8. Sumergido
No necesito respirar para vivir, no puedo ahogar mi cuerpo de forma consiente, pero si pudiera elegir cómo morir, sería justo así y justo ahora.
No sé cuánto tiempo he estado sumergido bajo la templada agua del lago. La relajante sensación de no tener nada a tu alrededor, solo metros y metros de agua y silencio. Un silencio absoluto, un silencio que adormece.
En este estado nada me consume, no tengo que luchar contra la inestabilidad que me corroe, no tengo que fingir que cada parte de mi cuerpo arde por querer liberar mis instintos más primitivos.
No tengo que pretender que no me duele.
Estaba muy confundido, mi mente apenas trabajaba bien y cuando intentaba hacerlo era como si una voz susurrante lo instara a atacar. La incertidumbre me estaba matando, no podía recordar casi nada o tal vez sí, pero solo imaginarlo me asqueaba. Cerré los ojos en busca de paz pero solo podía verla...
La chica iba sola, era alta, delgada y bastante guapa. Emanaba un suave olor a fresas y lo iba dejando tras de sí con cada paso apresurado que daba.
La vi y sentía su miedo, su respiración agitada y el frenético pulso. La vi y estuve apunto de lanzarme sobre ella solo qué... me recordó a Ella justo antes de desaparecer, me recordó a Anabelle aquel día en el hotel y dudé, dudé sabiendo que no podía ser ese monstruo.
Pero al parecer sí lo había sido o... no lo sabía.
No recordaba haberlo hecho y eso me estaba jodiendo demasiado. Porque no me sentía satisfecho en absoluto, la ansiedad aún estaba muy presente y por más tiempo que pasara en el agua no me calmaría, lo sabía demasiado bien.
Pero si salía, temía descontrolarme de nuevo, porque también conocía lo que sucedería si lo hacía. Una vez que comenzara no podría parar.
Hace años que vengo aquí, desde que Ella se fue, este lugar es lo único que consigue darme paz, puedo sentirla en la brisa fresca, en las rocas que de vez en cuando me rozan y en el suave correr del agua.
Lo único que me separa de ser aquél que vive en mi interior.
Quiero prolongar mi sosiego lo más posible, mi hambre se intensifica con el pasar de cada minuto, pero soy fuerte, lo he sido durante mucho tiempo, puedo soportar la tortura que es no convertirme en una bestia.
Sabía que la paz se terminaría pronto y lo sentí en el chapoteo del agua por encima de mi cabeza. Por un momento mi mente me jugo una mala pasada, era como si Ella hubiera vuelto del más allá y estuviese bajo el agua frente a mí. Cuando las burbujas provocadas por la perturbación repentina del agua se aclara el rostro familiar de hace nítido y por supuesto que no es mi hermana muerta.
Frunzo el ceño, nadando hasta la superficie y quedando cabeza a cabeza con Elya.
—No creí que la pelirroja tuviera razón, pensé que se estaba vengando de mí al hacerme saltar en el agua helada.
Por supuesto, nadie más a parte de la pelirroja entrometida sabía de este lugar siendo mi escondite.
—¿Dónde está?
—Al otro lado, en la carretera, esperando en el auto, calentita —agrega con rencor—. Dijo que debía venir aquí y buscarte bajo el agua. Pensé que era una estúpida por pensar que funcionaría, pero yo lo he sido más saltando.
—Si estoy aquí solo es por algo, Elya —digo con hastío comenzando a nadar al muelle.
—Si estás aquí solo es porque terminaste tu relación con la princesa Vriklas.
—No puedes terminar algo que no ha iniciado.
Le doy una mirada de reproche cuando bufa. Me siento en la orilla de la estructura de madera, los pies me cuelgan hasta casi rozar el agua; los de ella quedan bastante por encima. Tiene el cabello pegado a la cara, va en bragas y una camiseta, aparto la mirada de su pecho cuando se hace evidente que no lleva sujetador.
—No iba a saltar vestida, pervertido.
Peleo contra una sonrisa.
—¿Por qué tú?
—Si te refieres a el porqué te he buscado, creo que sería porque muy seguramente le darías la patada a cualquiera de tus amigos que quisiera darte el sermón de que los amores van y vienen pero el vampirismo es para siempre. Y... porque creo que no tenemos un lazo afectivo fuerte como para que me afecte si me mandas a la mierda.
—Te pareces a Ella.
Se me escapa sin más, sin embargo, una vez que lo he dicho, todo parece encajar y me doy cuenta de lo cierto que es.
—¿Ese es el nombre de alguien especial?
—De mi hermana. Siempre iba a lo suyo, sin detenerse a pensar en sí los demás aprobarían su comportamiento. Sin importarle una mierda nada más que vivir la vida. Está muerta.
Asiente sin mostrar ninguna emoción en especifico.
