6. Díselo
El detalle de la bienvenida fue bonito, también el ver a Eithan y Eris, Val y Dick estar juntos sin sufrimientos de por medio. Ambas parejas debieron sufrir demasiado el casi perderse mutuamente y ser testigo del amor que se profesan es un poco triste para quien anhela tener eso. Agniet y Evan lucen cercanos, jamás vi tan relajada o alegre a la menor de los Vriklas y cuando Evan cruza su mirada con la mía, ella hace lo impensado, me sonríe, con una amabilidad que en el pasado fue fingida y ahora es verdadera y destellante.
Casi me caigo de culo y su sonrisa se vuelve un gesto incomodo de vergüenza ajena.
Dios, son tantos vampiros... chicos, esta noche he decidido que todos somos solo chicos. Como una reunión de universitarios donde todos charlan sobre problemas triviales de la vida adulta. Cuantas cabezas quitaron en tal batalla y cuantos litros de sangre se necesitan para sobrevivir una semana de abstinencia. Triviales.
Casi olvido a Elya, Ivy y Julián. Se llevan tan bien que da miedo, e incluso enseñan a Kate algunas palabras en español. Esta última para de intentar decir algo que suena muy grosero entre risas y viene hasta mí con una sonrisa.
—Tu eres muy de pinga.
Me río porque parece estar ebria. Sonríe con los ojos entrecerrados, si, está muy ebria. No parece tener mucha tolerancia al alcohol.
—¿Qué significa?
—Julián dice que es como decir genial. Y también eres muy arrecha. Eso quiere decir valiente.
—No creo que quiera decir eso.
—¡No me importa! Son las nueve treinta, estoy ebria, tengo a mi mejor amiga y estoy rodeada de vampiros. ¡Estoy viviendo el sueño adolescente!
Me preocupa su tono, demasiado agudo para ser real, un entusiasmo fingido que conozco tan bien. Frunzo el ceño al mismo tiempo que nos tambaleamos, su voz y su sonrisa me recuerda a los últimos días de Elliot como humano, la decadencia que había tenido, para entonces él ya sabía el secreto y lo único que hacía era alcoholizarse, la única vez que lo vi sobrio fue el día en que lo conocí y ni siquiera me consta. Lo vi consumir su humanidad hasta el último día.
Y Michael, él no sabía la verdad, sin embargo, el saber que sus amigos lo dejaban fuera de algo importante lo quebró y dejó vulnerable.
Me llena de ansiedad que estar de nuestro lado, con todo lo que eso implica, esté siendo demasiado para Katherine. No puedo divisar un futuro en el que el brillo de sus ojos se apague por culpa de este mundo venenoso. No podía permitir que siguiera arrebatándome lo que más quería.
—¿Sabes que puedes contarme lo que sea verdad? —presiono sus mejillas para que me mire fijamente— Cualquier cosa Kate.
Sus pupilas se dilatan, y la suelto espantada. No quería realmente coaccionarla, no era mi intención violar la privacidad de su mente, ni siquiera sé a qué la estoy impulsando pero ella luce contenta de clavarme un dedo en el pecho.
—Eres mandona, pero convincente. Te voy a decir una cosa —arrastra las palabras, señalándome con un dedo—, vive el momento ahora con él —apunta ese dedo a cualquier lado—; vívelo como si mañana el mundo fuera a dejar de existir y díselo, Ana. Díselo, porque podrías dejar de ver la luz en sus ojos, podrías arrepentirte toda la vida de no habérselo dicho a tiempo y lo perderás, lo perderás y se sentirá como la mierda porque estarás hundida en la culpa y atrapada en un amor que nunca pudo ser.
Me quedo pasmada, escuchando su voz y su aura llenarse de una tristeza tan desgarradora que me abruma y deja pasmada cuando su cuerpo se desploma sobre el mío. Apenas llego a tiempo para atajarla y no caer las dos. Los que presenciaron la escena en la distancia, se muestran preocupados.
—La llevaré a su casa —Evan me la quita de los brazos.
—Parece que ha estado sufriendo durante demasiado tiempo —murmuro para mi.
—Más del que admite —asegura Evan.
