasado algo como esto. Es un hecho para los libros de historia universal. Lo he visto enojado y feliz, cansado y energético, eufórico y al borde del llanto, enfermo y sano. Conozco las arrugas de su cara cuando contiene las ganas de llorar y las arrugas de su cara cuando contiene las ganas de gritar. Lo he visto en situaciones agobiantes y en situaciones nostálgicas. Sin embargo, en tantos años de amistad jamás lo había visto enamorado. No al nivel de querer mejorar sus cosas malas por alguien.
Veo la manera en que James mira a Maddie. Así se ve cuando le gusta alguien de verdad. Un aleteo desesperado se remueve en mi pecho. Por mí nunca ha tratado de mejorar sus cosas malas. Es lindo, tan lindo que me hace desear ser Maddie, me hace desear querer beberme un mar entero para que con la sal queme todo rastro de sentimientos.
...
El profesor Beckett llega después de un rato y se arma un silencio terrorífico, la quietud antes del tornado, un instante de anticipación, como la escena exacta en la que dos bandos en una guerra se encuentran frente a frente listos para atacar. Sostiene una pila de hojas, que deben ser los exámenes, y se sabe mucho sobre el nivel de desesperación de un maestro por la rapidez con la que los reparte sin siquiera un saludo a sus estudiantes.
Francamente, gran parte de los maestros en este lugar nos están fallando.
Es decir, se ve con claridad la diferencia de maestros como Harrison y Beckett, los stickers de sus caras giran por los grupos de WhatsApp y se usan en muy diferentes circunstancias.
Por supuesto todos usamos esos stickers, debemos ayudarlos a cumplir el propósito para el que fueron creados y prolongar su vida útil.
Después del examen, durante el cuarto periodo, consigo un pase para el baño por pura suerte. En horas lectivas están desérticos; es el mejor momento para ir, odio toparme con gente en el baño, está en mi top cinco de momentos incómodos.
El baño de chicos pasa por medio decente, hay un pequeño grafiti en la pared debajo de la ventana y en su mayoría los dibujos explícitos y confesiones dentro de los cubículos son tan antiguos que casi es familiar.
Primer inconveniente: hay alguien más en el baño cuando entro.
En realidad, hay dos personas más encerradas en un cubículo, se escuchan como jadeos.
Ew.
Intento no hacer bulla; para mi consternacion, al lavarme las manos, reconozco la voz de la chica.
Definitivamente es la voz de Maddie.
Segundo inconveniente: no está acompañada por la voz de James porque él estaba bien sentado en su pupitre cuando salí de clases.
Me pellizco la mano, tal vez demasiado fuerte, pero ¡oye! Siento dolor y así es como sé que no me lo estoy imaginando.
Escapo lo más rápido que puedo. Sé que hay gente que usa los baños para besarse y tal, lo cual es asqueroso, ¿por qué un baño? Pero, guau, Maddie.
Hoy estábamos repasando historia y ahora ella...
¿Qué hago?
Esto no es un simple inconveniente. Esto está mal. Muy mal. Bastante mal. Es lo más, más, más, más mal que nunca ha estado algo.
Aguardo fuera del baño. Debo hablar con ella, ¿no? Darle el beneficio de la duda, dejar que explique su versión y todo el rollo.
Me pongo a rezar, rezar de verdad, no soy católico, no tengo fe ni en mí mismo, aunque en momentos como estos soy capaz de recurrir a Dios, la gente siempre reza cuando está en problemas, no debe ser muy tarde para mí, puedo volverme un poco católico. Puedo ser un no católico que reza.
«Por favor que no sea Maddie, por favor que no sea Maddie, que sea alguien con la voz de Maddie, pero que no sea ella».
Al escuchar que se acercan a la puerta para salir, me oculto detrás de los casilleros esperando que el chico con el que estaba besándose se vaya en la dirección opuesta.
Cuando dejo de esconderme me planto en frente suyo.
Y, oh sorpresa, sí es Maddie.
—¡Will! —Salta con la palma en el pecho—. ¿Qué haces aquí? ¿No estás en clase?
—Fui al baño —evidencio—, estabas allí, te escuché a ti y a...
—No lo digas —me detiene con rapidez.
—¿Qué?
—Alguien podría oírte. —Mira hacia ambos lados, luce asustada.
—Deberían oírme, se estaban besando y tú tienes novio por si lo olvidaste.
—Claro que no lo olvidé.
—Eso es peor, ¡eras consciente de lo que hacías!
—¿Y qué crees que escuchaste exactamente?
