Capítulo 23: Vendetta a la Parchís

Las edificaciones góticas eran tan hermosas que nadie ansiaba separarse del centro de Atemporal. Ver cada detalle a una corta distancia, logró que muchos se sonrojaran ante tanta belleza. Sin embargo, conforme más admiraban, notaban los errores.

Camile estaba al lado de Anet, quien estaba perdida entre pensamientos, recordando que Jason enloqueció con Lucien. Por tanto, cuando Camile observó que su hermanita trastabilló, le dio un leve toque en el hombro al moreno.

Lucien se llevó a los hombros a Anet, admirando su hermosa belleza. Él se sentía mejor consigo mismo, estaba consciente de que se convirtió y seguiría transformándose en la pareja que la castaña merecía. Por fin, lo había entendido.

—¿Estás segura de que él actuará como cree Clement? —preguntó Lucien.

—Espero que sí —admitió Anthony—. Ninguno de nosotros sería capaz de matarlo por más malvado que sea.

Clement escuchaba con atención, pero no mencionaba ni una sola palabra. Él sí quería matar a sangre fría a Cloterson, pero implicaría comportarse como Clot esperaría.

«¡Maldición!», exclamó él, sintiendo impotencia porque no formaría parte del enfrentamiento final. A él solo se le había concedido observar sin interactuar, aunque tanto Tony como Anet sabían que Clement se avecinaría ya que no soportaría darle su merecido a quien destruyó parte del mundo.

«Necesitamos enfocarnos en las estrategias por seguir en la partida. No deberá sorprendernos que Clot intente hacer trampa al compás de palabras manipuladoras», espetó Clement. Su mente estaba por explotar, así que cambió de tema por su bienestar.

—Clement tiene razón —murmuró Ann a Anthony—. Necesitamos meditar los movimientos durante la partida, así como deducir cuáles serán las sucias jugadas que utilizará Schäfer para corrompernos.

—¿Partida? —inquirió Marie, quien yacía a escasos centímetros de la castaña—. Creo que estoy divagando... Recuerdo que te enfrentarías a Clot cuerpo a cuerpo, a menos que tomaras una decisión de la cual no me enteré.

—Usaremos tres rondas de parchís para desestabilizarlo, esperando que la policía decida cómo acabar con él —reveló Anet.

Las miradas no se hicieron esperar.

Mientras recorrían calles abajo, alegrándose porque no había desastres con los que sorprenderse, Safari y algunos Héroes acechaban a Anet para cerciorarse de que siguiera encima de Lucien.

Uno por uno detuvieron su caminata porque comenzaron a desistir. Si bien Anet tenía un fundamentado plan, a muchos ya no les estaba pareciendo que Anet fuera la misma líder que la del inicio.

Anet estaba agotada, no tenía tiempo para discutir. Ella deseaba acabar con la deplorable situación mundial, pero parecía que su convicción dejó de ser suficiente para Safari y las Ballenas.

—No vinieron hasta aquí para nada —debatió Clement—. Incluso si Anet continuara pensando en que la policía no haría su trabajo, Cloterson no puede ser una víctima nuestra...

—Eso lo entendemos, pero no podemos arriesgarnos a secundar a alguien que confíe más en un clásico juego de mesa que en la violencia para detener a Cloterson —comentó Noah.

—Lamentamos retirarnos —se disculpó Denisse, jugando con su azulada cabellera.

Safari se alejó, limitándose a no sentir arrepentimiento.

Mientras tanto, las Ballenas susurraban. Ellas estaban a favor de las palabras de Noah, el amor que Anet tenía a su plan era el resultado de un capricho infantil.

—Señor Fernández, lo sentimos. No continuaremos —avisó un Cazador de cabello oscuro. Él no esperó una respuesta de su líder y se puso en marcha, en compañía de sus compañeros, quienes querían descansar.

—¿Qué hay de ustedes? —preguntó Jason a su gente—. ¿Son igual de cobardes que las Ballenas y Safari o se arriesgarán por el bien mayor?

Los antiguos Leones permanecieron al lado de su líder. Ellos querían participar en la ruleta rusa porque perdieron a sus familias durante el mandato de Clot y ya no tenían miedo a nada.

Siendo Morgan, Paige y Zhoh, los únicos amigos de Ferretti, quienes lo habían acompañado hasta Atemporal, ellos decidieron quedarse al combate. Los Héroes harían lo necesario, a pesar de que ello implicara ser asesinado en manos de Cloterson.

