21. Piezas para unir

El rubio alemán parece siempre encontrar la forma de tomarme por sorpresa, es por ello que merece cada jodido golpe que reciba de mi parte. 

—Tendrás que pagar mi jodida mesa de centro.

—Lo siento solicito, tu la rompiste —el muy cínico me guiña un ojo mientras se sacude los restos de mi mesa—. Si me disculpan, deje un paquete a medio camino de aquí.

Y tan de la nada como apareció, se esfuma dejando tras él un rastro de aserrín que entra en mis ojos debido a la corta distancia en la que me encontraba.

—Eso fue...extraño —murmura Elya alargando la frase.

Sinceramente ya no doy para más, estoy a dos minutos de explotar y acabar con todos los que están resultando un verdadero estorbo para mi sin que eso después tenga repercusiones en la gente que me importa. Me encuentro realmente cansado de estar quieto sin poder hacer nada, solo consumiéndome y cayendo en un estado continuo de locura.

Me pierdo un segundo en mis pensamientos, no se extiende mucho tiempo pues el jaleo que forman los nuevos no-invitados vuelve a traerme a la realidad.

Esta vez Eithan hace su aparición junto a su muy atractiva morena quien no parece muy contenta de haber sido dejada atrás la primera vez, no para de enviarle dagas con la mirada.

—Pastelisto necesitaba una entrada dramática, te hubiesen olido a kilómetros de aquí.

—γαμώτο ηλίθιο.

Si, eso no fue algo lindo para decir y como soy de los pocos que no está confundido por la frase dicha con tanta rabia me tomo la libertad de reír.

—¿Con esa boquita comes? —le murmura el afectado.

Hay mucha tensión entre los dos y quiero girar los ojos porque estoy próximo a quedar embarazado. Cuando ella se levanta en puntas y susurra en sus labios en alemán he llegado a mi limite por soportar.

—Und ich lutsche dich auch.

—Las habitaciones están arriba, estaré complacido de prestarles una para que arreglen todo esa cosa sexual bullendo entre ustedes después de que sean tan amables de decirme ¿Qué hacen en mi casa?

Solo estoy siendo dramático porque ya sé para qué volvieron, ellos estaban a cargo de las provisiones y Eithan intentaría encontrar información con sus contactos.

—Primero que todo, primero que nada...primero que el hablar de mi vida sexual —se mofa el dolor de cabeza pansexual—. Necesito un baño de burbujas...¿Cariño? —se voltea a ver a su chica y esta le saca el dedo medio dando la espalda y marchando rumbo al recibidor, un minuto después vuelve con un enorme bolso térmico—. Hora de alimentar a las bestias. Bon appétit solecito.

Una vez mas desaparece, esta vez escaleras arriba, dejando a su novia en medio de un bufido. 

Levanto una ceja en su dirección.

—Se acostumbran después de un tiempo supongo —y el acento griego de aquella chica me transporta  a tiempos antiguos, si tuviera un corazón seguro este se calentaría ante el recuerdo.

—No, no lo hace —guiño un ojo—. Décadas de lo mismo, linda, es su gancho.

Alguien aclara la garganta detrás de nosotros, casi olvido  la banda de inútiles que se encuentran detrás de mí. Me giro y eso detona una serie de serios saludos y presentaciones —Val— en torno a Eris. Elya literalmente saltó sobre ella.

—La casa se llena de damas fuertes y hermosas ¡Me encanta!

—Bueno, gracias supongo.

—Y arrastra las palabras, me va a dar algo —la morena inmortal se abanica el rostro, aun cuando no puede ruborizarse.

—Jefe, no es por quitarle importancia a los recién llegados pero veo bastante necesario y muy importante lo que hay en la bolsa.

Asiento de forma distraída y le digo a Eris que o mejor sera que vaya arriba, media docena de vampiros alimentándose por aquí con un par de humanas cerca no es una buena combinación.

—¿Y entonces yo que? —cuestiona Katherine un poco ofendida.

Retrocede cuando ve como Dick y Evan comienzan a hacerse con las bolsas medicas llenas de sangre humana y las reparten a las chicas.

Parece a punto de vomitar.

—Tengo una cocina que necesita ser limpiada y un jardín pintoresco donde hay restos de latas de basura arrojadas por gente ignorante, tu elige —sonrío con falsa amabilidad.

Niego cuando Evan me tiende una dosis, eso hace que me mire con hastió y golpee mi pecho con dicha bolsa. La cojo de mala gana y me pierdo hacia mi despacho mientras todos comienzan a beber sus respectivas porciones como cualquier humano haría con un bocadillo de media mañana.

Me cuesta sacar a Hades de mi escritorio, él está aferrado al libro que estaba leyendo hace un par de días. Un par de rasguños y maldiciones después logro deshacerme del animal en medio de un siseo y como venganza salta sobre el escritorio tirando una pila de libros recientemente acomodada.