—Eso es bueno, eso te garantiza que vivió la mejor vida que pudo darse a sí misma. Deberías hacer lo mismo.
Me río sin ganas, agachando la cabeza para luego levantarla y clavar la vista justo en el punto donde la perdí. De nuevo la veo, riendo con fuerza, justo antes de desaparecer
¿Tuvo miedo? ¿Pensó que la salvaría?
—Ella no se hubiese resignado, pelearía hasta el final. No se dejaría de lado por los demás.
—Pues sí que le has fallado si quería que hicieras eso.
En eso se parecían también, Ella nunca habría dudado en decir la verdad por más dura que fuera.
—Me fallé a mi mismo, eso es peor.
El silencio nos toma por un largo rato, no es incómodo, la fauna llena el vacío con sonidos silvestres casi musicales. Miro de reojo a Elya, juguetea con sus dedos, dudando si romper o no el silencio, suspira antes de decidir y comenzar a hablar.
—Antes del ataque que me convirtió, era muy cercana a una chica. Lo hacíamos todo juntas. Me gustaba, muchísimo. Pero sus padres rechazaban la idea de que alguien estuviese con una persona de su mismo sexo.
Gira los ojos con elocuencia.
>>Nunca traté de implantarle "mi ideología", de convertirla o algo, de hecho, ella me besó primero. Fue...intenso, yo no le hablé sobre mis sentimientos, ella no habló de los suyos, fue lo que fue. Para ella era divertido besarnos de ves en cuando e incluso llegar a más, pero jamás admitiría que le gustaba. Hasta que yo lo hice y enloqueció, pensó que era normal que las amigas hicieran eso, no pensó que era una "Jodida marimacho" —Elya emite una risa áspera—, estábamos discutiendo cuando un hombre se nos acercó. Era guapo de una manera sobrehumana.
—¿Vampiro?
Asiente distraída.
—Ella me gritó que me mostraría lo que las chicas debían hacer y entonces besó al desconocido y se fue con él. Tenía el corazón hecho pedazos pero me preocupaba lo que ese sujeto pudiera hacerle, la llamé mil veces, desesperada mientras corría de un lado al otro. Escuché gemidos en un callejón y cuándo lo vi solo pude vomitar.
>>Ella estaba cubierta de sangre e inconsciente y el sujeto inclinado sobre su cuello gruñendo de placer. Lo siguiente que supe es que estaba sobre mí y cuando sentí el pinchazo todo se volvió oscuro.
—¿Solo tú sobreviviste?
—Yo no llamaría a esto vivir, fue un bonito funeral doble quiero creer, cuando abrí los ojos estaba bajo tierra, en una caja, sintiendo que había un deseo animal en mi interior. Me sentí como un topo escarbando y tragando tierra, fue lo más horrible de todo el proceso, la desesperación por la sangre era mayor que la desesperación por salir.
Sabía que gran cantidad de vampiros no sabían que serían convertidos hasta después de ser enterrados, no todos tenían la suerte de un cambio rápido o de un reposo más parecido a un coma que a una muerte. Me estremecía pensar que cualquiera en el clan hubiera tenido que sobrevivir a eso. Había leyendas entre los antiguos miembros del clan, sobre vampiros débiles, inestables, que no lograban salir.
>>En el momento en el que estuve arriba escuché golpes y lo supe, ella estaba ahí, enterrada justo a mi lado. Y la saqué, solo para enterarme que aquello no era ni la vida, ni la muerte, sino un limbo escalofriante, algo de lo que no teníamos idea.
—¿Permanecieron juntas?
—La ciudad entera nos creía muertas, solo nos teníamos la una a la otra.
—¿Qué le pasó? —cuestioné intrigado.
—Me saliste chismoso.
—Intento desviar mi mente de mi desgracia.
Elya me mira fijamente, como alguien que entiende lo que llevo dentro, como alguien que ha estado ahí.
—Decía no recordar lo que pasó esa noche, nada. Pero no era cierto, el día que se lo dije de nuevo... ella se entregó al trono.
El reconocimiento llega a mi de pronto y abro los ojos con asombro, más que todo por no haber notado lo evidente antes.
—¿Oded?
—Esa perra maldita que me disparó una flecha.
—Mierda.
—Si, mierda. Si no hubiese estado tan asustada de sus sentimientos no habría huido, pero yo la presioné, solo la tenía a ella, a ella y una eternidad de incertidumbre. Estaba cabreadísima con la vida y con mal-re-nacido que nos transformó. Creí que vengarnos de él solucionaría todo y viviríamos felices para siempre.
—Lo matamos en la primera batalla —recuerdo la furia de las neófitas al pelear a mi lado contra uno de los vampiros antiguos—. Bien muerto.
—Por eso es que me caes tan bien.
—Evan Dawson, mercenario experto, a tu servicio.
