6. Acusación concreta
El hotel no es más que una construcción maloliente, repleta de moho, madera crujiente y ruidos en las paredes que quiero creer no son ratas.
Aunque lo son.
Ya vi a dos.
Estoy mas enojada que asustada y no es para menos, el aguacero se ha convertido en una lluvia torrencial, no podría salir ni aunque quisiera, todo afuera esta oscuro, lleno de niebla y helado. Al menos este lugar sirve de algo al no tener aire acondicionado.
La mala recepción del pueblo me hace refunfuña, mi móvil no levanta ni una misera raya y ni hablar de la nula red wifi. Recorro los pasillos en busca de un enchufe, algo extraño es que todas las luces estén encendidas. Tanto en la recepción como en las distintas áreas del lugar. Abajo no hay mucho que ver, por lo que en un intento de huir de los ratones y de la puerta principal sospechosamente abierta me encamino por las escaleras al piso de arriba. Esto es completamente distinto, casi como si me trasladara a otra dimensión ¿Cómo puede estar tan limpio cuando abajo parece un hostal de mala muerte? Los pasillos son largos y blancos, todas las habitaciones tienen un número, tampoco hay tantas que digamos, por lo menos siete de uso promedio y una octava sin número pero con una etiqueta de diamante en ella.
Las luces parpadearon cuando un trueno retumbó en el cielo. Fue ahí cuando comencé a temblar, estaba aparentemente sola en un sitio abandonado, era joven, bonita y lo suficiente estúpida par caer en una situación como esa. Era exacto lo que sucedía en las pelis de miedo antes de que un grito marcara el final de alguien.
Me di vuelta, predispuesta a salir huyendo, sin embargo, una figura bloqueaba mi camino en medio del pasillo.
Grité.
Con todas mis fuerzas y corrí en dirección a la habitación con la etiqueta, para mi buena fortuna estaba desbloqueada y pude entrar, para mi mala suerte, él extraño también.
Comencé a toser y estornudar apenas al entrar, había demasiado polvo producido por los escombros que llenaban la habitación parcialmente destruida.
No tarde ni cinco segundos en conseguir algo con lo que tropezar y caer de boca al suelo, perdí contacto con mi celular que fue a parar a alguna parte de aquel desastre. La mochila en mi espalda cumplía la única función de hacerme parecer un escarabajo en aquella posición.
—Jesús, eres tan torpe como tu hermana —habló alguien con hastío.
Acto seguido sentí como ejerció fuerza tomándome de las asas del bolso para levantarme. Entonces, procedí a quedar cara cara con...el asesino serial mas sexi que he visto en mi corta vida.
Bueno, obviando a los que salen en las novelas de romance oscuro donde todo mundo es guapo...¡y en Netflix! Últimamente se ha estado lanzando a unos papasitos psicópatas en sus producciones que...
—Hey —un chasquido me devuelve al presente, arquea ambas cejas y señala la comisura de sus rosados labios—. Tienes algo de baba aquí.
Por fin reacciono, alejándome de él y casi tropezando de camino. Logro estabilizarme y dar una imagen medianamente digna.
—¿Quién eres y por qué intentas matarme?
Consigo hacer que arrugue su nariz y me examine de arriba a abajo, como si matarme fuera una idea inconcebible y en extremo desagradable. ¡Que ofensivo! Matarme debería ser un privilegio para cualquier asesino ¿Saben lo que cuesta una pelirroja?
—Mira niña...
—Becca, mi nombre es Becca Reeds.
Pero tu puedes llamarme por las noches, guapo.
Cállate conciencia absurda y plagada de hormonas.
—Sé quien eres, también sé quien es tu hermana. Y que gracias a ella hay un toque de queda que... —mira su reloj—. Estas unas horas de incumplir.
Di un paso atrás, intente encontrar en aquel desastre mi móvil. Cuando lo hallé quise echarme a llorar; tenía toda la pantalla hecha pedazos, a duras penas se distinguía la hora y, en efecto, ya era demasiado tarde.