Lo veo salir por el pasillo y señalar las llaves de algo a Agniet, ella las toma y lo sigue, cuando pasa por mi lado parece querer decir algo, parece pensarlo mejor y se va con la cabeza gacha. Julián los sigue, con la excusa, de ver el pueblo. No lo creo, la preocupación en su rostro es genuina no se ha despegado de Kate desde que la conoció.
Me quedo mortificad y sin poder dejar de pensar en las palabras de mi amiga. Viendo a las parejas frente a mi y al recordar lo que pasó con Michael, todo cobra sentido. No quiero arrepentirme, no quiero dejar atrás lo que siento.
Mis pies parecen encontrar solos el camino y me siento tonta caminando por los extensos pasillos de la casa Vriklas, no tenía idea de donde podría estar escondiéndose, pensé que me tomaría toda la noche, hasta que una bola de pelos oscura aparece entre mis pies. Hades me mira con hastío, como diciendo "¿Qué haces parada ahí imbécil? Sígueme". Y así lo hago, hasta llegar a una oficina amplia, cuyas paredes están cubiertas de libreros a tope y el centro hay un desordenado escritorio detrás del cual se encuentra Arion, con la mirada tan perdida que dudo me haya oído llegar.
Su aura es un caos, que aparecía y desaparecía como si una oleada de emociones demasiado fuertes, le impidiera ocultarla del todo y, aunque no puedo leer su mente, puedo deducir en qué piensa, suelta suspiro profundo emana frustración y el tono de sus palabras es igual.
—Aún así no consigo descifrar en qué punto me enamoré como un jodido imbécil.
Creo que mi corazón pudo haberse detenido por un segundo o dos, si, quizás más.
—Avísame si lo descubres.
Por primera vez creo que fui yo quién lo tomó desprevenido, lo veo tragar fuerte antes de levantar la vista.
—Digo, porque me gustaría saber en qué momento caí yo también.
—Has mejorado en pasar desapercibida.
Ignora el anterior tema como si nada, pero no pensaba dejarlo así.
—O tal vez ya no prestas atención a los detalles.
—¿Contigo? Es difícil prestarle atención a algo que no sean tus piernas en ese vestido.
Ese camino tenía mejor pinta.
—Que bueno que me he afeitado bien esta tarde.
Tan pronto como acabo de decirlo me arrepiento. Veo a Arion sonreír después de mucho tiempo y es esa sonrisa petulante que, sin darme cuenta, he extrañado tanto, me pone a latir demasiado fuerte el corazón y a temblar entera.
Yo puedo sentir mi propio pulso, sé perfectamente que él lo percibe, tan atronador como está en este momento.
—Define "bien afeitada".
Recuerdo todas las veces que ha hecho insinuaciones en ese tono y con esa cara socarrona, se vienen contra mi, un ataque intenso que me deja la cara ardiendo. Entrecierro los ojos en su dirección, sabiendo que es él quien ha puesto esas imágenes ahí y me responde con una risita silenciosa.
Sin importar cuanto tiempo pase, él seguirá teniendo este tipo de poder sobre mí y aunque quisiera seguir por este camino me obligo a ponerme seria. A mirarlo fijamente, con determinación marcada en mis facciones. Tan pronto como lo hago siento el ambiente cambiar y adquirir un aire pesado e incomodo para ambos.
No soporto el silencio y no puedo más que acercarme un par de pesos y al estar frente al escritorio, frente a él, noto como se tensa.
—Estando en la celda me dijiste algo.
—Dije muchas cosas, roja.
¿Por qué tiene que llamarme así justo ahora?
—Aparte de profesar tu evidente odio, claro —me aclaro la garganta cuando siento mi voz temblar—. Sobre que no te conocía... y sinceramente, tienes razón. Apenas sé nada sobre ti y es injusto que aún así esté sintiendo esto desde hace tanto. Es extraño recordar que te he tenido apenas una milésima de tiempo cuando tu llevas vivo casi doscientos años...
—Ciento noventa y nueve, para ser exactos.
Ignoro su intromisión poniendo mala cara y me siento en el borde del escritorio, dándole la espalda a propósito.
