Reunión
No he podido participar del #RoyaiWeek19 pero al menos les traigo un one shot con la primera palabra que era «Coincidencia»
Espero que les guste, sería como una continuación de Reina.
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Reunión
Palabras: 1390
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No sabían bien como sentirse ante aquella revelación.
El Führer parecía sonreír bajo ese frondoso bigote que lucía, al ver la cara de desconcierto de ambos militares frente a él. Había logrado su objetivo tan bien que, a veces, cuando despertaba en la comodidad de su habitación, revisaba las estrellas en sus hombros y su franja. Sí, era el Führer, lo había conseguido y ya no necesitaba seguir ocultando ese motivo tras el alquimista de fuego, tras Mustang.
El hombre de ojos oscuros siempre se había sentido el Rey y, para él, su compañera era su reina, pero ahora se daba cuenta que todo ese tiempo habían sido peones en el tablero de Grumman y Madame Christmas.
No había sido coincidencia haber llegado a la casa de Berthold Hawkeye a estudiar alquimia, Grumman lo había pedido. Fue el conductor indirecto de información para poder obtener noticias de la nieta de la que poco sabía desde el fallecimiento de su hija.
Observó a la teniente a su lado, lucía tan estoica como siempre, pero la conocía lo suficiente para poder asegurar que podría perder la estabilidad en cualquier momento. Pensaba que estaba sola en el mundo y, de un minuto a otro, era la flamante nieta del Führer, la primera dama de Amestris. Si era una broma, era de pésimo gusto.
—Déjeme ver si entiendo —dijo la rubia a su lado, tratando de que su voz no sonara entrecortada—. Está diciendo que usted es ese hombre que desconoció a su hija porque se casó con un alquimista independiente. Ese hombre al que su hija acudió cuando le dijo que estaba embarazada pero que no había podido ayudar por encontrarse en servicio.
—Entiende —dijo, corriendo la mirada hacia la ventana—. La fuga de Elizabeth con tu padre, fue doloroso para ambos, pero sobre todo para mi esposa, ella murió de pena, no pude soportar que después volviera a nosotros en esa condición, ella había jurado que era feliz. Si fue feliz a costa de que su madre muriera, pues... no podía hacer nada.
—Y entonces, cuando se enteró que su hija murió por una peste tras tenerme, en vez de buscar a la niña, la dejó a merced de un hombre que se volvió loco por la muerte de su esposa.
—Ambos perdimos nuestras mujeres más importantes, no sabía que podía hacer yo contigo, si tu abuela hubiera estado viva, otra cosa sería... Además, él era tu padre, tenía más derecho que yo.
Riza se quedó callada. Tratando de analizar todo lo que pasaba por su cabeza en ese momento.
—¿Y por qué me involucró a mí? —Mustang tomó la palabra, tras ayudar a Hawkeye a sentarse, pese a la negativa de la mujer.
—Me había llegado el rumor de que Hawkeye quería un estudiante. Primero, porque quería trasmitir sus conocimientos a un hombre, no a su hija, y segundo, necesitaba el dinero, Riza estaba creciendo y lo único que podía hacer por ella, era educarla adecuadamente.
—Entonces... —Roy se rascó la cabeza—, como yo quería ser alquimista...
—Así es. Cuando Madame me habló de eso, creí que era una buena oportunidad. Te conozco desde que llegaste al lado de tu tía, muchacho, sabía que cuando Berthold Hawkeye te conociera y viera tu determinación, iba a convertirte en su estudiante, sin dudar.
Ahora fue turno de él de caer sentado en una silla junto a su fiel asistente.
Así había sido, el Maestro Hawkeye lo había tratado como un hijo, incluso muchas veces, lo puso por encima de Riza y por eso, se sintió tan traicionado cuando se convirtió en militar.
Llevó la palma de su mano derecha a la frente y sonrió de lo inverosímil de aquella situación.
—Gracias a ti, pude saber de mi nieta —completó Grumman, colocando ambas manos en su espalda para mirar a las personas que tenía frente a él, sentados y perdidos, a su vez, en sus pensamientos, quizás en los recuerdos de todo lo que habían vivido juntos—. Y de paso, ayudar en su educación, asegurarme que Riza no tuviera necesidades en medio de la miseria en que su padre la tenía sumergida, Madame Christmas nunca pagó una de tus clases, siempre fui yo.
