22. Cazador cazado

Ser el guardaespaldas de Agniet me estaba descontrolando, y que ella pensara que podía aprovecharse de eso lo hacía aún peor. Desde que Ashton había aparecido el clan era un caos total, había cegados apareciendo y atacando bajo las órdenes de Ashton.

Habíamos pasado de cazar y medio alimentarnos para sobrevivir, a estar siendo cazados y proteger al pueblo de los recién llegados. Se pospuso nuestra ascensión una semana, ahora ya llegaba el momento de partir.

Iríamos al este de Atenas, ahí donde el pueblo colindaba con una ciudad cuyos habitantes serían nuestro alimento. Agniet y yo fuimos los primeros en llegar, tuvimos que hospedarnos en un hotel gracias a que cierto rubio nos quería lejos de Atenas. Ella aparece frente a mí con solo una bata de dormir mostrando una sonrisa fría, la seda delataba su ausencia de ropa interior. Intenta acercarse y tocar mi pecho.

—Me has seguido los últimos tres días por toda la ciudad, compartimos un cuarto de hotel, me respiras en la nuca a cada instante ¿y cuando te necesito te alejas? —demanda furiosa cuando me aparto.

—Pues ¿Qué crees princesa? Son las órdenes de tu hermano —me froto el puente de la nariz, bastante harto.

Arion amaba demasiado a Agniet como para echarla de cabeza con el clan, él prefería aislarla de todo, conmigo tras sus faldas, antes de permitir que fuera corriendo tras Ashton como sería su plan inicial. O dejar que la acusen de confabularse con el enemigo.

Si hacía eso, todos se irían encima de ella. Y por más poder que tuviera Ashton, nunca se compraría al del clan más antiguo y numeroso que existía después de los clanes de Grecia. Ella sabía eso.

Aunque eso no me libraba de sus intentos por hacerme la vida imposible, como cuando me besó frente a Anabelle o cuando me obligó a usar aquel estúpido disfraz.

Durante tres días ha estado intentando obtener una reacción de mi parte, en esta ridículamente grande habitación de hotel, provocándome con frases insinuantes y esos atuendos. Agniet era sumamente atractiva, todos lo sabíamos y también estaba sumamente loca, ya me había quedado más que claro.

De pronto, luego de un duelo de miradas en el que me negué a ceder, ella me dio la espalda. Tensa de la rabia y con los puños apretados.

—Mi hermano no tiene idea de lo que es perder al amor de su vida —habló en un susurro, el resentimiento era palpable en su voz. Volteo a enfrentarme de nuevo, sus ojos adquiriendo brillo cuando se llenaron de lágrimas—. Ashton y yo fuimos uno, él me entendía, sabía lo que era llevar una vida de mierda antes de obtener la inmortalidad. Quería que yo fuera su reina.

Cuan equivocada solía estar la gente al hablar de otra persona cuando habían sentimientos de por medio, lo mismo había dicho Ashton sobre Anabelle años atrás.

—¡No! gritó Ashton entrando en el sótano del hotel.

Sus ojos estaban encendidos, así como los míos habían comenzado a hacerlo desde hace un par de días.

¡Tenía que pasar por el reposo! ¡Tenía que morir!

Sabía que no podía estar hablando de mí, pues yo sí había muerto en los últimos días y vuelto a la vida después de atravesar por aquello que ellos llamaban "El reposo".

Sonreí con desdén sabiendo que aquello lo enfurecería aun más.

¿La chica pelirroja? ¿No te bastó con ser un completo animal con ella? ¿Con joderle la vida?

Un objeto se estrelló contra la pared cuando perdió el control, sacándome un respingo, había pasado día tras día viéndolo enloquecer lentamente, yendo al hospital a averiguar sobre el estado de aquella chica que había visto con él. Esperando a que la dieran por muerta para reclamarla como suya, arrastrándola a esta miserable vida, a la que ahora yo también pertenecía.

Tiró de su cabello frenéticamente.

Contigo funcionó...

A mi me mataste.

A ella...tu apareciste ¡Es tu culpa! gritó acercándose pero no atreviéndose a enfrentarse conmigo—. Se la llevaron, mis padres están tapando lo que pueden ¡Soy un imbécil! no tengo mucho tiempo si ella decide denunciar, borré su memoria pero solo a medias...Ella va recordar y me va a odiar, no puedo vivir sabiendo que me odia.

Se balanceaba de un lado al otro, hablando a toda velocidad, con las manos temblorosas y los ojos enloquecidos.

