11. El concejo
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—¡Mamá, mamá...ayuda...!
Me despierto sobresaltado y con un muy mal sabor de boca, había olvidado la última vez que abrí mis ojos sin una pesadilla de por medio.
Profiero un gruñido bajo, me he dormido en la biblioteca. Últimamente no encuentro paz en ningún lado del castillo. Teniendo en cuenta todo lo que ha estado atormentándome los últimos meses no puedo quejarme, solo debo pensar que es por el bien de mi pueblo.
Para ser un digno gobernante hay que tener decisión y mano dura.
Maldigo al ver la hora, me he quedado dormido justo antes de la reunión. La reina debe estar por salir de sus aposentos y yo ni siquiera me he cambiado. Salgo corriendo rumbo arriba al oír un sonido musical estridente.
No es bien visto que alguien llegue tarde a las reuniones, mucho menos si ese alguien es el heredero al trono. La cuestión es, nunca me interesó mucho mi posición, ni tampoco el cómo la conseguí; lo único que siempre quise fue ser libre. Un deseo egoísta puesto que mi gente vive oprimida.
Mi madre tuvo razón al prepararme en los últimos años, sin importar que tan física y mentalmente agotador fuera aquello, eso es algo en lo que intento no pensar. Ahora hay gente que me necesita al mando.
Me detengo en un espejo de cuerpo completo en la sala. Sus bordes dorados simulan el oro, pero solo tienen un fino barnizado en ese material para no dañar a los vampiros.
Me observo y aunque mi camisa esté arrugada recito en voz alta.
—Represento a las nuevas generaciones, a un nuevo mundo que se abrirá para nosotros. Conocimiento, tecnología y poder. Conceptos básicos para liderar un pueblo. Vivamos unidos, luchemos unidos. Por el pueblo y para la corona. Larga vida a...
—Larga vida al rey —completan detrás de mí.
De inmediato, Agatha posa sus rodillas en el suelo.
—Ya te he dicho que odio eso.
—Pero señor...
—No peros, eres una persona como cualquiera, como yo. No debes arrastrarte por nadie, una simple inclinación cumple con el protocolo.
—Si, señor —musita, se levanta y sacude su falda con nerviosismo—. He estado en su habitación...c-cuanto lo siento, sé que no le gusta que nadie entre —comienza a balbucear sin darme cavidad de enojarme—...C-creí oír ruidos, pero no había nada, lo siento, señor. Merezco ser castigada.
Observo a esta mujer temerosa frente a mí, sus manos tiemblan a igual que sus labios y las lágrimas caen con demasiada rapidez de sus ojos ensombrecidos. Repite una y otra vez que merece un castigo mientras sus uñas se entierran en su muñeca, rasgando la carne.
He tomado sangre de víctimas y visto morir a muchas de ellas por mi propia mano y también de otros. He visto enloquecer a muchos humanos y presenciado como cegados perdían la cordura mutilándose hasta morir. Es algo común en esta vida y se me enseñó a ser lo suficiente duro para soportarlo, no es que me importasen mucho esas personas.
Sé que un grave error es tomar aprecio a los humanos que deambulan como lacayos, pero Agatha ha sido una excepción, ha vivido en la villa desde que tenia trece y huyó de su casa. Ahora, con tan solo veinte años, su vida estaba marcada por la locura. Se notaba en sus ojos mayormente desenfocados, su actitud paranoica, palidez extrema y el permanente temblor de su cuerpo.
Agatha no soportaría mucho más. Deseaba que huyera, hacerla olvidarse de este mundo, aún así, ahí fuera no sería nada. Estaba demasiado afectada por nosotros, su cuerpo ansiaría nuestra mordida los primeros días, su mente le jugaría en contra y el síndrome de abstinencia terminaría por matarla.
De una forma u otra estaba condenada.
De una forma u otra todos lo estábamos.
Decido que dejarla descansar es lo mejor, se lo ordeno y la dejo ir. Considero ir rumbo a mi habitación y cambiarme pero eso me retrasaría mucho mas. Miro la intersección de pasillos , donde el ala este y oeste de topan y no puedo evitar ver en dirección a la habitación de Anabelle. Me ha estado decepcionando mucho, cu confianza y lealtad sigue fracturada y eso lo sirve para mis planes.
