36. Líder de la rebelión
Desperté en el mismo punto en el cual me desplomé, con la cabeza palpitante, aturdido y drenado me energía. El día tomó lugar y el sol de Grecia hería mis ojos sensibles. En un principio se sintió como despertar de un muy mal sueño, cuando vi a Dick tendido en el suelo y los pies de Elya en su cara supe que no podía serlo.
Levanto la cabeza encontrando a una morena sonriente y en pijama mirándome con las cejas enarcadas sentada en un destartalado sofá. Sus ojos claros brillan con diversión, sin dejar de mirarme de esa forma mueve las manos hacia un contenedor a su lado y extrae unas bolsa de aspecto familiar.
—Eithan dijo que despertarían con hambre —me ofrece la sangre.
Y sí, mi garganta arde y ruega por el alimento, sin embargo, procuro darle la espalda mientras recargo mis energías bebiendo con ansias.
—Athea dice la verdad, Eithan lo sabe y eso lo angustia, ella quiere venganza y el trono guerra, ustedes están el medio, todos lo estamos.
—¿Por qué sigues con él siendo una humana? —la miro después de limpiarme la comisuras.
—La respuesta corta es porque lo amo, la larga, creo que no podría decírtela. El es lo único bueno que tengo, cuando lo has perdido todo te aferras a eso que te devuelve a la vida. Y si, aborrezco a este mundo, porque me ha quitado mucho pero jamás lo dejaría atrás porque me lo dio a él.
Sonrío con un poco de amargura, se siente vagamente familiar. Sigo en el suelo y me percato de que ni Agniet, ni Val o Eithan se encuentran en la estancia, el lugar se ve mejor a la luz del día, parecía que alguien se había esforzado porque se viera cálido a pesar de las paredes desconchadas y los muebles que no combinan entre sí.
Eris parece deducir lo que busco y hace una mueca enfadada.
—Se fueron hace unas horas, Eithan se encontrará con su padre en los límites y Athea necesitaba recibir información del trono antes de reunirse con todos allá
La forma en que dice "todos" me pone alerta de inmediato.
—Tienen un complot bastante grande si los padres de Eithan están implicados.
—Solo su padre, su mamá apoya a la reina pero nadie sabe que Athea y el señor Fisher ya no son fieles a su juramento. Ellos esperan que ustedes se les unan y le harán frente.
—¿Cómo sabes todo eso? —abro los ojos sorprendido por la calma que muestra la mortal.
—¿Crees que dejaría ira mi novio con tres mujeres sensuales y anormalmente hermosas sin que me diera algunas respuestas? No me gusta que Eithan me dejé a ciegas, eso nos ha causado muchos problemas.
Definitivamente esa chica es de otro planeta, imagino a cualquier otro humano en su situación y como estaría seguramente enloqueciendo, yo mismo siendo partícipe de esto lo estoy. Pateo a Dick para levantarlo antes de darle alimento y pedir a Eris la ubicación del alemán.
—No voy a quedarme sentado esperando por respuestas y Athea, Hypta o como quiera llamarse esa mujer me las va a dar.
—No aconsejo que vayan.
—Ir a donde? —Elya por fin abre los ojos, desesperando como si estuviese en su propia cama—.¿A donde irán?
Cojo la chaqueta sin dar explicaciones, con ella aquí será suficiente protección para Eris. Tengo que tirar del cuello de Dick porque se aferra la bolsa de sangre con una hambre incesante y así lo llevo hasta el balcón por donde entramos anoche. Lanzó a Elya mi teléfono móvil.
—Comunicación.
—¡Pero si ni wifi hay!
Es lo último que escucho de ella al lanzarme y aterrizar un par de pisos más abajo en la escalera de incendios.
—Ni digerir dejan a uno en estos tiempos —se queja Dick aun pasando la pierna por la barandilla.
Cae a mi lado y me sigue en todo el camino mientras intento encontrar el punto que Eris me ha dado mediante sus explicaciones. Supongo que al ser nativa se conocerá muy bien la locación.
