Drabble II
Sonríe con emoción mientras mantiene al bebé acunado entre sus brazos, observándolo con una gran sonrisa, mientras se mueve suavemente para detener cualquier posible llanto que pudiera nacer, lo que llama la atención del infante, quien le observa con sus grandes y brillantes ojos azules, antes de soltar una sonrisa espontánea, probablemente complacido por la atención que estaba recibiendo.
En la otra habitación escucha a Ilias hablando por teléfono, quien los observa por un momento, antes de desaparecer en la habitación contigua, demasiado ocupado como para tomar al bebé en brazos.
—Te pareces tanto a tu papá, Regulus.
Se mueve lentamente a través de la habitación perteneciente al bebé, llena de juguetes que aún no necesita, pero que en un futuro no muy lejano todos estarán tirados en el suelo.
—Y también nos parecemos tú y yo.
Se detiene un momento, moviendo los dedos de su mano zurda que sostiene la cabeza del bebé, intentando alcanzar los cabellos suaves de Regulus, los que son tan lacios como los propios y cuyo color castaño es tan parecido como el propio.
—Cuando crezcas, ojalá y te parezca todavía más a mi... Mi pequeño sobrino.
Dice con clara decepción, antes de dejar al infante en la cuna, mientras los pasos de Ilias finalmente se escuchan dentro de la habitación donde se encuentran.
—Lamento haberte dejado a Regulus, la llamada me tomó desprevenido.
El adulto finalmente entra en la habitación, acercándose a la cuna lo suficiente hasta quedar al lado de su hermano, poniendo su mano zurda encima del hombro diestro del menor.
—No te preocupes Ilias, sabes que no me molesta.
Ahí, con los dos juntos, mientras admiraban al bebé que les devolvía la mirada con una sonrisa, casi podía soñar sin problema alguno que era el hijo de los dos.
— ¿Ya has terminado tu tarea?
— ¿Eh? ¡Ah, sí! —pero tiene que despertar, porque la realidad es otro y no puede vivir dentro de un sueño—. Hice la mayoría con Aspros y Hasgard, así que no tengo mucho de qué preocuparme.
—No te confíes, ve y termina tus cosas, yo me hago cargo de Regulus.
—Si, esta bien.
Toma la mochila que había dejado abandonada en algún lugar de la habitación, mirando de reojo como Ilias encendía la radio para escuchar a Regulus en alguna otra habitación.
— ¿Algún problema, Sisyphus?
—No, ninguno.
Ojalá y pudiera seguir soñando.
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