Deseo que ella sea la elegida, pero me lo pone difícil. Fuera de eso, de no pensar en el juicio. Será el primero que guiaré como rey, aún sin titulo pero mi madre así lo ha ordenado. Es mi iniciación y por supuesto no podre dar un veredicto que ella no apruebe. Hay tantas cosas en mi cabeza que me es imposible desconectar de mis labores. Eso ocasiona un fuerte dolor de cabeza que sé no debería estar ahí. He estado perfeccionando muchas cosas, tanto que me he olvidado de mi mismo, eso es algo de lo que tendré que ocuparme luego del concejo de hoy.
Me escabullo dentro de la gran sala, u coro de trompetas se eleva quitándome la oportunidad de mantenerme bajo perfil. La reina eleva una ceja en mi dirección y yo hago la correspondiente reverencia protocolar.
—La impuntualidad no esta entre las virtudes de un Rey.
—Le pido disculpas, mi señora. Y a todos los presentes —giro a observar los rostros del concejo, en su mayoría lucen aburridos—. Esto es algo de una vez, me encargaré que así sea.
—Desde luego que si —masculla Athea—. No queremos un joven rey inadaptado e irresponsable.
En lo personal Athea no me cae precisamente bien. Es alguien manipuladora, esta loca y no es de fiar. Mi madre la tiene como su consejera real por el mero hecho de que su poder es casi inigualable. Tiene un aura poderosa y mucha antigüedad.
—He visto un aumento considerable en la población —Constantine Fischer toma la palabra—. Igualmente, la decadencia de los más antiguos es algo que se hace inevitable. Están cayendo como moscas. Feber el ermitaño, ha colapsado esta mañana ¡Solo tenía quinientos años! Nada se sabe de que o quien los esta matando. Es cuestión de tiempo antes que nos empecemos a matar unos con otros. ¿De qué sirve la inmortalidad si no tendremos la eternidad?
—La verdad, Constantine. Es que la guerra es algo de lo que no podemos huir, lo hemos visto suceder una y otra vez a lo largo de la historia humana y en la nuestra propia. No es cuestión de luchar sino de qué bando tomar.
La reina pasea su mirada pálida por cada uno de los presentes. Es la única que está en el puesto que le corresponde, pues yo estoy sentado en la primera hilera de sillas junto al concejo.
>>Tengo a Víctor en ello y hasta donde sé —mira al único guardián presente—, también a tu esposo.
—Sí, mi señora —este contesta con seriedad—. Ahora que tenemos el libro de la vida, he designado a alguien para investigue sobre las muertes y Víctor se está encargando de viajar y entrevistar a los grandes clanes.
La reina asiente.
—Espero sea un acierto Blaz, no quiero recordarte lo que pasó con tu último protegido y sus preferencias.
Nuevamente Blaz asiente. Percibo un poco de hastío en su semblante.
—La muerte no es un tema que me guste tratar —mi madre se levanta.
Verla hacer aquello me llena de sorpresa, de una forma u otra siempre me sorprende verle en su papel de reina. Se desliza alrededor de su trono sin apenas emitir sonido más que el de su ostentoso vestido al arrastrarse.
>>La muerte pisa los talones a las almas inmortales. Eso es una total ironía.
>>Fuera de eso, está el otro asunto. ¿Cayden?
Alzó la vista encontrando sus ojos. Es momento de hacer mi reporte y garantizar mi puesto como líder máximo del juicio que se llevará a cabo pronto. Paseo la vista por cada uno de los presentes, el concejo no está completo. Principalmente porque un par de miembros han sido enviados a investigaciones y el resto de los miembros del trono se encuentran en sus respectivos países.
—El caso A ya se encuentra controlado —comienzo, refiriéndome a Anabelle—. Mientras esté bajo mi protección, ella no será algo de lo que el trono deba preocuparse. El cuanto su cambio se encuentre estable se llevará a cabo su ceremonia y...
