EXTRA. Roja
Escuchen la canción con traducción cuando puedan.
—A ¿Me explicas el porqué de viajar como mortales?
—Pasar desapercibidos, Agni, pasar desapercibidos.
Mi hermana me saca la lengua. La realidad era que yo tampoco lo sabía, Athan nos había enviado boletos regulares de un vuelo regular, aparentemente porque no tenía tiempo de concertar un vuelo especial para nosotros y tomó lo primero que encontró.
Acabábamos de hacer escala en Nueva York y ya estaba hasta los huevos de esperar, casi me voy a la cabina del piloto para convencerlo "amablemente" de despegar.
Los asientos se llenan con rapidez después que escuchamos la llamada de abordaje, pasa toda la mierda de explicar las normas de seguridad y comienzo a notar la incomodidad en mi hermana menor.
—¿Se puede saber por qué te mueves como una lombriz?
—Hay algo ahí —señala a los asientos contiguos—. Es como si llevara pintura luminiscente.
Paso de ella para fijar los ojos en el punto que me indica, de pronto es como si el gris que siempre notaba en las multitudes humanas adquiriese color, un color chillón y brillante.
Un rojo cegador.
Al mismo tiempo que su imagen, me llega su olor y es...embriagante, como el mejor de los vinos o la más pura de las sangres. Pude decir que esos labios carmesí no me atrajeron de inmediato, pero estaría mintiendo.
Habría actuado de una manera distinta si no hubiese notado lo que incordiaba a mi hermana. Ella tenía su marca, la marca del demonio con el que hemos estado batallando por unos cuantos años, la piedra en el zapato que casi me hizo perder a mi hermana. La razón por la que ahora dejaba mi aislamiento y debía retomar mis responsabilidades.
Mis puños se aprietan con una fuerza sobrenatural, no entiendo la molestia que me causa ver su huella en esta chica, pero una marca grande y ni de coña ella no puede estar enterada. Una idea se forma en mi cabeza, una donde la llamativa desconocida pueda servirme como conducto para mi venganza.
Entonces le planteo la idea a mi hermana y ella se encarga del resto. Necesito tenerla cerca, necesito su aroma impregnado en mí, solo así podré comenzar con su cacería.
***
Siempre he odiado Atenas, este maldito pueblo solo me ha traído molestias desde su fundación, en la que por cierto participé, y no, no miento. Apenas llegar ya estoy recibiendo los sermones de Athan sobre lo irresponsable que he sido al irme a vacacionar por el mundo mientras el pueblo se sumía en un caos.
No doy crédito a lo que me informa, hay al menos 10 vampiros nuevos, todos convertidos en el apoderamiento de Ashton Sahirs del pueblo, el concejo que designé para controlar todo cuando no estuviese no ha hecho nada más que hacerme responsable de lo que causó.
Actúo como lo haría un mortal de la edad de la que me veo, dejando a mi hermano/padre con la palabra en la boca y cogiendo su camioneta para conducir por este pueblo de mierda, es lo único que puede calmarme, eso o cazar y lo segundo no está en mis planes por el momento. Principalmente porque desde que salí del avión solo un pensamiento se ha instalado en mí, un pensamiento y una imagen, un pensamiento y unos ojos destellantes, un pensamientos y un cabello resplandeciente.
<<Roja>>
Ya que no tiene nombre en mi cabeza he elegido el apodo que más le pega, nadie puede poner tanto rojo en un cuerpo tan pequeño. De pronto me la imagino sin nada encima, cubriendo su entera figura con su sangre, dibujando sus pecas con esta y después saboreando su ser con mi lengua.
Tengo que frenar de golpe, el rumbo de mis pensamientos casi me hace chocar con un objeto en movimiento y creo que no habría podido verlo si no fuese por la combinación que llevaba.
Esto tenia que ser una jodida broma.
La maldita mejor coincidencia del mundo.
De pronto este se había transformado en un día de mierda al mejor día de mi larga, pero larga vida.
***
Anabelle.
Ese era su nombre, aunque usarlo se sentía muy personal y por eso prefería seguir llamándola por el mote, hacía que convencerme a mi mismo de lo que haría con ella fuese más fácil.