Lo bueno, está solo a un par de kilómetros de distancia.
Lo malo, no creo que algo positivo esté sucediendo ahí.
***
—La madre que...
—¡Esa perra está loca!
—¡Cállate Dick!
Nos hemos ocultado bajo una roca pero la vociferante voz del rubio a mi lado se ha escuchado hasta en China. Juro que voy a matarlo.
Dos vampiros desconocidos se posicionan a nuestras espaldas y maldigo entre dientes antes de erguirme y tirar de Dick para arriba.
—Tienen cinco segundos para materializar sus intenciones —escucho un profundo acento alemán en la voz de ese sujeto.
Mide como tres metros y su cuerpo robusto lleno de músculos está tatuado hasta el cuello.
—Cálmate Francis, vienen con nuestro rizos bonitos —otra voz con otro acento peculiar habla.
Detrás del gigante, un chico de estatura promedio (más bajo que yo) nos ofrece una amigable sonrisa que no llega a sus ojos gris claro.
—Me llamo Adrianne —reverencia—. Y si no quieren perderse de las primeras charlas anti-anarquistas les sugiero que nos sigan.
—¿Antianar...qué?
El codazo que le pego a Dick hace que se retrase cuando bajamos de las rocas hasta la playa oculta donde lo que parece ser un ejército se reúne a escuchar las palabras de Athea, Eithan, Blaz Fischer y, para mi enorme sorpresa, Athan Vriklas.
—Son rubios poderosos —Adrianne habla y ahora puedo deducir que es Francés—. El poder está en el tinte.
No parece, porque su pelo negro como la tinta grita que tiene que teñirlo cada tanto para ocultar la decoloración natural de los vampiros. Sus ojos demuestran antigüedad, no me cuesta mucho adivinar que el sujeto, a diferencia del gigantón castaño que tiene ojos azules, es bastante poderoso.
Me posicione adelante, muy pocos prestan atención a nuestra unión así que decido moverme entre la multitud hasta que alcanzo a ver la media melena rubia que se mueve con el viento.
—Es el amanecer de un día precioso —escucho a Athea anunciar y alcanzo la mano de Agniet—. Un día para la historia de nuestro mundo...
—¿Te especializas en dejarme tirado? —murmuro sin apartar la vista de los inmortales frente a nosotros.
—Te veías bastante cómodo.
—¿Cómo hace ese sujeto para conseguir ejércitos de la nada? —y Dick ya llegó a nuestro lado—. Es como un Hitler.
—Hitler no conseguía ejércitos de la nada y ellos están aquí por Athea/Hypta o como sea que se llame.
Miro al frente, aún sin soltar la mano de Agniet, retomando el hilo del discurso que ahora lleva el ex desaparecido Athan.
—Expediciones en Hungría, Bulgaria, Tokio, Francia y muchas otros rincones del mundo me llevado a conocer lo que piensa nuestro pueblo. En su mayoría resignados a aceptar la voluntad de la gran reina pero renuentes a luchar de su lado, todos vives sus vidas de la forma en que la eternidad les ha dictado y son plenos. He aquí lo que el trono les ofrece, una vida libre, con los mortales a nuestros pies y como los amos del mundo. Suena bastante llamativo dicho de esa forma ¿No es verdad?
—¿Por qué entonces estamos aquí en lugar de ir a sentarnos a esperar que nos den el mundo en bandeja de plata? —El francés alza la voz y muchos asentimientos le siguen.
—Porque jamás será suficiente para ellos —la voz de Eithan es determinada—. Esto es lo que no nos dicen, la reducción de la población humana comenzará a preocupar a sus entidades, al exponernos, los gobiernos humanos encontrar lo que siempre buscan, alguien a quien culpar. Se lavarán las manos y usaran su evolución en nuestra contra, amenazando nuestras vidas. Diez humanos no son nada frente a uno de nosotros. ¿Uno mortal con la tecnología y el poder suficiente para usar las armas que han perfeccionado por siglos? Podrían ser nuestro fin.