—Ustedes eran de los que menos esperaba tanto coraje —reconoció Ulises, sonriéndoles a Paige y Shawn—. No puedo decir lo mismo de Morgan, él ha demostrado ser una máquina de guerra. En serio que me daría miedo estar dentro de un ring con él...

Shawn y Paige rieron mientras que Morgan miró a Ulises con recelo.

A sabiendas de que eran pocos, Anet depositó su confianza en ellos. Entonces ocurrió un milagro, parte de Safari y Noah, regresaron.

—Denisse está de regreso a Atemporal junto con la mitad de Safari. La otra mitad y yo, estaremos encantados de combatir a tu lado... —confirmó la morena—. Tu plan funcionará si estamos para apoyarte. Ahora bien, necesitamos llegar a El Muelle antes de la lluvia.

Paige esperó a que el grupo avanzara y secuestró a Zhoh unos minutos para hablar con él. 

Ella admiró la rizada melena castaña de su amigo antes de hablar.

—¿Todo bien con Astrid? Antes de salir de la biblioteca, los vi distantes —dijo ella.

—No quisiera hablar de ello porque implicaría tocar fibras sensibles de Astrid —comentó él, intentando no sentirse angustiado por la pelirroja.

—...Espero los resultados de una prueba de embarazo —confesó Paige—, porque caí en cuenta de que tengo retraso.

—Pero si tú nunca has tenido intimidad sexual, ¿o sí? —Zhoh estaba confundido.

—Así es... Pero, ¿te acuerdas de mi acosador? No quiero hacer conjeturas —soltó Paige, sintiéndose asqueada, impura y asustada—. Sé que fue en nuestra estadía en Biblos Town... Él no dejó de seguirme e insistir en que mantuviéramos contacto sexual.

Zhoh abrazó a su amiga antes de que continuara.

—Una noche me la pasé bebiendo con Amara antes de irme a dormir. De allí solo recuerdo que desperté desnuda en mi habitación, y juro que escuché al Cazador riéndose porque yo ya no era virgen —finalizó Paige, percibiendo que sus piernas flaqueaban.

—Te ayudaré a cuidar de tu bebé si deseas tenerlo, no por nada somos mejores amigos que se han apoyado desde la pubertad —la consoló Zhoh, apretujándola—. Pero antes debes comentarle a Camile y a Noah para que saquen a ese mal nacido del equipo.

Paige sonrió, animándose a caminar cuesta abajo hasta reencontrarse con el equipo.

—Necesitamos hacer una pausa, entre nosotros hay un violador... No voy a permitir que él permanezca aquí —escupió Anet cuando ellos se reintegraron.

Todos observaron que un joven rubio y ojos grises comenzó a correr justo después de que Anet diera su anuncio.

Noah no titubeó al dispararle al cráneo al atacante de Paige.

Al instante, Paige abrazó a Noah. Ella se sintió bien tras observar que no le echaban la culpa por pasarse de copas.

«Me alegra que ese mal nacido haya muerto. Paige es tan hermosa que debe ser respetada», dijo Clement disgustado.

El grupo continuó su caminata hasta encontrar El Muelle. En ese momento, la tranquilidad los arropó durante unos segundos porque después la tormenta comenzó.

—Lo que faltaba —masculló Morgan porque odiaba la lluvia. El agua golpeando el suelo estrepitosamente lo hacía recordar que su único hermano murió un día como ese.

Axel le dirigió una mirada con preocupación, de esas que te escanean por completo como si pudieran ver tu alma desnuda.

Como había una infraestructura cerca, ellos se metieron allí, anhelando que Clot no los encontrara. 

Al entrar, notaron que estaban dentro de un almacén con máquinas con cuatro ruedas y de diferentes tamaños y colores.

—Son automóviles de carreras, de Fórmula 1. Memoricé los datos que alguna vez me relató mi padre cuando estaba con vida, pero ya los olvidé —afirmó una voz masculina.

Clot y compañía aparecieron de detrás de los autos, enseñando que ellos también estaban equipados con armas.

«Oh, por favor», se indignó Anet, «es demasiado pronto».

Ella cedió el poder a Tony.

—Espera —dijo Anthony, deteniendo a Cloterson y sus sequitos—. La lluvia debe parar antes de que nuestro caos comience... La tormenta está tan fuerte que podría lanzar un rayo, resultando en que alguno de nosotros muera.

—En eso tienes razón —admitió Clot, sentándose encima de un auto color azul—. Mientras tanto, ¿podemos discutir el modo en que te mato? Pensaba en algo así como un desmembramiento o ahogamiento, ¿qué opinas?