Premio a Hades por la hazaña que fue meterse en su casa, si tuviera un espíritu animal, estoy seguro que sería ese gato.
Sonrío viendo su mensaje de confirmación y casi de inmediato vuelvo a ponerme serio, pocos días han bastado para que cada acción que haga se vea nublada por la aparición de esa pelirroja, hoy es el juicio de Sahirs y me debato si debería decirle sobre mis planes para aumentar su sufrimiento.
Mi mente ha estado dispersa y es por ello que tal vez no me fijo lo suficiente en ella, aún así no puedo evitar seguirla con la mirada a donde quiera que va, queriendo que esté junto a mí y colabore con mi concentración.
—Viniste conmigo, Roja —admito que sentir su pulso acelerado y su piel erizada me volvía loco-. Deberías estar a mi lado.
Mirar la trascendencia de una antigua cultura Griega como es la quema de las maldiciones me remonta a mis orígenes, aquellos tan lejanos que temo algún día desaparezcan de mi memoria. Ver el fuego a través de sus ojos era hipnotizante.
Debía apartarme o no respondería por mis actos, aún no era momento para sucumbir. Me contengo lo más que puedo ante lo irritante que me resulta la inquisición de la pelirroja. La curiosidad no es algo que debería explotar, no estando a mi alrededor, podría resultar su perdición. Me sumo en mis pensamientos y mi batalla interna.
Frunzo el ceño, enojado. Me he perdido en el fuego y he perdido la vista de Anabelle. Lo que encuentro al seguir su rastro no es para nada agradable, porque lo último que veo de ella esa noche es su melena ondear con la brisa mientras desaparece con el aspirante en su moto.
Entonces tomó mi decisión. No le daría a Ashton la satisfacción de saber que la tenía, porque eso implicaría tener que matarlo de inmediato y no, debía trabajar el terreno un poco más.
Pero primero, había un aspirante que debía sacar del medio.
***
Mis planes se habían ido a la mierda por culpa de mi propia hermana, joder, es que apenas sabía como lidiar con ella.
Amaba a Agniet, la había visto sufrir demasiado desde su transformación, había contribuido en darle una identidad, una nueva vida, una familia. Ella era mi mejor compañera, hace casi dos décadas que así era. Ashton solo la dañó al punto de convertirla y nada y una vez más yo estuve ahí. No él.
No quería apartarla de mí, no quería someterla a la perdición y a un cegamiento. Era mi hermana, pensar en perderle me remontaba a Argus, a su agonía en el final y como no quiso vivir en la eternidad.
Debía hacer algo para controlarla, y sabía qué era, porque ella iría por lo único que podía darle ventaja a Ashton. Pero yo la tomaría primero y se la mostraría a todo el clan.
Una vez que supieran que estaba conmigo sería intocable y me llenaba de una extraña satisfacción que todos, incluyendo a mi hermana, supiesen que Anabelle ya estaba tomada.
***
Lo intenté.
Con demasiada fuerza diría yo.
Minuto tras minuto enloquecía por ella, joder. ¿En que punto caló tan hondo? ¿Y por qué no me detuve al indagar en su interior mas oscuro, en esa sombra que amenazaba con opacar su luminosidad.
Aún así brillaba, cuando bailaba, cuando sonreía, cuando se atrevía superar sus límites e incluso cuando se cabreaba y explotaba. Sin embargo, su interior estaba herido, lo veía y también lo sentía.
<<Huye, huye lejos y sálvate de mí>>
Quise que escuchara mi suplica silenciosa, aunque sabía que su alma mortal era incapaz de hacerlo, así como yo era incapaz de dejarle ir, tenía que alejarse ella.
Estaba tan inmerso que sabía que yo no podría. Ya había visto su interior.
Aún no comprendía por qué había elegido llevar esa carga dentro de ella, aún así, tenía mi respeto por lo que había sucedido, me imposibilitaba la tarea de aberrar su ser.
Sentía sus miedos, veía el sufrimiento que intentaba ocultar, los traumas que buscaba superar y solo quería desvanecer a los culpables. No entendía por qué, no quería que la grita por la que se estaba metiendo no se expandiera pero parecía que no podía evitarlo.
Besarla la primera vez fue un impulso.
