10. Corre

Conforme pasaban los días, mi recuperación iba avanzando. Cayden venía cada día e intentaba hablar conmigo sobre mi casi suicidio y lo que paso esa noche en el club, nunca obtuvo respuesta. Intentaba aislarme de él a toda costa.

De nuevo podría decir que me encontraba perdida, digo, veía a todas partes sin saber en quien confiar. Si antes me encontraba en una posición comprometida, justo ahora, eso se estaba triplicando. Eso se debe a que ya no sé si puedo creer lo que Cayden me decía, si en algo Athea era buena era en eso de meterse en tu cabeza...

Pasé dos días en el área, evaluaron mis signos y me hicieron pruebas de motricidad; también para evaluar si mi lado vampiro respondía de la misma forma después de casi morir desangrada. La respuesta fue positiva. 

Ahora llevaba dos días aislada en mi habitación, sin saber mucho del mundo exterior. Solo sabía algo, los ánimos habían estado caldeados pues en esos dos día había visto a los miembros del concejo cruzar el jardín en camino a villa una y otra vez, algunas veces a paso normal y otras como una ráfaga de viento. Esta mañana Víctor había mirado directamente a mi a través de la ventana. Unos gélidos ojos que me produjeron escalofríos. También sentí un ligero alivio de que estuviese aquí, eso quería decir que mi familia no estaba siendo vigilada.

Aunque si extrañaba que Cy me diera reportes y me mostrara fotos de lo sucedía en Atenas. Lo último que supe es que el pueblo estaba alterado, pero no supe por qué motivo. Solo esperaba que cierto clan no tuviera que ver con ello.

Mis heridas han desaparecido, dejando tras de sí dos delgadas y pálidas cicatrices en mis muñecas, sobre mis visibles venas. Observarlas me lleva a cuestionarme ¿Qué hubiese pasado si hubiera logrado mi cometido? ¿Sería una buena solución de mi parte terminar con todo esto de una forma tan cobarde? ¿Qué pensaría Arion de que dejara todo por lo que luchó en Atenas? ¿Y mi familia? ¿Había sido fuerte y luchado con interminables demonios en los últimos tres años para acabar mi vida en un momento de desesperación? 

Me volvía loca pensar todo aquello pero siempre llegaba a la misma conclusión: No, el suicidio no era la solución.

Era solo otra muerte injusta, era solo darle mas virtud al trono y a la especie en general. La muerte en este mundo solo llamaba más muerte y aunque por un momento egoísta pensé que mi deceso sería por fin el descanso que necesitaba, no era realmente lo que yo como persona o la gente que me rodeaba merecía. 

No iba a dañar de esa forma a mis seres queridos.

Y tampoco iba a darles a trono ese triunfo.

***

Tengo miles de dudas sobre todo, muchas más que cuando llegué. 

Ahora que soy libre de caminar —solo por el ala oeste de la villa— me dedico a explorar. Sé que escapar es un acto irracional de mi parte, había seguridad en todas la salidas posibles y no conocía bien el lugar. Es por eso que me he propuesto hacer un mapa mental de todas las zonas que me sean posible.

Esta mañana la villa está extrañamente silenciosa, no hay doncellas pululando de un lado al otro en el piso de arriba, tampoco guardias, solo los que cuidan la entrada principal están en su sitio, quietos como estatuas. Uno de ellos me sigue con la mirada en todo el recorrido que hago. Trato de evitar sus ojos y me distraigo admirando las piezas de arte en las paredes, el detalle de las escaleras y en general lo hermoso que es todo el la villa. Me pierdo por los pasillos y afortunadamente también de los ojos inquisidores de la guardia. Hay muchas puertas, en su mayoría cerradas.

No sé cuanto he recorrido, hasta que al final de otro interminable pasillo me encuentro con una escalera circular de granito negro y asideros dorados. Me mata la curiosidad y sé que no debo ascender. Muerdo mi labio inferior sopesando la idea.

Con un demonio.

Comienzo a subir con el corazón retumbando en mis oídos, después de la primera curva comienzo a vislumbrar lo que se encuentra arriba. Genial, mas pasillos.

Pero estos tienen una diferencia, las luces son mas tenues, tanto que rozan las penumbras. De nuevo todo el arte de interiores es precioso, pero muy poco admirable debido a la oscuridad que este transmite. Los colores negro, vino y azul oscuro predominan. Tanto en los cuadros como en las cortinas y escasos muebles a mi paso. Pierdo el paso hasta que doy con una enorme habitación cuyas puertas están abiertas. Es una especie de auditorio o eso parece. Los asientos aterciopelados forman un semicírculo y tienen pinta de ser la ultima moda en comodidad. Me quedo anonadada y por un momento creo que se me saldrá la baba al detallar los enormes tronos frente a los que me encuentro. Siete en su totalidad; el central parece estar hecho de piedra de mármol pulido,  no por eso dejaba de ser hermoso o daba un aire hosco, por el contrario, era elegante, rezumaba poder debido a su inmensidad y a los detalles en él. Detalles dorados lo bordeaban y se extendían como enramados por sus amplios reposabrazos escalando por toda la extensa altura de su espaldar, sellando su cima con una atrayente piedra preciosa de color azul índigo.