—Opino que estás demente —confesó Tony—, pero hagamos esto más interesante. Propongo que juguemos dos de tres partidas de parchís... Como sé que quieres que esto sea más interesante, lo haremos al estilo del Código de Destrucción.

—Acepto —contestó Clot.

De inmediato, los aliados de Anet se miraron confundidos, ¿qué clase de trato había realizado Ann? Ellos pasaron de la confusión al enojo cuando Noah comentó: —Nosotros seremos las piezas de parchís.

Varios Cazadores de Safari intentaron huir, pero Noah los detuvo.

Los truenos, rayos y relámpagos asustaban a Anet, quien le temía a los efectos de las tormentas. Camile se aproximó a su hermana menor para abrazarla.

—Hagan a un lado los carros y dibujen el tablero, con base a lo que les dije antes de venir hasta aquí —ordenó Clot, sorprendido y preocupado por su rival. Él se sentía extrañado porque nuevamente reflexionaba con respecto a si era necesario matar a Anet.

—Sino la matas, tomaré el asunto en mis manos —contestó su madre, reapareciendo delante de él.

Clot trastabilló con uno de los automóviles.

—Ella no es real, Clot —murmuró Ann—. No debes darle el control de tus decisiones e impulsos. Nuestras madres murieron en el incidente.

Clot intentó reaccionar, pero su psicosis era más fuerte. Su mente estaba cada vez más nublada, y perdía la capacidad de usar la lógica.

—Elige a tus peones en lo que decido quién será el dado. Lógicamente, esa persona no puede decir una cuenta mayor a seis ni que solo favorezca a alguno de los dos —aulló él, estando eufórico y corrompido por su trastorno.

»La muerte de las fichas será metafórica, los peones regresarán al inicio. La violencia física será aplicada en mi mano derecha y Camile Robinson.

—Ni lo sueñes —objetó Anet, defendiendo a su hermana mayor.

—Está bien, no quisiera que fuera nadie más —comentó Camile, siendo abrazada por Anet. Ella no tampoco estaba convencida, pero no era momento de discutir.

Ulises, Marie, Jason y Lucien decidieron ser las fichas de Anet. Por otro lado, Clot seleccionó a dos hombres y dos mujeres que daban la impresión de no tener emociones.

Anet sintió ansiedad porque su hermano había dado un paso al frente para participar a lo largo de las tres partidas. Es más, ella vomitó porque no soportaría que Jason muriera.

—Es hora —anunció Cloterson, enfadado.

Los participantes se colocaron en la salida, esperando a que Noah, el dado, eligiera quién iniciaba primero. Cada uno de los aliados de Anet sentía miedo, horror y pavor porque la tormenta había incrementado su intensidad.

Clot fue el primero en sacar número, teniendo un cuatro. Seguidamente, a Ann le apareció un uno. Fue así como turno por turno, la primera partida se llevó a cabo.

Ella empezó perdiendo la partida, no podía llevar al cuartel a ninguna de sus fichas, pero recordó que lo importante en cualquier juego de mesa, era divertirse. Si ella esperaba ganar, su egocentrismo saldría a relucir, y mataría a Camile.

—En cualquier juego de mesa, es de interés analizar a tu contrincante durante los primeros minutos para conocer su estrategia —soltó Mrs. Ferretti al reencontrarse con Anet.

Anet admiró cada movimiento de Clot para luego utilizar solo a un peón, Marie. Su decisión mató a Clot de la risa tras sacar a Marie de su casilla.



Había pasado más de media hora, y ninguno de los rivales consiguió salvar a sus fichas. Ellos estaban empedernidos en la partida cuando uno usó un arma secreta para desviar la atención de Anet. 

Clot logró que un sequito encendiera una fogata dentro del almacén, desprendiendo humo, y haciendo que Anet temblara.

Ella se remontó al día en que fallecieron sus padres, olfateando el gas que emanaba la casa sin decoración en la fachada.

Axel y Lucien se sintieron prepotentes porque deseaban socorrer a Anet tanto como Camile, quien estaba aterrada porque Ann había olfateado mucho humo.

Anet sentía que su respiración se agotaba, una gran punzada en el corazón y un fuerte dolor de cabeza; era como si varias personas le presionaran múltiples partes de su cuerpo. Rápidamente, ella tuvo un ataque de ansiedad.