La lluvia no menguaba y...espera un segundo.
—¿Por qué tu no estás mojado? —inquiero—. No había nadie cuando entré, yo revisé todo abajo y es imposible que hayas estado aquí sin hacer ruido.
El chico ladea la cabeza.
—No creo que prestes demasiada atención a los detalles como para explicar por qué estaba en el lugar donde vivo en silencio.
—¿Que insuinuas? —me tembló la voz.
Se encogió de hombros.
—Pude estar cagando.
Imposible.
Joder que asco, ya destruyó mi crush con él.
—Vale —me aclaro la garganta al ver que no me sale bien la voz—. Disculpa, uhm, la intromisión.
—Disculpada —escupe—. Si me disculpas, me gustaría seguir en lo mío.
De pronto recuerdo porqué estaba aquí, esa es una excusa para ignorar el revoltijo en mi estómago y tomarlo del brazo antes de que se vaya.
—¡Espera! Tengo un problema.
—Busca un psicólogo —resonga.
—¡No de ese tipo! Del tipo físico —no encuentro las palabras correctas y su mirada me distrae demasiado, es tan azul y bonita—. Mi amiga, se ha ido con un extraño y me ha dicho que pida ayuda aquí en el hotel, al principio creí que era una broma. Pero ahora estoy realmente preocupada por ella.
El chico maldice por lo bajo, apartando la mirada y deteniéndola en mi mano que aún sostiene su brazo. Lo suelto sonriendo apenada y con la cara roja.
—Déjame adivinar ¿tu amiga es alta pero no tanto, cabello castaño, ojos marrones y dientes de lata? —asiento—. ¿Parece demasiado positiva aunque las situaciones no den para eso? —vuelvo a asentir, un poco divertida por su cara de fastidio.
Yo estaría igual si el no tuviera suficiente por los dos. Me mira de vuelta, ojeando mi móvil roto y ropa mojada.
—Vamos, cuéntame lo que viste. Te daré algo caliente mientras hago un par de llamadas, me llamo Evan, supongo que mueres por saberlo.
Maldición, ya oí de este Evan, no muy buenas cosas. Y ahora iba a entrar a su apartamento a que me de algo caliente.
Hormonas, piensen en Kate, piensen el saludable.
💙
—¿Por qué la habitación diamante esta destruida?
—Porque sí.
—¿A quien vas a llamar?
—A alguien.
Evan es de pocas palabras, un hueso duro de roer. No me ha dicho NADA relevante desde que estoy en su poco llamativo apartamento, si es que se le puede llamar así.
Comienzo a mosquearme de su actitud.
—¿Solo tu vives aquí?
—¿Nunca te callas? —bufa—. Eres justo como ella.
Boquee como un pez fuera del agua, algo que odiaba de tener una hermana eran las constantes comparaciones con ella. Por eso me gustaba actuar de manera muy distinta a ella, Anabelle era de las dos la mas sociable, extrovertida y muy habladora; divagaba por horas de cosas estúpidas solo para no entrar en temas serios y aprovechaba cualquier espacio para bombardearte a preguntas.
Si, era justo lo que yo estaba haciendo ahora.
—¿Ese alguien conoce a mi hermana?
—Demasiado para mi gusto.
Una respuesta larga, confusa, pero es algo.
Evan me deja una taza de café humeante y se va dejándome en esta pequeña mesita de madera. Solo hay un lugar donde puede ir, el baño; pues todo está pegado, tipo los apartamentos compartidos para estudiantes en Nueva York, pero más limpio.
Arrugo la nariz, no me gusta el café.
Busco en la cocina algo con que tapar la taza, la voz de Evan sigue distrayéndome al punto de pegar mi oreja a la madera de la puerta del baño en un intento por captar su conversación.
