I

Era de noche en el santuario, demasiado temprano por la mañana o muy tarde por la noche, una situación que dependía totalmente si uno había tenido guardia o había alcanzado a irse a dormir.

—Shion, pon atención —el susurro de Dohko suena desesperado, mientras su mirada demuestra seguridad total junto a la mano que aun se encuentra extendida en su dirección—, te necesito aquí, conmigo, no en otro lado.

Cambia su peso de un pie a otro, sobándose su brazo izquierdo mientras mira hacia todas partes, solo para asegurarse de que nadie mas los estuviera viendo, notando que justamente se encontraban en un punto ciego, ese que arreglaría cuando regresara a su oficina.

—¡Maldita sea, Shion!

Regresa a la realidad de golpe, sintiéndose zarandeado por el desesperado santo de Libra, quien lo suelta cuando nota que finalmente tiene su atención una vez más, alejándose una vez más, despeinándose en el proceso, producto de la desesperación por la situación.

—Dohko, no estoy seguro de que esto sea lo correcto.

—Shion, si no lo hacemos ahora, no lo haremos nunca.

—Pero, el Santuario, Athena, Saga y Aioros...

Las dudas son más que palpables en al aire, preguntas que el de cabello verde no se encontraba haciendo realmente, pero que no necesitaba soltar para ser entendido, o al menos no en su presencia.
Sabía lo difícil que iba a ser que el otro aceptara abandonar, no solo el puesto de patriarca, sino a todos los jóvenes que había visto crecer y pelear con el tiempo, esos valientes que su mejor amigo y amante, no era capaz de ver como adultos competentes que podrían sobrevivir totalmente sin su presencia ni liderazgo. Sabía que era una decisión asquerosamente egoísta, aun con el permiso de Athena y un digno sucesor dispuesto a tomar el mando en cualquier momento, pero al menos ellos dos entendían su punto de vista; habían hecho hasta lo imposible como Santos y merecían su propio descanso, lejos, disfrutando de la paz.

—Te lo preguntare una vez más, Shion —el sol está por salir y su idea de fugarse como tontos enamorados perderá mucha credibilidad si los alcanzan a ver, por lo que extiende su brazo una vez más, es ahora o nunca—. Huyamos juntos, lejos de aquí.

Reconoce el temblor nervioso de su amante y reza por que no sea algo que se le contagie.

—Está bien, vámonos.

Es lento y claramente tiembla por la inseguridad que siente cuando toma la mano que se le ofrece, ni siquiera se gira para ver por ultima vez las doce casas zodiacales, seguro de que si hace tal cosa terminaría por retractarse de su decisión.

—¿Estas seguro? —se siente como un estúpido al preguntar, pero siente que debe de hacerlo a pesar de que tiene planeado cargarlo en su hombro si decide decirle que mejor no ira.

—No realmente, pero... Creo que es lo correcto.


Y no necesitan más, ni regresar a tomar cosas, ni ir por capas ridículas para ocultar sus identidades. Simplemente corren cuesta abajo por la montaña, burlando la seguridad que conocían al derecho y al revés, pensando en que no solo era lo mejor para ellos, sino también para la nueva generación, ya que era su tiempo para tomar el liderazgo.

—¡Sorpresa!

Intenta sonreír lo más amable que puede, avanzando lentamente sobre el suelo de grava que serpenteaba hacia la puerta principal, de una, demasiado grande, casa de estilo chino.

—¿Y bien Shion? ¿Qué te parece?

La voz llena de orgullo de Dohko le hace morderse los labios, inseguro sobre si decir su verdadera opinión o mejor reservársela para sí mismo.
Su huida los había llevado, como bien podría haberse imaginado, a un barco cuyo destino estaba fijado en China, su buen amigo de mas de doscientos años se había encargado de conseguirles mochiles con las provisiones suficientes hasta encontrar un lugar donde establecerse, cortesía de su diosa, otra sorpresa de la que se había enterado dentro del barco; ella estaba totalmente de acuerdo con la huida que Libra había planeado, llevándose al actual patriarca con él. Un detalle que les permitía irse, sin ser considerados como traidores.

—¿Te encanto, ¿verdad? —el de cabello castaño sigue hablando, lleno de orgullo ante la arquitectura que tiene frente a sus ojos—. Sera un excelente lugar donde vivir.

—Si... Por supuesto.

No esta realmente seguro de que sea un buen lugar para habitar, en primero, porque todo parecía estarse a punto de caer, no se veía a simple vista, pero estaba seguro de que en temporada de lluvia saldrían goteras por todas partes, se iban a hogar dentro de la casa. El piso de madera, apenas y pusiera un pie encima de él, se iba a caer, ya lo veía venir, se iba a quedar atorado en el suelo de donde tardaría en salir un buen rato y las paredes... ¡Por Athena, jamás había visto tanto polvo en su vida!
En segundo lugar, la ubicación, en su vida le había tocado ver una casa tan escondida entre el bambo y no solo eso, caminar toda la cuesta arriba se hacia pesada si uno no se encontrara acostumbrado, aunque no se comparaba con el subir y bajar las escaleras del Santuario, le hacia sentirse ligeramente decepcionado por pensar en todo el esfuerzo que tendría que hacer para subir y bajar no solo por comida, sino por muebles que quisieran conseguir con el tiempo.

—¿Tienes algún problema con ella? ¿No te gusta?