—¿Cómo pretendes saber si se estabilizará? —me interrumpe Athea— ¿O si no se volteará el día del juicio? He estado en su mente chico, sé muchas cosas.
Athea me saca de mis casillas, llevándome casi a perder el control. Ella no pierde la sonrisa sabiendo que me ha hecho titubear y mi madre eleva una ceja en mi dirección, incitándome a contraatacar.
—No eres la única con poder, Athea. Si soy yo quien lleva el expediente es por razones obvias. La híbrida cada vez está mas estable y de su lealtad me voy a encargar más pronto que tarde.
La mujer asiente, aún sonriendo. Lleva su melena blanca envuelta en trenzas a un lado y clava su mirada en mí. Queriendo leerme.
<<¿Terminaste?>>
Su carcajada resuena en la estancia.
<<Eres difícil, pero no imposible>>
Guiña un ojos en mi dirección.
—Suficiente —espeta mi madre, la atención de todos se vuelve a ella—. El trono se encuentra al borde de una crisis nunca antes vista, procedan a hacer su trabajo antes que la horca reclame sus vidas.
Blaz aclara su garganta.
—El chico Sahirs ya está preparado, mi señora.
La reina asiente con satisfacción.
—Me gustaría ver eso pronto. Ahora, si se permiten dejar los juegos, deseo escuchar avances sobre tu investigación, Cayden.
Sonrío.
—Héctor debió medir bien a quien le dejaba su herencia. Todos sabemos que Helena no fue la mejor dirigente y que muchos escándalos se dieron bajo su liderazgo. Sé de buena fuente que tras su desaparición y posterior muerte, el siguiente en la línea directa se desligó de sus funciones, tanto con el trono como con su clan. Arion Vriklas nunca se ha visto ocupando el cuarto trono, a diferencia de Helena quien lo portó con orgullo antes de enloquecer y olvidarlo.
>>No es común que en este mundo se reniegue de los puestos reales —comienzo a caminar mientras articulo—. No trato de desacreditar sus logros, por el contrario, supo controlar a Helena y a Ashton cuando la exposición estaba amenazándonos. Sin embargo, Arion aceptó su puesto mucho tiempo después y no ha dado a este la debida atención. Se dedicó a romper reglas y a involucrar no solo a uno, sino a tres humanos, uno de ellos pasando a nuestro lado.
—Sin contar que nunca le puso cuidado a su hermana, quien mata a diestra y siniestra —agrega Constantine—. Agniet nunca ha sido una inmortal estable, solo empeora con los años, debería ser condenada y sacrificada.
Mi madre frunce el ceño.
—El trono ya ha hecho un acuerdo sobre ello, sería absurdo volver a lo mismo.
—Como decía —continúo, lanzando una mirada de advertencia para evitar una nueva interrupción—...Se han dejado pasar por alto muchos deslices solo porque el clan tiene pertenencia de un trono, bajo mi mandato, nadie tendrá privilegios sobre otros. Arion Vriklas será juzgado por incompetencia, por ocultar un híbrido al trono y por exposición. No solo por la que cometió tiempo atrás, sino por la que actualmente se está llevando a cabo.
Cumplí mi cometido, todos las bocas han soltado un suspiro de sorpresa y me miran sin comprender lo que acabo de decir.
—Explícate —habla la reina en tono autoritario.
La he tomado desprevenida, está muy acostumbrada a que se lo digo todo y esta vez me lo he guardado para mí. Ha sido por una buena razón, y es que no estaba seguro de si Arion sería capaz de controlar o no la situación para este día.
—Hace días hubo un escándalo de Atenas, uno en donde todas las vistas se han vuelto en contra de los Vriklas y su gente. Están involucrados incluso en una investigación policial y no se ha movido a apartar la atención a otro lado. Sabemos que los rumores corren rápido y ya se escucha en el pueblo sobre la presencia de una secta. De nuevo Arion no mueve un solo dedo ¿No es eso suficiente para juzgarlos con todo el peso y sin ningún tipo de piedad? Sin importar que puesto tiene Vriklas en el trono.