Escucho pasos humanos e intento recoger el desastre antes de que crean que yo mismo lo soy...aunque lo sea. Sin embargo, Hades no para de colarse entre mis piernas y hago uso de toda la cordura que tenía extraviada para no mandarlo a Francia de una patada, no sé como lo logra pero se mueve incluso mas rápido que yo y en un par de saltos ha creado un caos de libros y papeles volando, incluso mi pequeño y minimalista globo terráqueo termina rodando por el piso.

—Σκατά!

—No puedes hablar hasta que el momento llegue, lo sabrás cuando así sea. 

—¿Por qué me haces leerlo si es tan peligroso?

—Porque cuando llegue el momento, solo tu sabiendo lo que sabes podrás leer el libro para ellos, una humana no esta influida por el como lo estamos los vampiros. Su poder no te afecta —encuentro sus ojos y ese parece ser el detonante para que emitan una brillo azulado que parece envolverme en un hechizo cegador—. A partir de aquí tu mente estará protegida. Es importante que esperes, no puedes darles el libro o su protección los bloqueará también. Solo guialos, él guardián amigo tuyo está protegido y sabrá ayudarte sabe mucho más de lo que aparenta. A él le darás el libro y el trono no le castigará, por ley sigue siendo uno de los guardianes hasta que el tratado que hizo con el trono no se rompa. Es importante que ni siquiera pienses en ello Kate, nadie está a salvo y estoy arriesgándote al decirte esto. 

***

Dejo de pensar en lo que ha estado rondando en mi cabeza desde hace un rato cuando escucho una exclamación en un idioma desconocido y un objeto no identificado rueda hacia la puerta por donde acabo de entrar.

—No sé que sea eso pero tu mamá lo será.

El chico me mira como si fuera una intrusa en sus aposentos, lo que técnicamente soy, luego enarca una ceja al ver donde descansa mi pie.

—¿Que quieres Kate?

—Tener el mundo a mis pies y mira, no pensé que fuera tan fácil.

—¿Se supone que me tengo que reír?

En respuesta emito un nada delicado bufido y hago uso de mis antiguos entrenamientos para patear el objeto en mis pies con fuerza directo a su rostro con una precisión impecable. 

Ni si quiera parpadea al estirar sus manos y atraparlo, no es que eso me sorprenda.

—Amargado. Me pregunto como Ana y tu se soportaban si ella es toda dulzura.

Busco algún atisbo que delate lo que siente, su expresión está tan quieta que asusta.

—Tuve muy poco para conocerla bien, de haber durado un poco más le habría arrancado la cabeza probablemente o cocido la boca —se hace el pensativo—. De igual forma me costaba bastante aguantarme de hacerlo.

Abro mucho los ojos y los labios, totalmente horrorizada por la seriedad de sus palabras y la seriedad con la que han salido de su boca.

Hades me distrae cuando aparece de la nada y se pasea entre mis piernas frotando su lomo con las mismas. Arion lo mira con los ojos entrecerrados.

—Parece que Ana no es la única a la que le quieres arrancar la cabeza. Huye pequeño o te van a sacrificar —me hago a un lado y como si entendiese lo que digo echa a correr por la salida.

—Aun no me explico qué haces aquí Katherine —Arion, el señor amabilidad y calidez.

No sé como comenzar a hablar y me vuelvo una masa nerviosa que solo titubea, encuentro interesante los papeles y manuscritos sobre el suelo así que los uso como salida al comenzar a recogerlos.

—Supongamos que necesito disipar un par de dudas pero... —comienzo y me distraigo viendo el objeto que descansa en el escritorio donde voy a dejar los papeles—. Creí que iba a alimentarte.

Arion mantiene el rostro inexpresivo y camina alrededor para tomar la bolsa y meterla en un mini refrigerador que está junto al escritorio. Me tenso un poco, dentro de mi estado anímico entra el miedo y se mezcla con las otras emociones confusas, sé que él puede notarlo porque procura estar alejado de mi y eso me relaja.

—No estoy necesitándolo por ahora.

—Vale —alargo la palabra con algo de duda y nerviosismo.

Cambio el peso de mi cuerpo de un pie a otro dando paso a un bailecito tonto que calma mis nervios mientras mantengo la mirada fija en el intimidante chico frente a mi.

—Al grano Kate, vas a desgastarme con los ojos.

Suspiro sabiendo que no puedo alargar más esta situación sin que Arion termine por arrancarme los ojos por verlo tanto. Me cuesta hablar y debo tomar unas cuantas respiraciones antes de soltarlo todo de forma atropellada.