Ante aquella revelación, ambos elevaron su mirada.
—¿Algo más que necesitemos saber? —pensó en voz alta, Roy.
—Creo que aparte de que la Teniente Coronel es la nieta de quien tanto te hable, no tengo más que contar —Roy pudo ver la sonrisa de victoria en los labios del Führer, el mejor jaque mate que le había hecho en todos esos años a su servicio.
La teniente observaba a ambos, sin comprender que se estaban diciendo con la mirada, aquello fue suficiente para su cabeza, así que se puso de pie. Estoica, hizo una pequeña reverencia al Führer y salió de la oficina.
Grumman solo movió la mano señalando la puerta para que Mustang también saliera de la oficina.
—Quizás lo de ustedes no fue coincidencia, fue una Reunión planeada por nosotros, pero lo que pasó después, ya es algo de ustedes. Y aunque, desde pequeño pensé que serías un buen esposo para mi nieta, nunca esperé que aquel anhelo se pudiera convertir en realidad.
—No sé a lo que se refiere —Mustang se puso de pie, exaltado por aquella insinuación.
—Vamos —exclamó, moviendo sus lentes para que estos destellaran—, seré viejo, pero no estoy ciego, muchacho. Ambos son profesionales y me encanta que sean así, pero es un secreto a voces en Central, la devoción y dedicación que ambos se entregan mutuamente, sobre todo después del día prometido.
El General Mustang no pudo debatir eso, había pasado muchas cosas con la Teniente Coronel, pero, la imagen de ella desangrándose frente a él y aun siendo capaz de pronunciar su promesa, era algo que lo atormentaba a diario.
—¿Aun piensas que desposar a mi nieta es algo imposible? —preguntó, antes de que el General saliera de la oficina.
Mustang se detuvo pensante y miró al viejo. Aunque internamente era una jugada que se dejaría ganar sin dudarlo, no dependía solo de él.
—No lo sé —dijo, con aire de superioridad—, hay que ver si ella quiere desposarse conmigo.
Aquello generó una carcajada en el Führer que se golpeó la rodilla, tratando de calmarse.
—Sí salió como su abuela y madre, buena suerte, general.
Roy salió de la oficina sacudiéndose la cabeza, chocando de frente con la teniente coronel que lo miraba fijamente.
—¿Qué es eso de desposar a la nieta del Führer? —preguntó directamente, la incomodidad del de cabellos oscuro fue clara, pero ella no titubeó.
—Algo entre el Führer y yo —se atrevió a responder, aun con el miedo de ser disparado.
La rubia cerró sus ojos marrones y suspiró con fastidio.
—General, déjeme decirle algo. Antes de desposarme con usted, prefiero ir a Ishval y levantar piedra por piedra cada una de sus viviendas.
—Auch —dijo, llevando la mano a su pecho, fingiendo haber sido herido—, podríamos ir juntos a Ishval a levantar viviendas —la sonrisa de su superior no la hizo flaquear
—No perdamos más tiempo, tiene una reunión en media hora.
—Sí —dijo, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón, para luego, adelantarla caminando con los hombros caídos—, ya sé...
Hawkeye miró una vez más la puerta de la oficina del Führer y negó con la cabeza. No, aún tenía mucho que procesar, pero, ya lo haría después, en la soledad de su casa, acariciando a su Shiba Inu. Volvió la mirada al frente, al general Mustang.
No podía negar que habían vivido muchas cosas juntos, a pesar de todo lo que pudiera pensar él, para ella había sido un salvador.
Lo fue en su niñez cuando pudo conversar con alguien dentro de su casa, lo fue cuando quemó el tatuaje que le impedía ser una mujer normal. Bueno, nunca lo sería, pero le había dado algo más de libertad, la libertad que su padre le había quitado cuando la tatuó.
Había sido su salvador cuando en medio de la tormenta que tenía en su cabeza, le dio una misión y una meta para seguir con vida y calmar las voces en su cabeza que pedían justicia.
Sonrió.
Ya sea coincidencia o una reunión planeada por otras personas.
Nunca se arrepentiría de haber conocido a Roy Mustang.
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Espero que les haya gustado, nos estamos leyendo.
Aquatic
15 de Junio 2019
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