7. Prueba de mi mundo
Yo intentaba recolectar información, en serio que sí. Cada mañana cuando Cayden me buscaba para desayunar y parloteaba sobre sus proyectos en el área de contención, tenía que tragarme mi rencor por lo que viví allí y hacerme la interesada. Por su parte él era demasiado escueto con lo que salía de su boca, no me daba nada que fuera de verdad útil y solo me evadía con charla vacía cuando preguntaba algo que no debía.
Hasta ahora esto tenía: el concejo se prepara para algo importante (sabrán los dioses qué), aparentemente hay fecha para el juicio de Arion (quién sabe cuando) y Cayden se ve extremadamente bien en camiseta ajustada.
Eso no es relevante...creo.
Las prácticas comenzaban por la tarde, a las dos p.m hasta las cinco o seis. Cayden se volvía muy profesional llevándome a mi límite humano.
Una gran fila el dagas, cuchillos y espadas se extendían en una mesa rectangular cubierta por una lona. Demasiados tipos, diseños y tamaños de armas blancas que no podía tocar, aún no era tiempo.
Admirándolas a la distancia estaba yo, con el pelo hecho un desastre, la respiración agitada, sudor corriendo por mi rostro y ganas de echarme en el piso hasta morir.
El príncipe de la desgracia se veía perfectamente fresco luego de dos horas de entrenamiento. Claro, él era el inmortal en este dúo.
—Si te alimentarás no tendrías ese problema —le extiendo el dedo medio en señal de descontento—. No explotaremos tu potencial de híbrido siendo mayormente humana, los efectos de tu última dosis de sangre ya se ha desvanecido.
Que ganas de clavarle un cuchillo en el culo.
Para mi, ingerir sangre va en contra de todo con lo he luchado desee que entré en este mundo. Representa la perdida de mi humanidad, ser convertida en un monstruo, ninguna de las veces anteriores he logrado contenerme y sé que aún no soy capaz de hacerlo, su sola mención provoca en mi una gran ansiedad que me corroe.
Me es inevitable admitir que mi cuerpo lo necesita, lo anhela como el aire para respirar. Sin embargo, mi mente se resiste y seguiré haciéndole caso mientras mi voluntad lo permita.
—Entiendo que para ti es difícil...
—¿Como puedes hacerlo? —interrumpo—. Para ti es algo normal, está en tu naturaleza, lo necesitas para vivir. Para mi no, solo lo desea esa parte de mi que llegado a odiar, porque es un parásito que busca saciarme para cegar mi verdadero ser.
Odio eso, detesto cuando mi lado no-humano toma el control. Lo que hice en la planta me persigue, me atormenta la imagen de aquellos hombres sin vida a mis pies, aún más el saber que lo disfruté.
Cayden me escucha con los labios apretados, sigo viendo en sus ojos aquel brillo extraño que me impulsa a confiar en él, que me ha llevado a estar aquí.
Por fin consigue el valor para responderme.
—Tal vez no lo hago, llevo mucho tiempo en esta vida. Debes recordar que en un principio tampoco me aceptaba, creo que para nadie es fácil saber que se ya convertido en un depredador mitológico, en una bestia. Anabelle, te comprendo más de lo imaginas, desearía poder mostrártelo pero desgraciadamente aún no lo creo oportuno.
Eso me descoloca ¿Que es lo que no puede mostrarme? Quiero preguntarle, miles de cuestiones surcan mi mente justo ahora. Y mis palabras se ven inoportunamente interrumpidas por la aparición de Ivy.
Como siempre, llega en una ráfaga; dirigiéndose únicamente al príncipe, se alejan al otro lado de la habitación para comenzar a hablar muy serios, dejándome junto a la mesa. Quiero oír y enterarme de lo que sucede.
No obstante, tengo frente a mi una preciosa oportunidad. Una que tiene empuñadura de rubí y hoja curva.
Hago amago de peinarme, haciendo que mi cabello caiga a mis lados creando una cortina, dejo caer la coleta y es en ese momento cuando cojo la daga y me agacho para deslizarla dentro de mi bota y cubrirla con el chándal.
De vuelta arriba, recojo mi pelo en una cola alta, Cayden desvía su vista a mi solo un segundo, asiente distraído y ambos vuelven a mi encuentro.
No pude saber si vio lo que hacía, solo rogar que ese no fuera el caso. Ambos llegaron entonces a mi lado.
—Espero puedas disculparme, me es necesario dejar hasta aquí nuestro entrenamiento de hoy —me desconecté de su charla protocolar.
Di media vuelta, despidiéndome y yendo en dirección a las escaleras que llevaban al ala oeste. No lo niego, el corazón me latía a mil por hora y no había forma de calmarlo por muchas reparaciones que tomara.
—¿Anabelle?
