Los ojos de Kendall.

Hace dos semanas que fuimos a cenar con el señor Schmidt, las aguas se calmaron, papá no volvió a hacerme ningún comentario que volviera sonrojarme frente a él en las 2 semanas siguientes. Aunque el asunto no tenía verdadera importancia, sí que había algo que seguía  revolviéndose en mi cabeza, a ratos, no tan constante pero si lo suficiente para sacarme del mundo terrenal.  

Estaba jugueteando con la arena, que aún mantenía el calor de la exposición al sol de todo el día. La semana había sido algo pesada y hoy estaba descansando, hace justamente  una semana había conseguido un trabajo por las noches los días sábados, en un bar, ello era lo suficiente para los materiales de la universidad y lo mejor, se encontraba a solo 2 cuadras de mi casa. Pero hoy domingo no tenía nada que hacer, solo descansar y estar sentada en la arena esperando a papá que había ido a comprar un par de cosas al centro.

Mis amigos se habían reducido a papá, el guardia de seguridad de la universidad y mi amiga Paula, a la cual veía a ratos. No es que necesitara compañia, es que sentía que en estos momentos el ritmo de mi vida no me daba espacio para salir mucho, y aunque mi padre me caía bien hacía falta algo de compañia joven con quien compartir mis desventuras juveniles. 

Mi piel morena se veía dorada con los últimos rayos de luz que daba el sol, que ya se estaba ocultando, oculte mis pies en la arena más calientita que en la superficie. Me pregunté qué estaría haciendo en estos instantes, el agua de la playa se veía de un azul profundo, pero brillaba con el sol, y se reflejaban esos tonos naranjas, purpuras y rosados en el agua al horizonte. Se sentía extraña tanta calma, habían pasado ya dos personas una iba corriendo con su perro, otra hablando por teléfono pero de ahí en más volvía a quedarme sola, no habían bañistas, ni turistas ruidosos, estaba completamente sola y sentía el tiempo transcurrir lento.

Me levante del suelo y me sacudí la arena de la ropa, tome mis sandalias y camine a casa ya medio a oscuras, estaba a unos escasos 3 metros de casa, me sacudí los pies nuevamente en el primer escalón de la terraza y me encontre a este personaje alto  ahí parado. No creerán lo rápido que oscurece, pasa en cuestión de minutos, que al principio no le vi bien, hasta que mis ojos se adaptaron a la oscuridad, eso junto al golpe de una ola a reventar me hicieron estremecer.

—¿Hola?—Dije medio asustada.

Se relajo en la posición en la que estaba —Hola, estoy buscando a tu padre ¿no esta?.

Me tranquilice, mi corazón estaba palpitando a mil. Reconocí de inmediato su voz, aunque desde que vi la figura en la oscuridad sospeche que podría ser él.

—¿Quiere?—Dije torpemente, nerviosa—, podenos encender la luz, si quiere.

—No hace falta—comento con calma—, es mucho más tranquilo así, además aún puedo verte.

Logre ver su sonrísa. Lo invite a sentarse en el columpio de jardín, y yo me sente, permaneció parado un rato inmóvil, pero después se sentó.

Nadie dijo nada por como 2 minutos enteros, solo se escuchaba la danza del mar y nada más, y una repentina brisa por momentos. Fue un momento extraño.

—¿No te molesta si espero a tu papá aquí?—Pregunto después de un momento.

—No se preocupe, no creo que tarde ¿quiere algo de tomar o quizá pasar?—Pregunte esperando no se que.

—No, no te preocupes puedo esperarlo aquí, no te molestes por mi, entra a tu casa—intenté verlo pero estaba muy oscuro en estos momentos.

No quise forzar la vista. Con ese silencio hasta nuestras respiraciones escuchaba. Él desprendía un aroma muy fresco, como a madera y cítricos, olía muy bien.

—No, puedo esperar aquí para que no este solo, ya que no quiere pasar—Comente con cortesía.

No quería insistir pero tampoco quería quedarme a oscuras, papá no es que fuera anticuado pero ya me tenía en la mira con el señor Schmidt.

Me pregunto acerca de la universidad, al parecer papá y él mantenían conversaciones seguido. Y mi padre le había contado acerca de mi y mis estudios. Comence hablando de mi carrera, y la conversación derivó en medusas, la conversación  mantenía  correspondencia de ideas por las dos partes, no sabía en que clase de oficio se desempeñaba el señor Schmidt pero tenía algún conocimiento en cada comentario, no me molesto en absoluto la oscuridad y tampoco pareció un problema en absoluto para él. De pronto las luces de la casa se encendieron.