—Eres más que tu pasado —dijo Marie, abandonando el tablero. Ella se hincó para animar a Anet porque la había visto en peores momentos y no se rendía.

—No lo sé —dijo Anet, llorando de la desesperación—. En un par de minutos, me perderé ... Prométeme que sin importar cuánto desee acabarlos, me regresarás al juego.

—Lo-lo prometo —balbuceó Marie, abrazando a Ann previo a regresar a su posición.

«Estoy lista, Clement», siseó Ann a su identidad. Ella asumió el mismo rol que Anthony, pero temía que Clement no pudiera abstenerse.

Clement se apoderó de Anet y corrió hasta cada uno de los aduladores de Cloterson. Él utilizó sus armas en su contra para cortar extremidades como si se tratasen de terneros.

Marie llamó a Clement, pero él la ignoró.

Clement acabó con los relevos de las fichas de su rival e iba tras el rubio.

Ira y venganza inundaba la mirada de Anet, la joven cubierta con tintes escarlatas.

—Jason, muévete las casillas que dictó Noah —ordenó Clement, desconcertando tanto a sus amigos como a Cloterson.

Clot no podía creerlo, pese a que Clement había acabado con sus sequitos, consiguió la victoria en la primera partida.

De ese modo, las ocho fichas regresaron al inicio, esperando que la morena diera el primer número de la segunda ronda.

«Lo tenemos», rio Anet por dentro, «...Madre mía, Clement, estuviste espectacular. Todo está saliendo como lo planeamos anoche».

—No celebres antes del corte —anunció Clot, demostrando que la ronda sería suya.

Clement aulló molesto, pero se tranquilizó cuando la voz de Anet retumbó como un eco.

Anet volvió al mando, apretando su cabeza porque se teletransportó a un día en el que ella estaba jugando parchís con Clot.

La pequeña Anet se encontraba en casa de su vecino, un niño rubio que siempre vestía de negro y amaba jugar con figuras de acción.

Ella estaba sentada en la mesa de la sala, esperando a que su compañero apareciera con el tablero y las fichas en mano. Apenas lo vio, la infante se levantó para ayudarlo.

Entonces, ellos batallaron en parchís. Por un lado, Clot utilizaba su posición social para moverse; por el opuesto, Ann se permitía perder para conocer cada movimiento de su rival.

Clot se estaba confiando tanto que su contrincante mató a dos de sus peones.

Anet se declaró la vencedora, pero al hacerlo, Clot lloró avergonzado y asustado por lo que sucedería.

—Ayúdame, modifica el resultado —murmuró él porque observó que su padre apareció con un látigo detrás de su espalda.

Anet dirigió la mirada hacia el señor Schäfer, comprendiendo la relevancia de ganar para su amigo. Ella persuadió al padre de su amigo para que fuera por agua para ambos.

Cuando él despareció, Ann cambió las fichas de juego, aparentando que Clot ganó.

—Parece que hemos empatado —vaciló Cloterson.

Ann regresó al presente, sorprendida porque ahora solo bastaba un desempate.

—¿Sí te iban a pegar, en caso de que no ganaras? ¿En algún momento lo llegaron a hacer? —inquirió Ann, obligando a Clot a observarla.

Él desvió la mirada, alzando su camisa para revelar la infinidad de cicatrices que tenía en su espalda, gracias a la educación familiar que recibió.

Clot se cruzó de brazos sin emitir comentario alguno. Su mente bloqueó cada vez que sus padres lo torturaron para cerciorarse de que él continuara las tradiciones familiares.

Camile sintió pena por Cloterson porque comprendió superficialmente qué lo había llevado a condenar a cualquier persona mala con la cual se topara.

¿Víctima o victimario?

Una víctima era quien no tenía razón para sufrir ningún desliz turbio; y un victimario, quien lesionaba personas por algún motivo. Más aún, alguien que sufrió un abuso, pero años después realizó cientos de homicidios, ¿sería víctima o victimario? ¿Culpable o inocente?

«Animal», reflexionó Ann, «...Todo animal es presa y depredador, solo depende del contexto y el ángulo en que sea vea».

¿Qué eran Clot y Anet? Ambos pasaron por muy feos momentos, aunque los dos ejecutaron actividades ilícitas, justificándose que era por el bien común o propio.

—Pausa a la partida —dijo Anet, aun cuando sus amigos le reprocharon para que retomara el juego—. No vale la pena... Epa, ni se te ocurra acercarte a Camile o te mato.