El aire se detuvo en mi garganta y mis pies se quedaron plasmados en el lugar por inercia, giré a mirar al príncipe por encima de mi hombro.
—¿Cayden? —intenté que la voz me saliera firme.
—Mañana tampoco habrá entrenamiento, debo mostrarte algo importante.
Casi suelto un gritito de alivio, mi corazón volvió a latir y mis hombros pudieron relajarse.
—Muy bien —asentí con una media sonrisa que no pude evitar al haberme salido con la mía—. ¡No llegues tarde a cenar! —grité perdiéndome por el pasillo acompañada de una risita tonta.
Me detuve al notarlo, debía ser por los nervios (no por el hecho de estar pasando mas tiempo con Cayden del que nunca he compartido con nadie).
Para mi desgracia, hace tres días que es mi única compañía voluntaria y compañero de charla. Ivy no me habla y Agatha solo me exige. Cy es lo que me mantiene cuerda, puedo decir que he llegado ha desesperarme por la hora del desayuno para compartir con él una conducta medianamente normal. Es quien me pone al tanto de lo que sucede con mi familia, por perturbador que parezca que todos en Atenas estén siendo vigilados.
Sé que Kate comenzó su práctica de Arte en el instituto, que mi hermana también ha decidido terminar el año en el pueblo y que poco a las vidas de mis abuelos han ido recuperando su curso.
Un proceso que me duele tanto como me alegra, es algo que debe pasar. El vacío de la perdida seguirá ahí, posiblemente para siempre y en ambos sentidos, mi pecho se arruga cada vez que pienso en su ausencia como algo permanente.
Ellos siguen con la esperanza de un reencuentro, para mi, ese deseo se vuelve cada vez más lejano.
—¿Pensando a quién usar para obtener información?
La voz de Ivy detrás de mi me recuerda donde me encuentro.
Procuro limpiar una lágrima furtiva antes de darle frente.
—Ya pedí disculpas ¿vale? No tienes que ser una perra.
—De hecho sí, tengo. Tu perro guardián —giró los ojos—. Y pudimos ser amigas si tan solo dejaras de pensar en ti por un momento. ¿Te han dicho que eres egoísta?
—La vida me lo enseñó supongo... o tal vez fue mi terapeuta.
Se muestra poco sorprendida.
—Todos vivimos momentos duros, muchos de nosotros lo perdemos todo y solo nos queda acostumbrarnos a esta vida. Algunos buscamos refugio en quienes han vivido lo mismo y si aún me sirve el corazón, lo usé para confiar en ti —se expresa, dolida—. También extraño a mi familia y ellos también han perdido una hija, me creen muerta y mi hermana lleva a cuestas la verdad de mi destino. Si no fuera por Cayden yo estaría muerta. Tu también, deberías agradecerle la próxima vez, no tienes ni idea de lo que es capaz el trono.
Di un paso atrás.
—No tengo que agradecerle nada a las personas que han arruinado mi vida y probablemente la tuya, no tengo porque rendirme a los pues de quien me ha impuesto torturas despiadadas y sobretodo no tengo porque quedarme de brazos cruzados estando en un sitio donde puedo perder la vida en cualquier momento —fui avanzando al frente hasta acorralarle.
Si, estaba acorralando a un vampiro. Espero que ella no recuerde pronto que es más fuerte que yo.
—Tengo familia, gente que llora cada día por mi y yo por ellos. Allá abajo hay cientos de chicos que han sido arrebatados de sus vidas para ser máquinas de matar, para convertirse en monstruos sin alma —al ver como su cara mostraba signos de ablandarse me atreví a ir por mas—; Tu misma lo dijiste, también sufriste y también perdiste, dime, si tuvieras la oportunidad de acabar con el trono ¿Qué harías?
Su reacción me espantó.
Me eché atrás, de puro miedo. Sus ojos se tornaron vidriosos, me miraba sin verme realmente, con la cara relajada libre de cualquiera expresión que mostrara humanidad. Pequeñas venas negras se expandían por debajo de sus ojos. Y cuando habló, su voz era muy diferente a la que estaba acostumbrada; era mecánica, monótona y vacía.
—El trono inmortal es un ente gubernamental, establecido con el único propósito de proteger a su pueblo. Somos minoría en el mundo, condenados a vivir tras las sombras. La reina nos guía, el concejo nos enseña y nuestro deber es protegerlos. El mundo es nuestro propósito, solo unidos lo conseguiremos.
¿Qué clase de lavado de cerebro le han hecho? Estoy anonadada, tanto que dejo que me guíe por los pasillos tomada del antebrazo. En la distancia alcanzo a oír unas campanas, eso es lo que devuelve a Ivy a la "normalidad". Sin embargo, ahora me lleva a rastras por toda la villa.
—¡Si la reina te ve Cayden me matará! —exclama con preocupación.