—Algo sobre las clases —Me cruzo de brazos—. Definitivamente se besaban.
—Es una acusación muy grave. —Entrecierra los ojos.
¿Quiere hacerme creer que lo imaginé? Yo también quisiera creerlo, mas el método del pellizco es infalible.
—Quería hablar contigo antes de ir con James.
—¿Por qué le contarías a James?
—Debe saberlo.
—Will, esto es difícil, yo quiero a James, ¿sí? No tiene que saberlo.
Así de distorsionado está el concepto de querer. No van juntos ni un mes y ya lo está engañando con algún idiota.
Espera, ¿lo acaba de admitir?
—Lo que hiciste en el baño es lo opuesto a quererlo.
—No creas que no sé que estás muriendo de felicidad —replica.
—¿Qué?
—Tienes la oportunidad de deshacerte de mí con esto, de nuevo James solo para ti.
—¿Crees que estoy feliz? Es mi mejor amigo, ¿sabes lo destrozado que va a estar?
—Exactamente, deberíamos ahorrárselo. No volverá a ocurrir, lo prometo. Esto es difícil para mí también, tú más que nadie deberías entenderlo.
—Maddie, esto está mal. No quiero ser yo quien se lo diga, es tu responsabilidad, debes decírselo. Comprendo que haya dejado de gustarte y...
—¡No es eso! Necesito más tiempo, no estoy lista.
La miro, no entiendo nada de lo que dice. Bah, no importa, no quiero seguir mirándola. Maddie era genial, era perfecta para James, con su cabello rojo de cuento de hadas y sus ojos imbatibles. Ahora no puedo verla de otra forma que no sea tratando de encubrir esto metiéndome en el mismo saco que ella. Ocultarle esto a James. Qué tontería.
Me doy media vuelta. No puedo seguir teniendo esta conversación.
—Will —manifesta—, recuerda que igual tengo un secreto tuyo.
Me detengo y ato cabos. Es una amenaza desde el principio, únicamente estaba esperando cuándo sacarla. Quiere que me quede callado a cambio de no difundir que soy gay, o peor, a cambio de no difundir que me gusta James.
Vaya, en serio la consideraba mi amiga, una confidente, una chica inofensiva. La típica popular que se enamoró del chico que no le prestaba atención, el típico par que se odia y al segundo siguiente están de novios. No puedes distraerte en la vida porque de pronto: ¡Tachán! Otro problema.
—¿Qué quieres decir?
Es evidente lo que quiere decir, pero necesito que lo diga, que mi cerebro lo procese completo.
—Nos ayudamos mutuamente, tú mantienes mi secreto y yo el tuyo.
—¿Y qué si no?
—No llegaremos a eso, no creo que quieras que nadie se entere y yo tampoco.
—¿Me estás amenazando con contarle a todos? —Arrugo la frente.
—Por Dios, no es una amenaza.
—No deberías meter mi secreto en esto, sabes lo difícil que sería para mí.
—También es difícil para mí, Will. Ahora depende de ti.
Y se va, ¡ella se va!
Definitivamente depende de mí, odio que las cosas dependan de mí.
Las consecuencias están claras, el pasado volviendo. Desearía haberme orinado en los pantalones en lugar de haberlos escuchado en ese maldito baño.
Sabe jugar sus cartas.
Ahora sé que Maddie no está bien para James, lo sé con bastante convicción. Pensé... pensé que ellos, de entre todos, serían de los que logran sobrevivir hasta la universidad.
¿Qué voy a hacer con esta información que no debería tener? Información que me tiene sentenciado. Tengo dos opciones: aliarme con Maddie en mantener nuestros secretos, que es insostenible, o confesar ambos secretos, que es mitad suicidio para mí.
No puedo creer que esté considerando la primera posibilidad.
Vuelvo a entrar a clases.
James debe saberlo, debo contárselo, no puedo hacerle vivir una mentira, sería una infracción imperdonable, un sacrilegio, un quebramiento absoluto del Código de la amistad, cada uno de los numerales estarían horrorizados conmigo. Los sentimientos de James están en la partida, no puedo ser cómplice de Maddie en su juego.
Sé que no soy el amigo ideal, pero soy mejor amigo que una traición así, ¿verdad?
...
Les dije que nos veríamos pronto, muajaja.
Dato irrelevante: este fue uno de los primeros capítulos que escribí, síp, cuando escribo es bien raro, todo un desorden. De hecho, el penúltimo cap de esta historia fue el primero que hice xD
Bueno, sin más que decir me retiro UwU
¡Científicos alegan que apoyar con votos da suerte! ♡
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