—Sé que debí decir muchas cosas apenas Elliot me devolvió, tuve mucho tiempo para hacerlo. El caso es que a pesar de que todo estaba claro en mi cabeza no encontraba las palabras adecuada para expresarlo y aún no sé si lo he hecho. Cuando vi a Val despierta, fue como si algo dentro de mi cerebro colapsara, lo mismo cuando intenté hablar sobre las profecías. Algo dentro de mí impide que saque todo lo que Elliot introdujo en mi cabeza. Es muy abrumante tener toda esta información queriendo salir y luego quedarme bloqueada. Después de escuchar a Val todo ha hecho click. Lo que ha dicho sobre nosotros siendo un rompecabezas. Todo lo que Athea le hizo con el fin de que llegase a nosotros...y Elliot, no es una sorpresa que el supiera tanto, porque ella hizo lo mismo con él, no me lo dijo pero tiene sentido porque Val dijo que ella ya había escogido a alguien para hacerlo ver —pero si Elliot daba la cara Arion iba a matarlo por lo que le hizo a Ana—, nada de esto ha sido coincidencia —quiero decir muchas cosas y de nuevo mi cabeza duele impidiéndome pensar—. Resulta absurdo que alguien como yo esté diciéndole esto a un líder o lo que sea que seas...

—¿Lo que sea que sea?

Estoy tan ansiosa que me desespero y suelto un quejido al tiempo que mis manos van a mi rostro. Ahora que he recordado todo lo que Elliot me dijo puedo explicar con más detalle y Arion es imposible.

—¡Sabes lo que intento decir! —exclamo con frustración—. Esto me supera Arion, solo quiero que tengas el maldito libro y lo descifremos de una vez ahora que Val despertó, así es como Elliot lo quería y por eso no podía hablar. ¡Maldita sea di algo! Esto es tan jodido y yo estoy arriesgando mi vida y la de mi familia por ustedes, Anabelle se sacrificó por ustedes...¡Por ti! —me quiebro. 

Estoy colapsando, no sé porqué me metí en este mundo, no sé porque quise hacerme la valiente. Ni si quiera sé por qué carajos Arion me hizo recuperar mis recuerdos y me debo ver patética llorando de frustración porque por fin decide levantarse y venir a mi encuentro.

—Voy a hacer esto solo una vez ¿vale? y no volveremos a hablar del tema.

No sé a qué se refiere, estoy en medio de una lucha por alcanzar el aire y me encuentro perdiendo. 

Su acto me toma totalmente por sorpresa, dejándome congelada al instante sin saber como responder. Jamás, ni en un millos de años me hubiese imaginado estar en esta situación, ni siquiera estando en medio de un ataque de pánico puedo concebir que esto esté sucediendo ¡Hasta se me ha olvidado que necesitaba respirar! creo que no estoy respirando en absoluto. El señor tragedia, el señor soy-el-más-machote. ¡Joder!. Mi cabeza va a explotar, hace un segundo estaba al borde de la locura por todo lo que revelarse al trono implica y ahora...ahora no sé como responder al abrazo en el que Arion Vriklas me tiene envuelta.

Me dejo ir, simplemente correspondo, perdiéndome en el frío que emana de él y que me trae a la realidad de golpe, en cierta forma me hace consiente de lo que sucede a mi alrededor y de que el desespero no es la solución, el dejarme llevar por el miedo fue precisamente de lo que Elliot me estaba cuidando pues no sabía lo fácil que resultaba dejarse vencer por este. Entiendo que debo mantener la cabeza fría, estando pegada al torso de Arion eso literalmente comienza a suceder.

—Bueno, esto si que no lo vi venir.

La voz de Eithan me provoca que de un salto y Arion me suelta con tal brusquedad que caigo al piso sentada de culo. Me quejo del golpe mirando al culpable con reproche, sin embargo, me encuentro con la la  ceja enarcada de Evan y me encojo enrojeciendo de la vergüenza. Me entra una especie de nerviosismo tonto cuando estira su mano para levantarme y no puedo evitar que una risa boba se me escape.

—Yo lo veía más con Elya, jefe —argumenta Dick llegando de la nada pero al tanto de todo de alguna manera.

Chismoso al fin.

—¿Que dices? —habla Val detrás de él y mi vergüenza va en aumento—. A Elya le gusta Evan.

La aludida entra en el lugar pareciendo bastante ofendida la tiempo que señala a la pareja.

—Pues páguenme par de idiotas porque esos patanes tienen unas cuantas cositas de más para mi gusto.

—¿Inteligencia, belleza cegadora y sentido del espacio personal? —comenta Evan dando un paso para alejarse de la morena, despectivo.

—Más bien pendejez aguda, un par de bolas y un pito. Si tuviera un tipo sería esa rubia insufrible hermana tuya.

Creo que esta conversación ya superó los límites de la rareza.


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