¿La segunda?
El mejor error que cometí jamás.
***
Definitivamente la noche de Halloween no salió como esperaba y todo por el maldito de Sahirs. Esos cegados atacaron de sorpresa, jamás habría siquiera cruzado la frontera del pueblo si los hubiese detectado y gracias a ello ahora estábamos expuestos.
Anabelle sabía la verdad, incluso sin decirlo en voz alta podía ver sus ojos adquirir consciencia del enorme problema en el que estaba.
Me desesperaba su silencio, me aturdía que se alejase de mí pero sabía que era lo que necesitaba, Ashton la tenía en la mira, el concejo pensaba en ella como una amenaza, el clan la quería lejos y maldita sea, yo no podía alejarla.
La iniciación de los aspirantes llegó y pese a que intenté protegerla físicamente no fui tan inteligente para proteger su corazón. Una muerte era permitida en la iniciación, jamás imagine que sería ese chico. Apenas le conocía, no me importó mucho su fallecimiento. Sin embargo, al ver aquel rosto carente de alegría y los ojos sin brillo...por primera vez me sentí culpable.
Por primera vez sentí remordimientos de siempre dejar a Agniet salirse con la suya, por primera vez sentí que mi hermana ya no era la única mujer que me importaba en esta perturbada existencia.
***
Enamorarse de Helena fue sencillo. Era inhumanamente atractiva, increíblemente seductora y una manipuladora excepcional. Lo imposible sería no caer.
Era joven, ingenuo y constantemente comparado con mis hermanos. Ella era la mujer más poderosa del lugar, con una mirada tenía a todos a sus pies y lo sabía.
El mayor de sus poderes no era la inmortalidad. Era el conocimiento de lo que su sola presencia podía causar.
Helena fue la mujer que estrenó mis sentimientos románticos, la que me llevó a la locura, me subió al cielo y después me arrastró al infierno. Helena era una tormenta helada y su traición me convirtió en el más frío de los inmortales.
Helena era oscuridad y me volvió oscuridad.
Y ella...
Ella era luz.
Pura, brillante y perpetua luz.
Y ahí, adentrándome en su ser, explorando cada centímetro de aquella piel inmaculada y plagada de pecas supe que no la merecía.
Era un egoísta.
Un egoísta porque mientras su cuerpo poseía el mío en un vaivén de movimientos que me impulsaban a la cima del placer supe que no podría salvarla.
El peor monstruo al que estaba expuesta...era yo.
Y en ese momento me abandoné en el abismo, dejándola debajo de mi con la fuerza justa, y sabiendo que debía controlarme por el bien de su frágil cuerpo.
Saboreé su esencia, tan adictiva como ninguna droga jamás lo fue y sus gemidos inundaban mi cuarto como una compasión digna de pertenecer a los grades museos de la música
Una embestida, otra y otra. Y cada vez me convencía más de lo que ella era.
Entre jadeos dijo mi nombre, gruñendo emití el suyo. Miento si digo que no perdí el control de mis ojos en ocasiones, el control de mí mismo, si digo que no me hipnotizó el baile de su cuerpo desnudo junto al mío, muy diferente a como lo imaginé la primera vez pero infinitamente mejor.
Quise besar cada peca, cada marca, cada cicatriz interna y externa.
Cuán perdido estaba...
Perdido en ella.
—Roja...
Susurrar su apodo la llevó a lo más alto, al clímax y mucho más allá.
Sus colores explotaron y casi quise poder ver los míos propios. Aunque fuese imposible, en aquel momento también me sentí resplandecer, me sentí vivo.
No había punto de comparación con ninguna, porque ella era ardiente fuego, una potente llamarada, capaz de derretir la más invulnerable frialdad.
***
Solo por esto me merezco que compartan la historia...¡En todos lados! Estoy roja como Anabelle.
Casi todo menos lo del final llevaba un año escrito y no pensaba en publicarlo porque eran fragmentos al azar más que todo. But well.
Ayer fue el aniversario de Colder y este es un bonito regalo. ¿Ya te adentraste en la trilogía? Si llegaste aquí sigue con Cold Blood y nos vemos pronto en Cold Soul.
Besitos.
Ig: Alesistuarez.
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