Ese era el trono de la reina.

Es resto no dejaban de ser lujosos y preciosos, aunque mucho menos ostentosos. 

Me quedaba muy claro que aquella era la sala de trono. Bueno, quedaría como estúpida si no lo asumiera de esa forma. 

Estaba tan absorta en los detalles de aquella enorme sala y todo lo que contenía que no me di cuenta de que alguien estaba observándome. Fue un picor en mi nuca en que me advirtió de esto y maldije internamente. 

Cuando me giré era tarde, el guardia que me había pillado ya estaba caminando hacia mi, con cara de enojado y los ojos brillantes de furia. Su mano fue a parar a mi brazo y lo asió con fuerza para llevarme arrastrada de vuelta al pasillo.

—El ala este esta prohibida, niña —zanjó.

Su voz era muy rasposa, no me fijé hasta después de unos valiosos segundos de que parecía bastante joven y no tan fornido como la mayoría de los guardias del castillo. Intenté forcejear pero era inútil. Por lo que me dejé arrastrar por el chico. A su vez, él también parecía deslumbrado por cada detalle del lugar, aunque trataba de disimularlo.

—Eres nuevo —adiviné.

Él me miró serio, enarcó una ceja.

—Y tu eres la chica que consiguió darle un dolor de cabeza a todos en la villa.

Percibí varias cosas al mismo tiempo, su cabello castaño me decía que no era un vampiro antiguo, también el azul oscuro de sus ojos. Seguíamos caminado, esta vez por una ruta desconocida, al menos para mi, no era por donde yo había llegado arriba.

Una idea sobre el chico apareció entonces.

—¡Ajá! —exclamé y aprovechando su lapsus de confusión logré safarme— Tampoco tu deberías estar aquí...aspirante.

Utilicé el termino que había oído tantas veces en el clan de Atenas.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, otra cosa que noté fue que tenía acento, pero no uno griego. Sus rasgos lo delataban y la maldición que soltó me lo confirmó, aquel vampiro era latino.

Tardó un segundo de más en tomarme de vuelta y arrastrarme aún mas rápido por aquellos pasillos oscuros, no dejaba de mascullar por lo bajo palabras que no entendía.

Yo le dije a Maria Rosa que emigrar no era buena idea.

—¡Suelta! No te entiendo.

—Cállate, nos meterás en problemas a los dos —se detuvo a mirarme de frente—. te dejaré en tu habitación y ninguno ha visto al otro ¿entiendes? La guardia va a reclamar mi cabeza si se enteran que subí a merodear y los dos sabemos que esta área está prohibida para ti.

—¡Para ti también, genio!

Vi como perdía el control de sus ojos y estos se llenaban de miedo al iluminarse, como si le asustase lo que estaba pasando. 

>>¿Que tan nuevo eres? ¿Y por qué no estas llevando armas? —su expresión fue culpable y aterrada, sabía que lo había pillado—. Ese uniforme no es tuyo ¿verdad? ¡Por supuesto! que estúpida soy. Un neófito nunca sería parte de la guardia real.

El chico se lleno de furia, yendo en contra de mí. Entonces hice algo que no yo misma me esperé. Haciendo uso de todo mi entrenamiento esquivé si primer ataque, eso lo enfureció aún más lanzándose al segundo.

Aquel chico no contaba con que yo estaría esperando todos y cada uno de sus movimientos. Era torpe y descuidado, la falta de destreza se notaba mucho y no es que yo fuera una máster de las luchas cuerpo a cuerpo pero delante de él podría alardear.

O eso pensé.

Me confié demasiado, en un momento el chico descubrió que si encendía sus ojos su poder aumentaba...y lo uso en mi contra, haciéndome volar e ir a parar a uno de los seguramente muy caros muebles.

Troné mi cuello al levantarme, el golpe dolió. Y estaba realmente cabreada por eso. Al notarlo, el chico sonrió.

—No va a ganarme una débil humana —habló pagado de sí mismo y se abalanzó en mi contra.

Movimiento equivocado. Liberé mi potencial interior, moviéndome a una velocidad de vértigo que en otras circunstancias habría hecho que me diera un vuelco el estómago. No se lo esperó, tardo medio segundo en recobrar la postura luego de irse demasiado hacia adelante y me encaró furioso lanzando un golpe directo a mi rostro.