Pese a ello continuamos la conversación, aún cuando ambos nos dimos cuenta, vimos nuestros rostros con la escasa luz.
Trate de finalizar la conversación armoniosamente, le sugerí que pasara por la puerta de la terraza, y así hizo.

Oí a papá, escuche en su voz algo de sorpresa. Papá es de esas personas que acogen a los demás con mucho candor y amabilidad, pero nunca ha sido una persona que se apegue con mucha facilidad a otra persona, no se prende de sus amigos si quiera tan fácilmente.

El caso es que el señor Schmidt se disculpo por venir sin avisar, le dijo que había comprado unas cosas en el centro y que comenzo a conducir hasta aquí sin idea y con ganas de compañía, algo raro al parecer por la risa de papá, le comento que me había encontrado afuera en la playa y que se quedo conversando conmigo,platicaron unos minutos y preferí quedarme afuera, no quería interrumpir la conversación, tal vez tenía pena con papá.

Mi primer novio fue a los 14 años, cuando papá se dio cuenta no podía ni encontrarmelo en el pasillo temerosa a que pudiera decirme algo, por entonces mi hermano y su prometida se llamaban una vez a la semana a larga distancia. Mi madre decía que era la rebelde de la casa y que estaba sorprendida de saber que tenía un novio, lo dijo frente a todos en la cena, ahora tenía el mismo sentimiento que entonces o alguno muy similar, no me gustaba el amigo de mi papá, a penas lo conocía, es solo que me intrigaba e inquietaba su presencia de una forma inexplicable.

Pensando en ello perdí el hilo de su conversación.

—Claire—Me llamo mi padre.

Me quede muda. No se que sucedió.
Todo se quedo en silencio, hasta las marea se calmo su euforia.

—¿Si?—Conteste con dificultad.

—Iremos a cenar, ¿quieres venir?

Suspire—Si, claro.

Entre a casa,ambos me miraron. Estaban sentados en la sala, se pusieron de pie, papá tomo sus llaves y salimos, todos subimos a la camioneta de papá, aunque el auto del señor Schmidt estaba justo a lado, el trayecto fue silencioso solo se escuchaba el radio, mis manos estaban sudando, me sentía ridícula.

Ya acostada en la cama y cobijada con las sabanas recorde la cena. La conversación era animada entre dos, yo no era capaz de hacer otra cosa que no fuera fingir apetito, me acabe todo incluso la ensalada aún cuando fue lo ultimo, lo que ocasionó que mi estomago se revolviera. Ni siquiera podía mirarlos a los ojos, el mesero me coqueteo frente a ellos lo que ocasiono una mirada de desconcierto por parte de mis acompañantes, pero aquello que no podía sacar de mi mente fueron esos ojos verdes clanvandose justo en los míos.

—¿Claire escuchaste lo que Kendall acaba de decirte?—Comento papá

Salí del hipnotismo de la mirada del señor Schmidt para encontrarme una de sus acostumbradas sonrisas tímidas. Y la mirada de mi padre, reaccione.

—¿Como?—Sonreí a medias.

—Digo que estare una semana fuera del País y me preguntaba si tenías algo que hacer—Dijo mirando el fondo de su bebida.

—Pues después de salir de la universidad—«¡Ay, por dios que estúpida!, ni siquiera se lo que digo».

—Si perfecto—Sonrió y se acomodo unos mechones de cabello rebelde.

¿Por que no podía dejar de pensar en un hombre que a penas conocía?, ¿Cuantas veces nos habíamos visto de nada de tiempo?, ¿y como de repente en todas partes estaba él?, me inundaba de pensamientos acerca de una persona que un día no estaba y de repente estaba en nuestras vidas de forma inherente.
Y además esos ojos, esa mirada tan ligera y a la vez tan penetrante, no de esas miradas a las cuales no puedes sostener, si no más bien esas miradas de las cuales no te puedes librar, de aquellas que derriten el hielo macizo y reblandecen las almas más rígidas.
¿Por que no podía dejar de pensar en eso?.

Me dormí con un mar de pensamientos acerca de Kendall Schmidt. Me sentía como joven enamorada, que todo lo que gira en torno a ella es el pensamiento de su ser deseado, pero sin estar enamorada.

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