—No hay victoria sin batalla y el trono sabe que fichas mover para dar pelea, para su desdicha, esas fichas serán ustedes.
Athea se desplaza con elegancia, iluminando sus ojos y manipulando la niebla nuestros costados. Imágenes flasheantes aparecen en mi mente, inducidas por la líder de esta rebelión. Aún me sorprende el poder desbordante que la mujer posee.
El príncipe, su rostro entre sombras pero su espalda iluminada con un halo de poder nunca antes visto. Inigualable. En sus manos un puñal y a sus pies, el cuerpo inerte y desangrado de la máxima exponente del poder en Grecia.
>>La caída de la reina es el primer movimiento y cuando el nuevo rey se alce todos los que al trono juraron lealtad tendrán que pelear, a voluntad o en contra de esta. El ascendiente al trono posee la capacidad no solo de meterse en sus mentes, sino también de manipularlas y hacer que jueguen a favor de él y de más nadie.
—Esclavitud para los mortales, subyugaciones masivas para los inmortales y el nacimiento de una nueva raza, una superior a todo lo que se ha visto. Eso es...lo que el trono mantiene en las sombras detrás de su perfecto plan donde nuestra raza obtendrá "libertad".
Athan parece haber dejado a todos atónitos, incluyéndome, ellos lo supieron todo este tiempo. Solo nos dieron la información necesaria para llegar a este punto y ser parte de su ejército. Los enemigos del trono no fuimos nunca nosotros, eran ellos, escondidos en el seno mismo del poder, absorbiendo todo aquello que pudiesen usar para declararles la guerra.
—No les pido luchar por mí —continua Athea—. Sino por ustedes mismos, he visto las profecías, he visualizado a nuestra raza sumida en penumbras y pisoteada por un ser que nunca debió existir. Por una aberración producto de la sed de grandeza.
—¿Y que es esa creación que describes pero no terminas de anunciar querida Athea?
Un sujeto entrado en años avanza entre las personas que le abren paso agachando la cabeza con respeto.
—Feber el Ermitaño, los rumores al final fueron infundados, lo veo con mucha vida.
—Nadie me va a quitar la inmortalidad mientras viva.
—Eso es...
Agniet le cubre la boca a Dick antes de que pueda decir una palabra más.
—Yo di la noticia de su muerte —Athan anuncia—. A sabiendas de que sería un poderoso aliado.
—Patrañas, háblenme con hechos y entonces decido a que bando darle lo que queda de mi poder. ¿Quién es el ser que amenaza a nuestra raza y por qué sería superior? Diez segundos para responder Athea, sin ayuda del público.
—No es nadie más que el príncipe heredero, Cayden Basilius se ha escondido detrás de la fachada de un Vrykolaka consolidado, ocultando un secreto en la sangre de sus venas y en el latido de su corazón, el próximo rey es el jinete que lidera el ejercito del apocalipsis que los antiguos describieron...Un híbrido de humano e inmortal. ¡Esta noche mi voz se alza y honro a mi padre! —su voz sí que se alzó, está gritando—... liberando al más poderoso de mis aliados.
Ella solo puede estar hablando de Arion, Agniet aprieta mi mano, confirmando mi deducción y un gran alivio me toma.
—Esta noche anuncio al mundo mi nombre y declaro la guerra al Gran trono inmortal. ¡¿Quién apoya la caída?!
—¡Por los antiguos y pos la verdadera libertad!
El grito de Athan desata una euforia colectiva y gritos en apoyó resuenan a unísono, Agniet, Eithan, Val, Arthur...todos mis conocidos levantan el puño apoyando el inicio de una revolución y como todas las habidas a lo largo de la historia esta amenaza con traer consigo un futuro sangriento para los que luchen por la causa.