—...solo dile que mueva su trasero aquí —una pausa—. Me vale tres pitos lo que Arion diga —Arion. Es el chico que vive al otro lado del pueblo, también esta buenísimo—. Entonces ven tu, necesito soluciones no excusas. Vale. Adiós.
Por poco no me da tiempo de regresar a mi lugar, intento actuar de manera normal. Sé por su cara que no se lo cree ni un pelo.
—Entonces... —alargo la palabra.
Unos pocos minutos después —muy pocos—, el timbre suena haciendo que me desprenda de su mirada escrutadora y amenazante, se me escapa el aire que estaba conteniendo sin saber.
No tardo en escuchar la discusión en la puerta. Dos chicas entran en mi campo de visión, muy diferentes la una de la otra. Una morena de ojos sorprendentemente azul índigo, alta con el cabello todo oscuro y una cara de diversión ante la situación que se me hace burlista. Y la otra...creo que he descubierto la bisexualidad, es demasiado hermosa para ser real, con la piel impoluta y blanca, el pelo rubio corto y en ondas, y los ojos de un gris azulado precioso.
—Veo que ya te hiciste con una pelirroja nueva Jean Baptiste Grenouille —habla la rubia imitando la cara inexpresiva de Evan.
—Y-yo —¿por qué me intimida si ni la conozco—. Soy Becca.
Sonríe con la boca apretada.
—Mucho gusto Becca, me llamo Elya —me intercepta la otra chica—, siento que estos dos sean un par de amargados.
Señala a los aludidos, quienes se retan con la mirada, aún sin entrar al departamento, Elya los mira con molestia. Parecen estar comunicándose con los ojos; y no es una charla amistosa.
—¿Ellos son...?
—Ex algo, no se exactamente qué —murmura pensativa. Luego aclara su garganta para llamar su atención—. Vinimos a algo importante.
—No para mi —masculla la rubia.
—Basta las dos —habla Evan y me mira—. Las tres.
—¡¿Yo que hice?!
—Existir para empezar —contesta la rubia.
Muy bien, se cancela la bisexualidad.
Frunzo el ceño señalando mi enojo.
—Solo quería ayuda, mi amiga desapareció y temo que le pase lo mismo que a mi hermana.
—Lo dudo, Kate no es tan tonta como tu hermana.
—Agniet, basta —amenaza Evan—. Describe al tipo, Becca.
Estaba lloviendo ¿qué parte no entendió?
—No lo vi —enfatizo—. Solo su silueta, era alto y aparentemente con un alto sentido del buen vestir —te haría falta un poco de eso.
Agrego en mi mente.
—Con esa descripción solo puedo pensar en Elliot.
Yo sé que he oído ese nombre. No puedo recordar donde, creo que mis abuelos lo mencionaron a mi madre por teléfono.
—¿Que querría Elliot con Kate?
—No lo sé —responde Evan a la pregunta de Agniet—. Asuntos del pasado.
—Puede que quiera...
—¡No hablemos de...! —interrumpe Elya a gritos como una loca mientras me mira—. Gatitos...
Evan maldice.
—Hora de ir a casa, niña.
Enderezo la espalda, mirando de uno a otro.
—¿Y que pasa con Kate? ¿No se supone que "en el hotel me ayudarían"? ¡No están ayudando! —exclamo de manera desafiante y sin obtener reacciones—. Es todo, llamaré a la policía.
Mi teléfono está casi inservible, me entran ganas de llorar, los miro y siguen ahí sin apenas mover un músculo. Me siento pequeña, inútil. Quiero irme a mi casa y echarme a llorar.
—Que alguien me explique —habla una voz masculina detrás de mí—. ¿Por qué hay una niña en mi hotel y que han hecho para hacerla llorar?
Santo. Grial.
¡Es Arion Vriklas! Alias el chico mas rico, guapo y misterioso del pueblo. Acaba de aparecer y está posando sus gafas oscuras en mi con una mueca de profundo dolor.