»Cloterson Schäfer Nirven, ¿cuántos cadáveres consideras que hemos escondido entre los dos? Seguramente, crees que yo he cometido más crímenes que tú porque empecé a defenderme desde pequeña, ¿pero qué hay de Harriet Scott, Dafne, Máster de Mesa...?

»Todos ellos murieron, gracias a tu desquicio. Aunque lo increíble es que si acabamos con el mismo número de personas. Nos convertimos en villanos... Irónico, ¿no?

Debido a que Anet notó que él enfadó, la partida continuó.

Tan solo transcurrieron escasos minutos cuando Clot solicitó tiempo.

—Los equipos están desequilibrados —dijo, señalando a los miembros de Safari, Axel y Lucien—. Que se retiren.

—Salgan —ordenó Noah hacia los extra de Anet. Ella esperó a que sus hombres se fueran para sugerir que el juego continuara.

El ritmo cardiaco de Clot estaba por los aires.

Cuando retomó el juego, él se teletransportó a un lugar oscuro con poca iluminación donde se encontraba Anet.

Clot halló un charco de agua, en el cual se vio reflejado como cuando tenía ocho años.

El niño alzó la vista, dirigiéndose hacia el único espacio con buena iluminación. Allí había una bombilla alumbrando una mesa y dos sillas metálicas.

Cuando él miró hacia la mesa, se percató que había un tablero de parchís, acompañado de ocho fichas (rojas y amarillas) y un dado.

Una gélida brisa lo llevó a observar a una pequeña sucia y con hematomas y laceraciones.

«Anet», sospechó él, acercándose a la banca que le correspondía. El pequeño había reconocido a su oponente.

—Buena suerte —dijo ella con su icónica vocecita infantil, dulce, suave y serena. Ella lanzó el dado, pero como no consiguió seis para el saque, se lo dio a Clot.

—Igualmente —alegó él, reflexionando acerca de si quería continuar con la partida.

—Si pierdes, tu padre te molerá a golpes por ser un cobarde —reclamó su madre apenas apareció en su rango de visión.

Cloterson lanzó el dado, obteniendo un seis, así que eligió una ficha, tiró de nuevo y movió su pieza sobre el tablero.

Él estaba nervioso porque no quería ser castigado por su padre, un hombre al que no le importaba la sanidad mental de sus hijos, siempre y cuando lo obedecieran sin reproche.

Ann ocupó su turno, y después de mover, agarró la mano del niño.

—El señor Schäfer está muerto, no puede tocarte —silbó Anet.

Clot gimoteó, aferrando sus manos a la cabeza, al mismo tiempo que se hacía bolita. Él no quería más cicatrices en la espalda.

—Cobarde —le escupieron sus hermanos al aparecer—. ¡Cobarde, Clot! ¡Eres y siempre serás una gallina! En serio, estaríamos mejor si no hubieras nacido. Por tu culpa, nos consumimos en aquel incendio...

—No lo soy —gritó, Cloterson, regresando al presente. Él no había notado que sus fosas nasales se movían con furia, sus puños estaban cerrados, y tenía el ceño fruncido.

«Debemos hacer algo», comentó Anthony, reflejando empatía hacia el joven adulto rubio, quien estaba golpeándose la frente porque estaba al borde de la locura.

«No, es una tremenda estupidez», abogó Clement. Él creía que solo se trataba de un truco para despistarlos y hacerlos perder la ronda.

—Debemos ayudarlo —apeló Anet—. ¡Cloterson!

Ella desfundó su pistola, disparando cerca del rubio.

—¡Casi me vuelas el maldito brazo! —exclamó Clot, mentándole la madre a Anet. Él dejó de sobre pensar para evitar que lo lastimaran.

Camile participó en el enojo grupal pues ella pensaba que Anet adoptó un comportamiento irreconocible con el enemigo, casi fraternizando de más.

—¿Y qué eres tú? Mataste a tu propio hermano, por si no recuerdas —la cuestionó Anet—. Te guste o no, eres una asesina. ¡El fin no justificaba sus acciones!

De inmediato, la multitud se tranquilizó, resignándose a cumplir con sus roles. Sin embargo, los sequitos de Cloterson entraron en razón.

—¿Víctima o victimario? —preguntó Anet a su rival. Ella acababa de mover a Axel, quien estaba varias casillas lejos de llegar al cuartel amarillo.

—Dejé de preguntármelo desde el incendio —respondió Cloterson—. No entiendo por qué has desaprovechado los números que ha dicho la bella morena.

