Capitulo 5

CAPITULO EDITADO


-No quiero hacer esto niñas, pero es lo mejor para esta familia-La voz quebrada de mi padre hizo que mi corazón se partiera.

Mi padre se encontraba parado enfrente del sofá donde yo estaba sentada con Sienna.

Hace unos segundos nos había dicho que tenía que hacer un viaje de trabajo hacia París, eso implicaba que debíamos quedarnos solas. Claro que no me molestaba, solo me dolía lo mucho que iba a extrañar a mi padre durante este mes.

-Papá no llores-Dijo mi hermana al ver las lágrimas caer del rostro de su rostro-Estaremos bien, sabemos cuidarnos, ya somos grandes.

-Las extrañaré mucho, me duele dejar a mis princesas solas-Dijo mi padre con una voz un poco triste.

-No nos dejaras solas, estaremos en contacto-Respondí acercándome para darle un abrazo. Acto seguido Sienna se había sumado a este.

-Estaremos bien papa-Repetí-Si te preocupa que comeremos y como viviremos, ya mismo conseguiré un trabajo para poder mantenernos.

Luego de unas largas horas charlando con mi padre finalmente tomó su maleta y pasó la puerta dedicándonos un sincero 'Las amo'.

Sacudí mi mano despidiéndome de él y pude ver como el taxi desaparecía cada vez más.

Iba a extrañar a mi padre.

*

Me desperté con el periódico en mi mejilla. Había estado buscando un empleo por mucho tiempo y no logre encontrar nada. 

Le di una hojeada al periódico por ultima vez cuando vi un pequeño aviso que decía.

"Buscamos una niñera que sea responsable de cuidar a mi pequeña sobrina los días lunes jueves y viernes. En el horario de 4 de la tarde."

Yo adoraba a los niños y además necesitaba el dinero, esta era una oferta que no podía desaprovechar.

Tomé mi móvil y marqué el número que decía en el aviso, luego del tercer tono una mujer me atendió. Me pidió algunos datos y me dio la dirección de su hogar, que por suerte me quedaba cerca.

"Te esperare a las cuatro, adiós". Fueron las ultimas palabras de la señora en la otra línea antes de colgar el teléfono.

Levante mi trasero del sofá y me dirigí hacia mi habitación. Mientras caminaba tarareando la canción de "Worth It" me encontré con Dylan quien se dirigía a la habitación de Sienna.

-¿Y tú cuando entraste?-Le pregunte deteniéndome.

-Hace un rato, solo que tú dormías leyendo el periódico-Dijo bromeando.

Lo fulminé con la mirada dedicándole un diccionario de insultos en mi mente.

-Oye, Jade. Lo siento ¿Si? No quise haber hecho eso en la fiesta y por eso estoy aquí pidiéndote perdón nuevamente-Parecía que Dylan por primera vez hablaba en serio-Me arrepiento de lo que hice, además Zac ya me dio una lección.

Lo mire sorprendida.

-¿Qué ha hecho?-Pregunte tratando de no parecer tan interesada.

-Me golpeó, dos veces-Remarcó el 'dos' con sus dedos.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, Zac había golpeado a su amigo...Por mí. Noté que Dylan me miraba confundido y rápidamente borre mi sonrisa para que no se diera cuenta de mi cambio de humor.

-Bueno, te lo merecías-Dije ingresando a mi habitación dejandolo hablando solo.

Miré la hora. Tres y media.

Busqué en mi ropero algo cómodo y sencillo para usar. Opté por unos jeans, zapatillas y un jersey ya que hacia frío.

-Sienna me voy-Grité esperando respuesta de mi hermana, pero no la hubo.

No tenia ganas de imaginar que estaba haciendo con Dylan porque lo mas probable era que terminaría vomitando, como aquella noche en la fiesta.

Tomé mis llaves y salí. Comencé a caminar por la calle mirando mis pies cuando de repente oí el sonido de un claxon. Di un respingo pero la tranquilidad se apodero de mi cuando me encontré con esa sonrisa hermosa y esos ojos azules que me miraban.

Treux.

-¿A dónde ibas sin mi, Morgan?-Esbozó una sonrisa.

Treux siempre tuvo esa costumbre de llamarme por mi apellido.

-Voy a mi primer día de trabajo, seré niñera-Reí.

-¡Oh! Que bien, sube, te llevaré-Dijo él.

-No gracias, puedo caminar-Le agradecí.

-Bien, cuando termines de hacer lo que tienes que hacer ¿Quieres venir a mi casa? Te cocinaré-Puso una sonrisa picara.

Lo pensé solo dos segundos.