Mi raciocinio marca syntax error, estoy en blanco y me siento en una película de adolescentes. Su cara a esa distancia me parece tan inhumana como la de la chica rubia y aunque no tienen nada de parecido sé que ella es su hermana.
En el colegio hablan, no me juzguen. Y de todo lo se dice sobre ellos, viene a mi mente un murmullo que oí al ingresar a mi salón esta mañana:
Su hermana se metió con la gente equivocada, estaba metida en la secta de los Vriklas y por eso desapareció...o la desaparecieron.
No era la primera vez que oía de aquello, incluso mi abuelo lo creyó por un tiempo.
Ahí es cuando recuerdo quién es Elliot, es el chico que desapareció junto a Anabelle.
Pude decir algo, pero estaba completamente en blanco, literalmente sin palabras.
De no ser por un ruido sordo por encima de nosotros que restauro mi cerebro me habría quedado toda la noche embobada mientras le admiraba. Masculló algo antes de salir corriendo por el pasillo junto a Evan, Agniet los siguió y Elya se encogió de hombros. Cuando quise ir tras ellos me detuvo.
—No creo que debas hacer eso.
Me solté.
—No es como si vaya a morir por ver que sucede.
—Bueno...
Giré los ojos y corrí. Me costó ubicar las escaleras por donde los chicos habían desaparecido, la estructura del hotel era mas compleja de lo que en un principio creí.
Al subir, exhausta y con el corazón a mil, me encontré con una escena para nada esperada y rozando lo irreal.
Ahí estaba Kate, mirándonos con culpabilidad y sin un rasguño. De hecho, se veía mejor que cuando desapareció.
Solo habían sido unas cuantas horas, pero se veía tan muerta de miedo, incluso acusó (indirectamente) al chico de tener que ver con la desaparición de mi hermana.
—Misterio resuelto ¡Yupii! —exclamó Agniet con sarcasmo.
Era imposible. Aquello estaba lejos de estar resuelto, y la forma en que las cinco personas frente a mi se miraron me lo confirmó.
Ellos sabían y no importaba cuanta veces lo negaran. Todos en aquella terraza tenían las manos metidas en lo que le sucedió a mi hermana.
Miré a Kat con decepción.
Apenas capté la mano de Evan tomar mi brazo con suavidad, barrí la estancia hasta llegar a Arion.
Ya no llevaba gafas, y sus ojos gritaban que huyera, la oscuridad en sus ojos claros me espantó mas que cualquier cosa vivida esta noche.
Me solté de Evan y corrí como alma que lleva el diablo. A unos metros oí a Kate gritar mi nombre y la voz profunda de Arion pedirle que me dejase. Corrí por la fría noche y nadie me siguió, solo las lágrimas acudieron cuando avisté la casa de mis abuelos a unos cuantos metros.
Ahí estaban ellos, frente a la puerta con toda una horda de vecinos que hablaban a la vez. Gritaron al verme y me rodearon.
Estaba demasiado abrumada por lo que se cruzaba por mi cabeza, las ideas se entremezclaban y eran una peor que la otra. Jadeaba, mi boca estaba seca y mi corazón acelerad pero tenía que soltarlo.
—El tipo, está en el pueblo —escupo en medio de jadeos entrecortados—. ¡Es Elliot! No desapareció, él es el culpable y los Vriklas lo saben. Lo están encubriendo.
Exclamaciones fueron soltadas y dirigidas al cielo. Una mujer se acercó y me tomó con tanta fuerza de los brazos que sus uñas se clavaron en mi piel, llegando a herirla.
—¡¿Dónde esta mi hija?! ¡¿Dónde está Kate?!
Me dolía ver a aquella madre en esa situación. Pero ya no había marcha atrás.
—Está con ellos, también es parte de lo hacen.
💙
¡Doble actualización!
Siganme en insta, quiero subir contenido ahí pero me cohibo un poco. Hoy subiré el tráiler de Cold Blood. El enlace esta en mi perfil.
¿Ya vieron las portadas? ¿Que tal?
Besitos💙
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