IV

La casa a sus espaldas parece estarse apunto de caer, la ventana tras su cabeza tiene el vidrio roto y mal arreglado con madera y una sábana que encontraron por ahí, todo a su alrededor se encuentra en un mortal silencio, la señal de que no hay ningún ser vivo presente, más que plantas que crecen sin mucho control alrededor, aunque ni por haber tanta vegetación parecía que en algún momento fueran aparecer grillos o algún otro animal a cantar por la noche.
Una sonrisa cansada se escapa de su expresión llena de seriedad, esa que nunca es capaz de mantener, la mirada fija en el horizonte, apreciando como el sol bajaba lentamente, encargándose de pintar todo cuanto pudiera tocar en aquellos bellos tonos anaranjados y rojizos, con la calidez de su luz desvaneciéndose poco a poco para dar paso a la frialdad de la noche, aquella que se encargaría de cobijarlos como lo había estado haciendo durante mas de un mes, aunque después de este atardecer, podía sentir sin problema que ya no vería otro.

—¿Dohko?

Mueve la cabeza con cierta dificultad, intentando ubicar la voz de su compañero, quien también se tambalea desde el marco de la puerta hacia la banca de madera, justo donde se encontraba sentado el ex santo de libra, dispuesto a mantenerse a su lado, sobre todo ahora que ambos parecían sentir que ya era lo último.

—Shion, ¿Cómo te sientes?

Están juntos, después de dos guerras santas y poco mas de doscientos años, finalmente estaban juntos, gozando del ultimo regalo que diosa había decidido otorgarles, tras pelear mas batallas de las que deberían haber presenciado.

—Cansado, igual que tú, por cómo puedo ver.

El buen humor intenta mantenerse entre los dos, mientras el muviano toma asiento a un lado y suelta un suspiro lentamente, con la mirada fija en el sol que se ocultaba lentamente.

—Creo que hoy es el día.

—Si... Opino lo mismo.

Ninguno de los dos sabe realmente que decir, ambos habían vivido mas de lo necesario y ahora, que finalmente la muerte se acercaba lentamente para reclamar sus almas y darles el descanso eterno, no sabían como actuar o que decir, por mas que lo hubieran hablado los primeros días en que despertaron con esta nueva y corta oportunidad, la última que tendrían para estar juntos.

—Es difícil, partir después de todo lo ocurrido.

—Shion.

Dohko observo a su compañero, cuya expresión afligida regresaba de vez en cuando, sobre todo desde que decidieron asentarse en aquella casa abandonada para pasar sus últimos días en tranquilidad, recordando aquellas culpas que, se supone, ya se encontraban perdonadas a esas alturas, no solo por su diosa y los involucrados, sino también por sí mismo.

—Lo sé, Dohko, lo se... Ya lo hablamos, lo acepte.

—Eso dices, pero no parece.

—Sabes que no puedo evitarlo.

El de cabello castaño decide no contestar, intentando ponerse lo más cómodo posible en su lugar, buscando con su mano la de su compañero, dispuesto a distraerlo y que sus pensamientos no cayeran en ese circulo de culpa, si aquellos eran sus últimos momentos, lo que menos quería era que el otro se la pasara torturándose por cosas que ya no se podían arreglar, una tarea que de seguro realizo por más de los trece años que estuvo encerrado en el Cocytos.

—Oye, Shion... ¿Te imaginaste que íbamos a terminar así?

—¿Cómo? ¿Moribundos en un lugar donde nadie nos pueda encontrar?

Intenta reírse ante el sarcasmo en la voz de Shion, pero repentinamente las fuerzas le fallan y solo alcanza a sonreír, finalmente sosteniendo con su mano la del muviano. El atardecer frente a sus ojos finalmente esta tomando mas forma y el frio de la noche lo comienza a arrullar, es hora de dormir para ya nunca despertar, es el momento indicado para cerrar los ojos.

—Se a que te refieres Dohko —se responde el muviano, quien parecía tener un poco mas de fuerza entre los dos—. Y tras todo lo que hemos pasado, no, no me imaginaba que pudiéramos terminar así.

—Pienso lo mismo —cierra los ojos un momento, antes de abrirlos lo más rápido posible, con miedo de no solo perderse su ultimo atardecer, sino de ser el primero de los dos en irse—. Después de lo del monolito, no creí que pudiéramos alcanzar a disfrutar de la paz, por la cual tanto peleamos.

Ambos sonríen tras recordar aquello, las peleas de hace mas de doscientos años donde fueron los únicos dos sobrevivientes, teniendo que separarse para poder cumplir las necesidades del Santuario y su diosa, la muerte de Shion a manos de Saga, el primero en marchar en aquella longeva vida, únicamente para regresar y encontrarse con la siguiente guerra Santa, luchando una vez más, solo para irse de nuevo y dejar que su compañero siguiera con el camino que el ya no podía recorrer, hasta llegar al muro de los lamentos. Y aun cuando ese parecía ser su boleto para encontrarse con su mejor amigo, el amor de su vida... Solo para despertar en la fría tierra de Asgard y tener que pelear una guerra que no estaba muy seguro, le correspondía.

—Fue una vida muy larga, Shion. —siente las lagrimas en sus ojos, su tercera vez abriendo los ojos fue dentro del oscuro monolito e incluso ahora seguía sin saber cómo habían logrado salir de ahí.

—¿Adonde crees que iremos ahora, Dohko? —siente como el peso de Dohko cae totalmente contra su hombro, un detalle que le hace sonreír y dejar caer su propia cabeza encima del cabello castaño—. Según recuerdo, no hay infierno.

—¿Eso..., importa?

Los parpados de ambos son pesados, la calidez de la luz del sol no es lo único que los abandona en esos momentos, pero por la forma en que todo se había ido drenando lentamente, el dolor había pasado a ser prácticamente inexistente, como si ese final perfecto, tan hermoso y maravilloso, fuera el verdadero ultimo regalo de su diosa, una muerte tranquila, entre la paz y amor que tanto defendieron con las guerras pasadas y, sobre todo, no estaban solos, finalmente, estaban juntos.

—Lamento..., haberte hecho esperar...

—Te dije, que podíamos esperar..., un poco más.

El final llega, silencioso, desvaneciéndose junto a los rayos del sol que desaparecen y dejan todo en penumbra, permitiendo que el descanso eterno llegue para todos aquellos que lo necesitaban.

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