-Claro-Le dediqué una sonrisa tierna y continué en mi camino.

Revisé mi móvil donde había anotado la dirección, solo faltaban unos metros.

Cuando me pare frente a la casa me quede boquiabierta. Era enorme y hermosa por fuera. Miles de flores decoraban la entrada y un camino de piedras llevaba hasta la puerta principal.

Tomé aire y hundí mi dedo en el botón del timbre. Espere unos segundos cuando la puerta se abrió dejando ver a una señora con una falda un poco corta color roja y una camisa blanca. Su pelo rubio se movía al viento, parecía de unos cincuenta años. El perfume de la mujer entró por mis fosas nasales al segundo que se acercó para estrechar nuestras manos.

-Bienvenida querida. Me alegra que hayas venido-La señora apoyó sus brazos sobre mi hombros dirigiéndome al interior de su hogar.

El blanco abundaba la casa mientras que los muebles eran de negro. Tenía el estilo de casa moderna. El aroma a rosas estaba por todos lados. Era muy lujosa y estaba bastante limpia. De fondo se podía escuchar una música clásica.

La señora caminó hasta la enorme sala y la seguí hasta que tomamos asiento.

-¿Quieres algo de beber?-Preguntó amablemente.

-No gracias-Respondí.

-Bien-Se colocó sus lentes-¿Puedes venir los lunes, miércoles y viernes?-Asentí con la cabeza-Llena este papel con tus datos por favor-Leí el papel donde pedía mis datos y abajo hablaba de la paga.

Completé todo y le entregué el papel-Perfecto, la pequeña Sammy tiene cuatro años y lo que más le gusta es estar con chicas de tu edad. Adora peinarlas y maquillarlas así que pasara un buen rato contigo-Dijo la señora con una sonrisa-Y por nada en el mundo preguntes por sus padres, ellos han muerto.

La voz de la señora sonó quebrada. Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo.

-Yo simplemente soy su tía quien a veces cuida de ella. Sammy tiene un hermano mayor pero el no le da suficiente importancia. Muchas veces a la noche se va y me deja a Sammy a mi cargo.

Sentía pena por la pobre señora.

Nuestra conversación fue interrumpida con la voz de una niña pequeña. Allí estaba Sammy, su cabello era muy largo y oscuro como sus ojos. Llevaba en su mano un osito de peluche y me miraba un poco confundida.

-Sammy, ella es Jade y cuidara de ti cuando la tía no este-Dijo la señora dirigiéndose a la niña.

Sammy me miró por unos segundos y me abrazó, el abrazo de la niña, me hizo escapar una pequeña sonrisa.

-Bueno, ahora debo irme. Mucha suerte, diviértanse-Grito la señora dirigiéndose a la puerta de la casa y acto seguido escuche como se cerraba.

Volteé a ver a Sammy quien me miraba divertida.

-Me gusta tú cabello-Dijo con una voz finita-¿Puedo hacerte algún peinado?

Claro-Contesté. La señora tenía razón.

Sammy me tomó de la mano y me llevó escaleras arriba, ingresamos a la primer habitación donde todo era de color rosa. Su habitación.

Millones de peluche la rodeaban y algunos posters de Frozen estaban dispersados por la pared. Rápidamente la niña abrió un cajón y sacó un peine con unas gomas para atar el cabello. Me invitó a tomar asiento a su cama y comenzó a peinarme con suavidad.

Trate de no quedarme dormida mientras me peinaba, era algo muy común en mi.

Luego de una hora de estar sentada con mi cabello en manos de la niña, me mire en el espejo y me había hecho una hermosa trenza que lucia mi cabello oscuro.

Bajamos nuevamente a la cocina y le preparé un aperitivo mientras mirábamos "Phineas y Ferb".

Sammy subió unos segundos a su habitación y volvió con una hoja y unos lápices. Comenzó a dibujar mientras tenia su lengua afuera, debía ser algún modo de concentración. Me entregó el pequeño dibujo de dos niñas agarradas de la mano y muy felices, éramos nosotras dos.

-Gracias-Le dije con una enorme sonrisa.

Miraba a la niña y solo pensaba en lo difícil que debe ser la vida para ella y su hermano, sin unos padres, a veces las cosas malas les suceden a personas que no se lo merecen.

De repente escuchamos el ruido de la puerta, miré el reloj y aun faltaba una hora para que venga la tía de Sammy. Tal vez era su hermano.

Salí de la cocina y me dirigí hacia la puerta principal para saludar amablemente a la persona pero frené en seco cuando me encontré a la ultima persona que pensé que me encontraría en este lugar.

Zac.

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