—Cuando me fui, solo podía pensar en mi familia, en lo que el trono podría hacerles, Ashton sabía a la perfección quienes me rodeaban, sabía todo de mí, me tenía a su merced —recordaba el miedo, el pánico de pensar me ellos enfrentasen los horrores a los que me sometieron—. Supongo que ambos tomamos la decisión equivocada, él confió en el trono y eso le costó la vida. Por mí. Al igual que Elliot, por mí, siempre por mí. Estar allá solo me confirmó que en este mundo solo se está rodeado de muerte. Estaba agotada de sentir miedo todo el tiempo, de sentirme débil e indefensa. Con Cayden...
—Detente, no me interesa saber lo que sientas o pienses de tu principito.
Veo como la sola mención hace que apriete el agarre de los reposa-brazos y temo que pueda romperlos en cualquier momento.
—Cállate y escúchame de una vez, maldición.
Me giro frustrada y quiero golpearlo pero ya no se encuentra en su asiento sino justo frente a mí, bloqueando la salida con algo parecido a la angustia en sus ojos y caigo en cuenta entonces de que creyó que me iría. Aguarda cauteloso mientras me recompongo y vuelvo a enfrentarlo, mis nervios se han crispado por tenerle tan cerca y su familiar olor me marea un poco. Joder.
Odio tanto el no querer controlarme y tener que luchar con toda mi voluntad para no tocarle. Tanta abstinencia de sangre y de él me ha enloquecido. Necesito que me toque. Pero necesito aún más dejarle claros unas cuantas cosas que ni yo alcanzaba a entender del todo.
—NUNCA sentí nada por Cayden, solo una profunda lástima y decepción, es una marioneta que Sabina creó con toda la intención de hacer que pisotear a la raza humana y hacerse un ser superior sea su único objetivo. No podía siquiera simpatizar con él. Pero eso tú lo sabes, has estado en cada maldito rincón de mi cabeza, de mi corazón y mi cuerpo. Sabes todo de mí porque te lo he mostrado, te lo he dado —me calmo antes de desviarme del tema principal—. Tenia fotos de mi familia, de Katherine. ¡Tenía fotos de mi padre! A quien ni yo he visto en años. Estaba lejos de estar contenta como dijiste ¿Crees que podría estar feliz al lado de alguien que mandó a que casi me despellejaran viva? Me torturaron tanto que había días en los que deseaba que me hubiesen llevado solo para matarme. Incluso intenté... intenté...
Las imágenes de mi intento fallido de quitarme la vida son tan nítidas que siento que él puede verlas cuando mis ojos captan los suyos, tan pálidos como siempre pero demasiado dolidos.
—Basta —murmura con dolor evidente.
Lagrimeo cuando aparta la vista. Me impulso adelante para tomar sus mejillas entre mis dedos y obligarlo a devolverme la mirada.
—Vas a escucharme y a mirarme aquí y ahora —ni siquiera me importaba lo deforme, hinchada y húmeda que mi cara pudiese estar—. Cayden me sacó de todo ese lío de experimentos para hacerme creer que estaría a salvo con él, me amenazó, entrenó y quebró mentalmente, todo para poder atarme a él y no pudo hacerlo. El hombre que tiene a toda Grecia a sus pies con su poder no pudo doblegar mi espíritu porque solo te pertenece a ti, por ello eres el único capaz de echar abajo todas y cada una de las barreras que me impuse. Dejar mi mente dormida hubiera sido tan sencillo, Arion. Pero tu estúpida cara no dejaba de aparecer y mis ganas de no decaer aumentaron. Aún así, estaba sola...
—Lo sé, Anabelle, joder, lo sé. Maldita sea. Lo vi ¿Vale? Lo vi todo. Y ha estado atormentándome desde entonces. Si dije que no me conocías fue porque si lo hicieras, sabrías que yo no te habría desprotegido jamás, ni a los que te importan. ¿Sabes cuantas noches en vela los observé? Asegurándome de que nadie se acercase. Patrullábamos casi a diario cuidando de que los enviados del trono no se acercaban. Me maté de hambre mientra hurgaba por doquier una forma de sacarte de la mierda en donde te metiste. ¿Tienes idea de lo que fue hacer todo eso y verte ahí riendo y bailando con otro?
—Estaba fingiendo —murmuro.