Hemos llegado a la puerta y tan pronto como la abre me empuja dentro, no puedo evitar caer de culo y ella cierra de un portazo para luego echar llave.
Sola en mi habitación libero un profundo suspiro.
El resto de la tarde me dediqué a caminar de un lado al otro, ya no tenía uñas que morder; la imagen de Ivy acudía a mi cabeza a cada momento. Sin contar que sentía como si estuviera pasando por alto algo sobre ella. Sus repentinos cambios y esa actitud robótica me causaba escalofríos.
Ni siquiera presté atención cuando Agatha llegó a dejar una caja sobre la cama, no dejaba de mirarme con aquellos ojos cargados de ojeras y rencor. Desde que la vi por primera vez supe que era demasiado delgada y pálida para estar saludable. Me inspiraba un poco de lastima adivinar el motivo de su poco sana apariencia.
Justo ahora me sentía como un león enjaulado, ninguna idea que se me cruzara por la mente era lo suficientemente buena como para indagar en lo que sucedía en aquella villa. El trono estaba haciendo cosas realmente espeluznantes con esos chicos; Ivy tenía razón en algo, Cayden me había rescatado de que practicaran en mi lo que hicieron con ella. Y aunque esas no fueron sus palabras, es lo que asumí que significaba lo que dijo.
Cerca de las siete, cuando por fin me di por vencida luego de casi abrir un surco en la habitación, me dirigí al baño en busca de refrescar mis ideas.
Al desnudarme, la daga escondida dentro de mi bota tintineo al caer al suelo, la cogí entre las manos sopesando el uso que le daría; no tenía muchas oportunidades de implementar un escape, estaba rodeada de vampiros todo el día, de Cayden principalmente y no es como si tuviera mucha ventaja de lucha en contra de el. Aprecié las piedras preciosas incrustadas en la hoja; sé que deben de significar algo.
¡Por supuesto! Los vampiros son susceptibles a ese tipo de armas, pero yo era en parte vampiro ¿Por qué al tocarlas no me ocasionaba daño? Si esta era una ventaja que teníamos los híbridos iba a aprovecharla, dudo que Cy, Ivy o cualquier inmortal que se tope con esta hoja resista a la herida.
Lo sentía por ellos dos, cierto era que me han tratado mejor que los miembros del área, que son las únicas personas que valen la pena en este lugar.
Pero si tenía que pasar por encima de ellos para obtener mi libertad, no lo pensaría dos veces. Estar aquí me enloquece y no me arriesgaré a que me subyuguen a su oscuro movimiento de dominar a la raza humana.
El agua hacía milagros con mis músculos tensos, casi gimo de placer al notar la inmensa relajación. Tendría que cortar mi cabello pronto, cuando lo mojaba llegaba a rozar mis muslos.
Cierro el chorro de agua y me detengo en seco.
Había una sombra junto a la puerta, juro que vi como entraba, pero al correr la cortina me descubro sola en el baño, respirando rápido y con todos los sentidos alertas.
No tengo ropa aquí dentro, no encuentro otra opción mas que salir envuelta en una toalla blanca, escurriendo agua y mirando a todas partes, me hago con otra toalla pequeña y es donde envuelvo la daga para ocultarla al fondo del inmenso armario, justo detrás de las cajas de zapatos que nunca he tenido (raro en mi) la curiosidad de abrir.
Justo en el momento en que me pongo de pie para buscar algo de ropa se escucha un toque en la puerta y seguido de eso se abre.
En primera instancia pensé que sería Agatha trayendo la cena o Ivy, en su defecto. El calor invadió mi cara cuando frente a mis ojos apareció Cayden vestido de traje.
Otra vez tuve esa sensación de verlo ruborizarse, totalmente incierto pues sabia eso era imposible ¿O no? Tal vez mantenía una alimentación demasiado buena, me repugnaba pensarlo.
En aquél momento no mediaba palabra, estaba ahí de pie, sin nada debajo, nada mas que admirando el gran porte real del hombre frente a mi.
—Q...quería, uhm... —nunca lo había visto tan incómodo e inseguro—. Lo siento, yo...me dijiste que no llegara tarde a cenar, venía a invitarte a hacerlo conmigo...cenar, digo, lo siento. Debería salir antes de meter más la pata —me puse aun mas roja si cabe.
Solté una pequeña risita nerviosa. No tenía porque cenar sola en mi habitación como cada noche cuando podía tener semejante vista mientras me alimento.
—Deberías —musité—. Acepto. Espera afuera.
Sonrío intentando restar importancia a mi incomodidad.
—Uhm, mandé eso —señala la caja sobre mi cama—. Un regalo.
Agradezco y hago una reverencia de broma, de la cual me arrepiento al instante en que sus ojos bajan a mi pecho. Tose y aclara su garganta, titubea en el sitio hasta encontrar sus pasos y salir.