Y esto lo llevaba al ultimo punto, que consideraba el mas extraño y le hacía sentir inseguro ante la adquisición de tal lugar.

—Bueno, creo que... Es demasiado grande, para dos personas.

—¿Demasiado grande? ¡Claro que no, Shion! —el santo de libra camina con seguridad hasta encontrarse de pie al lado del muviano, golpeando su espalda con infinita confianza—. ¡Es más que suficiente, cuando menos te lo esperes, nos faltara espacio!

Sigue intentando sonreír ante la felicidad de su amante, antes de brincar del susto por una nalgada que no se había esperado y le hizo sonrojarse como un adolescente hormonal, girándose rápidamente al de cabello castaño que no paraba de reír.

—Aparte, ni tu ni yo estamos acostumbrados a los lugares pequeños, esto nos vendrá como anillo al dedo. ¡Haremos de este lugar, nuestro hogar!

Asiente algo dudoso, antes de seguir su camino con dirección a la puerta, la cual observa con algo de asco tras ver las telarañas y lo maltratada que se veía la madera.

Tenían mucho por limpiar.


La espalda le duele más que los días que pasaron limpiando y arreglando el techo de la casa, tareas que no deberían de ocasionarle ninguna clase de problema o dolor, si se tomaba en cuenta el entrenamiento al que se había sometido hace mas de doscientos años, aunque bueno, tampoco era su culpa, paso otros doscientos años detrás de un escritorio, incluso tras un año subiendo y bajando el empinado camino, todavía no era capaz de acostumbrarse totalmente a esa tarea.

—Cada día estoy más pesado.

Se burlo de si mismo con una sonrisa, antes de tomar la única bolsa llena de comida que cargaba, intentando no arrastrar los pies debido a la nieve que se movía junto a ellos si llevaba tal actividad. Aunque al menos ya era capaz de ver la casa donde habían decidido asentarse, tras cierta renuencia de su parte, escuchando también el sonido de un hacha rompiendo el viento y probablemente madera, la misma que utilizarían para mantenerse calientes en tan fría época del año.

—¡Shion, bienvenido!

Y justo como se lo esperaba, el animado tigre lo recibió casi a las puertas de su hogar, haciéndole sentir envidia del cuerpo aun marcado que mantenía y su capacidad de durar varias horas sin camisa, ignorando el frio como si no fuera la gran cosa, totalmente diferente a él, que solo encontraba comodidad si dos o mas abrigos se encontraban cubriendo su cuerpo. Estúpido tigre que seguía entrenando y no le dejaba unirse.

—¿Cortaste suficiente madera?

—Mínimo, nos debe de durar para tres o cuatro días, ¿a ti como te fue?

—Conseguí un poco mas de comida que creí nos iba a hacer falta, aunque habrá que ir al mercado para conseguir más provisiones.

Abrió la puerta que al principio le daba pavor, dejando sus zapatos en la entrada y ocupando sus sandalias para poder moverse dentro del amplio lugar, el cual ahora ya era capaz de ver cada vez más pequeño, tal cual como Dohko le había comentado cuando recién llegaron ahí.

—No recuerdo que fueras al pueblo por más comida.

—La compré de paso, pensé que era una buena oportunidad, no desperdiciar la vuelta.

—¿Viste al médico?

—Lo hice.

—¿Y qué te dijo?

Dejo la bolsa de tela encima de la mesa, decidiendo que no era ninguna prioridad, por lo que inmediatamente regreso sobre sus pasos, hasta encontrarse frente a frente con Dohko, quien lo observaba curioso, a la espera de alguna respuesta que le convenciera.

—Que estoy gordo.

Esta mas feliz y radiante que días anteriores, cuando lo único que hacia era quejarse y dar vueltas sobre la cama, porque todo le molestaba y nada podía hacerlo feliz, porque se arrepentía de haber abandonado el santuario y todavía se sentía estafado, porque todos sabían de la huida que iban a realizar, menos él.

—¿Y eso es bueno o malo?

Se muerde los labios con emoción, antes de poner sus manos encima de su estomago y finalmente mostrar la sonrisa mas amplia que su rostro podía mantener, casi seguro de que sus propios ojos brillaban con algo más que felicidad y emoción pura.

—Es bueno, porque si estuviera bajo de peso, seria malo para mi avanzado embarazo.

La sorpresa es lo primero que aparece en el rostro de Dohko, de manera natural, antes de que su boca se mueva varias veces buscando decir algo, hasta que finalmente su cerebro y lengua se ponen de acuerdo en una única pregunta, que obviamente la veía venir.

—Y... ¿Ahora qué hacemos?

Sabe que esta confundido, ninguno de los dos esperaba algo así y claramente no sabían el que pasaría ni como sobrellevarlo bien. Pero su corazón late con emoción tras saber que esta esperando, una valiosa noticia para alguien que había criado y cuidado tantos niños, sobre todo ahora, que iba a ser capaz de hacerlo en un lugar lejos de eternas batallas y guerras a la vuelta de la esquina.

—Dohko, vamos a tenerlo.

No hace falta decir más, los ojos del castaño brillan tras escuchar la seguridad en sus palabras y no puede hacer otra más que sonreír. Hasta que finalmente reacciona, tras varios minutos y encierra en un largo abrazo a su pareja.

Esta era la primera vez que Shion estaba seguro de lo que hacia y si el embarazo no era suficiente para hacerlo feliz, verlo decidido, era lo mejor del mundo.

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