Esto es arriesgado, estoy pidiendo que se pase por encima de los derechos de Arion, pero él debió pensar qué consecuencias traería no apreciar su puesto. Las expresiones variaron, mi madre lucia contrariada y satisfecha; Athea se miraba curiosa con la situación y los Sahirs estaban claramente indignados.
—El juicio se llevará a cabo en cuarenta días a partir de hoy. Y propongo, con su debida autorización que esta sea mi oportunidad para dirigirlo y ser probado como líder máximo.
—Voto sí —Acepta Athea.
Bueno, eso sí es una sorpresa. Mi expresión me delata, pues de todos, el voto de Athea era el que menos esperaba que fuese a mi favor.
Me permito mirar directamente a mi madre y ella asiente.
—Apoyo esta moción —concuerda Constantine.
—No puedo diferir de una decisión de su alteza —el guardián reverencia a mi madre.
—Felicidades, príncipe Cayden. Una vez más tus méritos hablando por ti.
Dicho eso, la reina se levanta. La guardia hace su debido desfile a sus costados.
<<No me falles, no me hagas pensar que me equivoqué contigo>>
Escuché en mi cabeza. La reina desfiló por el pasillo junto al concejo y la guardia cerrando la marcha.
Miré los expedientes, las múltiples fotos de Arion Vriklas enfrentando a la población de Atenas. Siendo un líder nato. Se nota como todos en su clan lo respaldan y en sus miradas se denota la disposición a todo por su cabecilla. De forma involuntaria mi vista viaja al cuarto trono, dista de la mayoría, ya que en lugar de ser de un material sencillo, este es completamente transparente, hecho de cuarzo. El trono fue elegido en el mandato de Héctor, una piedra de diamante descansa en el centro de la cabecera. Nunca quiso hablar sobre su significado, sin embargo, dejó plasmado en su herencia que este debía permanecer intacto para sus descendientes.
He estudiado mucho a cada miembro del trono y del concejo. Eso es algo que me servirá cuando me posicione a la cabeza. Desde Báthory, tercera en la linea después de Ralph; hasta Claus Matir, jefe del mayor clan de España y último vrykolaka en la cadena de sucesión.
Descanso en el trono central, se pudiera decir que me llena, me emociona o incluso que me llena de ilusión el estar aquí.
Nada.
No siento nada.
Me lleno de frustración y todos los papeles vana a parar al piso cuanto los arrojo. Un pitido se instala en mi cabeza y temo que perderé el control. Debo encargarme de ello.
Con la respiración agitada, dejo la habitación del trono. No sin antes mirar atrás una ultima vez; ¿Cómo voy a tomar un lugar que no siento cómo mio? ¿Cómo llamar a esa gente de ahí fuera mi pueblo sino soy como ellos? Me llenó de miedo por un momento y no me creo capaz de tomar ese puesto, de ser lo que realmente necesitan. Tengo el poder suficiente, mi madre se encargó de ello. No necesito de antigüedad como la mayoría, lo tengo porque fui elegido.
¿Y si ella se equivocó?
Un pensamiento me atraviesa como un fogonazo haciendo que me olvide de todo.
El trono inmortal es un gente gubernamental, establecido con el único propósito de proteger a su pueblo. Eres poderoso y las antiguas escrituras te han elegido. Eres único, tu lugar es el gran trono inmortal. El mundo es tu propósito. Larga vida al rey, Cyrus...larga vida a tu nuevo nombre.
***
Nicole ganó la dinámica y se lleva este capítulo. Para los que no sepan de que hablo, es del grupo de whats de Colder, si desean unirse solo escriban al privado.
¡Falta poco para un año! ¡Falta poco para 300K en Colder! ¡Falta poco para mis 600 seguidores! ¿Hay alguien que sigue esto desde sus inicios? Los amo y realmente vamos a disfrutar de la celebración este 13 de septiembre, así que no se extrañen si me desaparezco hasta entonces.
Recuerden que estoy en Insta como @alesistuarez
Voy a dejar esto aquí solo porque amo el banner.
¿Preparados para esto?
Besos💙
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