Fue cuando supe que perdido a mí amigo. ¿Qué carajos? me había perdido a mí mismo. Y seguiríamos perdiéndonos durante los tres años que siguieron. Conmigo tras la pista de Ashton, cubriendo sus fechorías e intentando proteger a los que pudiera.

—Ashton solo habló a su conveniencia, es lo único que sabía hacer. —Agniet me miró furiosa, su amor la haría defenderlo a capa y espada.

No era necesario estar ciego para no ver aquello que te oprimía, ella sola elegía no verlo.

—Tampoco tú sabes lo que es —dijo llegando a mi lado en un solo parpadeo—. Ambos creen que esa chica es su salvación pero lo cierto es que no la hay. La única salida que tenemos es ser nosotros, sin tener que ocultar nuestra naturaleza, no dejar que un simple humano nos domine y ser los amos de toda esa raza inferior.

Al oírla hablar y dar ese discurso que tantas veces le oí decir a Ashton, me daba cuenta de que quizá ya no había forma de que volviera con nosotros. Ya era parte de ellos.

Suspire dándole la espalda, sentí su mano escurrirse por debajo de mi camisa y acariciar mi espalda, trazando todo el camino hasta llegar a mis abdominales, su otra mano se unió y pegó sus pechos a mi espalda. Sus cambios radicales llegaban a un punto alarmante.

—La lujuria es algo de lo que no podemos escapar Evan, es quizá nuestro mayor defecto —susurró con aterciopelada voz.

—Nuestro mayor defecto es ser una máquina de matar.

—Esa es más bien una virtud —canturreó posando sus labios entre mis omóplatos por encima de la tela.

Atrapé sus muñecas cuando vagaban más abajo, tiré de ella hasta tenerla enfrente, al mismo tiempo se soltó y me empujó con tanta fuerza que me tumbó sobre la cama. No había empezado a levantarme cuándo ya la tenía a horcajadas sobre mí con ambas manos sobre mi cuello.

—Lo deseas tanto cómo yo —jadeó balanceando sus caderas hacía adelante.

La reacción de mi cuerpo era algo que no podía controlar, eché atrás mi cabeza cerrando los ojos mientras ella seguía con su particular juego, con toda mi fuerza y poco autocontrol la mantuve inmóvil tomándola de las caderas, entonces posó su boca a un centímetro de la mía.

—Solo finge que soy ella —sus ojos se encendieron cuando se apoderó de mis labios.

El instinto primitivo era fuerte que e hizo que mis ojos hicieran lo propio y le di vuelta bruscamente dejándola debajo, mi mano voló a su cuello tal como ella había hecho conmigo.

Su bata se había levantado dejando a la vista la parte inferior de su cuerpo. Me rodeó con las piernas, mi camisa voló y ella sonrió satisfecha al saberse vencedora.

Pero se equivocaba en algo, no podía imaginar nada.

Porque nunca sería ella.

Estábamos por reunirnos con el clan, mi particular dolor de cabeza saltaba sonriendo de un lado al otro y cuando vimos a su familia, voló de mi lado para unirse a ellos. Yo me fui con los otros dos aspirantes.

Val se veía considerablemente cansada, tal vez se debía al viaje que tuvieron que hacer.

Ladeó su cabeza al verme, entrecerró sus ojos para luego ampliarlos y propinarle a su novio un fuerte golpe.

—¡Págame! —gritó atrayendo brevemente la atención de otros.

Dick pensó un momento antes de captar sus palabras y señalarme con reproche.

—No hermano, no lo hiciste.

—¿No hice q...?

—¡Si lo hizo! —interrumpió Val—. ¡Págame!

Veía del uno al otro sin entender, Dick extrajo un billete de cincuenta de su bolsillo y se lo tendió con una última mirada hacía mi.

—No puedo creer que te la follaras ¡Confiaba en ti!

Miré a ambos y blanquee los ojos al enterarme en la naturaleza de su apuesta.

—Son idiotas.

—Idiotas a quién cierta pelirroja no les arrancará la cabeza —canturreó Dick por lo bajo.

Le lancé una mirada fulminante.

Todos estaban listos, nosotros partiríamos primero. Solo esperábamos por la aprobación del líder, compartí con Arion una mirada y asentí.

Tenía órdenes de no perder de vista a su hermana.

—Sin mucho preámbulo, recuerden las reglas y...Buen provecho —abrió sus brazos con parafernalia.