—Como si no lo hubiera notado, esa jamás serás tú.
Lo miro con rapidez, confundida. Incluso mi llanto cesa por tal revelación.
—¿Entonces, por qué? ¿Por qué no me dejas conocerte?
¿Por qué declararme la guerra? ¿Por qué herirme como lo hizo? Mi voz se quiebre y el pecho me retumba con un sollozo.
Luce afligido, pensativo y sobretodo arrepentido.
<<Quiero que lo hagas>>
¿Por qué siento que solo habla conmigo de esta forma cuando no sabe como expresarse?
<<Entonces, muéstrame cómo>>
Suspira para volver a caer en su silla, luciendo agotado y clavando la mirada en la nada.
—Estaba furioso, incontrolable, mi cuerpo solo respondía a los instintos más bajos y brutales de mi esencia. Me había llevado al límite y para ese punto ya no sabía como controlarme, no quería hacerlo. Estaba dispuesto a matar a todos en esa villa con tal de traerte a salvo, sin importar que todo el bajo mundo se me viniera encima. No podía concebir la idea de otro besándote, tocándote, no podía imaginar salir de ese lugar sin ti, estaba perdido, en la ira. Tenía que drenarme para poner en orden mis ideas. Estaba ahogado en la desesperanza pensando que me dejarías de nuevo.
Pienso en la muerte de Vlad, lo había usado para dar rienda suelta a esa bestia, lo había vencido a pesar de que era tan antiguo que ni siquiera tenían registros primordiales de él. Pienso en tantas cosas y lo que sale de mi boca es la que menos debería tener que aclararle:
—No me ha tocado.
Me pongo roja, de acerco y termino mirando a sus pies porque ha sido lo único que conseguí articular. Arion sonríe con amargura, como si detectase una mentira en mis palabras.
—No en ese sentido en concreto, pero ha puesto sus manos sobre ti —en tacto de sus fríos dedos es refrescante para mi ardientes mejillas, ahora es el quien me obliga a mirarlo y veo como sus ojos vuelven a adquirir brillo—. Quiero que me conozcas, roja. Quiero todo el paquete de cursiladas mortales de esta época. Pero no es sencillo para nosotros, no estamos en las mismas condiciones que cualquier relación mortal.
—Bueno... con la contaminación y eso... el mundo se está yendo a la mierda para todos por igual.
Ríe y mis rodillas chocan en un temblor desesperado.
>>Cuando tuvo sus labios sobre los tuyos... Dime ¿Se sintió remotamente como esto?
No se a lo que se refiere, al menos no hasta que mi mente logra procesar que me ha besado. Que me sigue besando y aunque respondo tarde puedo percibir la urgencia en ambos.
Lo había extrañado tanto.
Cierro los ojos y me abandono en la desesperación y necesidad de nuestro beso. Chispas recorren mi cuerpo entero, reviviéndolo y alcanzando partes que debo apretar en busca de algún alivio.
No me da descanso, ni siquiera no estamos tocando demasiado hasta que separa mis rodillas buscando colarse entre ellas y a la mierda el ser aún una mortal que requiera de respirar para vivir. Cuando me separo de sus labios buscando oxigeno permanezco con su frente pegada a la mía, respirando sobre su boca, agitada, desorientada y vamos, es Arion, por supuesto que estoy muy prendida.
—Na-nada —tiemblo y jadeo al hablar sobre sus labios—. Nunca, ni en un millón de años o en toda la eternidad, va a sentirse como esto.
<<¿Esto en que punto nos deja?>>
La pregunta que resuena en mi aún atolondrada cabeza me indica que tiene miedo de la respuesta. Que las emociones lo abruman tanto como a mí. Muy seguramente somos una bola disco de colores para todos. Yo veo su aura y es tan luminosa que me hincha el pecho de emoción. Ahora que soy capaz de ver como ellos me pregunto cuántas veces habrá dejado que su interior hablase por él y cuántas veces lo habré hecho yo.
<<En uno de no-retorno>>
Me dejo ir, sin bloqueos, sin represiones. Quiero sentir que me hace brillar como yo a él, quiero que lo sepa, quiero decírselo sin utilizar palabras.
Meme renovado con mi cara.
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