Que es mi causa, porque este mundo me dio una segunda oportunidad, de vivir, de amar, de luchar. Y si tengo que defender mi nueva vida será un placer hacerlo junto a la que considero mi familia.
Alzo mi puño al tiempo que los del resto pensando que quizá, esta será mi verdadera redención.
He perdido el hilo de mis pensamientos muchas veces, como si coordinar mi mente fuera de pronto algo demasiado complicado. Debilitado y exhausto cuelgo de las cadenas porque mis pies se niegan a sostenerme y las heridas abiertas en mis costillas y espaldas ya son demasiado profundas como para cerrarse.
Ya no cuento los pasos para saber el número de soldados que entran cada vez, ya no me importa que saquen a rastras un cuerpo, tampoco que cuando regresan se centren en inmovilizar con más cadenas mis pies y cuello. Seis de ellos tiran de mí obligándome a caminar, cuatro más completan la escolta. Cuando piso fuera de mi celda lo primero que veo en un rostro apesadumbrado a través de barrotes.
—Que el Catatumbo te proteja —le escucho pronunciar o tal vez el silbido en mis oídos tergiversa sus palabras.
Medio camino, medio me arrastran por intrincados caminos de escaleras hasta que la luz tenue del sol golpea mis ojos anteriormente adaptados a la oscuridad y debido a mi estado tengo que cerrarlos porque una punzada de dolor en mi cabeza aparece producto de la luz.
Ni siquiera es tanta, puedo saber con solo ver la posición del astro rey que se acerca el ocaso. Es entrada la tarde y por alguna razón estoy siendo llevado a la villa a enfrentar a la reina. Pasos que queman, avanzo a trompicones y mis heridas empeoran dejándome apenas consciente de algo. Me estoy desahuciando, podría liberarme de estás cadenas si tuviera solo un poco más de energía, dentro de estas paredes conseguir alimento o un transmisor de energía vital es cada vez más improbable.
—Alto.
La marcha se detiene ante la firme y demandante orden infundida por la autoridad frente a nosotros, sonriendo con confianza y un brillo de altivez en sus ojos. Delirio al decir que su rostro se distorsiona ante mi mirada y me arrastra a mi pasado.
—Tenemos orden del príncipe de llevar al condenado al patio de sacrificios antes del atardecer.
—Y yo tengo asuntos que atender con el prisionero que no podré cumplir cuando sea vuelto polvo.
—Mi señora...
—¿Cuestionas la autoridad de la consejera real?
—No señora.
—A la sala de reuniones, ahora —la orden es dada con impotencia, acompañada de unos ojos brillantes y un chasquido dedos.
De inmediato, los soldados cambian su orientación inicial, me empujan hasta quedar contra el suelo en una habitación nueva y se despiden dejando en claro que custodiaran las puertas. Apenas me pongo de rodilla y puedo levantar la cabeza mis ojos se encuentran con la sonrisa ladeada de Athea.
<<Estoy un poco harta de guardarme los secretos del mundo para mi sola, carga con esto Vriklas, libérame de mis cadenas y te liberaré de las tuyas>>
Ni siquiera puedo responder cuando sus dedos están siendo clavados en mis sienes y esas fosas refulgentes que tiene por ojos se conectan con los míos obligándome a proferir un grito que desgarra mis cuerdas vocales.
Decenas, cientos, miles de imágenes y memorias llenan mi cabeza, demasiada información para que un alma sola pueda soportar y las convulsiones me toman mientras aún me nutro de tantas historias, de tanta verdad, de tanto poder.
Mis ojos se abren de golpe cuando la muñeca de la mujer frente a mí se posa en mis labios, llenando mi boca y el conducto de mi garganta de una espesa y negruzca sangre, al mismo tiempo, la niebla manejada por su mano libre nos envuelve, ligando mi energía vital con la suya y saciando mis dos necesidades más importantes.
<<Tenemos una rebelión que liderar>>
***
Lo sé, hasta ustedes se sorprenden de que sí actualizara hoy.
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