—Sorpresa chico —le detuve con una fuerza cuya posesión no sabia que tenía—, no soy débil —di una vuelta sobre mi eje para encajar un golpe directo a su columna haciéndolo caer con un gruñido de dolor. Mi bota quedó en su nuca inmovilizándolo—... Y tampoco humana.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos hice algo que nunca había hecho bajo voluntad propia, en ese momento, quise hacer todo mas tétrico y el acto surgió con demasiada naturalidad de mí. En el momento en que todo el lugar se sumió en una escala de grises supe que lo había conseguido.

Mis ojos habían cambiado y ahora brillaban de forma visible, intimidando al chico.

<<Virgen del valle yo se que pequé cuando caí en esta vida pero sálvame de esta loca>>

Retrocedí completamente asustada, estaba oyendo sus pensamientos, con demasiada claridad como para saber que pensaba en español ¡Pero lo entendía! Todos mis esfuerzos por parecer feroz desaparecieron y di un paso atrás. ¿¡Como coño lo había logrado?!

<<¿Puedes oírme? —pensé con la vista en su dirección, ampliando los ojos como si aquello ayudase de algo—Dime ¿estoy hablando en tu cabeza?>>

De pronto sus ojos se ampliaron mucho, al mismo tiempo que su boca se abrió y me miraba como si no fuera real.

Sonreí con ánimo ¡En serio estaba controlándome! Lo estaba haciendo a voluntad. No había niebla saliendo por doquier o ruidos que provocaban que me sangrasen los oídos, no me sentía mal en absoluto. Solo tenía una punza de hambre que crecía y decidí ignorar. El chico se levantó y retrocedía sin dejar de verme, yo debía parecer una loca ahí parada sonriéndole luego de pelear con él y someterlo balo el poder de mis plataformas.

—¿Qué demonios eres tú?

Yo también me pregunto lo mismo chico...cada día.

Quise responder. Fue entonces cuando ambos nos quedamos muy quietos en el lugar, mis sentidos agudizados lo percibieron a la distancia y cruzarme con sus ojos supe que él también lo oía.

Trompetas.

—La reina —se me escapó en un murmullo—. vienen por el pasillo oscuro.

Le dije al muchacho, sin saber como llamar al lugar por donde yo había subido.

—¡Vamos a morir! —se lamentó levando las manos a la cabeza y despeinando su oscuro cabello— ¡Otra vez! Y la primera no fue nada linda.

Giré mis ojos y tome sus brazo. 

Solo emití una palabra: —Corre.

Y eso hicimos. No me percaté de cuantos pasillos pasamos hasta que los pasos por delante de nosotros me alertaron y tiré del aspirante para adentrarnos en una habitación que para mi sorpresa estaba abierta.

—La puta madre —exclamó el chico.

Si, aquel cuarto era inmenso. Y demasiado elegante para mi gusto. Todo estaba pulcramente arreglado y limpio, parecía demasiado impersonal, de no ser por el olor que predominaba en el ambiente.

Olía como...

—La puta madre —repetí entrando en pánico y mi voz subió varias octavas por el miedo.

Nos habíamos metido en la habitación del príncipe. ¡Estaba el en cuarto de Cayden! 

Habría sido la oportunidad perfecta para encontrar pistas si:

1. ¡No estuviéramos huyendo de la guardia!

Y

2. No se escucharan pisadas cada vez más cercanas.

Solo vi una salida.

—El balcón —habló en chico casi al mismo tiempo que yo.

Y fue directo a abrir las puertas, sin embargo, su intento fue nulo, pues cayó al suelo retorciéndose y con la mano despidiendo humo. El olor a ahumado penetro en el lugar y unos golpeteos en la puerta me alarmaron considerablemente haciendo a mi corazón latir desbocado.

La cerradura contenía metales o piedras preciosas.

—¿Su majestad? ¿Está aquí? —se oyó tras la puerta.

Era Agatha, estaba segura. Aún con el falso solado llorando por su quemadura fui a por la manilla de las puertas del balcón y con un miedo profundo la tomé.

Para mi sorpresa y la de mis ojos que se habían cerrado con fuerza, nada paso. El metan no me afecto y pude abrirla sin mayor esfuerzo.

—¿Como...? —susurró mi acompañante.

—No preguntes, solo salta.

Sonó mas confiado de lo que esperaba, pues lo cierto es que no sabía absolutamente nada de lo que me estaba pasando o de lo que hacía. 

Él salto primero y aterrizó abajo donde se veía un área despejada y arenosa. Escuché la perilla de la puerta principal sonar y conseguí cerrar el balcón justo antes de oír como Agatha irrumpía en la habitación.

Mirando hacia abajo sentí tener un deja vù, pero no había tiempo para nostalgia.

Salté.

***

HOOOOLI

BAIIIIII

Besitos *-*

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