No sabía que estaba conteniendo la respiración hasta que la puerta resonó.
Cayden estaba demasiado elegante, no había nada en esta tierra que me hiciera lucir de esa forma. Desearía por una vez que Agatha estuviera aquí obligándome a vestir y maquillarme. También para que hiciera algo con mi pelo.
El vestido era...precioso, ni se comparaba a nada que hubiera usado antes y probablemente costaba lo que mi apartamento en Nueva York, acompañándolo venían unos tacones de infarto...
No iba a usarlo.
Sería un insulto a ese vestido ponérmelo siendo un despojo.
Tenía una idea, un plan muy absurdo que si daba resultado me graduaría con honores en la elaboración de ideas absurdas.
Busqué en cada prenda del armario, en cada caja, hasta dar con el atuendo ideal. No fue fácil, todo era de lo mas conservador. ¡Hasta las pijamas! Pero a alguien se le ocurrió meter ropa moderna, claro que Ivy sabría lo que estaba de moda. Sonreí satisfecha por mi elección, pasó mucho tiempo antes de poder decir que me agradaba mi aspecto, también mucho labial y delineador...un poco de tijeras también. Había unas muy pequeñas en el baño y aunque fue una tortura usarlas logré mi cometido.
Cayden tocó la puerta justo cuando ajustaba las botas para ocultar la daga.
—Eso no es, wow, no es...lo que envié.
Hacer babear al príncipe, listo.
—No soy digna —me encojo de hombros.
—Eres digna y merecedora de todo lo...¡¿Te cortaste el cabello?!
Se había tardado, reí al notar su glamour perdido.
—Y tu...deberías vestir mas relajado.
Cambió su cara a una de confusión.
—No va el cuero con lo que tenía planeado —comenta notando el material de mi vestuario.
—Eres guapo y poderoso Cayden, puedes hacer cualquier cosa y usar lo que quieras. Pero eliges vivir encerrado en tu torre de marfil, te vas a convertir en una estatua si sigues así para toda la eternidad. ¡Cambiemos los planes!
¿Muy obvia? ¿Demasiado efusiva? Al demonio, piensa en cuando te le escapabas a tu madre en Nueva York, Anabelle. Usa tu poder de convencimiento.
Tenía un problema, él no estaba siendo convencido.
—No sé qué estás tratando de decirme —me mira por el rabillo del ojo.
Juro que quiero golpearlo.
—No lo sé "príncipe Cy" -es la primera vez que me dirijo a él de esa forma tan irrespetuosa.
Me lo hace ver con una mirada, si, me pasé.
—¿Dime una experiencia humana que te gustaría tener? —trato de arreglar mi exceso de confianza—. Y si dices tener sexo duro sin romper huesos te pateo.
Consigo que sonría, sé que no me cortara el cuello...por ahora al menos.
—Salir —habla sin dudar—... Ma...la reina no me permitió salir cuando entré a este mundo, tampoco fue mi plus, me gustaría salir y ver lo que los adolescentes normales hacen un sábado por la noche.
Su mirada es soñadora, me arrepiento de lo que diré, no tengo opción.
Tomo entre mis manos su cara.
—Hagámoslo, salgamos de aquí —hablo con entusiasmo—. Vamos a emborracharnos y bailar en una disco o solo caminar por Atenas. Prueba el mundo de allá afuera. Seamos normales, solo...solo por una noche.
Me costó decir lo último, trate de verme normal, mirar a sus ojos azul oscuro y proyectar seguridad en mi mirada.
—Tendría muchos problemas si alguien se enterase, la reina se volverá loca si te saco —cada argumento me hacía perder la esperanza—. ¡El concejo durará de mí cómo gobernante si rompo nuestras propias reglas!
Sonrío desanimada.
—Lo entiendo —procuro no ceder a las lágrimas, mi oportunidad volaba lejos—. Supongo que aún podemos tener una aburrida cena —me rio sin ganas.
Cayden me mira apretando los labios.
—Probaré de tu mundo si prometes probar del mio.
¿Que si sé de lo habla? Lo sé, muy bien. Sonreí encantada, solo esperaba que funcionase lo que pensaba o estaría atrapada en el mundo erróneo.
—Como ordene, su majestad —me inclino ante él.
—Me voy a meter en muchos problemas por ti.
Le doy una mirada coqueta.
—Hagamos que valga la pena.
❄
Dedicado a @EylenNCR
Si, me tardé. No me linchen, tuve problemas con este capítulo, se me borró cuando llevaba la mitad e hice un berrinche por eso. Hasta que ya me resigne y lo volví a escribir. (Quedó mejor la verdad) ¡Y tiene segunda parte!
Por cierto, Colder es elegible para los Wattys ¿debería inscribirme?
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