Dick y Val desaparecieron rumbo a la ciudad cogidos de la mano y uno a uno el resto del clan les siguió. Agniet no siguió esa ruta, tampoco Charlotte, ni Hitach, ellos fueron directo al bosque...de vuelta al pueblo.

Arion y yo lo habíamos visto venir y planeamos la contención, él se encargaría de los miembros del concejo mientras yo iba por su hermana.

La perdí muchas veces, guiándome apenas por el rastro que dejaba. Agniet no daba pasos en falso, era suspicaz. La hallé de nuevo justo en la frontera del pueblo, en los bosques que rodeaban el lago, acorralaba a dos chicos, la densa oscuridad no me permitía apreciar del todo sus rostros, no me había alimentado y eso me estaba pasando factura minimizando mi visión. Hice lo posible por acercarme pero estaba demasiado agotado, cuándo huyó dejando a la chica atrás y llevándose al chico supe que no podía seguirle el paso sin beber.

La chica estaba hecha una temblorosa masa en suelo, llegué junto a ella y la tomé por los hombros, gritó, tuve que establecer contacto visual para que la coacción se encargase del resto.

—Te marcharás y reportarás la desaparición de tu amigo, se perdió en el bosque mientras jugaban a las escondidas —que historia tan cutre—. Tu cuello se hirió con una rama baja.

Aún más cutre.

Me hice con su sangre, dejándole lo suficientemente consciente como para salir del bosque y le guíe por el camino correcto antes de salir tras Agniet con una nueva vitalidad recorriéndome las venas.

Mientras corría, sin darme cuenta una figura cayó de los árboles directo sobre mí, con un gruñido me sobrepuse dejándole debajo. Era un cegado, uno que al igual que nosotros buscaba fuente de alimento.

La temperatura descendió y la niebla convocada por mi rival comenzó a aparecer.

—Ah no amigo, ese truco ya me lo sé, informa a tu maestro que te enseñe algo nuevo —rompí su cuello—. Cuándo te lo encuentres en la otra vida, bueno, en la otra, otra vida.

—Eres un imbécil —soltó una voz femenina detrás de mí.

Agniet ocultaba a su víctima detrás de sí.

—Y yo que iba a compartir contigo.

—No me interesa compartir nada contigo.

—Nada que no sea la cama —señaló triunfante.

Dos figuras se nos unieron, eran Arion e Hitach.

—¿Ya han cumplido? —inquirió un muy serio Arion.

Agniet miró tras de ellos con un atisbo de miedo.

—¿Do-donde está Charlotte? —su voz tembló.

Hitach miró enfurecido a Arion y este sonrió.

—Lo que se sabe, no se pregunta, hermanita ¿Has acabado?

Los ojos de la chica destellaron con furia, sin embargo, sonrió. Dio un paso lateral dejando a la vista a su presa, ya había olvidado que eso era lo que hacía cuando la enfrenté. Me tensé de pies a cabeza y fue mi turno de enfurecer.

—Ni se te ocurra...

—¿O qué? La cacería ya estaba aprobada y tú te has encargado de que la chica no nos delate. Nada me lo impide.

Miré a Arion y el desvió la mirada, Hitach era el miembro más antiguo del consejo y esta era la razón por la que no había acabado con él como seguro lo hizo con Charlotte. No podía romper las reglas que él mismo había impuesto esa sería la excusa perfecta para que el consejo fuera en contra suya.

Mientras el secreto estuviera a salvo, nada iba a detener a Agniet.

Y era cierto que yo me había ocupado de aquella chica.

Aunque quisiese tampoco yo podía hacer nada, acababa de unirme y eso me mantenía sujeto a sus órdenes.

Era la ley de la cacería.

Deseé que Arion la detuviera, deseé apartarla con mis propias manos y me sentí perdido y asqueado conmigo mismo por no haber hecho nada, una más, otra muerte que pesaría sobre mis hombros.

Con paso lento y decidido ella se agacho junto al cuerpo casi sin vida de su víctima y nos miró sonriendo.

—¿Me acompañan? —cuestionó inocente.

Solo Hitach se le unió.

Me marché antes de ver cómo era completamente drenada la sangre y la fuerza vital de Michael.

Bueeeenooo...¿salió algo corto no?

No tengo mucho que decir, nomás no me maten y vistámonos de negro para el próximo capítulo.

Estaban como amando mucho a Evan ¿No creen? Raios, que lastima que eso cambiara, ups lo siento de verás.

Besos❤

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