—¿Acabas de bromear?
—No te acostumbres.
Suspira.
—Es más fácil asumir lo que la otra persona siente antes de realmente saberlo, a veces ni siquiera ellos lo saben. Es lo que tienen las emociones, seas humano, vampiro o una vaca, no puedes esperar que sean estables.
—Ya me parece que una vaca tiene mejor estabilidad emocional que yo la verdad.
—¿Crees que sea posible beber sangre de vaca? podría tomar unos cuantos litros ahora mismo, me lo merezco.
Eso me recuerda al hambre que he estado mitigando durante horas y tiemblo cuando los ojos me cambian solos.
—Necesito a Vriklas... a Arion —aclaro de inmediato—. Necesito alimento o voy a explotar.
—Espera ¿No te alimentaste anoche? —inquiere alarmada.
—No... no lo sé —gruño de frustración cuando el ardor empeora—. Creo que ataqué a alguien, pero no me siento como si me hubiese saciado, no recuerdo más que haber amanecido al pie del lago.
—Mierda —maldice y se levanta—. No hay forma de que sigas sediento cuando esa chica estaba prácticamente desangrada.
Suelto un juramento cuando comienza a correr con los pantalones y zapatos en las manos y solo me queda seguirle, tomando mi ropa del árbol donde la dejé. Eso significa que había un vampiro rebelde y probablemente ajeno al clan en Atenas.
A mitad del bosque casi atropellamos a un borrón pelirrojo que nos mira con las cejas enarcadas y respirando con dificultad.
—Pero que pintas —jadea al verme usando solo un bóxer.
—¡Tenemos que volver! —le informa Elya—. Evan no atacó a esa chica.
—Lo sé —Anabelle está muy seria— Y también sé quién fue.
Tenía que admitirlo, estaba herida, y un poco decepcionada.
Aún así, la resignación se estaba uniendo a la fiesta. Después de todo ¿Me había preguntado alguna vez que pasaría cuando todo aquello acabase?
¿Pesaba que tendría una vida junto a Arion?
No quería la inmortalidad, no quería separarme de mi familia o que en algún punto la creyeran muerta... de nuevo. No podía darles ese sufrimiento... de nuevo.
Aún siendo un híbrido, el envejecimiento estaba garantizando, o eso pensaba. Viéndolo bien, me sorprendió lo poco que sabía sobre lo que era. Cayden me había hecho creer que me estaba ayudando a entender cuando no era así, esa había sido otra de sus manipulaciones.
Otra de las razones que me hacían sentir inútil y estúpida.
Tenía poderes que muchos vampiros ni con antigüedad llegaban a desarrollar, tenía la fuerza y la resistencia de un ser de la noche, el hambre voraz por la sangre humana y un control sorprendente de la niebla.
Intento hacer un remolino en mi mano y sonrío distrayéndome. Hasta que el poder se apaga, dejando un rastro de dolor de cabeza y un zumbido fastidioso.
Era difícil controlarlo ahora que estaba tan cansada y sedienta. Hace tiempo que no sentía la cabeza como un radio sin frecuencia. De algún modo había estabilizado esa parte, tanto que lo hacía de forma automática, casi como los escudos de aura y de mente.
¿Tenía que ver aquello con los experimentos en Grecia? Las cosas que me inyectaban, las torturas, las situaciones extremas. Nunca me había detenido a pensarlo.
De hecho, nunca me había detenido a pensar en muchas cosas y ahora que aguardaba ahí, sola y en medio de la nada podía echar la vista al pasado y hurgar un poco en él.
Quería bloquear para siempre muchos recuerdos, pero eran los mismos que me llevarían a descubrirse a mí misma. Algo que tendría que haber pensado mucho antes.
Las voces tortuosas cesaron desde el primer día en Grecia. Cuando me instalaron en los laboratorios y separaron de los demás.
El temblor en mis extremidades cesó el segundo día, con las terapias de choque.
Mis sentidos se agudizaron el tercer día, luego de ser obligada a beber de un humano por primera vez.
Y después de eso, pasaron a las pruebas. Fueron demasiadas, tantas que ni siquiera las reconocía. Estudiaron desde la punta de mis pies, hasta mi cabeza, pasando por mi ADN y deteniéndose mucho ahí. Hubo mucha sangre de por medio. Las pruebas duraron unas semanas, cada día más agotador que el anterior.
Luego las inyecciones, era absurda la cantidad de inyecciones que tenía que soportar.
Detuve bruscamente la linea de mis pensamientos.
¿Cómo demonios estaba recordando cosas que antes no había podido?
Era cierto que sabía de las torturas a las que fui sometida. Pero jamás había recordado la parte de las pruebas y todo lo demás de forma tan específica. Tampoco los primeros días que estuve en el trono, pensaba que me habían drenado la energía y había estado desmayada esos días.
