IV
Julián jamás imaginó estar en la sala del trono en esas condiciones, sí había entrado un par de veces por curiosidad. Quería saber cómo era aquello de lo que todos los reclutas aspirantes hablaban pero pocos conocían. Se alegraba que en una de esas infiltradas hubiese conocido a Anabelle, la princesa podía estar loca pero era su única amiga y estaba en circunstancias similares a las de él.
Con una voluntad propia debería ser fácil escapar del yugo del trono, si solo la supervivencia se garantizase teniendo voluntad. Una vez le dabas la espalda al trono al cruzar esos muros y la muerte sería tu más leal perseguidor.
Existimos pocos vampiros con la fuerza suficiente para no ser subyugados, depende mucho de cuan afectado esté tu mente en la fase de quebrantamiento, si superas eso y finges lo suficiente, el juramento no tendría poder en ti. Para Julián fue difícil darse cuenta que donde los demás actuaban como autómatas, impulsado por las ordenes de superiores y sin apenas pestañear para cumplirlas él solo las cumplía por no meterse en problemas en su nueva vida. Luego, cuando los no-subyugados comenzaron a revelarse, uno tras otro cayó, siendo erradicados para siempre de cualquier vida.
Pero eso a él poco le importaba, su vida no tenía mucho para ofrecer, la inmortalidad no le atraía en absoluto y si pudiese escapar ni siquiera podría regresar con su familia. Si Julián no se iba era por las amenazas del que todo lo sabe, no, no Dios. El trono. Ellos podría encontrar a su familia en cuestión de segundos y terminar con lo que empezaron cuando lo transformaron.
Julián comprendía que de aquel encarcelamiento lleno de marionetas disfrazadas de un ejercito leal no había escapatoria.
Cuando el príncipe lo mandó a llamar a él específicamente, temió. Al estar frente a aquellos imponentes tronos, temió. ¿Después de recibir las ordenes reales? Temió aun más. ¿Por qué a él? De todos los guardias preparados en la villa, de todos los aspirantes con mayor experiencia y más nivel de compromiso ¿por qué precisamente él? Algo en todo aquello no le parecía lógico, nada, en realidad. Y la mirada helada que le dirigía el príncipe desde el trono principal no le gustó en absoluto.
Sabía a la perfección que si se negaba dudarían de él de inmediato, una buena marioneta no rechista. Julián emitió el "Sí, su majestad" y la sonrisa que le fue otorgada caló hasta lo más profundo de su sangre.
***
Su cuerpo no podía seguir avanzando, no sin alimento. Fueron casi un día de viaje por tierra desde que el avión real lo dejó al otro lado del atlántico y luego un brutal ataque por parte del líder del clan al que fue enviado como mensajero que drenó gran parte de su fuerza vital. La necesidad era tal que su garganta quemaba, como si incrustasen cientos de clavos ardiendo al mismo tiempo, perdía el control de su visión porque sus ojos ardían y todo se trasformaba en una escala de grises donde solo destacaban las figuras de animalillos silvestres en a aquella inmensidad boscosa. Pero sabía que un animal no le brindaría la fuerza que necesitaba.
Julián solo se había alimentado directamente de una persona una vez, cuando recién despertó del reposo y en el área lo obligaron a beber de algún lacayo humano para que despertase sus sentidos por completo, luego de eso solo eran dosis racionadas que les hacían llegar a diario a los reclutas.
Julián temía, de que cuando lograra tomar sangre de una victima por su cuenta perdiera el control y se convirtiese en uno de los tan temidos cegados. Esos con los que el trono no tenía piedad. No podría aguantar por mucho, su sentido de la orientación comenzaba a fallar, no podría soportar un viaje de regreso a Grecia. No sin enfrentar su mayor miedo.
Cuando cayó por tercera vez lo percibió, el olor a carne tostada al fuego que en su época mortal le habría vuelto agua la boca. No fue eso lo que despertó su instinto, sino las risas lejanas y el pestilente pero apetitoso sabor de la sangre humana.
Cual depredador, Julián se movió entre las sombras, impulsado por el salvaje deseo de saciar su sed. Tras unos espesos arbustos observó; eran tres siluetas de jóvenes humanos rodeando la luminosa hoguera donde asaban los trozos de carne. En el ambiente se percibía alegría y mucha...pero que mucha cerveza.
Julián no quería atacar.
Julián quería ser mejor que una bestia llevada por los impulsos.
Pero cuando una de las figuras se alejó en el espesor de la negrura, Julián sucumbió.
Una vez probada la experiencia y el frenesí de tomar tu propio alimento era difícil detenerse, Julián se dio cuenta que había bebido de más solo cuando el humano se desmayó entre los matorrales, entró en pánico intentando recordar cómo se tomaba el pulso, a duras penas pudo hallarlo debido a lo débil de este. Recuperado del mareo por la sangre intoxicada y la euforia del momento, huyó.
***
Estaba oscuro, la noche solo iluminada por millones de estrellas.
Quien diría que habían vuelos comerciales para vampiros. Ese mundo no paraba de sorprenderle con cosas tan estúpidas como aquellas. Estaba de vuelta en Grecia, casi consigue reírse por lo mucho que ha recorrido desde que salió de su país. Tras un día duro en el que tuvo que contenerse de no saltar sobre la gente había llegado a la villa, escoltado por un par de guardias en una camioneta de la familia real.
Al principio no se le hizo raro, de hecho, fue más fácil que volver por su cuenta, algo que, obviamente no pensaba hacer porque de escapar ni sabría a dónde. Comenzó a temer cuando se desviaron de la villa a la torre astronómica.
Él sabía que esa era la entrada al área, sin embargo, algo le decía que no era allí donde se dirigían.
El príncipe con su escolta al completo, erguido en toda su altura le esperaba al cruzar la puerta. El temor por fin apareció, oculto tras la máscara de soldado. Pero hasta esta falló, porque su majestad tenía un secreto que él no conocía. Podía desencriptar cualquier mente, sacar con facilidad lo que desease.
Por ello cuando Julián procedió a declarar que el mensaje se había entregado Cayden lo acalló, estirando su mano en una orden simple, pero firme.
—Un verdadero soldado jamás habría dudado —comenzó a decir con voz neutra—, se habría enfrentado a Vriklas con tal de defender al trono solo por que es su deber. Y sobretodo, un soldado jamás se habría preocupado de la salud de un humano cuando su único fin era volver sin ningún miramiento. Si vas a fingir, al menos ten la decencia de no exhibirte a ti mismo con tus pensamientos.
Ya estaba hecho, debió actuar...debió huir. Decidió quedarse y ahora estaba acabado.
» Al menos pensé que Vriklas sería fiel a sus propias reglas y te mataría por ingresar en sus territorios —bufa y se hace a un lado revelando una de las dos entradas al subterráneo, la que daba al calabozo—. Supongo que será trabajo del trono ocuparse se un traidor.
***
Lo que pasa después se verá más adelante lol. Esto era parte del maratón pero como me vine a mi cueva decidí subirlo ahora para no estar dos semanas sin actualizar. Uf, no sé ni como escribir todo el caos que viene y está en mi cabeza. Denle amor a esto y a los capítulos anteriores, mucho amor o me voy a tardar en subir los últimos caps. Miren que estamos en la recta final.
Ah. Y el que adivine la nacionalidad de Julián le dedico el siguiente cap, yo dejé pistas en todos los caps donde sale.
Los amoo, besitos.
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