—¿Acaso eso es lo que importa? —dijo Ann, comiéndose un pellejo. Ella estaba consciente de lo que decía, pese a que sus amigos estaban molestos con ella.

A pesar de sus fuertes intentos, Anet terminó en una encrucijada. Ella no era capaz de consagrar una ficha en el cuartel, lo cual dictaminaba que Clot ganaría el acuerdo.

Si bien Cloterson Schäfer era un sanguinario homicida, dentro de él todavía reposaba el espíritu de un niño adolorido por la pérdida de su familia.

Tanto Ulises como Marie, Jason y Lucien esperaban que Ann les diera alguna indicación, pero tras observar que ella permanecía inerte, acordaron no emitir ninguna palabra.

—Cinco —anunció Noah para Anet.

Anet aceptó que todo estaba en manos de Clot.

Noah estaba tan nerviosa que sufrió de migraña.

—Solo falto yo —mencionó un joven castaño a Clot debido a que Noah soltó un cuatro. En ese momento, Clot se heló.

Él se aproximó hasta Anet, robó su arma y disparó en el hombro de Camile.

El rubio estaba por escapar justo cuando Archie apareció detrás de Camile. Él se pasmó con su presencia.

Archie le disparó a las piernas de Clot, cerciorándose de causarle el mayor sufrimiento posible. Ella permitió su gente acorralara a los sequitos de Schäfer.

Archie bajó el arma, corriendo para cubrir la herida de Camile. Ella rompió parte de su sudadera para procurar a la señora.

—¡Ayúdenme! —rogó Cloterson, regocijándose en la tierra.

—Victimario, ¿eh? Al fin de cuentas, parece que uno de nosotros no aprendió su lección y se cegó por el rencor —dijo Anet, agachándose.

Ella se reincorporó, dispuesta a alejarse de él, pero el rubio la tomó de la muñeca, esperando a que ella le compartiera una mirada. De ese modo, Ann volvió a hincarse.

—Víctima —masculló él, chillando por dentro—. Sé te ha olvidado el segundo significado... Ambos sufrimos, pero yo utilicé mi dolor para justificar mis malos actos. No me arrepiento.

Finalmente, ella caminó hasta sus aliados, quienes la abrazaron porque detuvo la guerra.

—Confíen —comentó ella cuando sus amigos la dejaron respirar para Lucien la besara—. Váyanse antes de que llegue la policía —ordenó ella a los sequitos de Clot. Los desconocidos hicieron caso a Ann.

Mientras que Axel y Jason recogían a Camile, Anet regresó con el rubio para darle la sorpresa de su vida.

—Hola, Clot. Soy Clement —dijo ella, permitiendo que su alter se presentara—. Me casé con una bella mujer y tuve tres hijos con ella. Nunca creí decepcionarme de ti.

Clot estaba perplejo, las palabras no conectaban con su vida hasta que sus mismos recuerdos le develaron un secreto oscuro, despiadado y audaz de Anet.

—¡Papá! —gritó Cloterson entre llanto—. ¡Papá! ¡Papá! Lo siento, no pude.

Él permaneció en el suelo, ansiando que la muerte lo reclamara como un nuevo súbdito.

—Cloterson Schäfer Nirven, estás bajo arresto. Serás sentenciado a fusilamiento delante de todo aquel quiera asistir a tu condena —alegó el comisario de A-12.

—No lo creo —murmuró Clot antes de combatir cuerpo a cuerpo contra el comisario.

Tras robar la Sig-Sauer P-226 de su oponente, él disparó tantas balas como pudo, acabando con todos los que estaban dentro del almacén.

Manchado de sangre y con su último aliento, Cloterson disparó a Anet. Él se sentía tan vivo que no esperó para continuar metiendo balas dentro del cuerpo policiaco, permitiendo que los allegados de Anet se concentraran en salvar a la castaña.

—Ahorita vas a ver —amenazó Lucien, aproximándose con rapidez y urgencia hasta el joven adulto rubio, pero cuando se encontraba a escasos metros de él, el arma cayó al suelo tras emitir un estruendoso pitido.

—Idiotas —masculló Cloterson, al mismo tiempo que reía. Él sabía que la guerra contra Anet no terminaba, su as bajo la manga apenas comenzaría a actuar.

Ante el hecho, Lucien corrió para llorarle a su novia. Él no permitiría que Anet falleciera, pero la inmensa cantidad de sangre que despilfarraba ella, indicaba que no sobreviviría.

«Lo logramos», reconoció Anthony poco antes de perder la conciencia.


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