De pronto veía a Cayden participando en esas pruebas, observando todo desde la distancia, pero muy presente.
No podía ser cierto, yo había visto a Cayden por primera vez dentro de la cafetería, rodeada de todos los reclutas.
El corazón me empezó a latir con fuerza y más cuando sentí, que en algún punto del bosque, alguien me estaba observando.
Me quito el cinturón de seguridad a toda velocidad pero no salgo del auto. Intento calmarme y fingir que no he percibido nada, si es alguien poderoso, sentiría mi miedo. Busco alrededor sin aparente interés, analizando cada centímetro de bosque.
Pero no había nada, solo... tenía sueño, un sueño bastante repentino y muy fuerte. ¿Qué estaba buscando? ¿Y por qué de pronto el asiento se le hacía el lugar más cómodo del mundo?
No había terminado de pensar cuando ya había cerrado los ojos y relajado el cuerpo, sumiéndome en la oscuridad.
Desperté en medio del bosque y en cierto modo supe que no había despertado del todo.
Ningún detalle a mi alrededor era nítido, ahí donde pusiera la vista solo veía el verde de los árboles siendo nublado por una espesa niebla. Di vueltas, sin moverme de mi sitio, intentando encontrar de donde provenía la mirada que aún sentía sobre mí.
De pronto, el escenario se volvió más frío y oscuro, pese a ser un sueño lo sentía muy real. ¿Era un sueño o era...?
—Una ilusión, es más fácil crear una ilusión en tu mente a introducirse en un sueño, además, las acciones no son limitadas.
De pronto sentí como dejaba de respirar, el corazón me iba tan rápido que me retumbaba en las orejas. Estaba paralizada, incapaz de girarme a enfrentar esa voz.
No fue necesario, cerré los ojos en el momento en el que lo sentí posarse frente a mí.
No podía ser, era imposible...
—Bueno, será difícil mantener una conversación si no me miras.
—T-tu —mi voz era aguda y titubeante—... Estás muerto.
—Ojalá, preciosa —aún no me atrevía a mirarlo—. Lo cierto es que no, una vez más, fui devuelto a la vida y de una forma muy poco cortés a decir verdad.
Negaba con la cabeza.
—¿Cómo...? Yo lo vi, yo te maté —recordarlo dolía, intenté que no se notaran las fuertes ganas que tenía de echarme a llorar.
—Ana, estás en un mundo que hace menos de un año creerías imposible. Y ni siquiera has visto el alcance que puede tener. Debes saber exactamente cómo y donde apuntar para dar un golpe de gracia y sobretodo, que no haya una manera en la que tu enemigo pueda sanar y volver.
Por fin abrí los ojos, y ahí estaba él. Elliot. Tal como lo recordaba, quizás un poco más pálido y más esbelto, con el pelo más rubio y los ojos ya no eran de un azul tan oscuro sino más bien claro.
—Pero la reina.
—Era antigua sí, pero también estaba senil y casi cegada por años de darle su esencia a su monstruosa criatura. Ademas, tener a Arion ahí la debilitó lo suficiente para que no hubiera forma de regenerar un puñal directo al corazón. Era un final predecible, solo había que ponerle rostro al contendiente. Y por supuesto, nadie se esperaba que fueses tú, digamos que desestabilizó aún más las cosas.
O sea, había sido un golpe de suerte.
O de mala suerte.
—Eso me queda claro —murmuro—. Lo que no entiendo es ¿Qué haces aquí? ¿Secuestrarme otra vez? ¿Matarme?
—Anabelle, mis planes nunca incluyeron dañarte, solo —saboreo la palabra siguiente—... usarte en mi propio beneficio.
Me entraron las ganas de lanzarme en su contra, golpearle y volverlo a apuñalar, esta vez sin arrepentimientos. Pero sabía que en este estado no podría, apenas sentía mis poderes, hacía demasiado que no me alimentaba.
—No te molestes, tampoco podrías hacerme nada, tu cuerpo sigue medio consciente en el auto, en trance. Aunque lo quisieras, no podrías atacarme.
—Listo de mierda, sal de mi cabeza.
El miedo ya se había evaporado y lo había sustituido su furia.
—No puedo perder más tiempo. Kate fue más cooperativa que tú —se acercó con cara de fastidio—. ¿Te preguntaste por qué acabas de ver lo que Cayden quería que olvidaras? Así es, fui yo y es importante que lo recuerdes porque tiene que ver con lo que voy a mostrarte ahora.
No me dejó replicar, sus manos fueron a mis mejillas e instaló en mi frente sus pulgares, sus ojos se clavaron en los míos y todo lo que vi fue una luz destellante antes de sumirme en la oscuridad.
Me pregunté por qué aquello dolía si se suponía que era una ilusión.
***
Vota, comenta, comparte y gánate una galleta.
Besitu.
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